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jueves, 5 de agosto de 2021

PRIMITIVA IMAGEN DE LA VIRGEN (II)

 



De los relatos y averiguaciones hechas en el reino de Aragón en tomo a esta Milagrosa imagen y añadidos a los recopilados por el Lic. Juan Mendoza de Porras, en el año 1587, a instancias del párroco se Santa María del Prado, temeroso de que los papeles y pergaminos que contienen la documentación sobre la sagrada imagen podría perecer, por encontrarse en mal estado de conservación sabemos que “la imagen que venera esta ilustre ciudad de Ciudad Real con tan piadoso afecto y reverente culto con nombre de Nuestra Señora del Prado, es la misma que antes de la pérdida de España, celebró Aragón en el templo que las tradiciones señalan junto a las tres Vilullas que agregadas: después, a una se dijo Vililla de Jiloca, por un río que cerca de allí corre, o Vililla de la Comunidad de Calatayud, distantes dos leguas y media de aquel sitio…”. Sabemos asimismo que “entrando en aquella tierra los moros, los más devotos y aficionados cristianos sacaron a esta Señora sobre las Aras principales de su Templo y, la escondieron a distancia de mil pasos en una pequeña bóveda cerca de una fuente, donde permaneció el sagrado vulto doscientos y noventa y nueve años, hasta que allí mismo se apareció a Ramón Floraz, caballero aragonés, que ,la presentó al rey de Navarra, don Sancho el Mayor”.

Era Ramón Floraz, servidor y privado del Rey don Sancho el Mayor, rey de Navarra y Aragón, señor de Castilla. Corría el año 1013, cuando acercándose a una fuente a beber, al caballo se le hundió una pata, y al intentar sacar el caballo, observó que había un hueco que él mismo aumentó ayudándose de su daga, haciendo tal rotura que pudo pasar a un espacio embovedado de ocho pies cuadrados donde había un hueco a modo de alacena en donde encontró un “vulto” y “bien mirando, vio una imagen dorada con un niño en los brazos y un pergamino o pedazo de cuero escrito en latín antiquísimo en el que se declaraba qué imagen era aquella y en qué tiempo se había puesto allí”.

Dudó Ramón Floraz en dejar allí la preciosa imagen. Reconoció que había algo de misterioso en el hallazgo y tal vez, inspirado interiormente, se determinó sacarla y llevarla consigo y ofrecérsela al rey, su señor. Así lo hizo, y al llegar a Villarreal, cerca de Daroca, no sin pequeñas dificultades por dominar el caballo, un tanto nervioso, mandó hacer una caja donde guardó la imagen para que “pudiese ir con más decencia”.

La imagen había estado instalada y expuesta a la veneración de los fieles en la ermita de Nuestra Señora de los Tornos o Torneos, situada en una eminencia del terreno al medio día en Vililla, como se ha dicho anteriormente. Las paredes de esta ermita eran de mampostería con dos arcadas y en su altar principal se -encontraba “la imagen de la Santísima Virgen en un nicho, sentada en una silla y sobre la rodilla izquierda tiene el Niño de tamaño de palmo y medio; y, al hombro izquierdo le sustenta la Virgen con la mano izquierda. Toda la imagen así sentada será poco más de una vara castellana. El cuerpo de la Santísima Virgen está acanalado por la espalda y sobre la madera se echa a ver lienzo sobre que asientan los colores, señalan ambas de mucha antigüedad”.


Lugar donde se apareció la Virgen en Velilla de Jiloca



Recibió el rey don Sancho con gran gozo, tan precioso regalo.

No sólo la instaló en su capilla real, teniéndola como particularísima abogada, sino que la dejó en sagrado legado a su hijo Fernando I de Castilla: quien la entronizó en Burgos, corte de Castilla y en León, corte del mismo reino, al heredar con Fernando este reino por la acción de su mujer doña Sancha. Al morir don Fernando y heredar Navarra y Castilla don Sancho, la imagen de la Virgen no es venerada tan piadosamente por este monarca que murió en Zamora como lo había sido anteriormente, hasta el extremo de desconocerse el destino de la imagen, hasta que Alfonso VI, el Bravo, segundo rey de Castilla la recupera no sólo en su estimación como lo había sido anteriormente, sino que la suele llevar consigo.

Según el testimonio de Fray Miguel de San José, carmelita descalzo, que recaba estos datos y certifica su veracidad en Vililla el 25 de julio de 1644, en el lugar donde el caballero Floraz halló la imagen de la Santísima Virgen el hueco de la bóveda, está hoy fundada la iglesia de VililIa y a espaldas del altar mayor, corre una fuentecilla que, se juzga, sería la misma donde el caballero llegó a beber.

 

Ubaldo Labrador, Párroco de santa María del Prado. Diario Lanza 6 de mayo de 1988


Cerámica de la Virgen del Prado en la iglesia parroquial de Velilla de Jiloca


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