Como ciudarrealeño, no quiero dejar
pasar la oportunidad de homenajear, ahora que el año 2016 se acaba, y dedicar
unas notas en conmemoración del IV centenario de la muerte de Miguel de
Cervantes Saavedra, el inmortal autor que dio a conocer al mundo su grandiosa
obra desarrollada por nuestros lugares manchegos.
Son numerosos los estudios que brindan
argumentos para señalar a un determinado pueblo como “el lugar de la Mancha que
no quiso acordarse…”. Pero tras una inicial criba, tres son los municipios que refieren
más méritos para hacerse con este honor. Un honor que sería como la de aquellos
ilustres hidalgos que pinta Cervantes. Los pueblos que aspiran son numerosos:
Argamasilla de Alba, Villanueva de los Infantes, Mota del Cuervo… y un largo
etcétera.
En nuestro Villanueva de los Infantes,
capital de la comarca del Campo de Montiel, un cartel anticipa al visitante
casi asegurando que este es “El lugar de la Mancha…” En efecto, no hay duda de
la devoción cervantina del dicho municipio, pues en su bellísima Plaza Mayor
vemos un conjunto de esculturas, que muestra a Don Quijote, Sancho y otras
figuras de la inmortal obra. Sabemos que veinte expertos cervantinos visitaron
los pueblos de “la Ruta del Quijote” para localizar el lugar del que Cervantes
“no quería acordarse”. El camino de los pueblos candidatos continúa en
Argamasilla de Alba, que se siente avalada por la historia y por los
“Académicos de la Argamasilla”, que señalan en El Quijote, se reunían en la
botica del pueblo y de los que Cervantes se mofaba. por sus ínfulas literarias.
La Oficina de Turismo del municipio ofrece metas para descifrar el enigma del
lugar de la Mancha, y es en este lugar donde está ubicada la cueva de Medrano,
donde Miguel de Cervantes sufrió cautiverio unos cuatro meses y donde, según la
mayoría de los biógrafos del escritor, pudo entonces concebir El Quijote.
En otro orden de cosas, Cervantes nació
el año de 1547 en Alcalá de Henares. A su madre se la señala como
"cristiana nueva", descendiente de judíos españoles, un grupo culto y
trabajador forzosamente convertido al catolicismo. Su padre fue cirujano,
oficio menor al de médico. Tras su azarosa vida, por un arcabuzazo Cervantes
perdió el uso de la mano izquierda en la batalla de Lepanto. Durante un viaje
de vuelta a España, el manco de Cervantes fue hecho prisionero por piratas
argelinos. Entonces comienzan sus cinco años de cautiverio en Argel, volviendo
liberado a España gracias a los esfuerzos de su familia y de un tal Juan Gil,
fraile trinitario. Después consigue ser recaudador de impuestos atrasados en el
reino de Granada, y para ganarse el sustento desarrollará otros varios oficios.
Cuando pasaba de 58 años, consiguió el
apoyo económico del conde de Lemos que le permitió dedicarse completamente a
escribir. En 1605 Miguel de Cervantes publica la primera parte de “Don Quijote
de la Mancha”.
En 1613 apareció un Quijote apócrifo,
publicado por Avellaneda, quien trató de hacer una continuación de la obra
original, por ello Cervantes decidió escribir la segunda parte de su Don Quijote,
dándole un final que no permitió ninguna continuación. El famoso grabador
francés Gustavo Doré fue el primero en plasmar los maravillosos grabados del
libro. Otra curiosidad fue que Miguel de Cervantes sufrió tartamudez, él mismo
lo confiesa en el prólogo de sus Novelas Ejemplares. Su óbito en 1616 ocurrió cuando contaba 68
años, siendo sepultado en el convento de las Trinitarias Descalzas, pero sin
definir el sitio exacto donde reposan sus restos.
Un dato de interés más es que la
población de Miguelturra aparece en el Quijote por la amistad de Cervantes con
la familia de “los Perlerines”, personajes ricos y reales labradores naturales
de este municipio. Lo vemos en la frase:
“Yo, señor, soy labrador, natural de Miguel Turra (sic), un lugar que está a
dos leguas de Ciudad Real…”, lo pronuncia un labrador, pidiendo a Sancho, ya
gobernador de la Ínsula Barataria, para que interceda a favor de su hijo, para
poder casarse con la hija del rico “Perlines”. Por otro lado, lamento no
recordar un interesante suelto anónimo, de hace unos años, donde aseguraba cómo
Miguel de Cervantes llegó a Ciudad Real para socorrer a la viuda de un
entrañable amigo.
Otro enigma es el misterioso personaje
de Cide Hamete Benengeli, un personaje colateral, supuesto autor moro del origen
de la obra Don Quijote, supuestamente adquirido por Cervantes a Benengeli, con
quien había topado en Toledo, cuyo apellido Benengeli habría utilizado como
inspiración para, entre bromas, atribuir la autoría de su Quijote al sabio
portador de los famosos “cartapacios” con los originales de su novela. El mismo
Cervantes nos cuenta en el capítulo IX: “Estando yo un día en el Alcaná de
Toledo, llegó un muchacho a vender unos cartapacios y papeles viejos a un
sedero… y parece que aquellos
cartapacios contenían la Historia de Don Quijote de la Mancha, cuya
autoría se arrogaba Cide Hamete.
En 1609, Cervantes termina su obra
“Coloquio de los perros”, donde podemos observar su obsesiva e inquietante
preocupación por el tema de su linaje. Cervantes quiso para su obra, en medio
de una sociedad con el criterio racista de la limpieza de sangre, no obstante,
si fue o no converso a pesar de todo, profesó en la Orden Tercera de San
Francisco.
José
Golderos, miembro de número de la Real Asociación Española de Cronistas
Oficiales
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