Las navidades de los inicios del siglo
XIX en Ciudad Real. En las recordadas y nostálgicas fechas navideñas, de
nuestra capital, unas de signo positivo y otras no tanto, el Excmo.
Ayuntamiento ciudarrealeño, acordaba la celebración de la mayoría de edad de la
reina Isabel II, eligiendo para ello el día 31 de diciembre de 1843,
prolongando los festejos hasta el 1º de enero de 1844.
En el año 1866, Ciudad Real se disponía
a recibir clamorosamente a Isabel II, poco antes de Navidad con motivo de su
viaje a Portugal, pero con previsión de detenerse en nuestra capital. La
Estación de ff. cc. de la Puerta de Ciruela fue engalanada y remozada. Sin
embargo, la locomotora exploradora que despejaba el paso del tren real, causó
una tragedia en Daimiel: fueron arrolladas numerosas personas a causa de la
espesa niebla de aquel día. El resultado fue de cinco muertos (otras fuentes
señalan siete) y veinte heridos. La reina y el resto de la familia real
marcharon a la iglesia de Santa María del Prado –que aún no había sido designada
Catedral- donde le fue entregado el título de Hermana Mayor de la cofradía de
la Santísima Virgen del Prado. Isabel II y séquito fueron alojados en el ex
convento mercedario de la calle de Caballeros, más tarde instituto de Segunda
Enseñanza, el primero inaugurado en la capital, tras las conversaciones entre
el gobierno del Regente manchego general Espartero y el Ayuntamiento de Ciudad
Real, para instalar un instituto, que comenzaron el año de 1841. Un arbitrio de
dos reales impuesto a cada casa de los pueblos de la provincia, cuatro reales a
los establecimientos comerciales, sería la contribución para su mantenimiento.
Proclama
del entonces Gobernador Civil de Ciudad Real, D. Agustín Salido, llamando a los
habitantes de Ciudad Real a participar en la visita de Isabel II y publicada en
el Parte Oficial del Boletín Oficial de la Provincia el martes 11 de diciembre
de 1866
También un 28 de diciembre de 1878,
llegaba a Ciudad Real –una capital notablemente atrasada- la noticia del
comienzo de la construcción de la Estación de Madrid-Delicias, exclusivamente
levantada para la nueva línea férrea “directa” de Madrid-Ciudad Real. La
capital manchega dispondría así de dos líneas de ferrocarril de diferente
trazado y compañía, dando a conocer la prensa de Madrid los primeros detalles.
La estación de Ciudad Real se empezaría en los terrenos aledaños a la Avda. de
Alarcos (futuro Parque de Gasset).
El periódico local “Don Quijote de la
Mancha”, decía en su número de Nochebuena de 1902, “…y los indigentes, contados
por centenares en Ciudad Real, adivinaban tristes los manjares propios de las
navidades, resignados con la injusticia de no participar con ellos sus dones…”
En el periódico aparecía también, en primera página, un minúsculo suelto
alusivo a esta festividad religiosa y popular. No había más referencias a la
Navidad en la prensa local.
En aquellos tiempos, nuestra capital de
tercera categoría, condición que Ciudad Real alcanzaba junto con unos pocos
miles de habitantes. La publicidad de productos y lo comercial, era
prácticamente nula. Doloroso era ver algunos jóvenes y niños, que, debido a la
extrema pobreza de numerosas familias, pisaban las calles ciudarrealeñas con
sus pies desnudos. También recogía el mismo periódico “…la enorme delincuencia
y los numerosos atracos, verdadera lacra en la ciudad, que sufrían los vecinos
al caer la noche”.
Uno
de los belenes montados en Ciudad Real en el año 1914 y publicado en la revista
“Vida Manchega” el 8 de enero del referido año
Sacerdote
El P. Javier Mª de Castro desarrollará
años más tarde, una misión transcendental. En 1950 va a desplegar las
iniciativas que le reportaran la simpatía y reconocimiento popular,
especialmente en su querido barrio del Perchel. Efectivamente, en la navidades
ciudarrealeñas, las célebres “cenas de Nochebuena”, auspiciadas por el P.
Javier se concibieron en Ciudad Real. En la misma plaza frente a su parroquia,
se cocinaba y distribuía una abundante cena entre sus necesitados, acompañadas
de las “famosas misas del mazapán” que permitía a los críos desheredados de
Ciudad Real ver saciados con productos propios de estas fechas. Este menudo
sacerdote, reconstruyó también gran parte de la fábrica de su templo
parroquial, incluido su torre, muy deteriorada por el paso del tiempo, logrando
que la asistencia de fieles a su parroquia se incrementase notablemente.
Luego viajará a Siracusa (Italia) para
desde allí “importar” la devoción a la Virgen de las Lágrimas y erigirle un
altar en la recoleta plaza del mismo nombre, junto a la casa parroquial de la
calle de Calatrava. Su afán por atender a las personas más necesitadas le llevó
a fundar una guardería infantil, que levantó en la parroquia de Santiago,
también crea la “Ciudad de Matrimonios Ancianos”, extra radio entre las Puertas
de Calatrava y de Toledo, sobre unos terrenos cedidos por el Ayuntamiento
capitalino. Pero le llegaba la jubilación en 1964, al frente de su querida
parroquia de Santiago. Y así un 10 de febrero de 1970 nos dejaba para siempre
el P. Castro, el cura más entregado en hacer el bien.
No obstante, tras la Guerra Civil, y
bajo la atenta vigilancia de la Policía Municipal, grupos de jóvenes celebraban
la Nochebuena cantando y danzando por las calles. Y para evitar altercados, se
publicaba un bando el mismo día 24 de diciembre en el diario LANZA desde su
aparición en 1943. Por entonces los ciudarrealeños crearon el bonito gesto
implantado por Navidad de los años cincuenta, de ofrecer a los agentes
municipales –que dirigían el escaso tráfico rodado de la ciudad- productos
típicos de esas fechas, en el sitio de las “cuatro esquinas”, es decir, en el
cruce Calatrava-Feria con Toledo-María Cristina, donde los agentes terminaban
rodeados de licores, turrones y mazapanes.
El
P. Javier Mª de Castro celebrando la Santa Misa Siracusa (Italia) ante el altar
de la Virgen de las Lágrimas
En la Nochebuena del año 1924, triste y
desapacible en nuestra ciudad, de calles poco urbanizadas, el Gobierno Civil
repartió raciones en especie a cien pobres ciudarrealeños, costeadas por el Excmo.
Marqués de Villaterra, que había tenido la iniciativa de conmemorar la fiesta
cristiana de la Nochebuena con esta iniciativa.
Al llegar la Navidad en Ciudad Real,
como siempre, se obsequiaba con un aguinaldo a los niños que lo solicitaban de
casa en casa, especialmente acompañado con los cánticos de villancicos, con
mayor o menor acierto, pero con una gran voluntad, práctica que estuvo en pleno
apogeo en los finales del siglo XIX, continuando en el XX.
Cuando estalla la Guerra Civil los cerca
de 26.500 habitantes que tenía en 1935 Ciudad Real, en diciembre de 1937
alcanzaba la alarmante cifra de 75.000 personas, incrementada por los
refugiados. En cualquier caso, la convivencia ciudadana se hizo sentir
intensamente difícil. La vida ciudadana en nuestra capital, pese a la calma
casi olvidada de una provincia sin frentes, a veces saltaba alarmada por el
aviso de un posible bombardeo de la aviación. El bautismo del primer bombardeo,
tuvo lugar en la mañana del día 14 de diciembre de 1936, sin que las bombas
arrojadas causaran víctimas ni grandes daños materiales. Unos días más tarde,
el 19 del mismo mes, hubo otra incursión de un avión que lanzó media docena de
bombas, sin víctimas personales. Pero un
nuevo ataque en la mañana del día 21, causó ya algunos heridos. De nuevo el 8
de enero se produjo otro bombardeo. El objetivo favorito, parece que señalaba
la Estación del ferrocarril. Estos bombardeos llevaron a estudiar un plan de
refugiados, que, por cierto, nunca se llevaron a cabo. No obstante, al cesar
los bombardeos, numerosos vecinos habilitaron los sótanos y cuevas de las
viviendas, muy abundantes en Ciudad Real.
El
Obispo Don Emeterio Echeverría Barrena poniendo la primera piedra del actual Seminario
Diocesano
Duelo
el 23 de diciembre
Nuevamente, en diciembre de 1954, un
impacto va a sacudir Ciudad Real: el obispo-prior de las Órdenes Militares Don
Emeterio Echeverría Barrena, había perecido a consecuencia de una operación
quirúrgica. Persona cordial, franco y de talante paternal, condiciones
personales que le fueron rodeando de un sincero afecto por parte de todos los
sectores de la sociedad, como evidenció el espontáneo duelo popular que provocó
su muerte el 23 de diciembre de 1954. Su mayor empeño residió en dotar a la
diócesis de una gran seminario que relevase al viejo edificio de la calle
Alarcos y tuviese capacidad para la demanda y formación de futuros sacerdotes
que, en aquellos años, se ofrecía especialmente numerosa.
Un gran impacto y temor causó en todos
los ciudarrealeños, el día 23 al 24 de diciembre de 1947. Un pavoroso incendio
en el antiguo edificio de la Academia General de Enseñanza de la calle del
Prado, con vuelta a Caballeros, donde también tenía su sede el Gobierno Civil.
El enorme edificio estaba constituido por tres amplias plantas, de las cuales
quedaron destruidas las dos últimas. El incendio necesito de la colaboración de
los parques de bomberos de Daimiel, de Empetrol de Puertollano, de Madrid, y
algunos más y del nuestro, con su antigua cisterna, y la colaboración del
Regimiento de Artillería, Guardia Civil, y Policía Armada. Llegó a tal estado
el incendio, que la última planta ardía completa en sus centenares de metros
cuadrados. Ante el temor de la destrucción completa de la manzana, el comercio
de los bajos del edificio, los enseres del comercio del Sr. Arche, fueron
depositados amontonados a la intemperie de la calle Feria. Aquella Navidad
estuvo marcada por el pavoroso incendio, y ante el temor de que fuese una gran
tragedia para Ciudad Real.
José
Golderos Vicario. Lanza, Semanario de la Mancha, Viernes, 22 de diciembre de
2017.
Portada
del diario “Lanza” del miércoles 24 de diciembre de 1947, donde aparece el
incendio del antiguo Gobierno Civil
Mi recuerdo del padre Castro, no coincide con el tamaño del sacerdote de la imagen Celebrando.
ResponderEliminarEse señor era de altura menos que mediana, no muy grueso.Se movia en su Renault 4/4.