Seguro que muchas personas desconocen
que en la Plaza Mayor de Ciudad Real, aun se conserva la edificación de una
vieja posada del siglo XVIII, la Posada del Sol, que formaba parte del antiguo
Camino Real de Postas de Madrid a Sevilla.
Una posada era un establecimiento
hotelero donde los viajeros podían encontrar alojamiento y usualmente comida y
bebida. La Posada del Sol ciudadrealeña aparece documentada en el Catrasto del
Marqués de la Ensenada de 1751, concretamente en el Libro Secular de
Familias H-616, página 64, que está depositado en el Archivo
Histórico Provincial de Ciudad Real, figurando como “Casa de morada”.
Como he dicho la Posada del Sol formaba
parte del camino de Postas de Madrid a Sevilla, principal vía de comunicación
durante siglos de Castilla con Andalucía, siendo Ciudad Real lugar donde
finalizaba una etapa del viaje y donde se hacía noche. Esta posada siguió
funcionando hasta mediados del siglo XX, ya que D. Cecilio López Pastor en su
obra “Pequeña historia local: Ciudad
Real, Medio siglo de su comercio”, cuando habla de la Plaza Mayor dice lo
siguiente: “Y ya llegamos al 16, que era
una de las posadas que había en la Plaza. Esta era la llamada de "El
Sol", que fue de la Josefa y posteriormente de Pepe y Peñasco, donde
paraban las diligencias (coches de mulas) que llegaban diariamente de
Piedrabuena y otros pueblos con viajeros y encargos”.
La antigua Posada del Sol situada en lo
que en otra época se llamaron los portales tristes, es junto a la antigua Casa
Consistorial, actual Casa del Arco, las dos edificaciones más antiguas que se
conservan en nuestra Plaza Mayor, aparte de ser el único resto que guarda en su
fachada, la reforma que sufrieron todas las edificaciones de este espacio público
en 1860. Es una fachada de dos alturas,
teniendo la del primer piso balcones con poco vuelo y arcos de medio punto, y
en el segundo ventanas con arco de círculo rebajado y balaustrada con gracioso
dibujo.
En un extremo de su fachada y en la
parte baja, aparece una portada con pilastras de piedra de sillería, que da
acceso a una puerta tras la cual existe gran corralón, que se encuentra en su
interior y que debió ser el lugar donde paraban los carruajes y descansaban las
bestias que tiraban de ellos.
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