Primera
sede de Lanza en la calle Calatrava, 10, de Ciudad Real
Lanza
apareció el 20 de mayo de 1943 como diario vespertino. Desde aquella fecha han
transcurrido ya 75 años, ocasión que ahora estamos celebrando. Se trata de una
larga historia que estuvo precedida por diversos avatares, fundamentalmente
políticos y económicos, hasta que el proyecto pudo ver la luz. Del proceso
previo, del nacimiento del periódico y de su evolución en los primeros años
vamos a ocuparnos aquí.
El
Director del Diario “Lanza”, José Gutiérrez Ortega, siendo entrevistado con
motivo del 20 aniversario de Lanza en 1963
Es imposible acercarse a la historia de Lanza sin
detenerse en el libro “El diario Lanza, un periódico singular. Recuerdos de un
director” (Instituto de Estudios Manchegos, 1985), obra de Carlos María San
Martín, miembro de la redacción que lo puso en marcha hace 75 años. San Martín
fue primero subdirector del diario y luego, 26 años después, se hizo cargo de
la dirección. El libro tiene el valor de ser el testimonio de uno de los
protagonistas del nacimiento del periódico. Una visión de primera mano de la
que nos valemos en gran parte de lo que sigue.
También es imposible hablar del origen
de Lanza sin encajarlo en su contexto histórico-político. España prácticamente
acababa de salir de la guerra civil con Franco victorioso. Eran años de
generalizada miseria, de hambre, de cartillas de racionamiento, de represión,
de aislamiento. La provincia de Ciudad Real, como todo el sur del país, no solo
no era una excepción sino posiblemente uno de los territorios donde todo eso,
agravado por su secular atraso en todos los órdenes, se vivió con mayor
crudeza.
El régimen franquista estaba
configurándose institucionalmente con la muleta ideológica del falangismo y
para desarrollarse e implantarse socialmente necesitaba medios de propaganda.
Ahí es donde surge la idea de crear un medio de comunicación provincial. Como
el resto de España, Ciudad Real había vivido en el primer tercio del siglo XX,
y especialmente durante la II República, un cierto florecimiento periodístico.
Numerosas cabeceras habían surgido en esos años, aunque casi ninguna de ellas
disfrutó una larga vida.
El Pueblo Manchego fue una de las pocas
excepciones y es un antecedente directo de Lanza. Activo con ese nombre hasta
los primeros meses de la guerra, fue incautado por los socialistas, que
editaron en sus talleres el periódico Avance.
Según explica San Martín, dada la
imposibilidad económica de que un proyecto semejante surgiera en esos años del
ámbito privado –de hecho, el primero no llegó hasta 1990–, la primera
iniciativa para editar un diario provincial partió de la Diputación, pero el
proyecto chocó con la negativa del teniente general Moscardó, que entonces
presidía el consejo de El Alcázar, periódico que contaba con una delegación en
Ciudad Real y editaba páginas especiales para la provincia.
Fue entonces cuando José Gutiérrez
Ortega, jefe provincial de FET de las JONS, recurrió a su amigo Juan Aparicio,
delegado nacional de Prensa en el gobierno y en Falange. Aparicio dio
facilidades, aunque finalmente el permiso fue denegado al no poder garantizar
los promotores una cierta tirada y un número mínimo de suscripciones.
Una
fórmula “sui generis”
Por fin, como relata San Martín, se optó
por una fórmula “sui generis” y jurídicamente “inestable”, aunque sirvió para
poner en marcha el proyecto. La solución que se adoptó fue que la Delegación
Nacional de Prensa permitió que el nuevo periódico fuera editado por el Consejo
Provincial de Ordenación Económica, un órgano consultivo de la Delegación
Provincial de Sindicatos “sin personalidad jurídica para editar un periódico”,
en palabras del exdirector de Lanza. Para redondear lo “ingenioso” de la
operación, San Martin recuerda que Sindicatos dependía orgánicamente de la
Jefatura Provincial de FET de las JONS. De este modo, el periódico no
pertenecía “de iure” a la Jefatura de Falange, aunque sí “de facto”.
Una vez salvados los obstáculos
administrativos, el 20 de marzo de 1943, en el seno del Consejo de Ordenación
Económica se oficializa la creación del periódico. En esa sesión, Gutiérrez
Ortega, que la presidía, habló de la “imprescindible necesidad” y de la
“conveniencia política” de publicar un
diario “que cumpla la elevada misión de difundir los postulados que encarna
nuestro Movimiento”.
Los promotores eligieron el nombre de Lanza por evocar a Don Quijote y por tener dos sílabas, lo que facilitaba ser ‘voceado’ en la calle para su venta.
Ya solo era cuestión de aguardar la
salida del primer número. La tarde del 20 de mayo de 1943 muchos curiosos se
agolpaban en el número 10 de la calle Calatrava esperando la salida del nuevo
periódico. En esa dirección estaban los talleres de la Editorial Calatrava, antigua
titular del diario El Pueblo Manchego, cabecera vinculada a Editorial Católica
(El Debate, Ya). Lanza había llegado a un acuerdo económico con esta empresa
para imprimir allí el periódico y aprovechar sus instalaciones, sus medios y su
personal técnico. San Martín explica en su libro que Editorial Calatrava
contaba con medios que resultaron muy útiles a Lanza, como un teletipo, dos
linotipias y dos máquinas planas de impresión. Disponía además de un taller de
fotograbado, no muy frecuente en los periódicos de provincias. Para asumir los
primeros gastos del periódico (papel, nóminas, etc.) se contó con una
aportación de 100.000 pesetas por parte de la Diputación, presidida entonces
por Evaristo Martín Freire.
Volviendo a la tarde del 20 de mayo, los
curiosos debieron esperar un buen rato porque problemas técnicos retrasaron la
salida del primer número. “¡Ha salido Lanza!”, pudo oírse finalmente por las
calles de Ciudad Real cuando los vendedores del nuevo diario salieron de los
talleres con la tinta fresca de los primeros ejemplares en las manos.
Aquel primer número, a 25 céntimos el
ejemplar, constaba de ocho páginas de forma extraordinaria porque en adelante
saldría con seis. “Lanza, diario gráfico de la tarde”, podía leerse en la
mancheta. La portada, además, venía adornada con el yugo y las flechas
falangistas y sendos retratos de Franco y José Antonio. También aparecían dos
artículos editoriales, relativos ambos al nuevo periódico: “No hay imposibles”
y “¡Ha salido Lanza!”, eran sus títulos.
En aquellos primeros tiempos ocupaba un
espacio considerable la información internacional, monopolizada casi en
exclusiva por las noticias de la segunda guerra mundial, que gozaba a diario de
los honores de la portada. La información nacional se ocupaba con especial
atención de la actividad de los dirigentes del régimen, con los actos
protagonizados por Franco como principal reclamo. Por supuesto, el grueso de la
información se centraba en la capital y en la provincia. Abundaban las idas y
venidas por la provincia del gobernador civil, José María Frontera, y del obispo-prior, Emeterio Echevarría,
llegado a la diócesis un mes antes de la salida de Lanza.
Al parecer, Frontera y Gutiérrez Ortega
no mantenían una relación excesivamente cordial por la difusa jerarquía de sus
cargos –gobernador civil y jefe provincial del movimiento, respectivamente. En
cualquier caso, ese conflicto –real o supuesto—quedó resuelto en 1944 con el
nombramiento de Jacobo Roldán como nuevo gobernador, que, al igual que en resto
de España a partir de ese momento, asumió también la jefatura del Movimiento.
Primer
número con la rotoplana “Dúplex”
La
plantilla
La redacción fundacional de Lanza la
encabezaba Gutiérrez Ortega como director (ya había dirigido el periódico
Patria en Granada, donde trabó amistad con Aparicio). Carlos María San Martín
era el subdirector y Cecilio López Pastor, procedente de El Pueblo Manchego,
era el redactor jefe. Como redactores figuraban Antonio Barriopedro, Luis
Cavanillas, Elías Gómez y Luis Morales (fotógrafo). Eran colaboradores Dulce
Néstor Ramírez (más tarde también redactor), Santos Huélamos, Ponciano Montero
y Ramón Morales. El sacerdote Felipe Lanza era el asesor religioso del
periódico.
En la administración del diario
trabajaban Fulgencio Sánchez de la Nieta como responsable, Manuel González,
Vicente Castillo y Fernando Martínez, que tramitaba la publicidad.
En su libro, San Martín refleja incluso
los salarios de cada uno de los trabajadores. Para hacerse una idea, baste
decir que el director cobraba 1.300 pesetas al mes, aunque los sueldos se
vieron mejorados en enero de 1945.
La impresión y la distribución fueron
los principales quebraderos de cabeza en los primeros meses de vida del
periódico. Aunque Lanza era vespertino, la tirada se iniciaba a las 10 de la
mañana por la lentitud del proceso. Se hacían varios paquetes con los
ejemplares, según su destino. Los más urgentes eran los del tren de Alcázar,
que salía en torno a las seis de la tarde y dejaba el periódico en Miguelturra,
Daimiel, Manzanares y Alcázar. Si se llegaba tarde había que llevar los
paquetes a Daimiel. Después se hacían los paquetes para la venta en la capital
y más tarde, ya sin agobios, para el resto de la provincia: el tren del norte
(Fernán Caballero, Malagón, Fuente el Fresno) y el del sur: Argamasilla de
Calatrava, Puertollano, Almadén. Para la distribución en la zona de Los Montes
y en la de Valdepeñas e Infantes se recurría a coches de línea. El resultado
era que Lanza llegaba a la mayoría de los pueblos al día siguiente. Sólo en
Ciudad Real se vendía por la tarde y, como señala San Martín, “se arbitraron
medios para que Puertollano lo tuviera al anochecer”.
El
primer bien de Lanza
Para resolver estos problemas, el
periódico compró una rotoplana ‘Duplex’ de fabricación suiza y de segunda mano
(databa de comienzos de siglo). Costó 150.000 pesetas y se pagó gracias a
préstamos del propio Gutiérrez Ortega y Martín Freire, entre otros. Su estreno
se produjo el 9 de diciembre de 1944, aprovechando la toma de posesión del
nuevo gobernador civil, Jacobo Roldán. También se aprovechó para cambiar el
subtítulo: ahora sería “Diario de la tarde”. El precio no se alteró, aunque
poco después subió a 30 céntimos. Esa máquina rotoplana, destaca San Martín,
fue el primer bien propio de Lanza.
Pero los problemas no se habían acabado.
Era época de escasez de papel y Lanza salió muchos días con un mermado número
de páginas. Los apagones eran frecuentes, las líneas telefónicas escaseaban y
la red telegráfica estaba todavía en reconstrucción tras la guerra. Todo ello
dificultaba mucho el trabajo en el periódico, desde la recepción de noticias
por el teletipo a la propia impresión del diario.
La última novedad reseñable en Lanza en
la década de los años 40 fue la reducción del tamaño a la mitad. La medida se
adoptó en 1947 y, en esencia, es el formato tabloide que el periódico ha
mantenido desde entonces. Ese formato era ya el de la mayoría de los periódicos
de la época y la decisión se tomó para facilitar la elaboración de los clichés
de publicidad y para rentabilizar más los anuncios.
En aquellos duros años de la posguerra
la provincia era poco menos que un páramo en prácticamente cualquier aspecto
sobre el que se pongan los ojos. Los medios de comunicación no eran una
excepción y Lanza, aun con todos los condicionantes ideológicos que se quiera,
llegó para llenar un hueco evidente. Convivió algún tiempo con la edición que
El Alcázar editaba para Ciudad Real, aunque el periódico de Moscardó no tardó
en abandonar el empeño.
En los años 40 surgieron varias
publicaciones, algunas de carácter cultural, como “Albores del Espíritu”,
aunque por lo general tuvieron una breve vida.
Mención aparte merece la radio. La
primera emisora, la famosa EAJ 65, llegó a Ciudad Real en 1934. Como recuerdan
Francisco Alía, Gustavo Prieto e Isidro Sánchez en su trabajo “Los orígenes de
la radio en Ciudad Real (1924-1959)”, la emisora pasó a denominarse tras la
guerra “Eaj 65 Radio FET y de las JONS Ciudad Real”. Conectaba dos veces al día
con Radio Nacional para transmitir la información oficial y en el resto de la
programación (cuatro horas al día), según el estudio citado, abundaba “la música de baile, zarzuela, ópera o música
española y clásica, radionovelas, información divulgativa local y provincial e
intervenciones en directo de destacadas personalidades del mundo científico y
artístico (Marcos Redondo, Luis Sagi Vela, María Arias, etcétera). Pero se
acentuaron las emisiones religiosas y las intervenciones políticas”.
Carlos Muñoz de Luna, Adjunto a la dirección de Lanza
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