Cabildo de la catedral, primeras
autoridades civiles, Clero de la capital y numerosas personas de relieve de la
ciudad y provincia. Se efectuó su inauguración oficial con la apertura de curso
el primero de octubre de 1887, acto que fue presidido por el Ilmo. Sr. don José
Maria Rancés y Villanueva, tercer obispo de la diócesis. En dicho edificio,
primer centro de estudios eclesiásticos de la provincia, se educaron y formaron
promociones de viurtosos sacerdotes hasta el año 1936, en que al producirse el
inicio de la guerra civil fue incautado por el Frente Popular, quedando después
como Casa del Pueblo. Al término de la contienda, huérfana la diócesis de
Pastor, costó no poco poner de nuevo en marcha el Seminario, lo que se logró
con ayudas estatales y donativos oficiales y particulares, registrando años de
saturación, que obligó al establecimiento de un Seminario Menor en la calle de
la Mata, en dependencias de lo que fuera Instituto Popular de la Concepción.
El primer obispo que tuvo la diócesis
después de la guerra, el navarro don Emeterio Echevarria Barrena, se decidió
por la construcción de un nuevo Seminario, en su actual emplazamiento de la
carretera de Porzuna, aunque sólo su sucesor, el valenciano don Juan Hervás y
Benet, que le acogió como su obra predilecta y a la que, justo es decirlo,
respondió la provincia entera con importantes aportaciones económicas, a más de
las subvenciones del Estado. Trasladado el centro de estudios eclesiásticos al
nuevo edificio, el de la calle de Alarcos fue destinado a albergue los
movimientos de apostolado y otros fines análogos, hasta que a finales de los
años 60 fuera vendido el inmueble, parte para construir la nueva Casa Sindical
(hoy Dirección Provincial de Trabajo), parte para edificaciones de viviendas de
la empresa García del Castillo, divididas por una calle, a la que se ha dado el
nombre del Obispo Hervás. Queremos consignar también que en parte del antiguo
Seminario, frente al actual edificio de la Jefatura Provincial de Sanidad, se
ha construido la Casa Sacerdotal, residencia de buen número de sacerdotes.
Cruzada la calle del Olivo seguían casas
particulares, en una de las que se hallaba la tienda de comestibles de
Cárdenas. En los años 60 y 70 se construyeron nuevas edificaciones, destinando
los bajos a establecimientos comerciales e industriales.
En el 24 hubo muchos años una cerámica,
primitivamente de Molina y Prado, S.L., posteriormente de Ramón Molina y más
tarde de un sobrino de este último industrial, don Ramón Arévalo Tercero, con
gran surtido de mosaicos, azulejos y materiales de construcción en general. Y
ya dando vuelta a la plaza del Alférez Provisional, estuvo hasta la pasada
década el café-bar "El Alamo", muy concurrido y bien atendido.
Recordemos que hasta que en su día quedara completada la red de distribución de
agua a toda la ciudad, en el rincón hubo una fuente pública que contaba con no
poca clientela de los alrededores. Hubo también una barbería llamada de
Antonio. Y ya en la esquina de la ronda de Alarcos, sobre los años veinte, se
trasladó desde la calle de Toledo, como ya se ha hecho constar al escribir
sobre esta última vía, el popular café-bar "El As de Copas", y
propiedad del gran Pedro, con sus buenas partidas de dominó y cartas. A este
bar le sucedió el "Selas", muy afamado por sus reuniones nocturnas de
verdaderos artistas del folklores español en su aspecto flamenco, por donde
desfilaron no pocos de aquellos, unos consagrados y otros aspirantes a la fama,
destacando de aquellos la "Niña de Antequera". Esta parte final de la
calle de Alarcos ha sufrido una gran transformación urbana en no mucho tiempo.
Y ahora vamos a referirnos a la acera de
los impares, que arranca de la misma plaza del Pilar. Antes de la reforma
efectuada alrededor de los años treinta, teníamos entre la fachada que formaba
la casa donde se instalara la sucursal del Banco de Bilbao, en línea con el
Teatro Cervantes, una rinconada en la que había un pequeña taberna, la de
Alfredo, con muy buena clientela y queremos recordar entre ella a los hermanos
Pablo y Félix Valencia, el primer guitarrista, al que llegamos a escuchar
magníficos conciertos en directo y a través de Radio Ciudad Real, y el segundo
probo funcionario de Hacienda, donde llevó muchos años el registro, junto a
algún libro del citado organismo estatal, pero que al mismo tiempo tenia
extraordinarias aptitudes de actor teatral aficionado y muy buen caricato.
Hagamos constar que, al igual que ahora sucede, a muchos partidarios del
"chato" y la tertulia en la barra, los agrada que esto suceda en una
taberna típica, unas más o menos confortables, pero todas con buen ambiente y
sabrosos aperitivos.
Inmediatamente seguía el llamado teatro
de verano o Teatro Circo, por su estructura parecida a uno de estos. En él
fueron muchos años empresarios don Miguel Espadas Cejuela y don Manuel Sánchez
Gijón, ambos con acusada personalidad profesional, el primero como depositario
de Fondos de la Diputación -ya lo nombramos en la calle de la Mejora-y el otro
como prestigioso procurador de los Tribunales, pero que tenían como "hobby"
el ser empresario teatral. Al primero de ellos, pasados ya muchos años de su
retirada como tal, le oímos lamentarse de un epidemia que tenía esta clase de
espectáculos, el "tifus" oficial o semioficial, que forzaba, en no
pocas ocasiones, a la reducción del aforo más de los posible para aguantar el
presupuestos de determinados espectáculos, cuando se trataba de buenas
compañías teatrales o de variedades.
El veterano Teatro, ya en el año 1922,
tomó el nombre de "Cervantes" y fue reformado notablemente por sus
propietarios, principalmente los señores de Sánchez y Octavio de Toledo
Cárdenas, arquitecto uno y secretario de la Diputación el segundo. Como hemos
dicho, por aquellos años desfilaban por Ciudad Real las mejores compañías de
teatro, a cuyo frente estaban la gran María Guerrero, Carmen Cobeña, Enrique
Borrás y Margarita Xirgu; la de zarzuela dirigida por el maestro compositor
Pablo Sorozabal, con figuras muy destacadas, la de Marcos Redondo, Sagi Barba y
otras; junto a las comedias más ligeras con Pepe Isbert, Barat, los hermanos
Benito Arroyo, etcétera, y ya más en los años 30, la de Luisa Rodrigo, que
permanecía aquí bastantes días, porque entonces el público, sin necesidad de
Campañas de Teatro oficiales, asistía a las salas donde se ofrecía el drama o
la comedia y no digamos el sainete.
El "Cervantes", una vez que el
cinematógrafo fue una realidad, comenzó también a ofrecer al público este nuevo
espectáculo, que estaba llamado a causar una auténtica revolución en el
espectador, hasta que la televisión le ha reducido mucho su audiencia. En los
años 15, mientras Europa se desangraba en una durísima guerra, los aficionados
al cine de Ciudad Real tenían ocasión de no perderse una proyección por la
cantidad de quince o veinte céntimos. No se pagaba entonces por la empresa más
impuesto que la contribución industrial, ni las casas distribuidoras forzaban a
pagar con "lotes" de películas, a las que se llamaban cintas. Las
butacas de patio y las localidades corridas del "gallinero" -así llamadas
popularmente las de general- eran todas de madera. Triunfaba Charlot con sus
geniales filmes cómicos, que bastantes años después se pondrían de moda en la
pequeña pantalla, y junto a él "Tomasín" y "Sandalio", el
popular sastre "maestro Costuras", y las películas de episodios como
las de los "Vampiros", el "Tanque humano" y tantas otras,
con puñetazos a granel, que entusiasmaban a la pequeña concurrencia.
El "Cervantes" acogió también
su sala numerosos actos políticos y de otra índole. Hemos oído referir uno muy
famoso de don Rafael Gasset, allá por el año 14. Y más adelante, el del general
don Miguel Primo de Rivera, en el año 1926, cuando era jefe de Gobierno y
presidente de la Unión Patriótica o estaba a punto de fundarla; y ya, en el
treinta .y tantos, uno a cargo de don Angel Herrera Oria, por entonces
presidente de la Junta Nacional de Acción Católica, que trataron de reventar
algunos sin lograrlo, y otro de don José Calvo Sotelo, de propaganda electoral,
teniendo también que utilizarse el Proyecciones, ante la enorme afluencia de
partidarios que de toda la provincia se desplazaron a escuchar al ilustre
tribuno luego protomártir.
En la pequeña historia del Teatro
Cervantes no pueden olvidarse las actuaciones de los grupos de aficionados. En
su escenario actuaron por los años veintitantos los Estudiantes Católicos que
presidiera Pepe Donado, las zarzuelas y conciertos del Ordeón Manchego,
dirigido por el maestro capilla de la S.I.P. don Salomón Buitrago, con
"Bohemios" otras populares obras líricas; los Colegios de San José y
Nuestra Señora del Prado, la Federación de Estudiantes Católicos, constituida
en diciembre de 1931, la Congregación Mariana y los Luises, con "El Divino
Impaciente" de Pemán, y otros grupos a cuyo frente figuraron hombres tan
cultos y populares como el maestro Cristóbal Ruyra, don Cipriano Arteche y don
Enrique Amyach; y ya más recientemente, el Teatro Popular de Cultura, con su
esfuerzo por mantener el fuego sagrado, no siempre correspondido, y que con
Emilio Arjona como director, reunía a nombres tan recordados como Jaime
Bermejo, Antonio Arenas, Enrique Oliver, Marjaliza...
Cecilio
López Pastor. Pequeña historia local: Ciudad Real, Medio siglo de su comercio.
Ciudad Real 1986
El desaparecido teatro
Cervantes
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