Vista
de la Plaza Mayor en los años veinte del pasado siglo
El siguiente momento en esta secuencia
de transformaciones, va a producirse con el concurso de Proyectos de 1929. El
acuerdo se adoptó inicialmente en sesión de la Comisión Permanente el 14 de
febrero de 1929, produciéndose la aprobación de las bases del citado concurso
el 15 de mayo de dicho año. Estas formulan el concurso dejando claro que se
trata solamente de ornamentar la Plaza de la Constitución, y estableciendo
libertad en el tratamiento estilístico.
“…estima
procedente abrir un concurso entre arquitectos para la presentación de
proyectos y que éstos se rijan por las condiciones siguientes:
1ª.
Es objeto del concurso, la presentación de proyecto de ornamentación de la
Plaza de la Constitución.
2ª.
Los concursantes tendrán en cuenta que la Plaza mencionada forma un rectángulo,
de cuyos lados hay que decorar tres, por estar el cuarto ocupado por la Casa
Consistorial; que las casas tienen tres plantas, baja principal y segunda, la
baja con soportales de tres metros de profundidad como término medio; y que los
espacios correspondientes a los machones son de dos metros noventa centímetros.
3ª.
Las alturas de cada una de las plantas, quedan a elección de los concursantes,
teniendo que colocar un hueco, por lo menos, en cada una de ellas. La planta
principal, llevará un balcón corrido de un metro de vuelo. El edificio en la
parte de fachada irá cubierto con azotea.
4ª.
El estilo para la ornamentación es completamente libre: pero se preferirá aquel
que recuerde al de las plazas castellanas;
……..
8ª.
El jurado será designado oportunamente por el Excmo. Ayuntamiento, examinará
los proyectos que se presenten y hará la correspondiente propuesta, o los
desechará todos si no los estima aceptables.
9ª.
El Excmo. Ayuntamiento elegirá el proyecto que estime preferible el cual
quedará propiedad del mismo para los efectos que considere procedentes.
10ª.
El arquitecto autor del proyecto elegido se le concederá un premio de 2.000
pesetas.
Ciudad
Real 15 de Mayo de 1929”. (16)
Otra
vista de la Plaza Mayor desde el arco del desaparecido Ayuntamiento
En el concurso se produce la
participación de tres proyectos, que se presentan bajo los temas HISPANIA,
CASTILLA y RUIDERA. El trabajo HISPANIA pertenece a Telmo Sánchez y Octavio de
Toledo, el trabajo CASTILLA es de Joaquín Muro y RUIDERA es de Manuel Saenz de
Vicuña. El jurado calificador quedó constituido por D. Gregorio Yaner, D, Angel
Andrade, D. Jerónimo López-Salazar y D. José Arias. En reunión celebrada el 10
de julio acuerdan proponer unánimemente el trabajo presentado bajo el lema
CASTILLA. En el acta, que al efecto se levanta, se introducen varias
modificaciones, que a juicio del jurado deben ser tenidas en cuenta en el
trabajo seleccionado.
“…acuerdan
por unanimidad proponer como premio del mencionado concurso el trabajo que
lleva por lema CASTILLA, siempre que el autor está dispuesto a introducir las
siguientes modificaciones:
1ª.
Que la altura total hasta la cornisa sea de 11,50 metros para que no rebase la
del Ayuntamiento.
2ª.
Que las columnas de planta baja sean de fundición a fin de disminuir su sección
y no entorpezcan el tránsito.
3ª.
Que en la planta 2ª solo existan dos huecos por cada espacio de 2,90 de
anchura.
4ª.
Supresión de los pináculos del antepecho de la azotea” (17)
De esta forma el concurso quedaba
zanjado. Antes de proseguir, entendemos conveniente efectuar algunas
precisiones a todo lo expuesto.
Llama, la atención, en primer lugar, que
la convocatorio del concurso se produzca estrictamente en términos de “ornamentación”
y “decoración”, no existiendo en ningún momento la intención de acometer
reformas más profundas. Por vez primera, no se va a recurrir en la exposición
de motivos que aconsejan las obras de ornato, al hasta ahora tópico recurso del
“decoro” necesario para tal espacio. La libertad estilística que se propugnaba en
las bases, queda luego parcialmente rectificada, al introducir la preferencia
por aquellas ideas que recuerden a las plazas castellanas. Aquí el tópico es
utilizado de forma contundente. Porque “plazas castellanas” para denominar unas
adscripción formal no deja de ser una vaguedad. Tan castellana será la plaza de
Salamanca, la Mayor de Madrid o la de Almagro, dentro de su bien matizadas
diferencias. Finalmente indicar que la elección del proyecto ganador, tiene por
parte del jurado, una notable filiación estética a ideas y maneras de entender
la representatividad de un espacio en función de aspectos puramente
ornamentales.
Proyectos
de reforma de la Plaza Mayor de 1929 y 1934
De los restantes proyectos solo tenemos
noticias de la Memoria de trabajo HISPANIA, por lo que resulta aventurado
formular hipótesis de las posibles alternativas que se habrían abierto con los
otros modelos de reforma. De la lectura de la citada memoria, parece desprender
que Telmo Sánchez plantea dos posibles alternativas en la reforma de la Plaza.
“…
Hemos tenido en cuenta, de acuerdo con las bases el ancho de cada espacio y la
profundidad del soportal y ofrecemos dos soluciones. La primera se ajustará a
la altura del soportal más amplio hoy existente y dando a los pisos las alturas
de la casa donde se instala el Banco Hispano Americano, de reciente
construcción. Y la segunda, variando las alturas y construyendo arcos, ésta
segunda nos parece de más difícil realización, por que entendemos que la
reforma de la Plaza se habrá de hacer paulatinamente y a medida que cada
propietario realice obras en su finca, por lo que la primera solución será la
más factible pues solo exigirá la variación del decorado de las hechas
recientemente” (18)
El trabajo ganador, con las
modificaciones introducidas por el jurado va a suponer la tercera aportación
sobre el tratamiento de las edificaciones de la Plaza. Cerrándose en alguna
medida el ciclo de modelos sobre las reformas formales. El posibilismo gradual
de todas ellas ha sido constante fundamental de estos sesenta años, perdiéndose
quizá la posibilidad de una intervención, que contemplara no solo el aspecto
formal, sino que hubiera tratado de regularizar parcelas, al objeto de
propiciar una renovación edificatoria más profunda.
En suma, las reformas se han planteado
más como operaciones de ornamentación, entendidas éstas como maquillajes a
plantear sobre los paramentos de las edificaciones. Produciéndose por lo tanto,
el divorcio parcial entre las plantas y los alzados, ya que se trataba de
organizar una altimetría compuesta regularmente sobre plantas de configuración
muy irregular. La subdivisión de las propiedades había generado de esta forma
una parcela en la que la tipología edificatoria quedaba altamente condicionada
y por ende impedía una morfología urbana capaz de producir una secuencia
repetida. La opción habría sido intervenir como antes comentábamos, esto es
producir una reordenación de parcelas, capaces de posibilitar desarrollos
edificarios cuya morfología tuviera una repercusión urbana válida. Es decir la
alternativa habría sido proceder de dentro hacía fuera. Las opciones vistas, se
limitaban a actuar en sentido inverso, de fuera a dentro.
En el mismo año del concurso, se va a
producir la reforma de la torre, quedando ahora con el cuerpo superior, donde
se alojaría el nuevo reloj. La proposición que establecía tal acuerdo databa de
1927.
La
Plaza Mayor con las reformas de sus edificios de los años 19 y 29 del pasado
siglo
“es
de necesidad imperiosa, la instalación de nuevo reloj en la torre de la Casa
Consistorial, a causa de estar el existente en la actualidad en malas
condiciones, por los muchos años que tiene de funcionamiento, y no cubrir las
exigencias de la población que por su mucha extensión, no es lo suficientemente
sonora su campana, razón por la cual no se perciben los sonidos en gran parte
de aquella.
Por
lo expuesto, propongo se adquiera un nuevo reloj para la torre de la Casa
Consistorial, con 2 esferas luminosas y a condición de que sea un sistema que
dé los cuartos, las medias y las horas, haciendo más fácil el conocimiento del
horario oficial en nuestra población”. (19)
De esta forma, la antigua silueta, se va
a transformar, según proyecto de Arias, en la torre que subsistió hasta la
demolición del edificio. La agregación del cuerpo citado, hizo que la torre
perdiera la esbeltez primitiva, ya que se produjo la sustitución del remate del
hierro, por un cuerpo de fábrica.
En los años sucesivos van a producirse
una serie de obras complementarias tendentes a introducir mejoras diversas. Así
en 1930 se formula el proyecto de evacuatorio público (arquitecto, José Arias),
sin que llegara a realizarse. En 1933, se acomete el solado del centro de la
Plaza “a fin de evitar el barro que se
forma por las lluvias y formar de esta manera un salón que pueda servir de
paseo para el público y evitar el tránsito por la calzada del mismo con el
consiguiente peligro” (20). Con dichas
obras, la Plaza va adquirir la fisonomía definitiva que tuvo en los años 40 y
50. Simultáneamente se fueron produciendo otras transformaciones: así las plantaciones
arbustivas, la reposición de bancos, fuentes, elementos de alumbrado y
jardines.
El modelo de proyecto adoptado en 1929,
va a ser con las modificaciones señaladas, introducido ya en 1934 en la casa de
D. Gregorio Fernández en el lado oeste de la Plaza. En 1935 se efectúa la casa
de D. Manuel Serrano, siendo redactados ambos proyectos por D. José Arias. Las
innovaciones presentadas son las ya aludidas en el acta del jurado del concurso.
Con estas actuaciones se va a producir el encuentro de los tres modelos
propuestos en momentos distintos; comenzando de alguna forma la disolución de
la imagen unitaria que habría otorgado al recinto homogeneidad formal.
Alejandro
Moyano-José Rivero. Revista ALMUD, nº 4 (1981)
(16)
Archivo
histórico municipal.
(17) A.H.M.
(18) A.H.M.
(19) A.H.M.
(20) A.H.M.
Fotografía
coloreada de la Plaza Mayor de los años treinta en la que podemos ver las
reformas introducidas en aquellos años
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