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lunes, 18 de junio de 2018

1 DE OCTUBRE DE 1910: INAUGURACIÓN DEL CURSO ACADÉMICO


Apertura del curso académico. Revista Vida Manchega, 15 de noviembre de 1918

Si hay algo que haya experimentado un cambio radical en solamente unos años, es la Enseñanza Media. Y no digamos si nuestro punto de comparación lo remontamos a más de medio siglo.

Por entonces solamente había un centro oficial de Enseñanza Media en toda la provincia: era el Instituto General Técnico de Ciudad Real. Ahora, entre Institutos Nacionales, Técnicos, Secciones Delegadas, Filiales, Colegios reconocidos y autorizados, pasan quizá de los cuarenta, si no nos quedamos cortos.

El alumnado femenino no existía. Bueno, estudiaban tan pocas chicas que en muchos cursos no las había y en otros una sola alumna o dos a lo sumo.  La profesión de la mujer, por aquellas calendas, se sintetizaba en la sigla sencilla: S.L. (sus labores). ¿Ahora? Ahora estudian casi tantas hembras como varones y hasta tienen sus Institutos Femeninos, con matrícula de centenares y miles. Y la verdad es que ellas no desmerecen en inteligencia, listeza, memoria y fuerza de voluntad, comparadas con los muchachos.

Jóvenes que obtuvieron matrícula de honor en el curso pasado. Revista Vida Manchega, 15 de noviembre de 1918

La máxima solemnidad era ésta de la inauguración del curso académico, que se celebraba invariablemente el día 1º de octubre. Asistían las autoridades enchisteradas de copa las civiles y rutilantes de condecoraciones las militares. Nunca faltaba el señor Obispo, que venía a pie desde su frontero palacio, ofreciendo a besar su anillo a diestra y siniestra. La banda de música daba un concierto, mientras llegaban los invitados, padres de alumnos en su mayoría, y señoras y señoritas con galas lujosas y sombreros descomunales. Los profesores más jóvenes las recibían y obsequiaban con flores naturales. Y los catedráticos, con sus togas negras, mucetas de azul marino o celeste y birretes con borlas de los mismos colores, emblemas respectivos de las Facultades de Ciencias y Letras, ocupaban lugares preferentes del estrado. Los chicos, son jubiloso tropel, llenaban el suntuoso salón. Comenzaba el acto con la lectura por el Catedrático-Secretario de la memoria del curso anterior. Seguía luego el reparto de diplomas a los alumnos que habían obtenido matrícula de honor –había, ¡los muy empollones!, quienes recibían tantos diplomas como asignaturas- y las ovaciones entusiastas, o los aplausos de compromiso con que se acogía a los premiados, eran como el refrendo de la mayor o menor justicia y simpatías. Por último, un Catedrático pronunciaba una lección y al final el señor Gobernador civil declaraba inaugurado el curso, que en la reseña del periódico que extractamos era el de 1910-1911.

Al día siguiente comenzaban las lecciones. Y las clases. Y los estudios. Y los apuros. Y las travesuras, también. Algunos catedráticos explicaban en clase con su birrete y todo. De mostachos y barbas no hay que hablar, porque parece que ahora vuelven a estar de moda.

El lector que ronde los sesenta y un pico largo recordará quizás al sabio don Maximiano de Régil: casi ciego, aún desempeñaba la cátedra de Geografía e Historia. Llamaba al alumno con voz débil, pero bien perceptible en el silencio denso de la clase:

-¡Señor Pérez!

Y perecillo, que apenas alzaba tres palmos del suelo, subía a la plataforma como si fuese al patíbulo y temblaba azorado ante aquella figura imponente, severa, mayestática.

¿Ahora? Bueno, lo de ahora vamos a dejarlo, máxime hallándonos en vísperas de otra honda transformación. ¿Mejor aquello? ¿Peor? ¡Completamente distinto… y basta!

Francisco Pérez Fernández. Efemérides Manchegas. Diario Lanza 1 de octubre de 1970

El profesor Emilio Bernabeu en la puerta del instituto junto alumnos del mencionado centro. Revista Vida Manchega, 10 de abril de 1913

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