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miércoles, 24 de octubre de 2018

EL DESAPERECIDO MONASTERIO DE LOS CARMELITAS DESCALZOS DE CIUDAD REAL (III)



De esta cláusula se deduce que, cuando faltasen 8.000 ducados para terminar de pagar el monto total de las obras, el dinero que rentase la hacienda del fundador debía emplearse en la compra de juros o censos que habrían de servir para financiar el resto del proyecto. Además, dejaba claro que los frailes debían contribuir con su propio esfuerzo a la financiación de las obras, renunciando de forma momentánea a la mitad del dinero que se les debía entregar en concepto de manutención.

Para evitar cualquier confusión, la concordia precisaba el momento en que deberían de pagarse los 50.000 maravedís que recibirían los frailes mientras se construyera el convento. Esta cantidad tendría que darse:

<<por todos los años que durare el pagar la cantidad en que se tasasse la dicha fabrica y adorno del dicho convento, y pagaba esta asi con la cantidad con que se fabricare como con los ocho mil ducados que como queda dicho se han de emplear en renta (…) es visto haver de cesar los dichos cincuenta mil maravedís y en tal caso se da la dicha obra por acavada aunque no lo este y desde entonces a de comenzar a correr los quatrocientos ducados que se dan a dicho convento para sus alimentos>>(14)

Es decir, los frailes dejarían de contar con los 50.000 maravedís en el mismo momento en que dispusieran de los 8.000 ducados que debían emplearse en renta.

Los carmelitas presentaron la planta a principios de diciembre de 1612 y acto seguido se procedió al nombramiento de los tasadores. Los frailes depositaron su confianza en Juan de Chavarría (o Echevarría), maestro de obras vecino de Madrid, y en Francisco de Espinosa, carpintero vecino de Ciudad Real. Los patronos, por su parte, eligieron a dos vecinos de Almagro: Bernardo Martín Recuero, maestro de obras, y Bautista de Breña, carpintero. Los maestros aceptaron el nombramiento y revisaron la planta el convento, tasando su fábrica en 25.000 ducados(15). Cantidad verdaderamente importante a la que deberíamos añadir algo más de 6.000 ducados que irían destinados a la compra de ornamentos, libros y distintos bienes muebles.


Las partes parecían haber llegado a un acuerdo pero el conflicto tardó muy poco tiempo en estallar porque, el 29 de diciembre, don Antonio de Aguilera (procurador síndico de Ciudad Real por el estado de los hijosdalgo) presentó un escrito rechazando la tasación. La petición denunciaba el alto coste de la obra y analizaba los graves inconvenientes que se podían derivar de un proyecto tan ambicioso. Don Antonio pensaba que la obra era demasiado suntuosa y aportaba varios ejemplos que apoyaban esta opinión. En primer lugar, señalo que <<otras religiosas para fundar conventos se contentan con quatro o zinco mil ducados para hacer casa, y adornalla de lo necesario>>. La alusión a un convento femenino puede parecer fuera de lugar, pero el procurador síndico manejó otro argumento que tocaba muy de lleno a los carmelitas descalzos. Para demostrar que el proyecto era desorbitado, tomó como punto de referencia el convento que habían construido los carmelitas descalzos en Sigüenza. Esta casa contaba con 40 celdas y en su fábrica se habían invertido unos 10.000 ducados, aproximadamente. A la vista de estos datos, parecía obvio que la tasación era excesiva porque <<habiendo de ser la casa que han de fundar en esta ciudad para solo veinte religiosos, vasta mucho menos casa que de Siguenza>>(16)

Don Antonio afirmaba que el  elevado coste de las obras perjudicaba seriamente a la obra pía para casar doncellas que instituyó don Antonio de Galiana. Según sus propias palabras, al gastar <<en el dicho convento tan exesiva cantidad, en muchos años no se podrán dar dotes a muchas huérfanas y doncellas pobres, precisando que con cada dos mil ducados de los que se gastan de mas en el dicho convento>> se perdían quince dotes. Esta disminución tenía claras repercusiones sociales, repercusiones que afectarían a la mayor parte de la población de Ciudad Real. En este sentido, el procurador síndico afirmaba que:

<<por ser, como la mayor parte de la jente de ella, es tan pobre que no tiene con que casar sus hijas, y se quedan sin casar de que es causa hirse acabando la ciudad, y vecinos de ella, y conviene a la republica que las mujeres tengan dotes, para que hallen con quien casarse, y la ciudad se conserve y aumente>>(17)

Los carmelitas no se arredraron y continuaron con las gestiones para empezar las obras. El mismo día que don Antonio presentaba su recurso, fray Luis de San Gerónimo (procurador del convento) compareció ante el regidor y solicitó una copia de todos los autos que se habían realizado hasta ese momento; es decir, del nombramiento de los tasadores <<y de la aceptación, juramento y tasación fecha por los dichos maestros>>. Con la documentación en la mano, el fraile presentó un escrito ante el Consejo de Castilla pidiendo permiso para ejecutar la tasación, afirmando que <<en el interin que la obra de dicho convento, se hiva haciendo su parte podía estar a derecho en qualquier contradicion que se hiciese>>. Los carmelitas querían iniciar las obras antes de cerrarse el proceso y daban a entender que harían frente a todos los recursos que se interpusieran por la parte contraria.


Los patronos reaccionaron rápidamente y presentaron una petición ante el Consejo. Su representante (Gerónimo de Niso) redactó un escrito en donde rechazaba la ejecución de la tasación, alegando que el proyecto no respetaba la voluntad del fundador y, además. Incumplía los términos de la concordia que se firmó en 1611. El procurador de los patronos afirmaba que la traza que los carmelitas habrían mostrado a los tasadores <<no era la planta menor de las casas  de dicha orden, sino mucho mayor, y de la mayor que dicha orden tenia>>. La petición mencionaba algunos detalles del proyecto que corroboraban esta versión como la <<grande lonja, y pórtico y mirador arguis, y estancos (six)>> que poseería el convento; elementos que, normalmente, no formaban parte de <<las casas de planta de la dicha orden, y de las que havia en aquella comarca>>. En la misma línea. Gerónimo denunciaba que los frailes querían disfrutar de una huerta enorme, tan grande que a su juicio resultaba desmesurada para la fundación. En su interior, los carmelitas querían plantar más de 200 olivos y otros muchos árboles frutales, además de reservar un pedazo de tierra desocupada para sembrar hortalizas. Por si esto fuera poco, la cerca que servía para acotar este espacio se había tasado en 2.000 ducados, cantidad verdaderamente importante. En un intento por demostrar la mala fe con la que habían actuado los frailes, el procurador afirmaba que los carmelitas habían mostrado a los tasadores una planta que, en teoría, respondía al concepto de <<menor>> pero, en realidad, esto era falso porque después de valorar las obras no querían volver a enseñarla para encubrir el engaño. Por todo esto, solicitó que no se realizara:

<<la execucion de la dicha tasación y (…) se redujese y de nuevo se hiciese planta menor de las casas de la dicha orden y se entregase a los tasadores para que reviesen la dicha tasación que hasi habían hecho, y rebajasen de ella lo que hubiesen tasado de edificios y exedido de la dicha planta menor>>(18).

La polémica dio un nuevo giro con la petición que presentó Hernando García en nombre del procurador síndico. El escrito incidía de nuevo en el perjuicio que ocasionaba la fundación del convento a la dotación de doncellas, pero en esta ocasión aportaba unos argumentos que no se habían manejado hasta ese momento. Ahora no se hacía referencia al coste de las obras sino que rechazaba la concordia que habían firmado los carmelitas con los patronos de las obras pías fundadas por don Antonio de Galiana. En concreto, el procurador síndico se oponía a la posibilidad de costear la manutención de los frailes con las rentas que generase la hacienda del fundador. A su juicio no había <<causa ni razón>> para hacer frente a este gasto porque iba en contra de la <<disposición>> de don Antonio de Galiana. Este argumento se veía reforzado con el posible perjuicio que pudiera sufrir la segunda fundación instituida por don Antonio. En este sentido, afirmaba <<que siendo ansimismo la dicha dotación de doncellas obra pia, se les seguiría un daño irreparable y de grave perxuicio, si se diesen los alimentos a la dicha orden>>(19).

José Javier Barranquero. “Conventos de la Provincia de Ciudad Real. Biblioteca de Autores Manchegos. Ciudad Real 2003.


(14) AHN, Clero, Clero secular-regular, legajo 1.864/2, sf.
(15) AHN, Clero, Clero secular-regular, legajo 1.864/2, sf. Dentro de esta cifra tenían cabida los gastos por mano de obra y la compra de materiales de construcción, pero no incluía la adquisición del terreno donde habría de levantarse el convento.
(16) Ibídem.
(17) AHN, Clero, Clero secular-regular, legajo 1.864/2, sf.
(18) AHN, Clero, Clero secular-regular, legajo 1.864/2, sf. Al mismo tiempo, Gerónimo solicitó que los carmelitas presentasen los estatutos de la orden y la planta <<por donde se havia hecho la dicha tasación>>.
(19) AHN, Clero, Clero secular-regular, legajo 1.864/2, sf.


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