Si el Ayuntamiento no subvenciona
decorosamente y con tiempo a las Hermandades, no podrán varias de ellas tomar
parte este año en las procesiones pasionarias
La proximidad de la Cuaresma nos incita
a dedicar unas cuartillas a nuestra ya famosa Semana Santa, para informar como
es razón al vecindario, que tan justamente se enorgullece con estas
festividades, las más esplendorosas y atrayentes de la capital, de la
angustiosa situación económica por que atraviesan la mayoría de las Hermandades
Pasionarias, y que, de no recibir estas con la debida anticipación algún
subsidio extraordinario, las colocará en el año actual en el duro trance de
preferir no sacar procesionalmente ni sus “pasos”, si sus Cofrades, antes que
resolverse a hacerlo de una forma raquítica y menguada, que desdiga
notablemente del lucimiento y entusiasmo de años anteriores.
Son muchas las personas –casi todas las
que no intervienen activamente en la enojosa organización de las Cofradías
hasta su presentación al público en los días de Semana Santa- que desconocen
por completo la cantidad de dinero y cúmulo de actividades que precisan movilizar
las Hermandades, no ya para acrecentar como desearan el número de sus “penitentes”;
ni menos para acometer reformas que todavía quedan por introducirse en las
túnicas, emblemas y aún en los mismos “pasos” de algunas de ellas, con los más
elementales principios artísticos de la Iconografía e indumentarias cristianas;
sino simplemente para conservar los elementos de distinto orden, que a fuerza
de una tenacidad ejemplar, avalorada con disgustos, molestias y sacrificios
incontables, ha logrado reunir cada una hasta la fecha.
Hay dos o tres Cofradías que en
ornamentación de las Imágenes de sus Titulares, carrozas para las mismas,
atributos y túnicas para los Cofrades, vestidos especiales de sus respectivos
grupos alegóricos – Mujeres de la Pasión, Galileos, Guardias romanos, etc.- y
demás detalles complementarios de su cuadro representativo en las procesiones,
llevan invertidas más de 40.000 pesetas, otras varias se aproximan a 30.000 y
las que menos pasan de 15.000.
Ahora bien; el deterioro natural
ocasionado por el tiempo y el producido, sobre todo, por el uso de estos objetos
y enseres más o menos artísticos, adquiridos en su mayoría en el transcurso de
veinte años, exigía desde luego, de manera imperiosa, se fuera atendiendo
anualmente a su restauración o cuidadosa reposición en su caso. Nada, sin
embargo, ha podido en tal sentido ni una sola Hermandad por cuenta propia. Pues
sabido es, que las más sencillas reformas artísticas, si han de llevarse a cabo
por manos hábiles y profesionales inteligentes, siempre resulta costosa; y por
mucho que se ingenian, no encuentran ya medios de poder reunir más recursos las
juntas directivas de las Cofradías, que, para medianamente sufragar los cuantiosos
gastos que llevan realizados, han llegado a rendir a las entidades y vecinos más
generosos con tantas rifas, subscripciones y colectas de todo género,
exprimiendo por otra parte hasta lo inverosímil los bolsillos de los cofrades,
que suelen serlo simultáneamente de varias Hermandades y que en su generalidad
no pertenecen por cierto a las clases sociales mejor acomodadas.
Sólo así se explica que objeto, el más insignificante,
que se rompe o destroza, no se substituya por otro nuevo; que el bruñido de oro
fino que exorna las tallas de las andas o carrozas, al sufrir algún
desperfecto, haya de repararse con brochazos de pésima purpurina; que los
gallardetes y estandartes de brocado o damasco se restauren con telas baratas
de algodón ordinario; y, en fin, que el estado paupérrimo a las Directivas las
arrastra a autorizar otro sinnúmero de desmanes artísticos, que ya en la pasada
Semana Santa, al menos para las personas curiosas e inteligentes, remarcaron un
sello de languidez y decadencia, de presagio muy fatal para la vida de nuestras
procesiones Pasionarias.
Y con ser esto muy grave, no es lo tanto
como la imposibilidad moral en que se hallan no pocas Cofradías de sacar sus “Pasos”
y de salir ellas procesionalmente, en el año actual, por no alcanzar las cuotas
ordinarias de sus cofrades a cubrir siquiera la mitad de los gastos
imprescindibles para el caso. De algunas sabemos con toda certeza, que aún
adeudan gran parte del importe de los gastos, que para tomar parte de las Procesiones
tuvieron precisión de efectuar en el año último.
Para la inmediata Semana Santa el
conflicto, por tanto, es seguro e inminente, y su solución verdaderamente
imposible, si la única entidad por múltiples títulos llamada a remediarlo, que
es el Ayuntamiento, no presta a las Hermandades con tiempo su importantísimo
concurso, especialmente económico, por
lo menos en el grado de generosidad tan discutida y tan discutible que lo hizo
en agosto para las diversiones de Feria, y sobre todo, para las corridas de
toros; ya que, si las autoridades se deben a los justos y legítimos anhelos y
aspiraciones del pueblo, es de voz pública y sentimiento unánime en la
localidad, que las fiestas de nuestra renombrada Semana Santa, aparte de su carácter
religioso que tanto encuadra en nuestras seculares y veneradas tradiciones
cristianas, son las más beneficiosas para el Comercio por su extraordinaria atracción
de forasteros; las más concurridas por las clases humildes; que de ellas
participan sin el menor sacrificio de sus escasos intereses, en una palabra, de
cuantas se celebran en nuestra capital.
Emiliano
Morales (Párroco de San Pedro). Diario “El Pueblo Manchego”, Año XV número
4.171, jueves 19 de febrero de 1925.
No hay comentarios:
Publicar un comentario