Refuerzos
construidos en la Parroquia de San Pedro tras el terremoto de Lisboa de 1755
Ciudad Real, 21
de noviembre de 1755.
El teniente
Corregidor. Ilustrísimo Señor:
Para cumplir la
Orden que me comunicó V. I., su fecha 8 del que sigue, además de lo que yo
había visto y advertido del terremoto, o temblor
de tierra, del día primero, he tomado informes de prelados eclesiásticos y
personas las más advertidas de esta ciudad,
para poder explicar exactamente lo acaecido. Los efectos en España del
terremoto de Lisboa (1 de noviembre de 1755) Y
fue que, a la hora de las diez de la mañana, estando gran parte del pueblo en
las Parroquias e Iglesias de conventos en los
extraño conceptuando se hundían sus fábricas, y para ello, atropelladamente,
las desampararon, dejando los coros y altares los eclesiásticos y religiosos, respectivamente,
saliendo a las calles con las sagradas vestiduras y, enterados de su movimiento nunca visto de la tierra fueron bastantes los
clamores por los hijos de los padres, y de los familiares unos por otros, pues habiendo principiado a dicha hora, sido su
duración de diez a catorce minutos, moverse las torres, Iglesias, y los más fuertes edificios, como si fuesen cipreses
afectados de recio viento, todos conceptuaron los efectos de hundimiento
y desgracias, que por la Misericordia de Dios Nuestro Señor no sucedieron en esta ciudad ni en su término.
y desgracias, que por la Misericordia de Dios Nuestro Señor no sucedieron en esta ciudad ni en su término.
En los suelos se
sintieron movimientos al modo de hervidores, y un ruido contínuo, al modo de
bramidos sordos, y
de multiplicidad de coches, y los movimientos de los
edificios, unos fueron de Levante a Poniente, y otros de Norte al Mediodía. Y las señales
que precedieron, aunque no se aplican a que fuesen indicativas de temblor de
tierra, son las que enuncia el Comendador de
Mercedarios descalzos de esta ciudad en su informe y relación, que paso a mano
de V. I., y en lo recio del terremoto y algún
tiempo antes fue un recio viento, y turbada la luz del Sol, sin haber nubes
intermedias, siendo muchos de sentir que a
durar un minuto más lo recio del temblor, no hubiera quedado edificio en pie.
Y los destrozos causados, y hasta ahora advertidos,
y reconocidos por peritos, son:
— En la
Parroquial de San Pedro, de fuerte y admirable fábrica bastante daño en machos,
arcos, bóvedas, maderas, enyesados y demás partes
que componen el todo de la fábrica, y para el reparo y seguridad se hacen precisos
muchos gastos.
— En la
Parroquial de Nuestra Señora del Prado se reconocen en su suntuosa fábrica, de
una nave de grande elevación y
correspondiente anchura, bastantes quiebras, quedando maltratada su armadura,
quebrados dos de los estribos de la Puerta de
la Umbría, y otros dos a la parte del altar mayor, para cuya ermita, y que se
mantengan sin ruina de la Iglesia se hacen
precisos muchos gastos.
— En la
Parroquial de Santiago, el medio cuerpo de arriba de la torre se halla con
aberturas y la bóveda, para que no se
arruine, necesita mucho reparo, y por haberse hundido un arco de ladrillo de
dicha torre sobre el tejado de dichas
Iglesias se halla maltratado y con la precisión de repararse.
— En el convento
de Santo Domingo se descubren grandes quiebras en sus capillas, coro y cuerpo
de la Iglesia y su
torre cuarteada, los dos cuerpos de ella, y su
c[h]apitel, y sin repararla, y fortalecerla, no pueden usar de las campanas como antes y sí sólo tocarlas a pulso. En los
claustros altos y bajos, en las celdas y demás oficinas se registran muchas quiebras y parte del tejado cayó sobre
una de las capillas, causando mucho daño.
El
terremoto de Lisboa produjo un ligero incitamiento de una de sus columnas
interiores, que en la actualidad se puede observar
— En el convento
de San Francisco, se descubren en su Iglesia, Capilla mayor y en las agregadas,
bastantes quiebras, y lo mismo en las celdas
y demás oficinas y, por haberse desprendido de la espadaña, o campanario, un
remate de piedra, y caído sobre un tejado,
causó destrozos.
— En la Iglesia
de San Juan de Dios quedó tan ruinosa y destrozada, que ha sido preciso
desalojarla de los altares y colocar al
Santísimo Sacramento en la capilla de la enfermería, y poner los enfermos en su
cuarto alto y, además de esto, los cuartos y
oficinas no dejan de tener muchas quiebras.
— En los
Carmelitas descalzos, extramuros de esta ciudad, además de otras quiebras, la
de más consideración es el alzado donde
está sentada la Capilla mayor, porque movidas las cuatro esquinas donde sentaba
la armadura cayó sobre los tejados del
convento uno de sus lienzos, causando mucho daño, en el colateral claustro, y
celdas, y por estar movidos los otros tres
lienzos, se hallan apuntalados, y agarrotados, porque con poco movimiento se
vinieron a tierra.
— En el convento
de religiosas Carmelitas descalzas, se descubren algunas grietas en él y la
mayor en la media
naranja o linterna de la capilla mayor, que por el
gran quebranto de todos cuantos lienzos le están dados garrotes, además de
haberlos apuntalados.
— En el convento
de religiosas Dominicas se ve quebrantada una de las esquinas de la Capilla
mayor, amovida [sic] parte de sus aleros, y
lo interior de el convento muchas quiebras en celdas, claustro, y vistas, y en
la cerca de la huerta lo mismo, con
hundimiento de algunas tapias.
— En el convento de religiosas Franciscas, por lo que hace a la Iglesia se quebrantó el arco toral de la capilla mayor, y dos estribos, cayendo la mayor parte de los aleros a la parte interior, de que resultó destrozo de los tejados, y en lo interior del convento, algunas quiebras.
— En la ermita
hospital del Santísimo Cristo del Refugio, son muchas las quiebras que se
necesitan de pronto reparo.
— Y en casas
particulares, y murallas, son muchas las quiebras que se han reconocido, que
aunque no del todo arruinadas, serán muchos
los gastos para repararlas. Esto es
únicamente lo que puedo y debo exponer a V. I. sobre el asunto de terremoto, y
que después en diferentes días, según me
informan personas fidedignas, se han sentido algunos movimientos de tierra, y,
en atención a que esta ciudad aunque antes de
ahora, como realenga, tenía la capitalidad de toda la Provincia, a el presente
se halla reducida a su término, no fue
comunicada la Orden de V. I. a otros pueblos, hasta nueva orden de V. I., que
obedeceré como debo.
Nuestro Señor guarde la vida de V.I. los muchos años que puede y le suplico.
Ciudad Real, y noviembre 21 de 1755. Ilustrísimo Señor: Besa la mano de V. I. su más rendido y obligado servidor, Don Luis Joseph Velarde y Viedma.
Apéndice II: Transcripción de los documentos del Archivo Histórico Nacional
Botareles
de refuerzo de la Catedral construidos en el siglo XVII
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