Hasta el siglo XIX no existieron
cementerios civiles alejados de la población. Hasta este siglo los fallecidos
eran enterrados en las iglesias, ermitas y conventos de las poblaciones. Las
clases más elevadas, nobleza y aristocracia, los personajes más favorecidos o
aquellos pertenecientes a hermandades o cofradías ocupaban espacios
privilegiados en el interior de los edificios religiosos, bien en capillas
privadas, bien en criptas o en bóvedas excavadas en muros y suelos. La nave
central, sin embargo, era reservada a las categorías eclesiásticas y familias
reales. El resto de la población quedaba fuera del recinto sagrado ocupando
todos los terrenos adyacentes a la iglesia, conformándose con la cercanía al
templo donde se situaban los llamados cementerios parroquiales o "de
feligresía". Eran tumbas en su mayoría anónimas que se reciclaban sin
ningún pudor con el paso de los años para dejar terreno libre a los sucesivos
enterramientos.
El cementerio de la Parroquia de Santa
María del Prado, actual Catedral, se encontraba desde la puerta de umbría y se
prolongaba por toda la calle Azucena hasta el camarín de la Virgen del Prado. No fue hasta el año 1834, cuando se crea el
actual cementerio de Ciudad Real, por lo que hasta ese año estaría funcionando
el cementerio parroquial. Posteriormente los terrenos del antiguo cementerio
serian urbanizados, y sobre él se levantaría a finales del siglo XIX la actual
cochera.
Cuando yo era muy jovencito, con motivo de una obras en el acerado, apareció un esqueleto completo en la esquina de Azucena con Reyes. Estaba muy somero. Mientras decidían que hacer con él, pude verlo.
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