No ha sido localizado el lugar donde se
encontraba la capilla originaria o primera iglesia del convento, lo que sí es
seguro es que estaba dentro del recinto en un espacio habilitado para ello. Lo
más probable es que se tratara de una iglesia pobre y sencilla, situada en la
planta baja, que con el tiempo quedó pequeña, como se deduce de los pagos
realizados, en 1624:
“concertose
con Jose Ruiz maestro de albañilería que había de (hacer) la iglesia del cuarto
bajo en 100 reales se le ha dado a cuenta 50 reales”.
El 26 de febrero de 1622 se inició la
construcción de esta pequeña iglesia o capilla, colocando la primera piedra,
bajo la que se guardaron 16 reales de oro y plata. Gran parte de los gastos en
carpinteros fueron destinados a montar el sagrario.
La escalera de acceso a la segunda
planta, se ubicó en el extremo norte de la galería oeste del patio. Ya en julio
de 1622 encontramos citada la escalera en el libro de fábrica:
“de
tres puertas y tres postigos fue ciento y veintisiete reales…de los cuales para
los umbrales de las puertas de la escalera…”.
Según el libro de fábrica se utilizaron
diferentes materiales, entre los que cabe destacar la piedra procedente del
Castillo de Calatrava La Vieja, que fue empleado como cantera. Esta piedra era
transportada en carretas, en 1622, por el cantero Bartolomé Cordobés hasta
Ciudad Real. Esto es un ejemplo más de cómo los restos de castillos cercanos,
como el de Alarcos, surtían de piedras la construcción de iglesias, como la de
Santiago, y otros conventos de Ciudad Real.
Además de piedra se emplearon el
ladrillo y los ripios, materiales pobres dada la escasez de presupuesto. La
mayor parte de los muros se construyeron con tapiales sobre un zócalo de
piedra. Una vez levantados estos muros se procedía a su enlucido con yeso y a
su pintura con cal, siendo ésta la dinámica constructiva de los muros
principales y, por tanto, de la estructura del convento. También se utilizaron
ladrillos de adobe para los tabiques de separación de las celdas y otras
dependencias.
El claustro
del monasterio antes de su restauración
Otro elemento esencial en esta
construcción será la madera, utilizada en los tirantes (12) para el techo o suelo cuadro, y para la
estructura de la cubierta del tejado. Estos tirantes y vigas se han conservado
hasta la actualidad, recubiertos de carrizo y bovedillas. Eran realizados por
los carpinteros, como queda reflejado en un pago que se le hace a uno de ellos
en agosto de 1622:
“…dieronse
al carpintero a cuenta de las vigas que esta labrando para la obra noventa i
siete reales ”, posteriormente eran rematados por los raspadores. Otros
elementos realizados por los carpinteros son las puertas, ventanas, etc: “compraronse dos ventanas para el refectorio
y cocina en quatro hacendas”(13).
Participaron en las obras artesanos de
distintos oficios, como los canteros, escribanos, caleros, carpinteros,
albañiles, herreros, yeseros, torneros, raspadores, sastres (14), etc. que en su mayoría, según la
documentación existente, eran vecinos de los pueblos cercanos, como los caleros
Rodríguez, de Carrión; Diego, de Pozuelo; o los canteros, también de Carrión.
Durante el proceso de construcción,
fueron abiertas dos cuevas que servirían de despensa y almacén del convento.
Una de ellas se encontraba debajo de las cocinas y fue seguramente destinada
para guardar tinajas, ya que tiene forma lobulada.
La otra cueva serviría de almacén (15), bien de leña o bien de los productos
que se cultivaban en el huerto propio del convento, puesto que desde sus
inicios los religiosos dispusieron de un gran huerto en el espacio que, hoy,
ocupa la plaza de los Mercedarios, y donde un pozo de noria les proporcionaba
agua para el riego y consumo.
En marzo de 1624, ya se producen gastos
referentes a la construcción de la tapia del convento:
“Dieronse
6 reales a un oficial que estuvo y otro tanto a 4 peones por dia y medio que
trabajaron en la cerca del convento”.
El claustro
del monasterio después de su restauración
En cuanto a la noria, tenemos datos de
su construcción desde julio de 1622:
“…de
un albañil i tres peones que trabaxaron en la noria en quince reales”.
Después, se completaría con otros
elementos como cangilones:
“…mas
de quatro docenas de canxilones para la noria, ocho Rs (reales) en aderezar la
noria diex y nueve rs”.
La segunda cueva tenía dos entradas, una
desde el actual claustro y la otra desde el extremo oeste, junto a la actual
puerta principal. Esta segunda entrada tenía un acceso directo al huerto, lo
que facilitaba el almacenamiento de los productos del mismo. La cueva ha
llegado hasta nuestros días, convertida en sótano, tras una ampliación
realizada durante la Guerra Civil.
Ambas cuevas estaban excavadas en roca
caliza y han sido descubiertas y recuperadas durante la rehabilitación actual
del edificio, ya que anteriormente apenas se tenía conocimiento de ellas,
existiendo tan sólo alguna referencia de la segunda.
Con posterioridad, el convento continúa
ampliándose, probablemente gracias a una mayor disposición de dinero y de
espacio. No debemos olvidar que corrían tiempos de crisis económica lo que,
junto con la escasa donación que hizo su benefactor, haría que la obra se
dilatase en el tiempo, forzando a la convivencia de los religiosos con los
albañiles, pintores, etc.
Una de las actuaciones más destacadas
que se realizaron en el convento fue la construcción del claustro principal. El
contrato de su construcción data de febrero de 1639:
“Dieronse
a cuenta a Díaz Romero maestro de la obra (16),
mil reales a cuenta de seis mil en que se concertó a toda costa el claustro
desde los cimientos inclusive a por levantar 6 varas y media de alto (5,20
metros), todo de piedra” (17).
Este claustro que, según su
contratación, debería haber sido todo de piedra, fue terminado en ladrillo,
conservando tan sólo la piedra de la baranda o poyete que rodea el patio.
Incluso se utilizaron ripios para su construcción en dos franjas, una por
encima de los arcos y otra bajo la cornisa del tejado.
El
sótano descubierto de la galería sur
Es significativo observar cómo en la
planta alta de las fachadas del claustro se aprecian dos tipologías constructivas
distintas, posiblemente eso se debe al hecho de que su construcción se llevó a
cabo en distintas etapas, transcurriendo, varios años desde la fecha en que se
concertó, 1639, y la fecha en que aún estaban recibiendo material para su
fábrica en 1657 (18):
“Compraronse
dos mil doscientos y dos ladrillos anchos para el claustro a 3 mrv cada uno… traídos
desde Torralba…”.
Estos ladrillos (19) pueden localizarse en la planta alta del
claustro y en la franja donde se abren las ventanas.
También existen datos sobre el techo de
los corredores de la planta baja, que en un principio serían de artesones de
madera y bovedillas, típico en las construcciones barrocas de esta zona de La
Mancha que aún pueden verse en el espacio habilitado como salida de emergencia
en la esquina sureste del edificio actual:
“…dieronse
a Juan Ruiz ciento cincuenta reales de ochenta bovedillas que hizo en un lienzo
del claustro”.
Pocos años después se le añaden las
bóvedas que hoy podemos contemplar, posiblemente coincidiendo en el tiempo con
la construcción de la nueva iglesia (1674).
A partir de 1655 la construcción del
claustro experimenta un empuje definitivo, dedicando los últimos gastos a
construir las tapias, a traer carros de arena y “cali y quanto”. También está
documentado que en su construcción participaron 86 peones.
Las últimas intervenciones en el
claustro serían la colocación de los suelos de las distintas galerías, que se
hacen, según lo concertado con Félix Lopez, de “ladrillo cortado y raspado”, llegando intacto hasta nuestros días,
ya que nunca ha sido levantado. Para finalizar, fue colocada en el centro del
patio una cruz de piedra sobre una peana del mismo material.
Merece mención aparte la posterior
utilización de este claustro como lugar de enterramiento de los distintos
religiosos que fallecían en el convento. Esta costumbre ha sido muy normal en
la mayoría de monasterios y conventos. El claustro era un lugar sagrado donde
se daba reposo a los cuerpos de los hermanos que morían, mientras que los
religiosos de mayor importancia, como los Priores, eran enterrados en el
interior de las iglesias.
Fuente: “Un Convento,
Un Instituto, Un Museo”. Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha 2005.
Enterramientos
descubiertos en las galerías del claustro
(12) “Mas se compraron veinte y quatro tirantes a
racon de quatro reales y al personal que lo montaron nobenta reales” Agosto
de 1622. AHN, Clero, Libro de fundación y obra del Convento, 1621-1662. Libro
2837.
(13)
Junio
de 1624. AHN, Clero, Libro de
fundación y obra del Convento, 1621-1662. Libro 2837.
(14) Durante la obra
aparecen partidas de gastos destinadas a la “hechura y confección” de los
distintos frontales y casullas que conforman los hábitos de los monjes.
(15)
En
estas cuevas se almacenaban todo tipo de mercancías que necesitasen para su
vida diaria. En los libros de gastos hemos encontrado algunas de ellas, como
son: cera, lejías, trigo, nieve, tabaco, carbón, leña, papel y un largo
etcétera de alimentos como carne, huevos, leche, especies, miel, etc.
(16)
Si
al inicio de la construcción del convento teníamos como maestro de obra al
Maestro Ramírez, más adelante, en la segunda fase de construcción durante la
cual es ampliado, esta responsabilidad recaerá en Díaz Romero, nuevo maestro
que se encarga de la construcción del claustro principal.
(17)
Ultimo
de febrero de 1639. AHN, Clero, Libro de la fundación y obra del Convento. Años
1621-1662. Libro 2837.
(18)
La
obra del claustro se vio paralizada entre los años 1642 y 1655, sin que sepamos
el motivo, que quizá fuese económico.
(19)
En
las últimas obras de rehabilitación del edificio, en los años 2004-2005, al ser
despojado el claustro del revestimiento de cemento con que lo cubrieron en
1905-1906, han aparecido los arcos de la galería baja de ladrillo. En cuanto al
segundo piso, se ha documentado su original aspecto cerrado, abriéndose una
serie de ventanas enmarcadas por una gran corina de ladrillo de un grosor
superior al utilizado en los arcos. De todo ello se deduce que los ladrillos
comprados en 1657 pertenecían a este piso. Todo el claustro está visto en
ladrillo aunque recubierto, en algún momento, de una fina lechada de cal.
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