Decía en mi artículo anterior, cuando
hablaba de “Los Terreros”, que don Agustín Salido, autor de la gran obra de la
desecación de aquellas lagunas, había puesto la primera piedra para la
construcción de las actuales Casas Consistoriales de Ciudad Real.
En el archivo Municipal, en el libro de
actas correspondiente, figura la de la sesión celebrada en 22 de enero de 1868,
hace cien años, bajo la presidencia de don Agustín Salido, en la que se acordó
se pusiera la primera piedra a un edificio de nueva planta para Casas Consistoriales.
El acto debía celebrase al día siguiente, “día de S.A.R. el Serenísimo Sr. Príncipe
don Alfonso”, acordándose al mismo tiempo: “que
se impriman papeletas de invitación, para que las autoridades, corporaciones y
demás personas notables de la ciudad, concurran a estas Casas Consistoriales,
para que acompañadas de este municipio se dirijan a la Parroquial de San Pedro
Apóstol, a la función cívica que en ella se ha de celebrar con tal motivo,
imprimiéndose también el programa que acompañará a cada invitación para que se
haga más solemne”.
Una copia literal de esta parte del
acta, se colocó en una caja de plomo y se depositó bajo la piedra.
En la misma acta dice: “Que los gastos que se originen en dicha
función, los comprenda el señor alcalde en el presupuesto adicional al
ordinario que rige en el corriente año
económico y ha de someterse a la aprobación de la autoridad superior civil”.
Y por último: “se acordó nombrar a don Juan Bautista Borja, vocal de la junta de
Socorro para los desgraciados de Filipinas y Puerto Rico, en lugar de don José
Sotero que ha dejado de ser concejal”.
Formó el proyecto del nuevo edificio el arquitecto
don Cirilo Vara y Soria, emplazándolo sobre el antiguo Pósito municipal y sobre
los arcos que cerraban la Plaza al Mediodía. La construcción se adjudicó en
pública subasta a don Joaquín Casado en 44.153 escudos con 495 milésimas.
La primera Casa Consistorial que se
conoce estaba situada frente al actual Ayuntamiento en la llamada Alcaná de San
Antonio, edificio que ardió en 1396. La manzana de casas, de la que formaba
parte el edificio incendiado, constituía en sus pisos bajos las tiendas del
comercio en su mayoría propiedad de los judíos, y se caracterizaba porque,
sobre las puertas de entrada y debajo de los balcones, había tejadillos de
medio metro de largo.
Al quedarse Villa Real sin casa
Ayuntamiento, los ediles se reunían para celebrar sus sesiones en el trascoro
de la iglesia de San Pedro. El acta de la sesión en la que se acordó la
donación por el Ayuntamiento del Compás a la Orden de Santo Domingo, dice: “Nos el Concejo, Corregidor e Alcaldes e
Alguacil e Regidores, Caballeros e Escuderos e Jurados e Omes Buenos de la
Villa de Villa Real, estando todos juntos a una Concordia e una voluntad a
Campana Repicada en el Cimenterio de la Iglesia de San Pedro… Lunes trece días
de junio de mill e quatrocientos e siete años”.
En las Cortes de Toledo de 1.480 se
mandó expresamente, que se construyan “casas
grandes y bien fechas” en todas las ciudades y villa principales para
tratar de los asuntos del común. Aprovechando este Concejo la estancia de doña
Isabel la Católica en esta ciudad, en el mes de octubre de 1.484, pidió y
obtuvo la casa y tienda confiscada al judaizante Alvar Díaz, situada en la
Plaza y calle de la Correhería, (hoy María Cristina), para edificar Casa
Consistorial. Los Reyes Católicos decían: “nos
fue fecha relación que vosotros non tenyades casa señalada de Ayuntamtº… según
soys obligados a la tener e que por ser esa Cibdad pobre de propios e rentas
fasta agora non avedes podido cumplir ni facer la dha casa de ayuntamtº…”.
Hizo el plano y dirigió la obra el maestro don Manuel Pérez de Valenzuela. No
creo que consiguiera verla terminada, porque cuarenta y dos años después, en
1526, concedía el Emperador y su madre doña Juana, autorización para hacer un reparto
de 120.000 maravedís con los que completar su construcción. Cuando se inauguró
el nuevo edificio, tenía su capilla dedicada a la Purísima Concepción de
Nuestra Señora, la que se bendijo y abrió al culto en 1528. Por toda la fachada
tenía un corredor de madera, el que se derribó en 1741 sustituyendo los postes
que le sostenían, por arcos de mampostería; tendiendo un balcón de hierro.
El señor Díaz Jurado dice, que mientras
no existió casa Ayuntamiento, los privilegios y papeles de la ciudad se conservaron
en un hueco del altar mayor de la iglesia de San Pedro, al lado de la Epístola,
en un cajón, que aún existía en su tiempo.
El terremoto de 1755, causó aquí, como
en los demás edificios de nuestra ciudad, entre ellos el Alcázar, graves
desperfectos. Diez años después se incendió, quedando ileso el archivo. Otras
cosas de valor desaparecieron, ya que en 1767, abonaba el Ayuntamiento 20.434
reales, por las mazas de plata, dalmáticas y banco de terciopelo, todo construido
en Toledo. Los maceros cobraban cada uno sesenta y seis reales anuales de
gratificación.
En 1864 fue declarado el edificio en
estado de ruina, trasladándose la corporación al número seis de la calle de la
Mata, al edificio que después fue Audiencia Provincial y ahora están situadas
las viviendas de empleados municipales. Allí permaneció el Ayuntamiento hasta
su definitivo traslado al actual edificio.
Ramón
González Díaz. Boletín de Información Municipal nº 27, agosto de 1968.
No hay comentarios:
Publicar un comentario