Vista
de la fachada del Instituto Popular de la Concepción
Una vez inaugurada la Casa Popular de
Nuestra Señora del Prado en agosto de 1914, esta comenzó pasado el verano a funcionar,
como escuela nocturna para obreros, lugar donde se impartía cursos
catequísticos a niños y niñas, y como sede de varias instituciones, entre las
que se encontraba el Sindicato Agrícola Católico de Ciudad Real, que abrió
también en este edificio la Caja de Ahorros y Préstamos del sindicato.
En febrero de 1915 haría su entrada en
Ciudad Real como nuevo Obispo-Prior, D. Javier Irastorza y Loinaz, un obispo
vasco que conocía bien nuestra diócesis, ya que desde 1905 residía en nuestra
ciudad, año que fue nombrado Secretario de Cámara del obispado. Después ocuparía
otros puestos en la catedral como canónigo y en 1909 el Obispo Gandásegui lo
haría Provisor y Vicario general de la Diócesis; por lo que conocía bien las
intenciones de Gandásegui de convertir la Casa Popular en un centro de atención
a las clases más necesitadas.
Dos meses después de que tomara posesión de
nuestra diócesis el Obispo Irastorza, se produciría un hecho que marcaria el
destino de la Casa Popular, y la llegada de los Marianistas a nuestra ciudad. A
finales de abril de 1915, fallecería en Madrid Dª. Concepción Medrano y
Maldonado, la prensa nacional se hacía eco de este fallecimiento y el periódico
“La Correspondencia de España diario
universal de noticias”, publicaba la siguiente nota en su número 20897 del 30
de abril de 1915: “CASTILLA LA NUEVA.
Legado de una Casa de Caridad. Ciudad Real (Jueves, noche). En el convento de
las Comendadoras de Santiago, de Madrid, ha fallecido la ilustre dama, de
abolengo manchego, doña Concepción Medrano, viuda de Madariaga. La finada se
recluyó en dicho convento apenada por el fallecimiento de su esposo.
En
sus disposiciones testamentarias dispone cuantiosas mandas piadosas y deja un
legado de 85.500 duros al obispado de Ciudad Real para fundar una Casa de
Caridad”.
En la catedral de Ciudad Real se realizaría un solemne funeral en su memoria el
10 de mayo de 1915, al que asistieron a parte de sus familiares, el
Obispo-Prior, el Cabildo Catedral, párrocos de la ciudad, claustro de
profesores del seminario y órdenes religiosas.
Entrada
al Instituto
Recibido el legado de 400.000 pesetas en
el obispado, el Obispo-Prior Irastorza decide con ese dinero fundar el Instituto Popular de la
Concepción, en la hasta ahora Casa Popular de Nuestra Señora del Prado, destinandolo
a la enseñanza cristiana. El nombre de Instituto Popular de la Concepción, lo
recibiría en honor de Dª Concepción Medrano, y la escritura de fundación se
redactó por el notario madrileño, D. Alejandro Arizcun y Moreno, en la capital
de España el 21 de octubre de 1915.
En la escritura de la fundación se hacía
constar sus fines, que serian la
enseñanza y formación gratuita cristiana de maestros, el sostenimiento de una
escuela gratuita de primera enseñanza, la enseñanza gratuita de artes y
oficios, el sostenimiento de una catequesis y patronato interparroquiales, la
creación de una biblioteca popular y un círculo de estudios sociales. De los
beneficios de la fundación podían gozar «los niños y obreros que residan
habitualmente en Ciudad Real, pero siendo preferidos los hijos de los socios de
las instituciones sindicales o sociales católicas». El patronato estaba
presidido por el vicario general del obispado y sus vocales eran un canónigo de
la iglesia catedral, un párroco de Ciudad Real y el habilitado del clero. El 5
de febrero de 1916 el ministerio de Instrucción pública declaraba la escritura
de la fundación del Instituto popular de la Concepción.
Uno
de los patios con los que contó la institución
Pero el Obispo Irastorza, al igual que
hizo su antecesor, intentó poner la dirección del patronato en manos de una congregación
religiosa que lo dirigiera, llamando a los marianistas, a los que conoció
durante su estancia en San Sebastián. Los marianistas pertenecian a la congregación religiosa de la Compañia de Maria, fundada por el beato Guillermo José Chaminade en 1817.
En agosto de 1915, se puso al habla con el padre provincial Delmas. El experimentado provincial, después de tantos años de gobierno, sin negar ni afirmar nada decidió comenzar «y después se vería». En el contrato con la Compañía de María, se especificaba que se comenzaría con 3 clases gratuitas de primera enseñanza y 1 de preparación para seguir estudios de mecánica y de comercio. No debía haber más de 40 alumnos en cada clase de primaria ni más de 30 en la de comercio. Por lo que respecta a la enseñanza de magisterio, no se tomaba ningún acuerdo previo hasta que la Compañía poseyera personal que le permita tomar a su cargo la preparación de estos alumnos. La aceptación de los alumnos era competencia del director marianista. En la cuestión económica, el comité pagaba el alojamiento de los profesores y de los alumnos gratuitos y se encargaba de proporcionar el material escolar y de los premios necesarios para estimular a los alumnos. Dado que la sección de gratuitos no aportaría ningún beneficio económico a los religiosos, monseñor Irastorza permitió a la Compañía establecer, cuando a ella le pareciera oportuno, las secciones de enseñanza de pago de primaria, ingreso al bachillerato y a la sección de comercio. El contrato acordaba que los marianistas aplicarían sus propios métodos de enseñanza y que su trabajo escolar no sería inspeccionado nada más que por sus superiores religiosos.
En agosto de 1915, se puso al habla con el padre provincial Delmas. El experimentado provincial, después de tantos años de gobierno, sin negar ni afirmar nada decidió comenzar «y después se vería». En el contrato con la Compañía de María, se especificaba que se comenzaría con 3 clases gratuitas de primera enseñanza y 1 de preparación para seguir estudios de mecánica y de comercio. No debía haber más de 40 alumnos en cada clase de primaria ni más de 30 en la de comercio. Por lo que respecta a la enseñanza de magisterio, no se tomaba ningún acuerdo previo hasta que la Compañía poseyera personal que le permita tomar a su cargo la preparación de estos alumnos. La aceptación de los alumnos era competencia del director marianista. En la cuestión económica, el comité pagaba el alojamiento de los profesores y de los alumnos gratuitos y se encargaba de proporcionar el material escolar y de los premios necesarios para estimular a los alumnos. Dado que la sección de gratuitos no aportaría ningún beneficio económico a los religiosos, monseñor Irastorza permitió a la Compañía establecer, cuando a ella le pareciera oportuno, las secciones de enseñanza de pago de primaria, ingreso al bachillerato y a la sección de comercio. El contrato acordaba que los marianistas aplicarían sus propios métodos de enseñanza y que su trabajo escolar no sería inspeccionado nada más que por sus superiores religiosos.
Escritura publicada en el año 1916 de la fundación del Instituto Popular de la Concepción
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