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lunes, 30 de abril de 2018

EL EDIFICIO DE FERIA CON MERCADO VIEJO: BIEN DE INTERÉS CULTURAL CON LA CATEGORÍA DE MONUMENTO



En el año 1991, el edificio de la calle la Feria, esquina con Mercado Viejo, fue declarado Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. En la resolución publicada en el boletín Oficial de la Comunidad, publicada el 18 de diciembre del citado año 1991, se describe así al edificio:

El edificio ofrece dos fachadas, una a la calle Feria y otra a Mercado Viejo.

Estructural y decorativamente se asemeja a la contigua (actualmente se encuentra separada por un solar) y ambas podrían constituir un conjunto representativo de la arquitectura de principios del siglo XX en Ciudad Real, a caballo entre el Eclecticismo y el Neohistoricismo.


En este edificio el juego decoratico se basa sobre todo en la bicromía entre el ladrillo rojo y el azulejo de color azulón como un detalle más de la arquitectura industrial con fuertes connotaciones historicistas que podrían, en este caso, recoger tradiciones islámicas.

La composición general es más rica que en la otra casa ya que se estructura simétricamente a base de dos cuerpos de ladrillo rojo muy diferenciados en las dos esquinas que unirán con otras edificaciones y otros dos cuerpos centrales, decorados con azulejos y separados entre ellos por una pilastra de ángulo también en ladrillo rojo en la esquina de las dos calles.

Los dos cuerpos laterales, que presumimos iguales (el de la calle Feria tiene la planta baja alterada) constarían de una sencilla puerta en arco de medio punto en la planta baja que se separa de la primera planta por una línea de impostas geométricas.

En esta planta hallamos una ventana geminada de aire neomedievalista trasdosada en piedra y apoyada sobre una decoración del mismo ladrillo pero que forma un juego de luces y sombras a bese de relieve.


Tras otra imposta, la segunda planta abre un hueco en forma de ojo de buey y remate final de la misma es una cornisa sobre la que descansa un arco rebajado que, en ambos lados, sobreeleva el resto de la fachada.

Las dos partes restantes del edificio se estructuran simétricamente a ambos lados de la pilastra angular en tres plantas, en este caso sin división de impostas entre las mismas.

Como ya apuntábamos la planta baja está muy transformada por locales comerciales con una decoración de cerámica poco acertada. La primera planta cuenta con una balconada corrida de dos huecos en cada frente formada por arcos de medio punto con alfiz y frontón y la última planta se ilumina por ventanas sencillas.

Toda esta parte central está adornada por un fondo liso a base de azulejos de color azulón, constituyendo un conjunto muy original.


domingo, 29 de abril de 2018

EL AYER Y EL HOY DE LA ESQUINA DE LA CALLE FERIA CON PRADO


Revista “Vida Manchega”, año II, número 42, jueves 23 de enero de 1913

Seguimos el repaso a los comercios de la calle la Feria, y llego hoy con mis comentarios a la esquina de la calle de la Feria con Prado. En esta esquina se estableció en 1913, el negocio de tejidos de don Antonio López Pan, persona muy reconocida en la sociedad ciudadrealeña de principios del siglo XX, que llegó a ser Hermano Mayor de la Ilustre Hermandad de la Patrona de Ciudad Real, la Virgen del Prado.


Después pasaría a ser la sastrería y sombrerería del hijo de Bernabé Coello, para pasar a continuación a ser los almacenes de Ruiz Arche,  dedicados a la venta de marcos, molduras, objetos de escritorio, artículos de limpieza, material de dibujo y  juguetes. En el año 1961 se estableció en el local “Calzados Agudo”, negocio familiar que continua en la actualidad.


sábado, 28 de abril de 2018

LA ESQUINA DE FERIA CON CABALLEROS HACE CINCUENTA AÑOS Y HOY



En el repaso que estoy realizando a los comercios y establecimientos de la calle de la Feria, llego hoy a la esquina de la calle de la Feria con caballeros, local que ha tenido diferentes usos a lo largo del siglo XX, como droguería y posteriormente venta de calzados.


Hoy publico dos imágenes que tienen una diferencia de cincuenta años. La más antigua es la del antiguo comercio de Pablo García, y la moderna la del actual Asfely.


viernes, 27 de abril de 2018

“SERRANO GONZALEZ” Y SU ESTABLECIMIENTO DE LA CALLE DE LA FERIA


En el año 1979 se inauguró la nueva tienda de “Serrano González”

Uno de los establecimientos de venta de electrodomésticos, más conocidos de Ciudad Real durante décadas, fue el de Serrano González en la calle de la Feria. Establecimiento que ya funcionaba en los años sesenta del pasado siglo XX, y donde se podían adquirir muebles de cocina, televisores, videos, lavadoras, etc... y así un sinfín de electrodomésticos del hogar.


Empresa que se extendió por nuestra provincia, y que llego a tener diferentes tiendas en varios pueblos como Puertollano y Manzanares. Con el paso de los años el negocio desapareció y actualmente el local está ocupado por “SCORER”.


jueves, 26 de abril de 2018

LA SASTRERÍA “LA PUERTA DEL SOL” EN LA CALLE DE LA FERIA


Fotografía de la colección del Centro de Estudios de Castilla-La Mancha: https://www.flickr.com/photos/ceclm/collections/

La calle de la Feria en pleno centro de Ciudad Real, a pesar de su corta longitud, siempre ha sido una calle comercial con mucha vida. En el número dos de la calle se encontraba una vieja edificación de tres plantas, cuya bajo ha tenido dos negocios diferentes a lo largo del siglo XX.


A principios de siglo y hasta los años treinta del citado siglo XX, los bajos del edificio estuvieron ocupados por la joyería y platería de don Manuel Francés, que contaba con un taller donde se realizarían  todo tipo de alhajas, que salían del taller con el contraste oficial.

Fotografías de Emiliano Cifuentes: http://ciudad-real.es/

En los años treinta la joyería de don Manuel Francés, fue ocupada por la sastrería de “La Puerta del Sol”, de don Alfredo Muñoz Núñez, en la cual aparte de contar con la citada sastrería, se podían adquirir efectos militares, uniformes de todas clases y se podían adquirir tejidos y pañería.

Edificio actual donde antes estuvo el de “La Puerta del Sol”

A la muerte de don Alfredo Muñoz Núñez, la Puerta del Sol paso a ser dirigida por los trabajadores del citado comercio, pasando años después a manos de un hijo de uno de ellos, ya en su nueva ubicación de la calle Toledo; ya que por estado ruinoso del edificio, este fue demolido y en su solar se levantó una nueva construcción de cuatro alturas.

 
El comercio “La Puerta del Sol”, en su actual ubicación de la calle Toledo

miércoles, 25 de abril de 2018

CALLE DE LA FERIA


Vista de la calle de la Feria en 1914, fotografía publicada en la revista “Vida Manchega”

En esta calle, muy céntrica y corta, la que menor transformación ha sufrido hasta el momento, conservando el tipismo de una ciudad de principios de siglo, con casas de dos plantas, excepción hecha de la acera de los pares hasta su vuelta y confluencia con la de Caballeros. Es una de las calles de mayor circulación tanto rodada como de peatones, con entrada de vehículos procedentes de las calles de Toledo y María Cristina y por tanto de la Plaza Mayor y ser uno de los accesos más directos al mercado.

A principios del siglo XX, la joyería Francés ocupaba el local que años más tarde se convertiría en “Sastrería Alfredo”

Este nombre de la Feria es muy corriente en los pueblos y villas manchegos, pues en dichas calles se celebraban en los días feriados las concurrencias comerciales. No otra es la razón del nombre en Ciudad Real, aunque a estas alturas no tenga porqué mantenerse, puesto que ninguna relación tiene ahora con la feria anual. Pero en fin, es un nombre que suena a antiguo y por ello nos agrada que se respete.

Antes de convertirse el número 4 de la calle en el “Restaurante Covadonga”, fue el comercio de “Diego Sanz”, como lo demuestra este anuncio publicado en el siglo XIX

Vamos ahora a referirnos al viejo comercio que tuvo esta calle, en la que hubo sus pequeñas industrias, alguna aún reservada. En la acera de la derecha, donde todavía existe un establecimiento tan acreditado como "La Puerta del Sol", estuvo muchos años la joyería y platería de don Manuel Francés, con su fiel contraste y que desapareció allá por el treinta y tantos. Don Alfredo Muñoz Núñez se estableció con el comercio de tejidos y sastrería, con especialidad en uniformes militares, y a su muerte le sucedieron sus hijos y en la actualidad don Ramón Hervás, dependiente que fue muchos años del establecimiento. Luego seguía la peluquería del maestro Mota, mucho tiempo ha, y el restaurante Covadonga, donde al término de la guerra civil se estableció el relojero Abel García, con el adecuado nombre de "La Hora", al que sustituyó un bien montado establecimiento de tejidos y confecciones para señora, propiedad de don José Ruiz, con el nombre de "Boliche" y después el primer establecimiento de Serrano González, de TV., radio y electrodomésticos. El citado restaurante Covadonga, cuyo propietario, el popular Graciano, era tan buen gourmet como cocinero, disputaba la primacía del buen comer y por precio razonable, a cualquiera de los demás establecimientos del ramo. Lo que sucedía es que tenía poco espacio para servir banquetes de cierto número de comensales. Era normal darse por 5,50 y 6 pesetas, una comida abundante con tres platos, postre, vino y hasta un cigarro latía. Se ha dicho, que antes de "Covadonga" estuvo en ese mismo local el comercio de tejidos de Facundo Fernández, que luego pasó a la calle de Arcos hoy General Aguilera, y la "Gran Peña", un club de corta vida en la que se agruparon socios disidentes del Casino. Así como una platería llamada de Senespleda, próxima al establecimiento de la casa de Singer.

En esta publicidad del Restaurante Covadonga, podemos ver en la publicidad publicada, el nombre de la calle Feria con el del General Primo de Rivera, nombre que tuvo la calle entre 1923-1930 en honor al General Primo de Rivera, que fue Presidente del Gobierno de España

Después hubo, en el edificio contiguo, la barbería del maestro Muela, que tenía también perfumería y al que sucedió otro peluquero, Julio, y el primitivo establecimiento de Eloisa Margarita, con especialidad en ropa de niños, años más tarde ampliado a costa de la peluquería, cerrándose ese tramo con la representación de las máquinas de coser "Singer", precisamente donde hoy está el ampliado establecimiento de Serrano González.

Anuncio del siglo XIX de la Sombrería “El Buen Tono”, a la que no hace alusión D. Cecilio en su artículo y que ocupo en el siglo XX el local de Francisco Muela

En el tramo de Caballeros a Prado hubo en tiempos una droguería, cuyo propietario se llamaba Federico, a la que sucedió la tienda de Calzado García, después seguía la farmacia de Olmedo y a continuación el acreditado comercio de don Antonio López Pan, con su aire señor que aún es dado encontrar en algunas calles del viejo Madrid. Don Antonio, de figura menuda, hombre afable donde los hubiera, casi siempre tocado con sombrero de hongo, solía asistir a gran número de sepelios en Ciudad Real, dado el gran número de sus amistades y clientes. Dos establecimientos, uno dedicado a muebles y luego a juguetes, fueron la continuación del citado de López Pan, donde ahora se hallan los de "Adela" y Malvarrosa. Y cerraba esa acera la sombrerería sastrería de Carmelo Coello, que ahora ocupa la zapatería Agudo, uno de los mejores comercios en su género.


En la acera de la izquierda, esquina a Maria Cristina, el establecimiento de José Mur, fallecido en los años sesenta, que ahora se halla remozado y atendido por su sucesor, con especialidad en asuntos religiosos, y en cuyo local hubo antes una camisería de Alfredo Jiménez, al que no faltaba su apodo. Seguía Faustino el sombrerero y la platería de don Cruz Fernández, después muy conocida por los años veinte y treinta por la de Benjamín, nombre del sucesor, y cuyo hijo y continuador, don Luis Benjamín Fernández, era un destacado componente de la peña "Los Perrilleros", todos grandes ciudarrealeños, muy devoto de la Virgen del Prado, de cuya Ilustre Hermandad fue mayordomo bastante tiempo y siempre gran aficionado a la caza. Su hijo José Luis ha reformado y ampliado la joyería, poniéndola a la altura de los mejores establecimientos del ramo.


Seguía la librería papelería de Carlos Pérez, posteriormente sustituida por un comercio de roma de alta calidad, conocido por "Elorena", después estaba la barbería de Espadas y hojalatería de Murcia, que aún perdura en su primitivo local, y luego un despacho de aceitunas de Alfredo sustituido por la camisería Triviño, con artículos para caballero.


Cerraba la corta pero bien aprovechada calle, Comestibles Calahorra, con vuelta a Mercado Viejo, en donde en 1925 se establecieron por primera vez en Ciudad Real los hermanos de los Reyes, en el ramo textil, que después contribuirían al desarrollo comercial con magníficos establecimientos y almacenes de tejidos. Estos hermanos De los Reyes siguieron en la calle de la Feria hasta 1929, en que se trasladaron a la calle de Toledo. Y el comercio de los hermanos De los Reyes (don Mariano y don Emilio) sucedió la tienda de comestibles "La Pajarita", de don José Lorente, que después quedó como sucursal de don José Navarro Carrillo, a cuyo frente estaba un gran amigo: Pepe Martín. Hoy, en ese local de la esquina, se halla un moderno establecimiento dedicado a bolsos y piel, propiedad de don Carlos Sanz Casado, que tiene el nombre de "Raquel" como titulo comercial.
                                                           
Cecilio López Pastor. Pequeña historia local: Ciudad Real, Medio siglo de su comercio. Ciudad Real 1986


martes, 24 de abril de 2018

MUR: UNA VIDA VENDIENDO “SANTOS”



La tienda de Mur, situada en la confluencia de las calles María Cristina y Feria es uno de los negocios más antiguos de Ciudad Real. Cerca de 100 años llevan dedicados a la venta de santos, lo que les ha convertido en los proveedores habituales de la provincia.

La Virgen del Carmen, la de los Dolores, el escaparate lleno figuritas del niño Jesús recostadas sobre un trocito de peluche blanco, escapularios, velas, medallas, placas plateadas o doradas con la imagen del Sagrado Corazón, angelotes regordetes de pasta de madera o de escayola, Fray Martín de Porres, San Pancracio, etc., son algunos de los objetos que se pueden adquirir en esta tienda, pero no los únicos, ya que juntos a ellos hay postales de parejas de enamorados, cantantes famosos, sin olvidar otros objetos típicos de Mur como son las figurillas de barro vestidas de tunos, guardia civiles, cupidos y todo lo imaginable.

La casa fue fundada por el padre de don José Mur y en un principio vendía gramófonos y discos. Más tarde el propietario fue su hijo don José Mur, que dio un giro al negocio y se dedicó exclusivamente a la venta de imágenes religiosas. Este murió a los ochenta y dos años de edad dejando la tienda en herencia a su sobrino José Luis Mur, que es el encargado en la actualidad y que lleva más de 40 años con el negocio. El local fue arrendado a don Ángel López Pérez propietario de la farmacia que hay en el mismo edificio, y a quien los inquilinos pagan una renta mensual pequeñísima por su antigüedad y que supera escasamente las mil pesetas.

Entre la clientela hay gente de todas las edades que compran desde objetos para difuntos hasta figuritas pequeñas de barro para regalos. Tiene clientes de todos los pueblos de la provincia, aunque Villarrubia de los Ojos es una de las localidades que más compradores tiene.

Puerta de entrada al establecimiento. Fotografía del Centro de Estudios de Castilla-La Mancha. https://www.flickr.com/photos/ceclm/

San Pancracio, santo preferido

El santo que mejor se vende es San Pancracio por aquello de que es el patrón de la salud y del trabajo, aunque la Virgen del Carmen y el Sagrado Corazón de Jesús también tienen muchos devotos.

El nivel de ventas ha descendido mucho en los últimos años, según Ángela Nuño, que es quien atiende la tienda desde hace 4 años. “Ya no se vende como antes, no es que sea una costumbre que haya caído en desuso, lo que ocurre es que a esta empresa como a la mayoría la ha afectado el paro y la crisis económica”.

La tienda de Mur es la única que vende imágenes de pasta de madera en Ciudad Real. Se venden en otras tiendas, pero de escayola. Se pueden adquirir piezas desde 7.000 a 700 pesetas, depende del tamaño.

La encargada que atiende el negocio está muy contenta de tratar con un público tan piadoso, y asegura que “el nivel educacional de los clientes se ha elevado muchos en los últimos años”, razón está por la que hasta la fecha “no ha tenido nunca problemas”.

Uno de los problemas que tiene Mur es la situación del local, que por hacer chaflán, ha sufrido las consecuencias de varios accidentes. En dos ocasiones se han estrellado automóviles contra el escaparate.

Revista Mancha, Ciudad Real 7. Revista de la Diputación Provincial. III Época Octubre-Noviembre 84


lunes, 23 de abril de 2018

EL AYER Y EL HOY DE LA ESQUINA DE LA CALLE MARÍA CRISTINA CON FERIA


  
Las calles María Cristina y Feria, son dos calles cortas, muy comerciales y que se encuentran en pleno centro de la ciudad, junto a la Plaza Mayor. La fisonomía de ambas calles ha cambiado en los últimos años, desapareciendo las viejas construcciones de dos plantas, para dar paso a nuevas edificaciones de tres y cuatro alturas.

Una de las viejas edificaciones que han desaparecido, ha sido el edificio de tres plantas que se encontraba en la esquina de la calle María Cristina, con la calle de la Feria, en cuyos bajos estaba la tienda de venta de artículos religiosos de José Mur. En su lugar se levantó una nueva edificación de cuatro plantas, cuyo bajo esta ocupado actualmente por una farmacia.


domingo, 22 de abril de 2018

NUEVO CONSILIARIO EN LAS HERMANDADES DE LA PATRONA DE CIUDAD REAL


En nuevo Consiliario de las Hermandades de la Virgen del Prado, M. I. Sr. D. Francisco Romero García, en una de las celebraciones en el templo catedralicio

Terminada la Semana Santa, la Ilustre Hermandad de Nuestra Señora la Virgen del Prado, y la Corte de Honor de Nuestra Señora del Prado, conocían el nombramiento del nuevo Consiliario de ambas hermandades, tras la renuncia del anterior Consiliario, el Canónico M. I. Sr. D. Jesús Abad Ramos.

El nuevo Consiliario es el Canónigo de la S. I. P. B. Catedral, M. I. Sr. D. Francisco Romero García, a quien el Obispo confía que como consiliario “cuide la vida espiritual y la formación de sus miembros, asesore a la Junta Directiva de ambas Hermandades en los asuntos teológico-canónicos y promueva, ante todo, un amor filial a la Bienaventurada Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora del Prado”.


sábado, 21 de abril de 2018

PRESENTADO EL LIBRO “CONFLICTIVIDAD SOCIAL Y PATRIMONIO EN LA PROVINCIA DE CIUDAD REAL DURANTE LA II REPUBLICA (1931-1939)”



Ayer viernes, a las 19.30 horas, la Residencia Universitaria Santo Tomás de Villanueva de Ciudad Real, acogió la presentación del libro “Conflictividad social y patrimonio en la provincia de Ciudad Real durante la II República (1931-1939)”, editado por la Biblioteca de Autores Manchegos, de la Diputación Provincial, con el número 209 de su colección General.

El libro, de 390 páginas y bastante material gráfico, estudia la destrucción del patrimonio histórico-artístico durante los primeros meses de la Guerra Civil, en el contexto histórico, ideológico y socio-religioso de todo el periodo republicano, así como las políticas para la protección y divulgación del patrimonio de la provincia por parte de los diversos gobiernos de ese periodo. El autor de la obra, durante la presentación del libro, indicó que se trata de un estudio de la historia del arte, a través de la sociedad en un tiempo que va desde el año 31, cuando comenzó la II República, y hasta el 39, cuando concluye el conflicto armado.

Su autor es doctor en Historia del Arte y la investigación ahora publicada es fruto de un amplio proceso de documentación inédita en archivos y fuentes hemerográficas, abordando las problemáticas sociales derivadas de la aplicación de las leyes que afectaron de una manera u otra a la religiosidad y a la Iglesia católica durante el periodo de la II República.

Esta publicación, como las restantes de la BAM, se distribuye en librerías y a todos los suscriptores.


jueves, 19 de abril de 2018

LA BOTICA


Reproducción deliciosamente sainetera, de la cual forma parte la botica

(Para vosotras, aquellas niñas de larga trenza, que jugabais “a la comba” y “a los colores” en el Prado y teníais novio niño, intrépido y sentimental…)

Junto a ella desembocan calles muy principales. La entonces más comercial arteria de la ciudad es dominada, de punta a cabo, desde el interior, y, en otra dirección, desde la puerta, a través de un arco, la amplitud pueblerina de la cercana y cerrada cuadrangular Plaza Mayor con sus casas uniformadas, rodeada de estrechos soportales –“los portales”- con postes cuadrados, de piedra, enjalbegados, y, al fondo, el Ayuntamiento. El arco pertenecía al Ayuntamiento viejo, y, en segundo término, enmarcaba la decoración deliciosamente sainetera. Enfila la botica, con oportunidad envidiable, una crujía de “los portales”: la preferida como paseo único, al anochecer, durante el largo invierno de La Mancha y aun durante el verano. La vida de la ciudad, al rodar y rodar, monótona, pasa y repasa, se acerca a esta botica que tuvo tertulia vespertina selecta, cortante, constante. Por algo es botica y corrían los primeros años del siglo.

Poco a poco congregábanse don Ceferino, don Joaquín, don Federico, don Eloy, don José María, don Antonio, don Álvaro, don Emilio, don Ángel, don Rafael, don Lorenzo, don Jacobo… Si hacía frío venían con capa de embozos de relucientes terciopelos rojo y verde; con el ritual sombrero hongo; quién con gorra de visera. Cuando el calor apretaba, el sombrero era de paja, rígido,  o exótico “jipi” y flamante chaleco blanco, “de piqué”, con botones nacarados. Siempre, con abotonada bota, bastón de puño de plata, gran cadena de reloj de ostentoso colgante, lentes de oro, asombroso solitario.

En invierno se apiñaban dentro de la botica ante los bien enringlados tarros de cristal blanco, con filos de oro y aguda caperuza, que parecían contemplar, absortos, y oír. En estío, muy ordenadas, con gran compostura, al filo de la acera bien regada, sentadas en sillas negras de rejilla, aquellas caballerosas economías bigotudas y bien barbadas o emperilladas, montaban la guardia fiscal de todo bicho viviente que acertase a pasar por el dilatado campo de observación y no se decidiese a buscar otros apartados derroteros para llegar a la Plaza.

 
La botica de Lamano en la actualidad, centro de tertulia a la que Julián Alonso hace alusión en su articulo
  
Dentro y fuera, en la canícula como en Navidad, temblorosos pasteles de nuevo Concejo se confeccionaban allí. Vaticinábase sobre la crisis ministerial pendiente. Había diputados, senadores, catedráticos, literatos, banqueros, abogados, periodistas… Organizábase un banquete y, con igual destreza, un cartel de toros. Sugeríase un baile o una fiesta en “La Concordia”. Hubo alegría por la llegada de Alfonso XIII y por la toma del Gurugú; duelos por el asesinato de Canalejas, la huelga de Barcelona, la bomba de Morral, y quebrantos por la desdichada reforma de la Plaza, que arruinó arcos, quitó postes, puso feas columnas de hierro y sustituyó el antiguo solado de “los portales” por otro de grises onzas de duro chocolate de cemento. Comentaban la traída de aguas y las obras de reforma de la Catedral y de los jardinillos del Prado. Leíanse las pastorales de los obispos Piñera y Gandásegui. Debatíanse el fallo de un Jurado de Juegos Florales y las conferencias cuaresmales de San Pedro. Las fiestas del Centenario de la Independencia tuvieron sugerencias allí y sugerencias salían de allí para los festejos de Feria. Se elogiaba un soneto de La Tribuna o de El Labriego. Se anunciaba una boda, se hacían chistes, se murmuraba…, se arreglaba el mundo o, cuando menos, la ciudad. Hasta destacaron “comisiones” para presenciar, en las eras de Santa María, como don Jacobo y don José elevaban, sobre la ciudad, su mayor “barrilete”, de chorreante bengala en la cola, en los crepúsculos marceros. Era cocedero, mentidero;  se hacía política y amistad; se pasaba revista al transeúnte y se daban sombrerazos ceremoniosos. Era la botica como el sombrero de copa de un prestidigitador. Era una encantadora tertulia de novela galdosiana.

Percibíanse, al cabo, síntomas de desbandada: decrecía el trajín de “los portales”; retornaba acompañada de su hija casadera, la señora que buscó, de comercio en comercio, un ovillo de hilo que no necesitaba, ni quiso encontrar; terminó la novena en los Jesuítas; pasó la Sierva de María con prisa de pasar  la noche en vela; volvía el hijo de don Vicente de platicar en la reja o se escurría, desapercibido, a no santa y apartada cita; dos clérigos, al retirarse, cruzaban y saludaban; languidecía la luz del farolillo de aceite en pinceladas verdes, rojas, azules, amarillas, sobre el lienzo de la Inmaculada y las cartelas en su alabanza; borró la noche los relejes de verdín pintados en la pared por el agua de la canal rota; en “los portales”, ya casi desiertos, culebrea, de pared a postes, un borracho…

Se despueblan la Plaza y las calles. Queda vacía la botica. Dentro de poco la ciudad duerme sosegada, boca arriba, en cruz –de la Cruz de los Casados a la Puerta de Toledo; de los Terreros al arco del Carmen-. Su cabeza, sus pies, sus manos, descansan en vides, olivos, huertas, eras, escarcha, y –“¡Ave María Purísima, las dos y nublao!- un sereno le canta la Nana. Mañana, ¡otra vez a empezar!


¡Vida vieja de mi tierra! Así discurría cuando el bigotudo y embarbado caballero de la tertulia tenía una niña de larga trenza rubia, con lazo en la punta; cuando la mano, incipientemente varonil de un niño, con pujos de novio intrépido y sentimental, se quemó una noche, en “los portales” de la Plaza, con el primer pitillo petulante, al coger, a escondidas, la carta rosa dada, con sofoco, por su primera novia, linda niña de larga trenza rubia, con lazo en la punta –siempre acompañada de la criada de confianza-, que bordaba una papelera de raso “marrón”, con hilo de seda matizada, en un colegio distinguido de apartada calle de Ciudad Real…

Años después. Pasó la guerra del catorce. La barra del bar mató las tertulias. No hay bigotes, ni barbas, ni alfileres de corbata. ¿Hay algún sombrero hongo por el mundo? El bastón es artefacto montañero o prehistórico. Los novios, solos, van del brazo al cine o a lo más obscuro del Parque. La radio, las gafas ahumadas de brutales armaduras…, el fútbol… ¿Es peor, es mejor la vida de hoy? Es, sencillamente, ¡la vida de hoy!

En el centro de un sentimental museo de añoranzas, sobre el tablero de mármol blanco de una consola de caoba, de patas zambas y talladas, bajo u fanal, debería guardarse un tarro de botica –de aquella botica- de cristal blanco con ribetes de oro y agudamente encaperuzado. Dentro, en lugar de digital o nuez moscada, nombres, fechas, estas fotografías, una oración, una barra de cosméstico, barbas de vario color y catadura –rizosas, lacias, sedosas, indómitas-, puros de rancias marcas, pitillos, una boquilla de ámbar con anillo de oro y un alfiler de corbata…, y una píldora rebozada en polvos de licopodio,  y un papelillo, y un sello de quinina, y una pastilla de goma gordita y escarchada… Sobre el nombre raro de la planta medicinal, pegadas con obleas añejas, anaranjadas, de la papelería de Bermúdez -¡castizo y desaparecido comercio!-, un letrero que dijera: “Cenizas venerables de la Historia de Ciudad Real. 1900 a…”

El adormecedor aroma del espíritu del pasado se haría más penetrante cada vez que, en silencio respetuoso,  se parara, hoy, ante ese monumento, el deportivo hijo de la, ayer, linda niña de larga trenza rubia, hija del, en mil novecientos…, bien barbado correcto tertuliano de la botica de…

Julián Alonso Rodríguez. Revista “Albores de Espíritu”, Año III, Tomelloso, septiembre de 1948, núm. 23.