Vista
del interior del Bar La Campana en los años cincuenta del pasado siglo XX. Fotografía de Mercedes Funez Castillo
Uno de los bares míticos de Ciudad Real
durante décadas, fue el “Bar La Campana” en la calle Alarcos número 6, que
desde la Segunda Republica hasta 1939 se llamó “Avenida de José Maestro” y
desde 1939 hasta 1982, recibió el nombre de “Avenida de los Mártires”.
El “Bar La Campana” abrió sus puertas en
el año 1947 de la mano de Antonio Delgado Mena, ligado toda su vida al Club Deportivo
Manchego, y que tuvo abiertas sus puertas en la calle de Alarcos, hasta finales
de 1991.
La desaparecida revista “Bisagra”, publicó
el 2 de febrero de 1992, un reportaje sobre el cierre de históricos bares de
nuestra ciudad, y lo que a continuación reproduzco, fue lo publicado en
relación al “Bar La Campana”:
“en
el número cuatro de la calle de Alarcos se levantó el bar La Campana, tras
haber sido con anterioridad una pastelería conocida como La Campanita y de la que
también fuera fundador y propietario el mismo Antonio Delgado Mena. En torno a
La Campana estuvo primero la ferretería Alarcos y la relojería Tic-Tac y
después el Banco Santander y los almacenes Los Reyes, actualmente también
desaparecidos, construyendo un monumental edificio en su lugar, aunque una vez
concluidas las obras los tales almacenes continúan existiendo.
Precisamente,
el hecho de que estuvieran al lado los almacenes Los Reyes favoreció que La
Campana tuviera siempre una considerable cantidad de público, ya que con
cualquier motivo, los clientes, los viajantes, ... acudían allí para hacerse su
bocadillo o tomarse su caña con tapa. Siempre en La Campana se ha atendido
maravillosamente al cliente y en cuanto eras de los fijos no hacía falta ni que
pidieras, sabían de antemano lo que querías y lo tenías servido en el mostrador
antes de llegar allí.
Un toque de clase
La
gente de La Campana solía ser gente con clase y de tendencias más bien
conservadoras: empresarios, abogados, funcionarios, etc. Allí se han cerrado
muchos negocios, se han conocido gentes, y otras han roto amistades. Lo normal.
Pero siempre existió una clase, del propietario y de los empleados, que
impregnaba el local ya quienes en él entraban.
El interior
del Bar La Campana antes de su cierre en 1991
Los
nuevos tiempos han hecho que, aunque siguiera siendo uno de los bares que más y
mejor trabajaban, hayan tenido que cerrar sus puertas. Un nuevo edificio, que
llegará hasta la esquina de la calle Juan II, se alzará dentro de poco tiempo
en los que hasta hace unas fechas estaban en pleno rendimiento La Campana y
sigue estando la farmacia de Rasiano Salcedo. Esperemos que aquí, como en el
caso del Ideal, sea sólo una muerte para seguir viviendo, aunque ya no tenga la
solera que tenía hasta el día de su cierre, finalizando el año capicúa por
excelencia 1991 o empezando el olímpico y universalista 1992.”
Demolido el viejo edificio de tres
plantas que albergó el “Bar La Campana” en el año 1992, se construyó un nuevo
edificio de siete plantas con fachada acristalada, que recibió el nombre de “Edificio
La Campana”, que abrió sus puertas en 1994.
Edificio
La Campana que se levantó sobre el solar del desaparecido bar y abrió sus
puertas en 1994
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