Comedor
con muebles de estilo ingles y alemán
Invitados por los dueños del Grand
hotel, ayer tarde a las cinco asistimos a la inauguración de este nuevo
establecimiento; recorrimos sus dependencias, todas ellas instaladas con
indiscutible buen gusto, con gran lujo, y toda clase de comodidades.
El Grand hotel cuenta con más de
cuarenta habitaciones para viajeros, clasificadas en dos clases: primera y
segunda; se diferencian las unas de las otras en que aquellas son más espaciosas,
tienen vista a la calle, calefacción por vapor, mejor decorado, y muebles de
más lujo: el espejo corriente está sustituido por el armario de luna, y además
de la sillería hay en cada una de esas habitaciones una excelente butaca.
Las de segunda clase, tienen vista a los patios del
hotel, mejor dicho a las galerías que recogen la luz de esos patios, y también
reúnen todas las condiciones necesarias para que resulte grata la estancia.
En el piso superior todas, o casi todas
las habitaciones son de primera. Las del centro de la galería principal tienen
un magnifico mirador a la calle de Carlos Vázquez, y balcones las otras
laterales. Los huéspedes disfrutan en ese mismo piso, y podrán utilizarlo
también para sus visitas, de un hermoso gabinete, muy bien decorado y con rica
sillería guarnecida verde.
Como queda dicho, lo mismo en el piso
superior que en el interior, cuatro amplias galerías, con magníficas
cristaleras, de arriba abajo, reciben la luz natural directamente, y
descomponiéndose luego se distribuye en las habitaciones.
Estas tienen timbre; y la luz eléctrica,
durante la noche; la instalación es muy bonita, y en los comedores y salón de
lectura, más que bonita resulta espléndida.
Sala
de lectura
Al piso superior, ya descrito, siquiera
a grandes rasgos, conduce amplia escalera de mármol; nace esta a continuación
del vestíbulo, á raíz de unos pasillos, precisamente en el centro de las dos
mitades del edificio, y luego al llegar al descanso se divide en dos,
igualmente amplias, a uno y otro lado que rematan en la anchurosa galería del
principal; el centro de estas escaleras está revestido de rica alfombra, y
tanto los pasamanos como el decorado de los costeros y los techos constituyen
un derroche de buen gusto. En el frente de la escalera hay una hermosísima luna,
que más avalora el resto del decorado.
El piso inferior se descompone de la
siguiente manera: el vestíbulo a que hemos hecho mención; a la izquierda un
magnifico salón de lectura, y a la derecha el comedor, ambos instalados a todo
lujo, con muebles estilo inglés y alemán, en su mayor parte; el comedor cuenta
con gran número de mesas, unipersonales, para dos, y para cuatro o más
personas, y en el centro, a todo lo largo, la mesa general.
Seguidamente aparece el bar, en el cual
el servicio de cervezas, refrescos, helados, pastelillos, etc., se hará
extensivo al público. El bar comunica con el comedor y con el vestíbulo.
A continuación están la cocina, la
repostería, la caldera de la calefacción, de último sistema, y otras
dependencias: todo ello con comunicación a una de las galerías de la planta
baja del edificio. Por otra galería se llega al cuarto de baño y duchas, a los
inodoros, cuya instalación resulta magnifica, etc., etc. Y por último en las
otras dos galerías encontramos un buen número de habitaciones, instaladas con
la elegancia y las comodidades que ya hemos descrito al hablar de las del piso
superior.
Habitación
de primera clase
Como verán nuestros lectores, la
distribución del edificio es verdaderamente admirable; a ello ha contribuido en
gran parte su propietario el conocido banquero D. Enrique Morales, que
incondicionalmente puso su finca a la disposición de los dueños del Grand
hotel, para que la dirección de las obras corriera a su cargo.
Y así han resultado, que no sabemos qué
admirar más en el establecimiento, si el lujo, las comodidades, o el refinado
buen gusto que se observa en todo.
Para el servicio de viajeros cuenta
Grand hotel con un magnifico carruaje, tirado por un hermoso tronco de
caballos.
Los dueños del nuevo establecimiento
obsequiaron espléndidamente a sus numerosos invitados con el siguiente luch:
Menú: Consomée imperial.-Jamón avilés a
la española.- Galantina trufada.- Foigrás a la bella vista.- Lengua a la
escarlata.- Emparedados surtidos.- Pancillos a la inglesa.- Pastelería.-
Dulces.- Ponche al Chartreuse.- Vinos.- Champagne.- Café y Thé.
El servicio del esplendido menú basta
por sí solo para acreditar al Grand hotel. Sus dueños demostraron conocer a la
perfección el negocio, y por ello fueron muy felicitados.
La dependencia del establecimiento es
bastante numerosa. Los mozos de comedor visten traje negro, de smoking. La
cocina está montada a la alta escuela del arte culinario, capaz de satisfacer a
los más exigentes gastrónomos.
Como comentario por nuestra parte, solo
decimos que el nuevo hotel honra a una capital. Siquiera por este hecho,
hacemos votos por el éxito de los que no han reparado en exponer un
considerable capital, digno de la mejor suerte.
Diario
“El Pueblo Manchego”. Año II, Núm. 321, viernes 2 de febrero de 1912, página 2.
Desconocía la existencia de ese Hotel
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