Ciudad Real es una ciudad mariana desde aquel 25 de mayo de 1088 en que la Virgen de los Tornos o Torneos, o de las Batallas o de los Reyes quiso quedarse entre los pobladores del Pozuelo Seco, que más tarde seria Villa Real en 1255 y posteriormente Ciudad real en 1420, con el nombre de la Virgen del Prado.
En torno a la devoción a la Virgen del Prado nacería la Feria y Fiestas de Ciudad Real, en la solemnidad de la Asunción a los cielos de la Virgen María, que la iglesia conmemora el 15 de agosto, y quince días antes, es decir el 31 de julio, La Pandorga, donde la música, el canto y el fervor religioso a la Patrona de Ciudad Real se han transmitido de generación en generación, convirtiéndose en una de las fiestas más populares de la ciudad.
No se sabe cuándo nació la fiesta de la Pandorga, aunque el musicólogo Pedro Echevarria Bravo, en un trabajo publicado en la revista número 29 de Folklore, editada por la obra Cultural de la Caja de Ahorros de Ronda en 1983, sobre el Folklore en la Mancha dice lo siguiente al hablar de las seguidillas:
“La antigua Villa-Reale, fundada por el músico poeta Alfonso X el Sabio, puede considerarse como la esencia de este baile, que tenía su mejor y más fiel interpretación en la fiesta de la típica Pandorga. Según los datos históricos, que hemos podido recoger acerca de esta fiesta, parece ser que, desde el siglo XVI, los ciudarrealeños tenían la buena y santa costumbre de celebrar la noche última del mes de julio y primera madrugada de agosto, la fiesta de la Pandorga. Esta consistía en saludar, con canciones populares, a la Santísima Virgen del Prado, Patrona de Ciudad Real, actuando, además de la tradicional serenata, un cuadro formidable de bailes regionales. Esta antigua costumbre ha desaparecido ya, por desgracia, y el pueblo ciudarrealeño ya no canta a su virgencita la copilla que dice:
En la pompa de un árbol
te presentaste,
y a todos los manchegos
los amparastes.
Así rezaba y cantaba antiguamente la muchacha ciudarrealeña en las serenatas nocturnas, allá por el año 1860, cuando las Rondallas recorrían las calles de la ciudad. Para dar una idea del amor y cariño que el pueblo de Ciudad Real profesaba a su queridísima virgencita del Prado, se cuenta que, por el año 1789, en cuya fecha era alcalde o corregidor mayor don Vicente Maldonado, el primogénito de los Marqueses de Castellanos, de rica casa solariega salmantina, valiéndose de un sutil pretexto, deslució las fiestas de agosto de aquel año, suspendiendo la típica fiesta de la Pandorga, cuyo festejo corría a su cargo. La que se armó no es para describirlo. El pueblo, en masa, vio con desagrado y pésima impresión esta determinación del corregidor y no una, sino varias rondallas callejeras salieron por la noche, entonando coplas alusivas a la alcaidada, como esta que dice:
Este año no hay Pandorga,
Virgen del Prado
por las cicaterías
de Maldonado.”
El que fuera cronista oficial de Ciudad Real, D. Julián Alonso Rodríguez, en un artículo publicado en el diario Lanza sobre la Pandorga el sábado 30 de julio de 1949, transcribe un documento del siglo XVIII que dice lo siguiente:
“La Pandorga es una antigualla que se
conserva en esta ciudad. Su propio nombre es Pandora, que significa junta de
varios instrumentos músicos. El fin a que se dirige esta función es a dar culto
con Maitines y una misa cantada. En la última noche del mes de julio juntase
los dichos instrumentos en casa del que celebra la fiesta y salen, con
hachones, primeramente al Camarín de la Virgen del Prado y después a casa de
los señores Jueces. Les cantan unas cuantas seguidillas y retornan a casa del
que tiene la Pandorga, y éste según sus facultades y voluntad tiene
un magnífico refresco. También esta función se hace con el piadoso fin de
renovar, si es necesaria, las banderas de la Virgen, que son siete. Si hay
alguna indecente la manda quitar el que hace la función y hace una
nueva, ad futuram Rey memoriam de las batallas que esa divina Señora
del Prado ganó”, según la leyenda “a los moros en los años que estuvo en
compañía de los Reyes y auxiliando sus Ejércitos”.
Estos datos históricos de los siglos XVI, XVII y XVIII, son los únicos escritos que tenemos del origen de la Pandorga, siendo ya en el siglo XIX, cuando tenemos más testimonios escritos sobre la misma. En una obra magna sobre España, publicada entre 1845 y 1850, por el que fuera presidente del Consejo de Ministros, Pascual Madoz e Ibáñez, que lleva por titulo “Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar” (conocido popularmente por Diccionario de Madoz), se hace referencia a la Pandorga, aunque por aquellos años parece que no tenia mucha pujanza. El mencionado diccionario recoge el siguiente texto, cuando habla de la Feria y de la Pandorga:
“Se celebra un mercado los sábados de cada semana y una feria que pincipia el 15 de agosto, y es ahora sumamente concurrida por la gran reunión de ganados, cuya venta roza la franquicia de derechos; por la devoción a la Virgen del Prado en su día, y porque al siguiente hay corridas de toros en la plaza nueva. No hacemos mérito de la fiesta llamada de la Pandorga que se celebra en la misma época, por haber caído en desuso, y ser además algún tanto ridícula”.
En el periódico de tirada nacional “La Nación”, hay una referencia a la celebración de la Pandorga en 1850, con otras noticias de Ciudad Real y Puertollano que lleva fecha de 1 de agosto. Referente a la Pandorga se dice que: “Anoche se festejó en las calles y prado la Pandorga, función tradicional de guitarras, triples, violín y bandurrias que hace poblarse las calles y paseos, cual no es costumbre en la pacífica y molesta (que otros llaman escogida) Ciudad-Real.”
En el libro “Compendio de la Historia de
Ciudad Real”, escrito por Sebastián Almenara y transcrito por Joaquín de la Jara publicado en 1870, se dice: “…Parece
aludir a ese instrumento nuestro autor, o más bien a lo que vulgarmente se
llama pandorga: digo, los varios conciertos de música con que los vecinos de
Ciudad real, festejando a su patrona en torno a su camarín, anuncian en la
última noche de julio la próxima venida de agosto, que dicen el mes de la
Virgen, por celebrarse en él la fiesta principal”.
También encontramos referencia a la Pandorga en el libro “La Música Popular Española. Estudio Critico e Histórico acerca de los cantos, bailes, e instrumentos populares usados en todas las provincias y pueblos de España por el Maestro Varela Silvari”. Publicado en 1883. En esta obra se dice los siguiente:
“Las seguidillas manchegas son el alma y la vida de los naturales de la Mancha: pues gozan de una manera especialísima al ejecutar su popular y decantado baile.
En el mismo país conócese también el canto de la Pandorga, canto antiguo de la caja de pandora al decir de los que recientemente se han ocupado de este asunto.
El canto de la Pandorga es una especie de serenata tradicional, que va cayendo, o ha caído ya en desuso; de manera que del antiguo canto nocturno apenas si queda ya más que el recuerdo.
Actualmente según la festividad, se reúnen algunos profesores-músicos (particularmente en Ciudad Real) con instrumentos determinados, y dan algunas serenatas recordando o resucitando así la antigua fiesta dedicada a la caja de pandora.
Pero si las seguidillas, justamente
celebradas y famosas en toda la Mancha, son ya del dominio de todos los habitantes
de las dos Castillas, no puede decirse otro tanto del canto de la Pandorga, que
es, según parece, único y exclusivo de Ciudad Real y algunos pueblos comarcanos”.
La Pandorga: “Se colocan en el templo siete banderas (se refiere a la entonces parroquia de Santa María del Prado, actual Catedral), y según inscripciones, varias de ellas fueron regalo de los que hacían la fiesta de la Pandorga. Se reducía a que la noche del 31 de julio, iban en carro cubierto de tapices unos músicos a cantar a la Patrona bajo su Camarín las famosas seguidillas manchegas, otras iban dirigidas a las autoridades y al Pandorgo, nombrado para el año siguiente. Continuaba la música en el Prado hasta el amanecer que dentro del Templo se cantaban maitines y seguida Misa Solemne. En mi juventud vi consumir crecidos intereses en los refrescos, cena y desayuno de la función de la Pandorga, así llamada porque en castellano significa reunión o concierto de diversos instrumentos, intentando recordar así lo que en otros sitios se dice hacían los pastores habitantes de Pozuelo Seco, cuando la aparición de la Virgen que data que aconteció en este sitio”.
En la sesión municipal del 30 de julio de
1896, el ayuntamiento acuerda contribuir económicamente con la Pandorga tal y
como se recoge en el acta municipal: “Conceder la cantidad de 50 pesetas
para contribuir a la fiesta llamada Pandorga”.
En el manuscrito escrito en el siglo XIX,
alrededor de 1890, por Joaquín Gómez: “Historia de la Ciudad de Ciudad Real
y Estracto histórico de España y lista de sus Reyes, casamientos y muertes”,
se aportan los siguientes datos históricos sobre
A principios del siglo XX la Pandorga se había reducido a visitar a la Virgen del Prado la noche del 31 de julio, actuando en el templete, que existía entonces en el Prado, la banda municipal. F. Sastre Moreno en un artículo que publicó en el desaparecido periódico “El Pueblo Manchego”, el 1 de agosto de 1912, describía así la celebración de la Pandorga en aquellos años: “Anoche estuvo el Prado concurrido, con luz y con música. No hay que hacer pregunta de por qué. Todo el mundo sabe que se celebra la fiesta tradicional de la Pandorga, una fiesta de poesía y religiosidad, de gran devoción a la patrona la Santísima Virgen del Prado.
En honor a la verdad, hemos de hacer ostensible, que, en estos tiempos la Pandorga no conserva su primitivo y castizo sabor regional, su sencilla y sugestiva brillantez. Tampoco ignora nadie en Ciudad Real en que consiste la Pandorga. El pueblo para rendir pleito homenaje a la reina de los cielos, cantando las tonadas típicas del país acompañadas de bailes e inofensivo alborozo.
Pues bien: la Pandorga de estos tiempos reducida se ha quedado a la inevitable audición musical, y a los no menos inevitables paseítos por el Prado. Eso sí, la costumbre de visitar a la Virgen no se ha perdido, y el santo Templo presenta un aspecto hermoso en esta noche de tradición y de ferviente religiosidad”.
En el año 1916 un canónigo de la Catedral, D. Alfonso Pedrero y García-Noblejas, recupera en la noche de la Pandorga de nuevo el canto y baile de las manchegas, celebración que culminaba a las seis de la mañana del 1 de agosto, con la tradicional “Misa de Pandorga”. Los siguientes años siguió celebrándose con entusiasmo gracias al canto de las seguidillas por el conocido ciego Francisco Argumosa y el popular “Cantares”, junto al maestro Mazantini. Los años treinta traerían el decaimiento de la Pandorga, y la prohibición de esta durante la Segunda Republica Española, al considerarse la misma una fiesta religiosa. Durante la Guerra Civil Española 1936-1939, no se celebraría la Pandorga y se perdió para siempre una seña de identidad de la ciudad, con la destrucción de la imagen de la Virgen del Prado.
Terminada la Guerra Civil en 1940, es de nuevo puesta al culto en la catedral la nueva imagen de la Virgen del Prado, recuperándose la fiesta de la Pandorga, que no llegaría a celebrarse todos los años, al no estar organizada por ninguna administración, y en la que participarían grupos de coros y danzas de la Sección Femenina. Por este motivo en el año 1964, el ayuntamiento asume su celebración y le va introduciendo actos como la ofrenda floral que partió ese año desde la terraza del Ayuntamiento hasta la Catedral. En el año 1978 se le añade la proclamación y coronación de las Dulcineas y sus damas de honor de las ferias de la ciudad, y en 1980 se organiza el concurso de “limoná” en los jardines del Prado y se añade a la fiesta la figura del Pandorgo. Configurando así la celebración de la actual Pandorga que ha llegado hasta nuestros días. Celebración que siempre ha girado en torno a la devoción de los ciudarrealeños hacia su patrona, y sin la cual la Pandorga no tiene significado alguno.
Emilio Martín Aguirre