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lunes, 14 de agosto de 2023

EL MANTO DE LOS CONDES DE LA CAÑADA CUMPLE UN SIGLO

 

La imagen destruida en 1936 de la Virgen del Prado, vestida con el manto de los Condes de la Cañada

 

Por la morada de la Excelentísima Sra. Condesa viuda de la Cañada, está desfilando todo el vecindario de nuestra capital, que admire el precioso manto, regalo de la ilustre dama a la Virgen del Prado, cumpliendo el ofrecimiento piadoso que hiciera su malogrado y caballeroso hijo D. Manuel Acedo Rico, cuyo recuerdo se perpetuará con el agradecimiento de los que sentimos por la Patrona de Ciudad Real las mayores devociones y los más exaltados entusiasmos.

Realmente ese manto -confeccionado por la Comunidad de las Adoratrices, en Madrid- es digno del objeto a que se le destina y de la fama, acreditada en obras de esta clase, que han sabido conquistar las respetables religiosas.

Su coste se eleva a la suma de veinticinco mil pesetas, exactamente, y a primera vista se advierte que, a pesar de su cuantía, se justifica por la riqueza que avalora esa preciosa joya, ya que el manto es de tisú de plata, bordado en oro y pedrería obedeciendo a un dibujo que es verdadero a larde de buen gusto, que representa un trabajo enorme, supeditado todo ello a las líneas de la proporción y de la elegancia, que le hacen resaltar  muy airoso y libre de la pesadumbre del recargamiento, característico, muchas veces, de tales obras, que por ello pierden gran parte de su mérito.

El dibujo del manto, en sus cuatro ángulos, y aparte el decorado general, lo constituyen otros tantos dragones, de indiscutible propiedad, en detalles que contribuyen a embellecer el conjunto; en la parte posterior, y en las proporciones debidas, aparece el escudo de los Condes de la Cañada, bordado en seda y oro, de tonos apropiados, que dan la sensación de una obra de arte acabadísimo, campeando la inscripción Por la fe moriré, lema de los blasones de la Casa, y en la parte inferior se ven la Llave de Gentil Hombre y las Grandes Cruces de Isabel la Católica, de San Hermenegildo y de María Luisa, que son un verdadero encanto de ejecución, y cuyas distinciones fueron otorgadas al Excmo. señor Teniente General D. Rafael Acedo Rico, las tres primeras, y la última a su esposa, abuela del donante, en premio a servicios eminentes a la Patria y a la Monarquía.

El primor, que es el distintivo característico de toda la obra, se extiende al delantal de la Virgen y el trajecito del Niño Jesús que son admirables, constituyendo todo una ofrenda riquísima a nuestra excelsa Patrona la milagrosa Virgen del Prado, cuyos atractivos piadosos se verán realizados este año en la fiesta, que se consagra a su devoción, puesto que al ser bajada a su trono para que la visiten los hijos de Ciudad Real, lucirá el manto regio que corresponde al amor que inspira a sus devotos y a la esplendidez de la linejuda familia que ha tenido tan estupenda generosidad.

Ahora bien; puestos a decir las cosas por su nombre, nos creemos en el deber de llamar la atención del Excmo. Cabildo, de la respetable Hermandad o de quien corresponda, sobre la desproporción, en todos sentidos, entre el manto riquísimo que ha de lucir la Virgen y el dosel que le sirve de coronamiento, que si es modestísimo y siempre inadecuado para vestir de gala a la Patrona de Ciudad Real, calcúlese el efecto que producirá este año el contraste, con el estreno del manto.

Fundado en esto, sin duda, hemos oído decir a un señor Capitular de esta diócesis, que pensaba llamar la atención, sobre el asunto, de sus dignos compañeros, actitud que aplaudimos sin reservas, como todo lo que contribuye al mayor realce de nuestra Virgen, para la que quisiéramos un trono como el que sirve de apropiado marco a las de mayor devoción de los que en España se veneran.

 

Diario “Vida Manchega”, Ciudad Real 9 de julio de 1923

 

La imagen destruida en 1936 de la Virgen del Prado, vestida con el manto de los Condes de la Cañada


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