Guiado por mi interés en conocer más a fondo el Camposanto de mi ciudad natal, decidí acudir una mañana al sagrado recinto. Estaba dispuesto a escrutar todo lo que de interés encerrara en cuanto a personajes o familias que conformaron la historia de la ciudad, para ello, me dirigí al regente o conserje J. Ruiz de la Hermosa (al que debo gratitud por su preciosa colaboración), y después encaminé mis pasos al Patio «3° Preferente», situado en el centro aproximado del cementerio, en el sentido longitudinal, teniendo como límite los dos paseos laterales. Allí se alzan suntuosos panteones con las magnificencias arquitectónicas del arte escultórico de los Coronado, López Salazar, De la Osa y otros importantísimos artistas de la época. Entre los más señalados panteones, algunos de ellos en un total abandono, se encuentran los pertenecientes a las familias o descendientes de los Muñoz Jarava, Arredondo, Bermúdez, Cueva, Barona, Treviño, Aguilera, Forcallo, Haro, Maldonado, Loaisa, Poblete, Velarde, Rosales, Ladrón de Guevara, etcétera. Muchos de ellos fueron trasladados aquí procedentes de iglesias y conventos. También reposan aquí los restos del laureado pintor Carlos Vázquez, precioso panteón totalmente destruido por el inexorable paso del tiempo (la gran cruz que preside el panteón fue reparada por el Ayuntamiento). Junto a éste se levanta el mausoleo del Cabildo Prioral en el que reposan personajes de la talla de Luis Delgado y Delgado Merchán, fallecido en marzo del año 1909, autor de una de las más interesantes historias escritas sobre Ciudad Real, la Inquisición y la Santa Hermandad. En el mismo lugar se hallan las sepulturas de Julio Melgar, que fue capellán del obispo Narciso Estenaga Echevarría, muertos los dos en el lugar de El Piélago, en 1936, pero el enterramiento más antiguo del recinto de la Prioral data de 1896. Muy significativos también, son los mausoleos de Rubisco, Barrenengoa y otros, imposible ahora citar aquí.
Las murallas del primitivo Cementerio
Municipal -antes de tapial, y ahora enrejadas con altos barrotes de hierro
fundido procedentes del antiguo Seminario de la calle de Alarcos- se habrían
con un sencillo pórtico y una capilla, pequeña y humilde, en el centro del
vestíbulo de entrada.
La historia de nuestro cementerio comienza por los años de 1813, cuando el Gobierno Político Superior de la Provincia de La Mancha (aún no se llamaba provincia de Ciudad Real), insta al Ayuntamiento de la capital, con fecha de 2 de marzo de 1821, (Dto. Nº 436 Arch. E. Cendrero) a levantar un cementerio en el extrarradio de la población»... y que se suspenda el dar sepultura en las iglesias a ninguna persona de cualquiera clase que sea, y sí en el cementerio, conforme a la Constitución y Ley de 11 de noviembre de 1811...» (sic). Se deduce por todo ello, que en Ciudad Real, se venía contraviniendo la citada ley de 1811, por cuanto se permitía el seguir enterrando en los cementerios parroquiales de Santa María (Catedral), San Pedro y Santiago, y desde luego, también en el interior de los conventos, preferentemente a familiares o benefactores de las respectivas comunidades religiosas.
Hemos podido ver y examinar una valiosa placa de piedra, aparecida cuando las últimas obras del camposanto ciudadrealeño, que el Ayuntamiento tiene intención de instalar en la portada del recinto ¿Para cuándo?, y que tiene un interés histórico indudable, pues pertenece al momento de levantarse el cementerio. La lápida con este curiosísimo texto, dice así:
«EDIFICADO
EN
1834
a costa de el vecindario 2/3
y de las fab 1/3»
No existen hoy los libros de enterramientos de los inicios del cementerio, seguramente destruidos o extraviados. La primera sepultura que consta actualmente data del 12 de marzo de 1864, y pertenece a Antonia Fernández, que fue inhumada en el patio 1°. Quizás la ubicación del camposanto no sea ajena al hecho de disponer para lugar de ejecuciones de los reos de la Santa Hermandad, el sitio frente al actual paseo que sube al cementerio, en el exterior de la vieja muralla de la ciudad, que cedió el Ayuntamiento en 1820 para tal fin a esa antigua institución, creada en Ciudad Real en el s. XIII.
En febrero de 1868, se abre expediente
«Para levantar en el lado izquierdo de la línea general del cementerio un
frontón igual al que cierra la galería de nichos del lado derecho, y que se
forme y construya una coronación para las puertas que han de quedar en cada
centro de la tapia con carácter de ornamentación análogo al de la nueva
capilla...» (Dto. n” 1.437. Arch. E. Cendrero). Ese mismo año, siendo alcalde Cayetano
Clemente Rubisco, es presupuestada una red de alambre de 12,80 por 6 mts. para
proteger el osario. (Dt. n° 1.439 Arch. cit.). El sector de nichos de la
derecha fue levantado en un principio para acoger a párvulos, pero luego se
habilitó para adultos. El enterramiento más antiguo que vemos en este lado de
los nichos es de 1851. Luego fue edificado el sector de nichos de la izquierda,
donde reposan los restos del general Aguilera, hijo de Ciudad Real, primera
figura que fue de la milicia y de la política española, a caballo entre los s.
XIX-XX. En ambos sectores de nichos, en especial el del lado derecho, guardan
los restos de muchos infantes de conocidas y viejas familias.
Nuestro cementerio encierra actualmente soberbios mausoleos, modernos y grandiosos, sobre todo en las zonas del ensanche. Pero hay una lápida, que se alza en el Patio de «San Diego», a continuación del Patio «3° Preferente», la cual hace muchos años me impresionó vivamente. Hoy, al contemplaría de nuevo me hizo olvidar el primer proyecto de buscar y rebuscar personajes renombrados pertenecientes a la historia de nuestra ciudad, que dejaremos para otra ocasión. Se trata de «la Dama yacente», magnífico conjunto escultórico en molde. En la parte superior del mausoleo aparece una joven en posición yacente, entre flores, sobre un túmulo adornado con laboriosos y diversos adornos vegetales y ángeles. Curiosamente, no hay ni una sola leyenda o epitafio que nos indique quien fue la dama en cuestión ni cuando falleció. Es una obra maravillosa que lentamente se hunde en la tierra, y hoy con un alto grado de deterioro. Se halla en el centro del citado patio.
El enterramiento corresponde al cuerpo de Apolonia Canales Zurro, fallecida el día 13 de octubre de 1916. (Dato que agradezco a Sixto Blanco, eficiente funcionario del Ayuntamiento). No es sepultura perpétua. En efecto, el enterramiento temporal venció en 1940, con lo cual el Ayuntamiento debió disponer del sitio en esa fecha. Pero con acertado criterio, y por sus cualidades artísticas, decidió conservaría, y sabemos que había un proyecto de traslado a lugar cerrado, señalándose para ello, según creo, el «Museo Elisa Cendrero», ganando con ello un interés añadido para incentivar la visita al dicho museo de la calle de Toledo.
Como señalo antes, la escultura representa a una dama, al parecer muerta muy joven, cuando se disponía a contraer matrimonio, siendo su prometido el que mandó hacer el grupo escultórico. ¿O quizás lo hizo él mismo?, porque parece era artista en la materia. No doy mucho crédito a esta versión, porque poseo otras, pero quede esta como posible o verdadera. Si ustedes visitan el cementerio en la festividad de Todos los Santos o en otra ocasión, no dejen de acercarse a contemplar este interesante monumento funerario. Si no lo hallan, el conserje les informarán de la ubicación de «la Dama yacente».
J. Golderos Vicario. La Tribuna de
Ciudad Real, domingo 2 de noviembre de 1997
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