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sábado, 30 de junio de 2018

LA VIDA CONVENTUAL EN EL CONVENTO DE LA MERCED DE CIUDAD REAL



En cuanto a la vida conventual, regida por la regla de descalzos, ha podido comprobarse que las actividades de los frailes eran las típicas de una comunidad religiosa. Una vida monástica, de oración, predicación, recogimiento, cuidado de sus huertos, etc. siempre en la observancia de la máxima austeridad.

También han quedado pruebas de la labor educativa desarrollada por los religiosos, al crear una Cátedra y actuando como maestros de todos los nuevos frailes de la Orden, conocidos entonces como colegiales:

que las misas se digan una después de otra… de modo que los colegiales no les falta aquel tiempo para estudiar sus lecciones, que esta prescrito por nuestras leyes”.

El convento estaba regido por un padre Prior, el Padre Comendador, que hacía las veces de predicador y confesor, y por el Vicario. Entre los frailes se encontraban religiosos conventuales, hermanos de obediencia, hermanos coristas (o colegiales), a los que se incorporaban, en los momentos de decadencia vocacional en los que descendía el número de frailes, los conocidos como hermanos donados.

El convento recibía periódicamente las inspecciones de los visitadores (1), destinados por la orden a tal efecto, cargo que normalmente recaía en los vicarios provinciles, superiores generales y, sobre todo, en superiores provinciales. Las visitas solían durar dos o tres días. En el caso de Ciudad Real, las realizaba el Superior de la provincia de San José, a la cual, dentro de la división territorial de la Orden, pertenecía este convento.

En ellas se realizaba un recorrido (2), comenzando por la visita al relicario y el Altar Mayor, rezando las Horas junto con toda la comunidad. A continuación, se visitaba la sacristía, comprobando que todos los ornamentos estuvieran en buen estado, y se continuaba con el resto de dependencias del convento, librería, despensas, almacenes, cocinas, refectorio y celdas (3) comprobando que estas últimas se conservaban bajo la regla de la Orden, es decir, que su habitabilidad era totalmente austera.


La siguiente cita recoge una de las visitas:

…Sigio su Reverencia su visita y lo hizo de las celdas de todos los religiosos… y unas y otras las hallo con la pobreza debida, y todo con curiosidad y aseo. Tubieronse conclusiones en las que advirtió su Reverencia en defensa, y argumentos la aplicación al estudio y buen aprovechamiento de estas celdas…(4)

En las cocinas y refectorios se sometía a examen su limpieza, así como las porciones o raciones suministradas a los religiosos. También se comprobaban los alimentos y el gasto destinado a su adquisición. Por estos libros de cuentas sabemos, por ejemplo, en qué se basaba la dieta del convento, según se deduce de los gastos realizados durante los meses de abril, mayo, junio y septiembre de 1777, donde se relacionan las partidas que corresponden a la compra de aceite, agua, huevos, leche, especies, carne, quina, azúcar, sal, queso, miel, trigo, chocolate o pagos al confitero.

Todo ello debía estar ordenado en la despensa, o en la cueva, donde para procurar una mayor conservación de los alimentos, se cubrían con nieve adquirida a tal efecto.

Al consultar los libros de cuentas y comprobar los gastos e ingresos de la comunidad, los monjes eran muy estrictos, como se puede comprobar en esta visita del 28 de mayo de 1752:

“…finalmente si los vienes y rentas del Convento se administran con la fidelidad devida; para según esso, agradecer sus cuidados a los religiosos cuidadosos, y diligentes en el cumplimiento de sus obligaciones; y reprender su descuido, y negligencia, a los tibios, y perezosos en observar lo que a Dios prometieron en su profesión…”(5)

Después el visitador recibía a cada uno de los religiosos, en lo que se conocía como “escrutinio secreto”, donde confesaba a los distintos hermanos y comprobaba el grado de dedicación, obediencia y vida religiosa que llevaban en el convento, alentándoles a que llevasen un “continuo exercicio de oración mental”, y a que se practicaran “los ejercicios de humildad y notificación que se acostumbra en nuestra descalcez”, etc.

En varias de las visitas documentadas podemos ver cómo se llama al orden a los religiosos por salir a la calle a pasearse o a conversar, llegando a prohibírselo:


…sin embargo noticioso S Rº de que algunos prelados de esta Santa Casa, zeloso del buen honor y estimación del avito han llevado mui a mal, y aun han mandado, que ningún religioso salga a pasearse y menos a tener  conversación con los convenientes a la Plazuela (actual plazuela de la Merced, frente a la iglesia) o Atrio de este Convento; y aviendo advertido que no se obre, manda S Rº que en adelante ningún religioso pase no solo al expresado Atrio, sino tambien a la puerta de la Iglesia, ni de la Porteria. Cuia observancia queda al cuidado del Padre Prior(6)

A continuación se llamaba a Capítulo en la iglesia, donde se parlamentaba acerca de cuestiones teológicas, pero también sobre los problemas más mundanos de la vida del convento. Uno de estos capítulos, concretamente el de 6 de Mayo de 1769, se llegó a celebrar a las cinco de la mañana.

Además, el visitador comprobaba si los religiosos eran asistidos con lo necesario, según las posibilidades del convento, en definitiva si los religiosos vivían con “la unión y paz que ordena Nuestra Sagrada Ley”, siendo castigado con la excomunión quien no lo hiciese.

Entre 1748 y 1833, 85 años de los 210 que duró la vida del convento, se realizaron 47 visitas. Aunque la periodicidad de las mismas oscilaba entre una a dos visitas al año, también podían demorarse hasta diez, tal y como ocurrió durante la Guerra de Independencia, no celebrándose ninguna desde 1808 hasta 1817.

En el transcurso de la Guerra de la Independencia, la persecución religiosa afectó al estamento clerical. Este enfrentamiento y sus consecuencias sociales, provocarían, desde sus inicios, un importante descenso en el número de religiosos. Así, se pasaría desde 1798, cuando la Merced cuenta con 35 frailes, a los 12 registrados en 1819. Desde este momento se inicia una época de crisis que le conducirá lentamente a su desaparición.

Por entonces era necesario que en cada convento hubiera un número mínimo de religiosos para no ser desamortizado. Para mantenerlo, las órdenes enviaban frailes desde otros conventos, en su mayoría novicios.

El convento de los Mercedarios, hasta los últimos años de su existencia, contaba con una comunidad de veinte religiosos, lo que, sobre todo, tras los procesos desamortizadores, lleva al Ayuntamiento a la promulgación del siguiente acuerdo:

El ayuntamiento en el 11 de marzo pide la permanencia de este convento por su continua asistencia al confesionario, por orden que observa en la celebración de los Santos Oficios, Predicación Evangélica, ornamento y limpieza del templo”.


En su petición se adjunta el acta del pleno del día anterior, manifestando:

Que este convento es el único que ocupa el centro de la población, que la ciudad no podía estar asistida sin este convento. Hasta tal punto es necesario, que en tiempos de los franceses, cuando todos estaban cerrados, se mandó abrir a petición del pueblo, entregándole el Prefecto sus imágenes, vasos sagrados y ornamentos”.

Pese a todo, finalmente el convento de la Merced es desamortizado, celebrándose la última visita un 28 de marzo de 1833, momento en que la comunidad estaba formada por tan sólo cinco religiosos conventuales, diez hermanos coristas, tres hermanos de obediencia y dos novicios. Fray Juan María Catalán del Santo señor José, último visitador, reflejó en estas palabras su preocupación por la continuidad de la congregación:

…mandó tocar a capítulo y juntos todos los religiosos en el coro alto, les hizo una exortación dilatada… al mismo tiempo encargo S R pidiesen por la salud quebrantada de nuestro amado soberano Sr D. Fernando 7º tan necesario en los tiempos presentes… para el bien de la religión”.

Tras el cierre del convento, entre los bienes inventariados, figura una importante biblioteca con 1.191 tomos y 17 cuadros de importantes dimensiones, algunos de los cuales fueron conservados como parte de los fondos del instituto.

Fuente: “Un Convento, Un Instituto, Un Museo”. Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha 2005.

(1) Tan sólo se han documentado las visitas realizadas desde 1748 a 1833, las realizadas durante años anteriores no han sido encontradas. AHC, Clero regular, Libro de visitas. Años 1748-1833. Libro 2838.
(2) En algunas visitas se nos dice que inspeccionaban dependencias como “las paneras, la cárcel y el granero”. Visita del 11 de agosto de 1782. AHN. Clero regular, Libro de visitas. Años 1748-1833 Libro 2838.
(3) En el libro de fábrica del convento se habla sobre la construcción de las celdas, concertada en octubre de 1623, ubicándolas en los cuartos altos del edificio y algunas en la planta baja. Dentro de estas celdas se podía encontrar una cama y una mesa con cajón.
(4) Visita del 30 de octubre de 1792. AHN, Clero regular, Libro de visitas. Años 1748-1833. Libro 2838.
(5) Visita del 28 de mayo de 1752. AHN, Clero regular, Libro de visitas. Años 1748-1833. Libro 2838.
(6) Visita del 8 de noviembre de 1794. AHN, Clero regular, Libro de visitas. Años 1748-1833. Libro 2838.


viernes, 29 de junio de 2018

ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DE LA HERMANDAD DE LA VIRGEN DEL PRADO



Se celebró ayer a las 20:30 horas en segunda convocatoria, en el salón de actos de la Casa de la Iglesia, la segunda Asamblea General Ordinaria del año, de la Ilustre Hermandad de la Virgen del Prado, Patrona de Ciudad Real. La asamblea comenzó con el rezo de las preces, dirigido por el Presidente de la Hermandad, D. Francisco Pajarón López.

A continuación el Secretario, D. Rafael Cantero Muñoz, dio lectura al acta de la última Asamblea General, celebrada el 23 de noviembre de 2017, que fue aprobada por unanimidad.

En el tercer punto del orden del día, el Presidente realizó un repaso a las actividades celebradas desde la última Asamblea General, como la Misa por los hermanos difuntos, el Pontifical de la Inmaculada, que puso punto y final a los actos del cincuenta aniversario de la Coronación Pontificia de la imagen de la Virgen del Prado; la entrega de medallas conmemorativas a hermandades de penitencia y gloria de Ciudad Real, y personas que colaboraron con el cincuenta aniversario. También informó sobre la celebración de “La Misa de la Virgen”, el pasado 23 de diciembre, de la Novena y Misa del Voto del pasado mes de Mayo y de la restauración de la imagen del Niño Jesús de la Virgen, restauración que se realizó del 26 de mayo, hasta la víspera del Corpus Christi.


De nuevo el Presidente tomo la palabra en el cuarto punto del orden del día, para informar de los actos, cultos y procesión con motivo de la festividad de Nuestra Señora la Virgen del Prado. Estos actos se iniciaran el martes 31 de julio, con la ofrenda de flores y frutos en la festividad de la Pandorga, la bajada de la Virgen el jueves 9 de agosto, de la presentación de los niños a la Virgen el viernes 10 de agosto a las 19.00 horas; de la celebración del Triduo del 10 al 12 de agosto; la Caravana Blanca el lunes día 13; de la festividad de la Asunción con misas en la Catedral desde las seis de la mañana; oficiándose el pontifical a las 10.30 horas del miércoles 15 de agosto, presidido por el Obispo-Prior. La Función con motivo de la Octava el miércoles 22 de agosto, se celebrará a las 10.30 horas, siendo presidida por el sacerdote Rvdo. Sr. D. Marcos Arias Lendrino. Por último el Mayordomo, D. Alfonso Doblado Ruedas, informó sobre la restauración que ha sufrido el paso en estos últimos meses, y el arreglo de la dirección del mismo.

En el siguiente punto del orden del día, el Secretario informó que según el orden de antigüedad de hermanos, le corresponde ser Hermano Mayor para el año 2018/2019, a D. Luis Fernando Oliver López, que ha aceptado desempeñar dicho cargo.  

El secretario también informó en el sexto punto del orden del día, sobre la admisión de los nuevos hermanos y aspirantes que han presentado su solicitud para pertenecer a la Ilustre Hermandad, en concreto seis nuevos hermanos y dos nuevos aspirantes.

Por último no habiendo ningún ruego y ninguna pregunta, se levantó la sesión a las 21:00 horas.


jueves, 28 de junio de 2018

EL CONVENTO DE LA MERCED DE CIUDAD REAL 1621-1674 (III Y ÚLTIMO)


Vista del patio grande del antiguo Convento de la Merced, antes de la ultima restauración 

Tras su construcción, la entrada, o portería del convento, se situaría desde este claustro, por lo que hoy conocemos como Callejón de la Merced. Aún así, la actual entrada ya se vendría utilizando desde aquel “primer convento”, que tras su posterior ampliación quedó transformada en una “casa religiosa” de mayor envergadura, aunque igualmente austera en su construcción.

El convento no sería ampliado hacia su lado norte, siguiendo la actual calle de la Rosa. Aunque en 1622 los frailes compraron viviendas en esta calle, tras su derribo, parte del espacio que ocupaban fue destinado a huerto, y también para la construcción del ala oeste del convento.

En su lado norte, los límites del convento, se encontraron con los restos del muro de cierre del ala oeste, que han sido conservados en esta rehabilitación.

El actual patio grande del edificio también conserva la que fue fachada norte, acorde a la del resto del convento, como demuestra la disposición original de ventanas y puertas, que fueron reformadas durante la época del instituto.

La última ampliación que se añade al conjunto conventual será la construcción de la iglesia adosada a su claustro, en 1674, manteniendo, por tanto, el crecimiento del convento hacia el este. La iglesia de la Merced se ha conservado hasta la actualidad.

Su construcción se debe a la donación que realiza don Álvaro Muñoz y Figueroa, lo que nos hace pensar que todavía se continuaba aprovechando el espacio libre, o comprando casas edificadas en los terrenos que hoy ocupa la Diputación Provincial.

La iglesia, junto con su sacristía, se incorpora al convento como iglesia principal del mismo, desapareciendo la pequeña capilla que todavía se conservaba.


Durante las obras de rehabilitación, se han descubierto toda una serie de accesos y ventanas que, desde el lado este del claustro, comunicaban con la iglesia. Así se ha podido saber que el acceso principal a la iglesia se encontraba en la esquina sureste del corredor de la planta baja del convento. Actualmente esta entrada, en forma de arco, se ha recuperado y ha sido integrada en el claustro del edificio.

En la planta alta también ha sido hallado un acceso desde el coro de la iglesia, que comunicaba directamente con las celdas y otras dos puertas, hacia la mitad y el final de corredor, que daban a unas dependencias situadas sobre las capillas de la iglesia, actualmente conservadas con el mismo aspecto que tendrían en la época del convento.

La ampliación del convento se vería afectada por el aumento de las vocaciones que caracterizan esta época contrarreformista, también por el interés y empeño de la propia Orden y de los sucesivos priores del convento, una comunidad que oscilaría en el siglo XVIII entre los 30 y 40 religiosos, y que terminaría descendiendo de forma paulatina durante el siglo XIX, hasta su desaparición como se aprecia en la tabla adjunta.

En la década de los años 30 y los 40, decae la actividad constructiva en el convento, aunque todos los años, desde 1621 a 1662, registraron alguna intervención, con la salvedad del periodo comprendido entre 1642 y 1655, en que estuvieron paralizadas, lo que afectó, sobre todo, a la construcción del claustro principal.

Finalmente, el 25 de abril de 1662, acaban las obras del convento y, por tanto, se cierra su “libro de gastos de la obra”, con una de sus partidas más elevadas, que ascendió a 254.888 maravedíes.

Fuente: “Un Convento, Un Instituto, Un Museo”. Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha 2005.


miércoles, 27 de junio de 2018

EL CONVENTO DE LA MERCED DE CIUDAD REAL 1621-1674 (II)



No ha sido localizado el lugar donde se encontraba la capilla originaria o primera iglesia del convento, lo que sí es seguro es que estaba dentro del recinto en un espacio habilitado para ello. Lo más probable es que se tratara de una iglesia pobre y sencilla, situada en la planta baja, que con el tiempo quedó pequeña, como se deduce de los pagos realizados, en 1624:

concertose con Jose Ruiz maestro de albañilería que había de (hacer) la iglesia del cuarto bajo en 100 reales se le ha dado a cuenta 50 reales”.

El 26 de febrero de 1622 se inició la construcción de esta pequeña iglesia o capilla, colocando la primera piedra, bajo la que se guardaron 16 reales de oro y plata. Gran parte de los gastos en carpinteros fueron destinados a montar el sagrario.

La escalera de acceso a la segunda planta, se ubicó en el extremo norte de la galería oeste del patio. Ya en julio de 1622 encontramos citada la escalera en el libro de fábrica:

de tres puertas y tres postigos fue ciento y veintisiete reales…de los cuales para los umbrales de las puertas de la escalera…”.

Según el libro de fábrica se utilizaron diferentes materiales, entre los que cabe destacar la piedra procedente del Castillo de Calatrava La Vieja, que fue empleado como cantera. Esta piedra era transportada en carretas, en 1622, por el cantero Bartolomé Cordobés hasta Ciudad Real. Esto es un ejemplo más de cómo los restos de castillos cercanos, como el de Alarcos, surtían de piedras la construcción de iglesias, como la de Santiago, y otros conventos de Ciudad Real.

Además de piedra se emplearon el ladrillo y los ripios, materiales pobres dada la escasez de presupuesto. La mayor parte de los muros se construyeron con tapiales sobre un zócalo de piedra. Una vez levantados estos muros se procedía a su enlucido con yeso y a su pintura con cal, siendo ésta la dinámica constructiva de los muros principales y, por tanto, de la estructura del convento. También se utilizaron ladrillos de adobe para los tabiques de separación de las celdas y otras dependencias.

El claustro del monasterio antes de su restauración 

Otro elemento esencial en esta construcción será la madera, utilizada en los tirantes (12) para el techo o suelo cuadro, y para la estructura de la cubierta del tejado. Estos tirantes y vigas se han conservado hasta la actualidad, recubiertos de carrizo y bovedillas. Eran realizados por los carpinteros, como queda reflejado en un pago que se le hace a uno de ellos en agosto de 1622:

…dieronse al carpintero a cuenta de las vigas que esta labrando para la obra noventa i siete reales ”, posteriormente eran rematados por los raspadores. Otros elementos realizados por los carpinteros son las puertas, ventanas, etc: “compraronse dos ventanas para el refectorio y cocina en quatro hacendas(13).

Participaron en las obras artesanos de distintos oficios, como los canteros, escribanos, caleros, carpinteros, albañiles, herreros, yeseros, torneros, raspadores, sastres (14), etc. que en su mayoría, según la documentación existente, eran vecinos de los pueblos cercanos, como los caleros Rodríguez, de Carrión; Diego, de Pozuelo; o los canteros, también de Carrión.

Durante el proceso de construcción, fueron abiertas dos cuevas que servirían de despensa y almacén del convento. Una de ellas se encontraba debajo de las cocinas y fue seguramente destinada para guardar tinajas, ya que tiene forma lobulada.

La otra cueva serviría de almacén (15), bien de leña o bien de los productos que se cultivaban en el huerto propio del convento, puesto que desde sus inicios los religiosos dispusieron de un gran huerto en el espacio que, hoy, ocupa la plaza de los Mercedarios, y donde un pozo de noria les proporcionaba agua para el riego y consumo.

En marzo de 1624, ya se producen gastos referentes a la construcción de la tapia del convento:

Dieronse 6 reales a un oficial que estuvo y otro tanto a 4 peones por dia y medio que trabajaron en la cerca del convento”.

El claustro del monasterio después de su restauración 

En cuanto a la noria, tenemos datos de su construcción desde julio de 1622:

…de un albañil i tres peones que trabaxaron en la noria en quince reales”.

Después, se completaría con otros elementos como cangilones:

…mas de quatro docenas de canxilones para la noria, ocho Rs (reales) en aderezar la noria diex y nueve rs”.

La segunda cueva tenía dos entradas, una desde el actual claustro y la otra desde el extremo oeste, junto a la actual puerta principal. Esta segunda entrada tenía un acceso directo al huerto, lo que facilitaba el almacenamiento de los productos del mismo. La cueva ha llegado hasta nuestros días, convertida en sótano, tras una ampliación realizada durante la Guerra Civil.

Ambas cuevas estaban excavadas en roca caliza y han sido descubiertas y recuperadas durante la rehabilitación actual del edificio, ya que anteriormente apenas se tenía conocimiento de ellas, existiendo tan sólo alguna referencia de la segunda.

Con posterioridad, el convento continúa ampliándose, probablemente gracias a una mayor disposición de dinero y de espacio. No debemos olvidar que corrían tiempos de crisis económica lo que, junto con la escasa donación que hizo su benefactor, haría que la obra se dilatase en el tiempo, forzando a la convivencia de los religiosos con los albañiles, pintores, etc.

Una de las actuaciones más destacadas que se realizaron en el convento fue la construcción del claustro principal. El contrato de su construcción data de febrero de 1639:

Dieronse a cuenta a Díaz Romero maestro de la obra (16), mil reales a cuenta de seis mil en que se concertó a toda costa el claustro desde los cimientos inclusive a por levantar 6 varas y media de alto (5,20 metros), todo de piedra(17).

Este claustro que, según su contratación, debería haber sido todo de piedra, fue terminado en ladrillo, conservando tan sólo la piedra de la baranda o poyete que rodea el patio. Incluso se utilizaron ripios para su construcción en dos franjas, una por encima de los arcos y otra bajo la cornisa del tejado.

El sótano descubierto de la galería sur 

Es significativo observar cómo en la planta alta de las fachadas del claustro se aprecian dos tipologías constructivas distintas, posiblemente eso se debe al hecho de que su construcción se llevó a cabo en distintas etapas, transcurriendo, varios años desde la fecha en que se concertó, 1639, y la fecha en que aún estaban recibiendo material para su fábrica en 1657 (18):

Compraronse dos mil doscientos y dos ladrillos anchos para el claustro a 3 mrv cada uno… traídos desde Torralba…”.

Estos ladrillos (19) pueden localizarse en la planta alta del claustro y en la franja donde se abren las ventanas.

También existen datos sobre el techo de los corredores de la planta baja, que en un principio serían de artesones de madera y bovedillas, típico en las construcciones barrocas de esta zona de La Mancha que aún pueden verse en el espacio habilitado como salida de emergencia en la esquina sureste del edificio actual:

…dieronse a Juan Ruiz ciento cincuenta reales de ochenta bovedillas que hizo en un lienzo del claustro”.

Pocos años después se le añaden las bóvedas que hoy podemos contemplar, posiblemente coincidiendo en el tiempo con la construcción de la nueva iglesia (1674).

A partir de 1655 la construcción del claustro experimenta un empuje definitivo, dedicando los últimos gastos a construir las tapias, a traer carros de arena y “cali y quanto”. También está documentado que en su construcción participaron 86 peones.

Las últimas intervenciones en el claustro serían la colocación de los suelos de las distintas galerías, que se hacen, según lo concertado con Félix Lopez, de “ladrillo cortado y raspado”, llegando intacto hasta nuestros días, ya que nunca ha sido levantado. Para finalizar, fue colocada en el centro del patio una cruz de piedra sobre una peana del mismo material.

Merece mención aparte la posterior utilización de este claustro como lugar de enterramiento de los distintos religiosos que fallecían en el convento. Esta costumbre ha sido muy normal en la mayoría de monasterios y conventos. El claustro era un lugar sagrado donde se daba reposo a los cuerpos de los hermanos que morían, mientras que los religiosos de mayor importancia, como los Priores, eran enterrados en el interior de las iglesias.

Fuente: “Un Convento, Un Instituto, Un Museo”. Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha 2005.

Enterramientos descubiertos en las galerías del claustro 

(12)Mas se compraron veinte y quatro tirantes a racon de quatro reales y al personal que lo montaron nobenta reales” Agosto de 1622. AHN, Clero, Libro de fundación y obra del Convento, 1621-1662. Libro 2837.
(13) Junio de 1624. AHN, Clero, Libro de fundación y obra del Convento, 1621-1662. Libro 2837.
(14) Durante la obra aparecen partidas de gastos destinadas a la “hechura y confección” de los distintos frontales y casullas que conforman los hábitos de los monjes.
(15) En estas cuevas se almacenaban todo tipo de mercancías que necesitasen para su vida diaria. En los libros de gastos hemos encontrado algunas de ellas, como son: cera, lejías, trigo, nieve, tabaco, carbón, leña, papel y un largo etcétera de alimentos como carne, huevos, leche, especies, miel, etc.
(16) Si al inicio de la construcción del convento teníamos como maestro de obra al Maestro Ramírez, más adelante, en la segunda fase de construcción durante la cual es ampliado, esta responsabilidad recaerá en Díaz Romero, nuevo maestro que se encarga de la construcción del claustro principal.
(17) Ultimo de febrero de 1639. AHN, Clero, Libro de la fundación y obra del Convento. Años 1621-1662. Libro 2837.
(18) La obra del claustro se vio paralizada entre los años 1642 y 1655, sin que sepamos el motivo, que quizá fuese económico.
(19) En las últimas obras de rehabilitación del edificio, en los años 2004-2005, al ser despojado el claustro del revestimiento de cemento con que lo cubrieron en 1905-1906, han aparecido los arcos de la galería baja de ladrillo. En cuanto al segundo piso, se ha documentado su original aspecto cerrado, abriéndose una serie de ventanas enmarcadas por una gran corina de ladrillo de un grosor superior al utilizado en los arcos. De todo ello se deduce que los ladrillos comprados en 1657 pertenecían a este piso. Todo el claustro está visto en ladrillo aunque recubierto, en algún momento, de una fina lechada de cal.

martes, 26 de junio de 2018

EL CONVENTO DE LA MERCED DE CIUDAD REAL 1621-1674 (I)



A pesar de la crisis económica, el siglo XVII será de un gran furor constructivo, apareciendo por nuestros pueblos y ciudades conventos, iglesias, hospitales y ermitas.

Ciudad Real es en estos siglos un foco importante de actividad arquitectónica, al ser una ciudad próspera junto a otras como Daimiel, Valdepeñas, Alcázar de San Juan, Almagro o Villanueva de los Infantes, estas últimas debido al hecho de ser cabeceras de órdenes militares.

El convento de la Merced de Ciudad Real se fundó en el año 1613, aunque el inicio de su fábrica sería en 1621, y termina en 1674 con la edificación de la iglesia. La construcción se llevó a cabo por la donación del Capitán Andrés Lozano, quien lo dotó con mil ducados. Por la cuantía de la donación y tras los restos aparecidos podemos deducir que se trataba de un convento pequeño para una austera comunidad de pocos religiosos, que se denominaría Convento de la Inmaculada Concepción de Padres Mercedarios Descalzos. Por ello, su iglesia conventual está presidida por un cuadro con la figura de la Inmaculada.

Sobre el origen del convento nos dice Hervás y Buendía (1):

D. Andrés Lozano, capitán de las colonias de América, por su muerte ocurrida en Sevilla dejó mil ducados para la fundación de un convento de mercenarios descalzos en esta ciudad, de la cual era natural. Se dio principio al expediente en 1613…

El testamento del capitán, redactado el 8 de enero de 1610, nos brinda la posibilidad de conocer los tipos de negocios que lleva a cabo, dando buena cuenta de su personalidad (2). Los datos que aparecen en este documento muestran a un hombre que participa activamente en la carrera de Indias y que mantiene contactos comerciales con Lima o Portobelo, ciudad situada en la orilla atlántica del istmo de Panamá. Tras este perfil se escondía un gran devoto de Nuestra Señora de la Merced, que destinó parte de sus bienes a fundar un convento en la ciudad que le vio nacer (3).

Las condiciones quedaron recogidas en el testamento de don Andrés Lozano, quien señalaba que se debía comprar una “casa competente en la ciudad de Ciudad Real en que se labre una iglesia”, precisando que “en lo uno y en lo otro no se gasten mas de tres mil ducados”.

 
Plano de los forjados de planta del antiguo convento de la Merced del siglo XIX

Además, entregaría otros 1.000 ducados que debían servir para comprar ornamentos litúrgicos y dotaría a la comunidad con 500 ducados de renta anual para garantizar el sustento de los frailes, cantidad que debía abonarse “después de aver dispuesto y labrado casa y dado ornamentos y lo demás necesario para el culto divino (4).

Don Andrés fallece cinco días después de redactar su testamento, pero los frailes tuvieron que esperar varios años para conseguir todos los permisos necesarios para construir esta fundación.

Finalmente, el 8 de agosto de 1618, se despachó una patente firmada por fray Juan de Peñacerrada, provincial de los mercedarios descalzos de Castila y Portugal, dando poder a fray Pedro de Santa María, comendador que poseía la Orden en Salamanca, para instituir el convento. Fray Pedro se persona en Ciudad Real, otorgando una escritura en nombre de la futura comunidad por la que renunciaba a todos los privilegios que poseía la Orden para no pagar diezmos, cumpliendo así con una de las condiciones impuestas por la licencia del obispo (5).

Por lo que respecta al lugar de entierro, el fundador ordenó que su cuerpo fuese depositado en el monasterio sevillano de Santa María de Montesión y desde allí se trasladase hasta el convento de Ciudad Real para recibir sepultura en una bóveda que debía construirse debajo de la capilla mayor. Las consideraciones relativas a la sepultura estaban directamente relacionadas con la propiedad de la capilla mayor. El fundador se reservaba la posesión de este espacio y ordena que en “en la dicha capilla se colocasen sus armas y unos letreros que digan ser mia la dicha capilla e yo el patrón e fundador de el dicho convento”.


Finalmente, don Andrés trata, en su testamento, de precisar las contraprestaciones que debía realizar, señalando que los mercedarios quedaban: “obligados perpetuamente para siempre jamás a decir la missa mayor con su responso e mas una missa rezada cada dia perpetuamente por mi anima como fundador e por las animas de mis padres y difuntos e hazer decir todo los demás oficios y sacrificios que suelen y acostumbran hazer e decir por los fundadores según los institutos y constituciones de dicha orden” (6).

Para iniciar las obras del convento, a principios de 1621, la comunidad adquirió varias casas y después procedió a su derribo para levantar un edificio de nueva planta. Una de estas casas, situada en la calle Caballeros, pertenecía a Doña Estefanía de Prado. Otra casa era del Licenciado Diego Martínez y otra de los herederos de don Diego de Coca.

De la compra de la casa de Doña Estefanía de Prado hemos encontrado la carta de venta con fecha de 1 de abril de 1622, donde se fija el precio de venta en 950 reales:

…Doña Estefania de Prado soy poseedora de unas casas vinculadas…que dexaron Alonso de Prado e Isabel de Prado mis tios difuntos las que en ellas están en esta ciudad en la calle de caballeros de ella. Lind por la una parte del licenciado Diego Martinez de Cea.. y por la otra casa de herederos de don Diego de Coca. Vecinos de ella las quales por aver venido en notable ruina y diminución por no averse avitado muchos años a por no aver vecindad por lo cual estamos a punto de venderse… y por que se trataba de fundar un convento de religiosos descalzos de nuestra señora de la merced que esta junto las dichas casas para cuyo efecto los dichos religiosos las querían comprar e incorporarlas en su convento y que de venderse resultaría de utilidad de dicho binculo… y que de ello no Benia ningún perjuicio, cometieron a dicho vicario y visitador que hiciese publicar en la iglesia parroquial de Nuestra señor del Prado desta ciudad en cuyo distrito están las dichas casas… últimamente fray Diego de San Jose padre de avito de nuestra señora de la Merced en virtus de poder que le dieron al padre comendador y religioso de esta orden de esta ciudad las puso para el dicho convento en precio de nuebecientos y cinquenta reales de contado…(7).

El proyecto se financia con la renta que había dejado el fundador y, aunque no conocemos los pormenores de tipo arquitectónico, sabemos que en su desarrollo se incluía la construcción de una iglesia.

La primera piedra de este recinto se coloca el 26 de febrero de 1622 (8).

Dos años más tarde, en 1624, es comprada la casa de los herederos de don Diego de Coca a don Sebastián de Coca, por la cantidad de 2.600 reales. Este precio nos hace pensar que esta propiedad era mayor que la primera casa comprada por los frailes.

Tras consultar los diferentes documentos, no se encontró una descripción del edificio del convento en su origen, aunque sí se han documentado en el Libro de Fábrica del convento (9), los gastos de la fábrica del edificio. Esta documentación es de gran interés en la medida que permite hacernos una idea de cómo fue en su día la construcción del convento, en cuanto a materiales empleados, su procedencia, trabajadores, espacios construidos, fecha de los trabajos, etc.


La edificación del convento se prolongó a lo largo de varias décadas del siglo XVII. Esto se debió, entre otros motivos, a la paulatina ampliación que sufriría el edificio. Es un inicio, siguiendo las normas de la Orden, el convento debía ser de una construcción austera y de pequeñas dimensiones, norma que en el proyecto original se cumplía.

Los primeros gastos fueron destinados a la compra y derribo de los distintos inmuebles citados, así como a la adquisición de materiales:

“De las casas que se han comprado para sitio del Convento asta principio de marzo de 1621 años i de todo lo que gasto en derriballos i juntar materiales i sacar piedra i traella al dicho sitio i arena i lo que se pago al oficial días que es el que ace la obra i de cal i todo lo demás que gasto desde la posesión desta casa por la provincia de Andalucia conforme elpadre Diego Martinez de Aguilera administrador del patronazgo abad i gasto por su orden nueve mil i quinientos i quarenta Rs (reales)…” (10)

Entre los datos curiosos que existen debidamente documentados, podemos destacar que en los primeros años trabajaría como maestro de obra un tal Maestro Ramírez (11), y  que el 10 de mayo de 1621, se contrataron treinta mil ladrillos con Sebastián López, vecino de Torralba, por un precio de 46 reales cada millar.

Tras los hallazgos aparecidos en el edificio, se ha podido comprobar cómo las trazas del convento, en sus inicios, se disponían en torno a un pequeño patio que hacía las veces de claustro, y que se correspondería con el espacio que ocupa la escalera de acceso a la primera planta, donde, tras eliminar los pequeños patios que en época del instituto enmarcaban esta escalera, se ha localizado la fisonomía del originario, con sus ventanas y puertas en los muros.

Las distintas dependencias del convento se distribuían en torno a este patio. Así, en su lado norte, estarían las cocinas y despensas; en su lado este el refectorio; mientras que en los lados sur y oeste se encontrarían unas galerías en forma de “L” que comunicarían con las distintas dependencias del convento: celdas, capilla, etc. Esta distribución del espacio, de fácil lectura, se ha mantenido hasta nuestros días, por lo que estaríamos hablando de la estructura de un “primer convento” que después se vería ampliado.

Fuente: “Un Convento, Un Instituto, Un Museo”. Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha 2005.


(1) Hervás y Buendía, Inocente. Diccionario Histórico Geográfico, Biográfico y Bibliográfico de la Provincia de Ciudad Real. Ciudad Real, 1890.
(2) AHN, Clero, Clero secular-regular, legajo 1867, sf.
(3) Barranquero, José Javier. Conventos de Ciudad Real. BAM. 2003.
(4) AHN, Clero, Clero secular-regular, legajo 1867, fol. 7r.
(5) Barranquero, José Javier. Conventos de Ciudad Real. BAM. 2003.
(6) AHN, Clero, Clero secular-regular, legajo 1867, fol. 7r.
(7) AHN, Clero, Clero secular-regular, legajo 1867.
(8) AHN, Clero, Clero secular-regular, legajo 1867.
(9) AHN, Clero, Libro de fundación y obra del Convento, 1621-1662. Libro 2837.
(10 y 11) AHN, Clero, Libro de fundación y obra del Convento, 1621-1662. Libro 2837.

lunes, 25 de junio de 2018

SE CELEBRÓ SAN JUAN BAUTISTA EN LA BARRIADA DE LA GRANJA



Este fin de semana, se ha celebrado en la Barriada de la Granja de nuestra capital, a San Juan Bautista con diferentes actos. El sábado día 23, las vísperas con la tradicional hoguera, y ayer domingo día 24, festividad de San Juan Bautista, la Función en honor al Santo se celebró a las 20:00 horas y al término de la misma la procesión que recorrió diferentes calles de la barriada.