Vicente Palomares García, presentó ayer
jueves en el salón de actos del Antiguo Casino de Ciudad Real, el libro “Miguel
Pérez Molina (1895-1939) y la Academia General de Enseñanza de Ciudad Real”, editado
por la Biblioteca de Autores Manchegos de la Diputación Provincial de Ciudad
Real.
El libro de 212 páginas y con abundante
documentación fotográfica de la época, narra la vida del ciudadrealeño Miguel
Pérez Molina, licenciado en Ciencias Físico-Matemáticas, que fundó y dirigió la
Academia General de Enseñanza de Ciudad Real.
Sencillo, culto, viajero, generoso y
“respetuoso con todas las personas”. Así definió Vicente Palomares a Miguel
Pérez Molina, un referente de la educación en Ciudad Real y de quien se celebra
el 150 aniversario de su nacimiento. Defensor del “poder transformador de la
educación”, Pérez Molina fundó la Academia General de Enseñanza que, empapada
de los principios renovadores de la Institución Libre de Enseñanza, propició un
“avance tremendo” a nivel educativo en la provincia y, como alcalde en los años
1912 y 1913, proyectó la creación del colegio público que más tarde llevaría su
nombre, también denominado popularmente ‘La Cantina’, y el alcalde José Cruz
Prado, ambos inaugurados en 1924.
Amigo íntimo del también ciudarrealeño
José Castillejo, a quien Giner de los Ríos encomendó conocer de cerca los
sistemas educativos de diversos países para incorporar sus adelantos, Pérez
Molina viajó a Suiza en 1902, así como a ciudades como Lisboa, Bilbao y
Barcelona, e impulsó un aprendizaje en la Academia General de Enseñanza que
incluía francés con un profesor nativo en lo que hoy sería Primaria, además de
contratar a un docente británico para fomentar deportes como el fútbol. Clases
de gimnasia, música y excursiones a entornos naturales formaron parte de la
oferta educativa mixta, para alumnos y alumnas, de la Academia, en cuyas
instalaciones -ubicadas en el emplazamiento actual del Museo de Ciudad Real y
en las que instaló calefacción en 1914 cuando en el Ayuntamiento y otros
edificios aún estaban “con braseros de piconcillo”- se realizaban proyecciones
de cine y había una biblioteca con 4.000 volúmenes, material moderno y
laboratorios, al tiempo que acogía exposiciones de destacados autores como
Carlos Vázquez o Ángel Andrade.
Profesores de alemán e italiano también
daban clases en un centro educativo con oferta desde párvulos hasta preparación
a la Universidad, para el que Pérez Molina buscaba el “mejor profesorado” y que
disponía de un campo de recreo de 4.000 metros al final de la calle Reyes,
apreció Palomares, que indicó que miembros de numerosas familias muy conocidas
de Ciudad Real y de otras localidades se formaron en la Academia, la cual era de
pago, aunque también se concedían becas para niños del Hospicio y los más
pobres de las escuelas públicas. Apellidos como Richard, Cárdenas, Klink,
Barco, Fisac, Ruiz Valdepeñas, Roldán, Arteche y Poblador se encuentran en el
amplio listado del alumnado de este centro fundado en 1895 y que Pérez Molina
mantuvo hasta su muerte en 1939, continuando Eusebio Piqueras como director de
la Academia cuyo edificio sufrió un incendio en 1947. Posteriormente, la
Academia se traslado al inmueble de la antigua sede de la Cruz Roja.
Cirilo del Río, quien posteriormente fue
ministro de Agricultura en la República, impartió clases en la Academia, de la
que fue alumno y también profesor Francisco Pérez Fernández, autor como ‘Antón
de Villarreal’ de las ‘Efemérides Manchegas’, agregó Palomares, que también
citó, entre otros reconocidos profesionales que pasaron por sus aulas, a la
miguelturreña Antonia Roldán, “brillantísima” alumna de este centro y que se
convirtió en la primera mujer meteoróloga de España.
El matiz de la religión, ya que en el
centro fundado por Pérez Molina se impartía una educación católica, es la
principal diferencia entre la formación promovida por la Institución Libre de
Enseñanza y la de la Academia General de Enseñanza, donde se ofrecía una
enseñanza integral, humanista y tolerante.
Alcalde
Licenciado en Física y Matemáticas y
líder del Partido Liberal en la provincia, Pérez Molina fue alcalde de Ciudad
Real en 1912 y 1913 y trabajó por favorecer la llegada del agua potable a la
ciudad haciendo pozos en La Poblachuela. Trazó tuberías hasta las principales
calles e instaló seis fuentes públicas en diversas plazas, comentó Palomares,
que indicó que su otro gran proyecto fue impulsar la creación de escuelas
públicas con la proyección de un grupo de Párvulos con Cantina o comedor
escolar para mitigar la desnutrición de los niños de familias con pocos
recursos y asegurar así que sus padres los enviaran a la escuela –el actual
colegio Pérez Molina-, y otro grupo escolar al estilo de las escuelas suizas o
alemanas que no salió adelante porque se consideraba muy costoso, aunque al
final logró que se alzara el Alcalde José Cruz Prado.
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