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jueves, 31 de enero de 2019

MACARIO POSTAS, 5



Otro de los establecimientos emblemáticos de la calle Postas, dedicado durante décadas a vestir a los ciudadrealeños, fue “Macario”, que tiene sus orígenes en Macario Ruiz, un guadalajareño que vino a probar suerte en nuestra ciudad en 1931, para dedicarse a la venta ambulante de telas. Tras un tiempo de deambular por los caminos y pueblos de Ciudad Real vendiendo telas, Macario Ruiz decidió sentar raíces definitivamente en Ciudad Real. Al poco tiempo de llegar a la provincia contrajo matrimonio con una ciudarrealeña, y años más tarde, en 1949, montó la primera tienda, la de la calle Postas, donde empezaron a trabajar también cuatro de sus nueve hijos.


El negocio se fue extendiendo y en el año 1975 se inauguraba en la calle Ciruela una nueva tienda Macario. Seis años más tarde, en el 81, se abriría la de la calle Alarcos. Al frente de todas ellas estuvo siempre el matrimonio Ruiz. Después sería Soledad, la mayor de las hijas, la que regentara el negocio, y más tarde Javier, el octavo de los hermanos, hasta que en 1985 se decidió independizarse de la familia y montar sus propias tiendas.

Centrándonos en la calle Postas, el último familiar de Macario que mantuvo el comercio, fue Fernando Ruiz Abad hasta su fallecimiento, estando actualmente ocupado su local por un comercio de ropa regentado por asiáticos.


miércoles, 30 de enero de 2019

DROGUERÍA-PERFUMERIA LOBO, POSTAS 9


Droguería-Perfumería Lobo en el año 2014 antes de cerrar sus puertas

“Droguería-Perfumería Lobo” fue un negocio que abrió sus puertas en el año 1944, dedicado en un primer momento solo a la venta de productos de perfumería y droguería, vendiendo también todo lo relacionado con los belenes en Navidad.

D. Pedro Lobo Tosina, que llegó a ser Concejal de nuestro Ayuntamiento, fue la persona que montó este negocio, pasando posteriormente a manos de su hijo D. Pedro Lobo Guzmán, que ha sido quien ha mantenido el negocio hasta su jubilación en el año 2014. También en los últimos años, “Droguería-Perfumería Lobo” incorporó a su negocio la venta de souvenir sobre Ciudad Real, artículos religiosos y trajes y caretas para carnaval.


martes, 29 de enero de 2019

FOTO IFERGA



Inocente Fernández Gallardo más conocido como Iferga

El 7 de agosto de 1938, en plena guerra civil, nacía en Ciudad Real Inocente Fernández Gallardo quien, apenas dos años después, perdería a su padre. De familia humilde quedó inmediatamente condenado, como cientos de miles de niños en aquella España de postguerra, a una vida difícil de pura supervivencia que, como compensación, le aportó un carácter trabajador que, unido a su intuición e iniciativa, le serviría muchos años después para convertirse en uno de los fotógrafos más reconocidos de la capital cuando fundó su propia empresa: Foto Iferga. Ya a los nueve años trabajaba, para ayudar a su madre a sacar la familia adelante, elaborando cordeles de esparto con un salario de 1 peseta a la semana cuando un kilo de pan (la comida diaria para cuatro personas) costaba 5 pesetas. Posteriormente trabajó, durante unos tres años, en el campo con unos familiares que lo habían acogido, los cuales le despidieron por “irse a ver la procesión de Viernes Santo”.

En esta situación de semidesamparo un vecino carpintero lo acoge en su taller para lijar la madera y allí permanece poco más de un año, pues cae enfermo y ha de trasladarse a un sanatorio de Jaén en el que permanece durante dos años mientras se recupera lentamente. Debilitado vuelve a Ciudad Real, con 18 años, en donde busca un trabajo que no exija esfuerzo físico. La suerte, de la mano de su amigo Antonio Ruda, le conduce al estudio fotográfico de Eduardo Matos, entonces el fotógrafo más famoso de Ciudad Real, el cual, por otra parte, tenía una gran historia detrás y que merece su propio reportaje  tanto por sus andanzas en Madrid y Barcelona antes de la guerra civil como por su asentamiento posterior en nuestra capital.


Inocente, pues, entra en el mundo de la fotografía en el año 1956 para hacer de todo, especialmente retoque, quedándose con este puesto definitivo al quedar vacante un tiempo después. Poco a poco va haciéndose con todo el proceso y termina encargándose prácticamente de todo y sustituyendo a Matos en todos los trabajos del estudio con excepción del de laboratorio. De esta forma llega a dominar por completo el arte de la fotografía de estudio siendo él quien realizaba todos los trabajos del proceso incluyendo el retoque final.

Este periodo de aprendizaje duró unos 16 años hasta que se le presentó la oportunidad que todo artista sueña: tener su propio estudio. Y esta llegó con el traspaso, en el año 1970, de Foto Cañadas, situado en un piso de la calle Postas nº 3 que aprovecha Inocente para montar su propia empresa, Foto Iferga, nombre preveniente del acróstico de su nombre y apellidos, I-FER-GA.

Hoy, 47 años después, es su hijo José Manuel Fernández Rodríguez quien se encuentra al frente de este estudio de fotografía que está muy cerca de llegar a sus bodas de oro.

 Inauguración de la actual tienda de Iferga en el año 1982

“La fotografía de entonces era distinta en cuanto a las técnicas, pero no tanto en cuanto al contenido. Se trataba de hacer pocas fotos para que saliese una muy buena; era una fotografía muy artesana, porque la tecnología puede cambiar, avanzar mucho en el tiempo, pero el fotógrafo siempre ha de dominar la luz que es la materia prima con la que trabaja. La técnica antigua exigía que a la hora de disparar se fuese muy fino. La foto había que retocarla a mano, con lapicero, en la placa de cristal (no cliché), añadiendo o quitando pelo, eliminando manchas o brillos…, lo que hoy se hace digitalmente entonces se hacía a mano”, comenta José Manuel para explicar todo aquello que él vio hacer, desde muy niño, a su padre.

El estudio original de Postas número 3, que en la actualidad está en el número 8,  contaba con tienda y el estudio con sus focos, cámaras y fondos, además de  un laboratorio en blanco y negro, aunque posteriormente se montó otro en color.

Pero Inocente era mucho más que un fotógrafo de estudio. Fue un artista que dejó miles de trabajos hechos con tanta profesionalidad como arte y amor a la imagen. “No es difícil hacer una fotografía, pero sí que es un arte componerla, darle el retoque para conseguir eso que tú quieres ver. Lo justo. Para eso tienes que pensar antes lo que quieres que te salga, y lo difícil es conseguir ese objetivo ya pensado”, confesaba Inocente en una entrevista concedida a Onda Cero el 23 de abril de 1993, cinco años antes de su fallecimiento en 1998, y que recoge el libro editado en 2014 por Teodoro Rodríguez González del cual hemos sacado parte de la información para elaborar este reportaje.


“Me gusta detenerme ante lo desconocido y recrearme en los más íntimos detalles. Aprendiz de poeta hago poesía todo cuanto veo y lo retrato, no con la frialdad de lo perfecto, sino con el encanto de lo bello, viejo y emotivo”, afirmaba Inocente y así lo reproduce José Luis Loarce en su reseña sobre el fotógrafo para el libro antes mencionado en el cual se muestran muchas de las imágenes tomadas por Inocente en los más recónditos rincones de Ciudad Real.

“La  tecnología con la que contaba Fotos Iferga era lo mejor que el mercado ofrecía a los profesionales, tanto en cámaras como en placas o películas, y sólo un buen fotógrafo era capaz de sacarle su máximo rendimiento. Al principio se trabajaba con una placa de cristal de la cual se sacaba el positivo. Posteriormente surgió el carrete de película, tanto el universal para aficionados, como el de profesionales, este de mayor tamaño en busca de mejores calidades. El de aficionado era de paso universal, y el de los profesionales era un carrete de mayores dimensiones de 4 x6, 6 x 6, ó 6 x 9. Hoy cualquier aficionado puede manejar tecnología profesional”, nos comenta José Manuel, el cual sustituyó a su padre en el estudio cuando falleció, ya que sus dos hermanas no eligieron la fotografía como medio de vida.

Recibiendo un cuadro de la Santa Cena, de manos del Hermano Mayor en el año 1993, al ser Iferga el autor del cartel de la Semana Santa de ese año
  
Con respecto a los clientes que el estudio tenía en los años 70 eran los clásicos, algo que, aunque parezca mentira, todavía no ha cambiado: reportajes de boda, de bautizo y fotos de estudio de primera comunión. Lo que al parecer sí ha desaparecido, incluso ya en los años 70 y 80, eran las fotos familiares de padres y abuelos junto a sus hijos.

José Manuel Fernández, el hijo sucesor de Inocente, tiene hoy 46 años y vivió toda su infancia entre focos y cámaras. Sin abandonar los estudios ayudaba a su padre a la vez que aprendía el oficio. Recuerda que su primer trabajo fue poner el sello del estudio en la parte posterior de las fotos. Hoy, más de 30 años después de sus primeros pinitos, reconoce que como profesional lo que más le gusta es que el cliente quede convencido de que la foto que le entregan es la imagen que él buscaba. Que ese recuerdo sea una elaboración del fotógrafo.

“El arte está en que hay que hacer coincidir en una imagen la idea que tiene el cliente con la que realmente ve el fotógrafo, que muchas veces no son la misma. Fundir ambas y que fotógrafo y cliente queden satisfechos es el arte de la fotografía de estudio. Esto se produce gracias a la experiencia, el arte innato del fotógrafo, su profesionalidad y un poco de psicología”, termina afirmando José Manuel Fernández, el cual ya ha comprado una cámara a su hija, que sólo tiene tres años, con el fin de que no se pierda la tradición familiar. Por lo que no será nada raro que Foto Iferga siga ofreciendo sus servicios en Ciudad Real dentro de otros 50 años, allá por el año 2067.


 
Los tres profesionales de Iferga en la actualidad, Gonzalo, Mª del Prado y José Manuel, hijo de Inocente

lunes, 28 de enero de 2019

“MAGON” DE POSTAS



El antiguo establecimiento de Magon en el número cuatro de la calle Postas

En el número 4 de la calle Postas, existió un comercio textil dedicado a la venta de lana, lencería, camisería, toallas, medias, vestidos de niña y ropa para los bebes que se llamó “Magon” de Postas. El primer establecimiento “Magon” en nuestra ciudad, lo estableció D. Manuel González Flores, en la calle de Toledo, 11, ampliándose su negocio posteriormente a este nuevo establecimiento de la calle Postas. Demolido el viejo inmueble donde se estableció este comercio, en el año 1981, “Magon” de Postas abrió unas nuevas instalaciones en el número 6 de la citada calle, que también tenía acceso por la calle Prado.

En el año 1981, Magon abrió un nuevo establecimiento en el número 6 de la citada calle, con acceso por Postas y Prado

domingo, 27 de enero de 2019

DROGUERIA ANTONIO, POSTAS 2



En el primer tramo de la calle Postas, convivieron a lo largo de décadas, diferentes droguerías y perfumerías, una de ellas se encontraba en el edificio modernistas de la calle Postas, 2, Droguería Antonio. La droguería recibía este nombre del propietario de la misma, Antonio Díaz Moreno, y estuvo abierta al público desde la década de los años cincuenta del pasado siglo XX, hasta los años noventa del mismo siglo. 

Anteriormente a esta Droguería, el local estuvo ocupado por el despacho de aceite y jabones de José Parra, que tenía el molino de aceite y la fábrica de jabones, enfrente a la Plaza de Toros. Este despacho de aceite, junto a los aceites Andrés Rodrigo, eran los únicos en Ciudad Real que podían vender aceite, en la postguerra española con las cartillas de racionamiento, alternando la venta cada mes, cada uno de los despachos de aceite.


sábado, 26 de enero de 2019

MERCERÍA BAPTISTA: LA HONRADEZ DE TRES GENERACIONES DEDICADAS A SATISFACER AL CLIENTE



He perdido un botón de mi chaqueta de músico y no lo encuentro en ninguna tienda; no veo bieses para estos trajes de carnaval; tengo un jersey que me encanta pero quiero darle un aire diferente; quiero este cinturón que lleva esta famosa en la revista; no tengo corbata para mi hijo que toma la Comunión, yo quiero un mantón…”. La respuesta de inmediato es la siguiente: “Ve a Baptista que allí lo vas a encontrar o te lo pueden conseguir”.

Ese es el boca a boca de generaciones de mujeres y hombres de Ciudad Real capital y provincia que, primero con Gregorio Baptista Muñoz, el fundador y abuelo del actual propietario, y ahora con Jesús Baptista García, han sido atendidos día tras día (esperando incluso en la calle a que abran) hasta los 70 años de vida que supera este comercio familiar de larga tradición en Ciudad Real.

La buena disposición siempre, el fácil y rápido asesoramiento, la calidad del producto avalada por sus proveedores de primer nivel, la puesta al día y la sinceridad en la relación con el cliente han hecho que varias generaciones de manchegos, entidades e instituciones hayan sido fieles a Baptista desde aquella ‘Casa Gregorio’, amén de hermandades, bandas de música, coros, agrupaciones de folklore, residencias, casas regionales, etc.

Gregorio, el primer Baptista

En plena posguerra, en 1948, Gregorio decide alquilar un pequeño local en la calle Postas para crear una mercería. Al parecer, fue sala de una antigua bodega, ahí también estaba la Escuela de Comercio y todo formaba parte de una propiedad o palacio de los marqueses de Treviño. Debido al hundimiento del antiguo edificio y obra nueva, Gregorio Baptista tuvo que marcharse a otro local de forma provisional a la calle Calatrava. A los dos años regresa a Postas pero con el local en propiedad y mucho más amplio.

Izq.: Gregorio Baptista. Dcha.: Jesús Baptista Vizcaíno cuando regentaba la mercería.

Con Gregorio comenzaron a despachar  sus hijas mayores, Pilar y Mari Carmen. El negocio fue creciendo y la clientela también afortunadamente, contratando a algunas dependientas. En esos años, una de las cosas que recuerda la familia era la costura de las carreras de media, “cogíamos puntos a las medias de cristal, nos hacían los encargos clientes particulares”. Mientras, los otros cuatro hermanos curioseaban y aprendían tras el mostrador los entresijos de un negocio que desde siempre ha tenido también venta al por mayor.

Otro de los hijos, Antonio Baptista Vizcaíno, terminado el bachiller, se queda en la mercería definitivamente en 1967 y se ocupa de formalizar las compras y de la venta al público, compartiendo trabajo algún tiempo con su padre hasta que se jubila. Comienza la segunda generación Baptista. Algunos años después, su hermano Jesús se incorpora tras decidir que su futuro también está en la mercería. Con los dos hermanos al frente, cada uno tenía un cometido claro, Antonio se ocupa de la administración general y Jesús de ventas, “se suele decir que los negocios a medias no son buenos, pero en nuestro caso ha ido todo muy bien, ninguno se metía en el terreno del otro salvo para ayudarle, siempre hemos dado el callo hasta el máximo, sin preocuparnos de las horas”, afirma Antonio. Tal ha sido su tesón profesional que en 1998, la anterior patronal de empresarios de Ciudad Real, en los I Premios de la Federación de Comercio, les entrega el galardón al Comercio Familiar con Mayor Tradición. Cabe reseñar que Baptista fue partícipe durante años de las fiestas en el pasaje de Postas días antes de la Feria, “cerrábamos las tiendas, cada comercio aportaba algo, se compraban regalos, se organizaba un concurso y desfile, iban el alcalde, concejales, la Dulcinea y damas vestidas de manchegas, se invitaba a limoná y puñao, era una buena tarde de asueto”, recuerda Antonio.

Izq.: Primera tienda en 1948. Centro: Los hermanos Baptista con el premio de Comercio en noviembre de 1998. Dcha.: En la tienda, recibiendo un galardón de manos de un proveedor.

Tras la consolidación del negocio con los hermanos Baptista, Antonio se jubila y Jesús se queda solo al frente. En el legado y ADN Baptista también se transmite la fórmula de su éxito. Declaraban ambos hermanos en marzo de 1996, cerca del 50 aniversario: “Nuestro secreto es no engañar al cliente, decirle siempre la verdad, si no tenemos lo que nos pide, se le dice y le damos alternativas, con mucho respeto”.

En la actualidad, Jesús y Cristina Baptista García, hijos de Jesús, se ocupan de la mercería. Jesús hijo heredó la cartera de clientes de su tío Antonio en la venta al por mayor. Cuando llegó la crisis, los viajes a tiendas y mercerías de los pueblos no eran muy fructíferos así que decidieron que regresara a la tienda donde se podrían atender los pedidos por teléfono sin problema. Para él, la clave de la continuidad es una mezcla de todo: “Te tienes que involucrar totalmente en lo que el cliente necesita, estar al día de las tendencias del momento y ver varios mercados, no centrarte solo en una cosa; en definitiva, no decimos no a nada, y aunque siempre se piden las cosas para anteayer, intentamos dar una solución rápida y barata”. En este sentido, Jesús anima a recuperar el amor por la confección, “ahora está muy de moda el tunear la ropa, de hecho los proveedores ya lo ponen muy fácil con elementos como el pegamento textil, y el colocar algo diferente en las prendas, botones o puntillas, las hace únicas”.

Sonríe cuando se le pregunta por el número de artículos en la tienda, “no lo sé, muchísimos, y para hacer inventario necesitaríamos cerrar varios días, pero no lo hacemos porque, como siempre nos ha dicho mi padre: tener cerrado es perder clientela”. No obstante, cada uno de los cuatro que hay en plantilla se encarga de una sección: Jesús y Cristina, junto a las empleadas Eva y Ana, la primera empezó con su padre y Ana ha llegado más recientemente, aunque ambas son “muy trabajadoras”. En el futuro, Baptista continuará con la inquietud por satisfacer las necesidades de los clientes, aportándoles las novedades de temporada con su espíritu de comercio tradicional y cercano

Texto: Oliva Carretero Ruiz



viernes, 25 de enero de 2019

LA CHABOLA POSTAS, 6


Fotografía del Centro de Estudios de Castilla-La Mancha

Uno de los comercios que se ubicaban en el primer tramo de la calle Postas, conocidísimo entre la población ciudadrealeña entre las décadas de los años cuarenta y setenta, era la tienda de ultramarinos de “La Chabola”, que ocupaba el número 6 de la mencionada calle.


“La Chabola” era propiedad de Florencio Sanz Martínez, y aparte del mencionado establecimiento de la calle postas, también contaba con dos casetas en el Mercado de Abastos. En “La Chabola” se vendían conservas, embutidos, aceitunas, quesos, bacalao y licores.


jueves, 24 de enero de 2019

LA BODEGA DEL MARQUÉS DE LA CALLE POSTAS


Fotografía Julián Alonso Rodríguez 

El antiguo número 6 de la calle Postas, era parte del palacio del Marqués de la Casa Treviño, que tenía su acceso principal por la calle de los Reyes número 2. En concreto el número 6, era la bodega del palacio, que fue conocida como la “Bodega del Marqués” al ser propiedad de D.  Juan Manuel Treviño y Aranguren, quinto Marqués de Casa Treviño Gotor, asesinado por miembros del Frente Popular en 1936.

D. Cecilio López Pastor, en su obra “Comercios y Tiendas de Ciudad Real en la Primera mitad del siglo XX”, nos dice que esta bodega era “arrendada a industriales del ramo, se vendía vino por arrobas, cuartillas y litros, pero también era costumbre chatear -con vasos del tamaño de cañas- por un grupo reducido de buenos bebedores amigos del bodeguero. Se recuerda la escalera de entrada con tres o cuatro peldaños, para bajar, y un número reducido de tinajas, junto a las que se colocaban pequeñas mesas y banquetas de madera, que servían para que se formaran pequeñas tertulias de los más asiduos”. La bodega junto al resto del palacio fue demolida en 1973.

miércoles, 23 de enero de 2019

EL ANTIGUO COMERCIO “EL CAPRICHO” DE LA CALLE POSTAS


  
Vemos siempre con gusto todas las manifestaciones de la Industria y el Comercio encaminadas al mayor esplendor y resurgimiento de la vida Mercantil local.

Por esta razón someramente expuesta, pues no queremos cansar al lector con disertaciones molestas, hemos hecho el propósito de dedicar en nuestras páginas de texto el espacio que buenamente nos sea permitido a describir cuanto de notable encierre la vida comercial de la localidad.

A nuestras noticias había llegado, que en la calle Postas núm. 2, esquina a la del Prado, se había instalado un establecimiento del que se podían formar los mejores, los más gratos auspicios por el surtido de que se halla provisto y por la baratura con que se ofrecen los géneros al comprador.

Decidimos hacer una visita al “Capricho”, y allá fuimos dispuestos á relatar fielmente lo que observásemos y fuese digno de mención.

Los señores Rico y Alcantud son dos personas y una sola voluntad que con galantería y suma fineza nos recibieron y gustosamente se prestaron á dar facilidades á nuestra tarea informativa.

- Ustedes nos perdonarán- -les dijimos- pero atraídos por la justa fama que en muy breves días se ha creado este comercio, nos creemos con derecho á molestarles para contará nuestros lectores este éxito tan franco, tan lisonjero.
- Molestia ninguna- replicaron á un tiempo los consocios del “Capricho”.
- Pues bien, puesto que ustedes son tan amables, esperamos contestaran a unas ligeras preguntas que vamos a tener el honor de dirigirles.
- Pueden ustedes empezar.
- Ante todo queremos saber qué hace tiempo de la inauguración de este establecimiento.
- Fue inaugurado el día 28 de Junio próximo pasado.


- ¿A qué venta de artículos se dedican ustedes?
- Vendemos Paquetería, Mercería y Novedades.
- Con predilección ¿no se dedican á otra venta de artículos u objetos?
- Nuestra especialidad es presentar excepcionales surtidos, todas las semanas, en adornos para vestidos, abanicos, puntillas, bordados y corbatería.
- ¿No podrían decirnos algo del porqué el público se muestra tan satisfecho de la baratura en los precios de esta casa?
- Con mucho gusto. Dependen las condiciones ventajosas de nuestras ventas, de que nosotros hacemos grandes compras de todos los artículos ya mencionados, y esto, unido a que dedicamos a ellos toda nuestra atención, hace que obtengamos ventajas excepcionales.
-Ya, ya…
- Es natural. Únicamente de esta forma se comprende que “El Capricho” venda la mayoría de sus artículos á mitad de precio, cosa que aquí parece hasta inverosímil.
- ¿Qué otras noticias pueden darnos de su negocio?
- Que tenemos perfumería de las mejores marcas del país y extranjeras, la venta exclusiva de la perfumería de los RR. PP. Benedictinos, paraguas, sombrillas y bastones.
- ¿Qué más? ¿Qué más? Porque vemos por aquí otras cosillas que todavía no han mencionado ustedes.
- ¡Ah! Sí. Tenemos también especialidad en artículos para modistas, sastres y peluqueros, y otros muchos artículos cuya enumeración ocuparía mucho espacio.
- Nos dicen que han tenido ustedes muy buena acogida por parte del público: que esta casa se ve favorecidísima…
- No han engañado á ustedes: la acogida ha sido excelente. Y de ello estamos muy agradecidos; tanto, que pensamos corresponder con regalos á nuestros clientes. Ahora, regalaremos una preciosa muñeca que está expuesta en nuestros escaparates.
- Muy bien. Hemos quedado perfectamente enterados de cuanto queríamos saber.

Y nos despedimos de los señores Rico y Alcantud no sin haber admirado su excelente trato y don de gentes y lo artísticamente que han montado su establecimiento, que lo recomendamos al público en la seguridad de que ha de quedar complacidísimo haciendo sus compras en esta casa.

Revista “Vida Manchega”, número 71, 14 de agosto de 1913


martes, 22 de enero de 2019

COMERCIOS Y TIENDAS EN LA CALLE POSTAS EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX (II)



Terminada la acera de los pares, con el magnífico edificio de Sanidad, que fue construido en los años cincuenta, comenzamos con la de los impares, cuyo número 1 lo ocupaba un caserón de dos plantas, en el que se hallaba la Administración Principal de Correos y la Caja Postal de Ahorros. Correos estuvo en dicho inmueble hasta su traslado al actual edificio de la calle de Toledo, con fachada a la hoy plaza de la Constitución, inaugurado el año 1930 y que fue construido sobre el solar del Antiguo Teatro Cervantes, circunstancia que detallamos al referirnos a la calle de Toledo. Pues bien en el citado caserón de la calle de Postas los servicios postales estaban insuficientemente instalados, con pequeño patio central dedicado al público para que se pudieran rellenar los impresos de giro y certificado, con una cartería en la que prestó muchos años sus servicios como jefe Ramón Gallego, que habitaba frente a la iglesia del Corazón de María, y en la que los funcionarios y subalternos de Correos superaban su interés y dedicación la insuficiencia de unas instalaciones mal dotadas.


Al quedar libre la casa de Correos fue adquirida por el matrimonio Domenech-Leal, que llevaron a cabo una importante reforma, dedicando la planta baja a la instalación de los Almacenes Rosita, del ramo textil, que aún subsisten, con dos establecimientos contiguos. En otro local del mismo inmueble se instaló el establecimiento "Loto", del matrimonio Francisco Fernández Tejeda y Elsa Vela, muchos años al frente de Radio Ciudad Real, que fundara el buen amigo Paco en unión de Eduardo y Valentín, ya fallecido. El establecimiento fue traspasado posteriormente a Carlos Sanz, de la firma "Malvarrosa".


En el número 3 estuvo muchos años la carpintería de Simancas, posteriormente almacén de frutas de los hermanos Castillo, y permaneció varios años como solar hasta que se realizó la actual edificación por el señor Domenech. En el número 5, donde vivió muchos años la familia González, se instalaron en los bajos dos establecimientos: Casa Santiago, propiedad del fallecido Víctor Toribio Beamud, destacado industrial del ramo de droguería, con amplia gama en artículos de limpieza y plástico y un buen surtido de perfumería y regalo; y Tejidos Macario, propiedad de Macario Ruiz, que hace varios años fue objeto de una importante reforma, ampliando sus hijos con otros modernos establecimientos en dos calles de las más comerciales de la capital.


En el número 7 se instaló hace muchos años la Casa de Maroto, especializada en material eléctrico de todas clases. Los siguientes inmuebles, hasta la esquina con la hoy avenida de Alfonso el Sabio, estuvieron dedicados a viviendas particulares, hasta que poco a poco, al comenzar a funcionar al mercado de abastos, se fueron ocupando por diversos establecimientos, que en la actualidad son los siguientes: una tienda de bolsos y regalos, la relojería Pastor también con objetos propios del ramo, y la droguería y perfumería Lobo.


Ya en la esquina siguiente, en el número 11, donde había un caserón muy abandonado, se ha levantado un moderno edificio, siguiendo la tónica de la reforma urbana de la capital, en cuyos bajos se instaló "La Dalia", del que era propietario Luis Chinchilla Vargas, con gran variedad de artículos, desde confecciones, camisería, pañuelos, etc… A continuación, Confecciones Paris, con géneros de punto y que tiene como marca la torre Eiffel en los números 13 y 15, donde estuvo mucho tiempo, hasta los años 30, la carpintería de Aurelio Bermejo, uno de los primeros talleres que se mecanizaron en el ramo de la madera, se instalaron el bar Ávila y la churrería chocolatería propiedad de Petra García Meseguer, que era punto de reunión de numerosas peñas de cazadores en los meses de invierno, antes de partir para el lugar del cacería, y donde se hacían numerosos proyectos sobre el resultado que se esperaba cobrar y donde se gastaba alguna que otra fuerte broma a más de un cazador poco afortunado el domingo anterior, Este establecimiento se trasladó hace varios años a la hoy avenida de La Mancha. En la actualidad existen dos modernos establecimientos: Terriza y Ruimar, con gran surtido en cristalería, menaje y buen número de artículos. En el número 17 está desde hace muchos años la mercería "Los Hilos", propiedad de José Millán Reina, con acreditados artículos propios de esta clase de comercios. Y a continuación, donde hubo una taberna-bar, Casa García, de calzado económico y cordelería, y después la Droguería Calatrava, con perfumería, artículos de limpieza y plástico, de la que es propietario Orencio Matas Moraga, que tiene almacén al por mayor en la calle de las Cañas. En la misma esquina está la churrería de Vicente Valenciano, que cuenta con gran clientela por las mañanas desde primera hora.


Según se ha dicho hasta esa esquina de Juan II llegaban las máscaras en los carnavales de principios de siglo y algo más, que discurría todo él por la calle de Morería, hasta que posteriormente se celebraba, por las mañanas, en la plaza de la Constitución, y por la tarde en los paseos largos del parque de Gasset.


Desde la esquina de Juan II hasta casi el final se hallaban los huertos y cocheras de los señores Ayala y casas de poco valor urbano. En una de ella, de dos plantas, instaló su farmacia el licenciado don Jesús Ayala Cueva, y las oficinas de la Jefatura Agronómica de la provincia, que luego se trasladaron al Garaje Ford, junto a la ronda, hoy nuevo edificio del Hotel Almanzor.


Antes de poner fin a la calle de Postas, dejar constancia de la casa que construyó don Fausto Fuertes, muchos años presidente de la Cámara Oficial de la Propiedad Urbana, con el que colaboramos, que tiene fachada a la avenida de Alarcos, en cuyo piso tercero se instaló Radio Ciudad Real, mientras en el bajo ha estado mucho tiempo la Notaria de don Vicente Gutiérrez Cueto, ya fallecido.

Cecilio López Pastor. Pequeña historia local: Ciudad Real, Medio siglo de su comercio. Ciudad Real 1986


lunes, 21 de enero de 2019

COMERCIOS Y TIENDAS EN LA CALLE POSTAS EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX (I)



La calle de Postas se llamó así por haber estado en el número 1 de la misma, durante muchos años, la Administración de Correos y la Caja Postal de Ahorros y ya es sabido que en este servicio se te llamaba en el siglo pasado la Posta. El primer tramo, ahora ensanchado en la acera de los pares, ha sido trasformado en la calle peatonal, a satisfacción general, pues era peligroso el tráfico de vehículos y sobre todo los pesados. Todavía se recuerda que en los años veinte y treinta era necesario colocar al principio de la calle, los días de intensa lluvia, un grueso tablón de madera, para que los peatones pudieran cruzar sin meter los pies en el agua, ya que al no existir aún alcantarillado, solía inundarse esa zona.


En el número 2, estuvo hasta el año 1912, el establecimiento de tejidos de don Antonio López Pan, que posteriormente se trasladó a la calle de la Feria. En 1913 fue el primer local que ocuparon los Almacenes "El Capricho" en Ciudad Real, procedentes de Albacete, al frente de los cuales vinieron los señores Joaquín Rico y Amando Alcantud, fallecidos ambos antes de los años sesenta, comanditatos por un firma comercial fuerte de la citada ciudad manchega.


En el mismo local estuvo bastantes años la sastrería Morote, con su cortador, el maestro Baldomero García Velasco, con sus tradicionales maniquís, unos tocados con sombreros y otros con gorras, que por aquel entonces se usaban mucho, incluso por los "pollos bien". En los años 36-39, durante la guerra civil, fue ocupado dicho local, con fachada también a la calle del Prado, por una Colectividad de Peluqueros, en la que se unieron varios establecimientos del ramo, del que se hizo cargo después de la fecha citada el maestro Espadas. Al cesar el negocio de peluquería y barbería, se estableció en dicho número 2 el despacho y almacén de aceites de Parra. También ocuparon locales de este inmueble la Mercería Diéguez y Benáquez y la Corsetería Lola. Hoy, en este inmueble esquina a Postas y Prado se halla el conocido Anexo de Peñalta, especialmente dedicado a ciertos tejidos, confecciones, zapatería, equipos de novia y de primeras comuniones. También lo ocupa la Droguería Antonio, con perfumería y artículos de limpieza y el piso principal la Mutua Nacional del Automóvil. Una tienda de calzado de niños sustituye el antiguo estanco.


El número 4 era un viejo caserón, con fachada encalada, domicilio del señor Maroto, donde ya trabajaba de electricista, luego continuado por sus hijos, y en el mismo portal de la casa, durante Semana Santa, instalaba unas mesas para la venta de pilas eléctricas, que ya habían hecho su aparición en el mercado.


En la actualidad, tras la edificación de un nuevo inmueble, ya retranqueado, llamado Galerías Posta, alberga en los bajos dos establecimientos: Mercería Jesús Baptista y Electrónica Turrillo, y en las demás plantas la Relojería Anfora con joyería y numismática, Mercería Novedades, Relojería Orient, la Tía Tula de ropa y Sheila Salón de Belleza.


En el número 6 se hallaba la conocida "Bodega del Marqués", asi llamada por haber sido propiedad del marqués de Casa Treviño, anexa a su casa palacio de la calle de Reyes, que en tiempos fue Chacillería Real de Castilla, según documentado informe del señor Rodrigo Rico. Pues bien, en esta bodega, arrendada a industriales del ramo, se vendía vino por arrobas, cuartillas y litros, pero también era costumbre chatear -con vasos del tamaño de cañas- por un grupo reducido de buenos bebedores amigos del bodeguero. Se recuerda la escalera de entrada con tres o cuatro peldaños, para bajar, y un número reducido de tinajas, junto a las que se colocaban pequeñas mesas y banquetas de madera, que servían para que se formaran pequeñas tertulias de los más asiduos.


El mal estado de conservación de este inmueble obligó a su demolición allá por los años 48-49 y en su lugar se construyeron una serie de locales comerciales, entre ellos Magón de Postas, con tejidos, mercería, paquetería y confecciones; Almacenes "La Chabola", de alimentación, con mayor y detall, propiedad de don Florencio Sanz Martínez, buen aficionado a la Fiesta Nacional, que fuera conocido empresario taurino en diversas plazas manchegas, incluida la capital; otro establecimiento de mercería propiedad de don Gregorio Baptista, de parecidas características al de su hermano, antes mencionado; la "Casa de las Medias", de don M. Barraján Espinosa, y un último con el nombre de "La Gardenia". En la actualidad están Viajes Cervantes, Torroba decoración y Fotografía Iferga. Recientemente sufrió transformación esta zona de la calle, al ser vendida la casa solariega del marquesado de Treviño, adquiriendo la planta baja la Caja Rural Provincial, sin que los locales de la calle de Postas hayan sido ocupados hasta el momento, aunque si los de la calle de Reyes, para instalar en ellos una sucursal de la Caja. Ha sido derribado el inmueble donde se hallaba "La Chabola" y pocos años ha el de Magón de Postas, para construir un moderno edificio en el que ha vuelto a instalarse esta firma comercial, con puerta también al paseo del Prado.


Siguiendo con la calle y una vez pasada la calle de los Reyes, se hallaba el llamado "huerto del marqués", cercado con tapias encaladas. En los primeros años del cine comercial, durante algunos veranos, se veían allí películas mudas, en episodios. 


En 1933 el Ayuntamiento republicano-socialista que presidía el alcalde don José Maestro San José proyectó la construcción de un moderno mercado de abastos en dicho huerto, proyecto que más tarde se reactivó en los años cuarenta por las Corporaciones que presidieron don José Donado Adán, don Pascual Crespo Campesino, Don Fernando Bustamante García y don José Navas Aguirre, siendo este último quien tuvo la suerte de alcanzar la inauguración, superando las dificultades de concesión de materiales para tan importante servicio público. El proyecto y dirección de la obra estuvo a cargo del entonces arquitecto municipal don José Arias. En el mercado se han realizado posteriormente obras de mejora y ampliación que le han colocado entre los mejores de su clase. En el piso bajo, con fachada a las calles de Postas y Reyes, estuvo instalado varios años un moderno supermercado, que contó con el favor de las amas de casa.


Cruzada la calle de Morería, esquina a esta y Postas, se hallaba un molino de aceite de la misma propiedad, o sea del marqués de Casa Treviño, en cuyo local hubo después unos almacenes de Alimentación de la Casa Navarro y que al construirse nuevo edificio, los bajos fueron adquiridos por la Cooperativa de Consumo y Crédito, que ahora parece haber cesado en sus actividades comerciales.


Por cierto que se cuenta una anécdota sucedida en el citado molino, donde como en otros de aquellos años treinta, era corriente celebrar reuniones de amigos para comidas y meriendas. Pues bien, tres buenos góurmets, muy populares y conocidos en Ciudad Real por su buen diente, se reunieron una tarde para hacer una merienda cena, nada menos que con veintitrés kilos de carne. Cuando ya estaban dispuestos a empezar a comer oyeron golpear y aporrear fuertemente la puerta de entrada y uno de los comensales, sin poderse contener, exclamó: "¡Pero es que van a venir más!".


En los alrededores del citado molino, deambulaba un célebre personaje "El Llueco", que con su capa sobre los hombros, en tiempo de invierno y apoyado en un garrota de "siete perros", paseaba por la acera hasta la calle de Alamillo, aunque a veces se llegaba hasta la plaza de la Constitución y en sus alrededores era muy popular, ¿Qué muchacho de por entonces no habrá dicho algo para excitar la ira del que fuera famoso tipo local?


En la casa siguiente al molino, número 12, estuvieron muchos años instaladas las oficinas de la Delegación Provincial de Auxilio Social y también hubo un almacén de galletas. Al construirse nuevo edificio, en los bajos está ya varios años la confitería Cruz, que dispone de salón para meriendas.


El número 14 fue la casa de don Carmelo el cura y del labrador acomodado José Vicente Baillo. Posteriormente y durante buen número de años, fue la posada de Fidel, cuando ya habían desaparecido las de la hoy Plaza Mayor y de la calle de la Cruz. En los años setenta se construyeron nuevas edificaciones, en las que han quedado instaladas industrias y comercios.


Ya hasta la esquina final de Postas, donde se construyó el Instituto Provincial de Higiene, anteriormente en la calle de la Mata, existía el taller de joyería y platería de José Álvarez Amat, llamado "el artista" por su habilidad en la profesión, y en la casa número 18 la afamada y popular sastrería de Sánchez de la Nieta, más conocida por la de "El Costoso", que gozaba de una gran clientela y era centro de reunión de una simpática tertulia, sobre todo cuando se hizo cargo de la sastrería uno de los hijos, el bueno de Fausto (en algún cartel de aficionados taurinos figuró con el apodo de "Carrete" que pertenecía a la célebre peña de "Los Perrilleros", todos ellos muy estimados y queridos en Ciudad Real, por cuyos problemas se interesaban a cual más. Era corriente verlos paseando en grupo, llegándose hasta "El Garritón", ya pasado el parque, para ver en el buen tiempo la maniobra que habían de hacer los trenes de Madrid para entrar en la estación de ferrocarril, antes de realizarse la desviación de la línea directa.


También en esta sastrería del "Costoso" se confeccionaban las túnicas para la Hermandad del Santísimo Cristo del Perdón y de las Aguas, que hacían a no pocos muchachos de Ciudad Real, por encargo y a su costa de una ilustre personalidad de aquellas fechas, don Federico Fernández Alcázar, jefe provincial de Sanidad mucho tiempo. Pues bien, don Federico, entusiasta de su Hermandad, la más numerosa por aquel entonces, pagaba las túnicas de su peculio y luego las regalaba a muchos chicos de familias conocidas, túnicas que salían alrededor de unos seis duros de coste.

Cecilio López Pastor. Pequeña historia local: Ciudad Real, Medio siglo de su comercio. Ciudad Real 1986