Apertura
del curso académico. Revista Vida Manchega, 15 de noviembre de 1918
Si hay algo que haya experimentado un
cambio radical en solamente unos años, es la Enseñanza Media. Y no digamos si
nuestro punto de comparación lo remontamos a más de medio siglo.
Por entonces solamente había un centro
oficial de Enseñanza Media en toda la provincia: era el Instituto General
Técnico de Ciudad Real. Ahora, entre Institutos Nacionales, Técnicos, Secciones
Delegadas, Filiales, Colegios reconocidos y autorizados, pasan quizá de los cuarenta,
si no nos quedamos cortos.
El alumnado femenino no existía. Bueno,
estudiaban tan pocas chicas que en muchos cursos no las había y en otros una
sola alumna o dos a lo sumo. La
profesión de la mujer, por aquellas calendas, se sintetizaba en la sigla
sencilla: S.L. (sus labores). ¿Ahora? Ahora estudian casi tantas hembras como
varones y hasta tienen sus Institutos Femeninos, con matrícula de centenares y
miles. Y la verdad es que ellas no desmerecen en inteligencia, listeza, memoria
y fuerza de voluntad, comparadas con los muchachos.
Jóvenes
que obtuvieron matrícula de honor en el curso pasado. Revista Vida Manchega, 15
de noviembre de 1918
La máxima solemnidad era ésta de la
inauguración del curso académico, que se celebraba invariablemente el día 1º de
octubre. Asistían las autoridades enchisteradas de copa las civiles y
rutilantes de condecoraciones las militares. Nunca faltaba el señor Obispo, que
venía a pie desde su frontero palacio, ofreciendo a besar su anillo a diestra y
siniestra. La banda de música daba un concierto, mientras llegaban los
invitados, padres de alumnos en su mayoría, y señoras y señoritas con galas
lujosas y sombreros descomunales. Los profesores más jóvenes las recibían y
obsequiaban con flores naturales. Y los catedráticos, con sus togas negras,
mucetas de azul marino o celeste y birretes con borlas de los mismos colores,
emblemas respectivos de las Facultades de Ciencias y Letras, ocupaban lugares
preferentes del estrado. Los chicos, son jubiloso tropel, llenaban el suntuoso
salón. Comenzaba el acto con la lectura por el Catedrático-Secretario de la
memoria del curso anterior. Seguía luego el reparto de diplomas a los alumnos
que habían obtenido matrícula de honor –había, ¡los muy empollones!, quienes
recibían tantos diplomas como asignaturas- y las ovaciones entusiastas, o los
aplausos de compromiso con que se acogía a los premiados, eran como el refrendo
de la mayor o menor justicia y simpatías. Por último, un Catedrático
pronunciaba una lección y al final el señor Gobernador civil declaraba
inaugurado el curso, que en la reseña del periódico que extractamos era el de
1910-1911.
Al día siguiente comenzaban las
lecciones. Y las clases. Y los estudios. Y los apuros. Y las travesuras,
también. Algunos catedráticos explicaban en clase con su birrete y todo. De
mostachos y barbas no hay que hablar, porque parece que ahora vuelven a estar
de moda.
El lector que ronde los sesenta y un
pico largo recordará quizás al sabio don Maximiano de Régil: casi ciego, aún
desempeñaba la cátedra de Geografía e Historia. Llamaba al alumno con voz
débil, pero bien perceptible en el silencio denso de la clase:
-¡Señor Pérez!
Y perecillo, que apenas alzaba tres
palmos del suelo, subía a la plataforma como si fuese al patíbulo y temblaba
azorado ante aquella figura imponente, severa, mayestática.
¿Ahora? Bueno, lo de ahora vamos a
dejarlo, máxime hallándonos en vísperas de otra honda transformación. ¿Mejor
aquello? ¿Peor? ¡Completamente distinto… y basta!
Francisco
Pérez Fernández. Efemérides Manchegas. Diario Lanza 1 de octubre de 1970
El
profesor Emilio Bernabeu en la puerta del instituto junto alumnos del
mencionado centro. Revista Vida Manchega, 10 de abril de 1913
No hay comentarios:
Publicar un comentario