De esta cláusula se deduce que, cuando
faltasen 8.000 ducados para terminar de pagar el monto total de las obras, el
dinero que rentase la hacienda del fundador debía emplearse en la compra de
juros o censos que habrían de servir para financiar el resto del proyecto.
Además, dejaba claro que los frailes debían contribuir con su propio esfuerzo a
la financiación de las obras, renunciando de forma momentánea a la mitad del
dinero que se les debía entregar en concepto de manutención.
Para evitar cualquier confusión, la
concordia precisaba el momento en que deberían de pagarse los 50.000 maravedís
que recibirían los frailes mientras se construyera el convento. Esta cantidad
tendría que darse:
<<por todos los años que durare el pagar la cantidad en que se tasasse la
dicha fabrica y adorno del dicho convento, y pagaba esta asi con la cantidad
con que se fabricare como con los ocho mil ducados que como queda dicho se han
de emplear en renta (…) es visto haver de cesar los dichos cincuenta mil maravedís
y en tal caso se da la dicha obra por acavada aunque no lo este y desde
entonces a de comenzar a correr los quatrocientos ducados que se dan a dicho
convento para sus alimentos>>(14)
Es decir, los frailes dejarían de contar
con los 50.000 maravedís en el mismo momento en que dispusieran de los 8.000
ducados que debían emplearse en renta.
Los carmelitas presentaron la planta a
principios de diciembre de 1612 y acto seguido se procedió al nombramiento de
los tasadores. Los frailes depositaron su confianza en Juan de Chavarría (o
Echevarría), maestro de obras vecino de Madrid, y en Francisco de Espinosa,
carpintero vecino de Ciudad Real. Los patronos, por su parte, eligieron a dos
vecinos de Almagro: Bernardo Martín Recuero, maestro de obras, y Bautista de
Breña, carpintero. Los maestros aceptaron el nombramiento y revisaron la planta
el convento, tasando su fábrica en 25.000 ducados(15). Cantidad verdaderamente
importante a la que deberíamos añadir algo más de 6.000 ducados que irían
destinados a la compra de ornamentos, libros y distintos bienes muebles.
Las partes parecían haber llegado a un
acuerdo pero el conflicto tardó muy poco tiempo en estallar porque, el 29 de
diciembre, don Antonio de Aguilera (procurador síndico de Ciudad Real por el
estado de los hijosdalgo) presentó un escrito rechazando la tasación. La
petición denunciaba el alto coste de la obra y analizaba los graves
inconvenientes que se podían derivar de un proyecto tan ambicioso. Don Antonio
pensaba que la obra era demasiado suntuosa y aportaba varios ejemplos que
apoyaban esta opinión. En primer lugar, señalo que <<otras religiosas para fundar conventos se contentan con quatro o zinco
mil ducados para hacer casa, y adornalla de lo necesario>>. La
alusión a un convento femenino puede parecer fuera de lugar, pero el procurador
síndico manejó otro argumento que tocaba muy de lleno a los carmelitas
descalzos. Para demostrar que el proyecto era desorbitado, tomó como punto de
referencia el convento que habían construido los carmelitas descalzos en
Sigüenza. Esta casa contaba con 40 celdas y en su fábrica se habían invertido
unos 10.000 ducados, aproximadamente. A la vista de estos datos, parecía obvio
que la tasación era excesiva porque <<habiendo de ser la casa que han de
fundar en esta ciudad para solo veinte religiosos, vasta mucho menos casa que
de Siguenza>>(16)
Don Antonio afirmaba que el elevado coste de las obras perjudicaba
seriamente a la obra pía para casar doncellas que instituyó don Antonio de
Galiana. Según sus propias palabras, al gastar <<en el dicho convento tan exesiva cantidad, en muchos años no se podrán dar
dotes a muchas huérfanas y doncellas pobres, precisando que con cada dos mil
ducados de los que se gastan de mas en el dicho convento>> se perdían
quince dotes. Esta disminución tenía claras repercusiones sociales,
repercusiones que afectarían a la mayor parte de la población de Ciudad Real.
En este sentido, el procurador síndico afirmaba que:
<<por ser, como la mayor parte de
la jente de ella, es tan pobre que no tiene con que casar sus hijas, y se
quedan sin casar de que es causa hirse acabando la ciudad, y vecinos de ella, y
conviene a la republica que las mujeres tengan dotes, para que hallen con quien
casarse, y la ciudad se conserve y aumente>>(17)
Los carmelitas no se arredraron y
continuaron con las gestiones para empezar las obras. El mismo día que don
Antonio presentaba su recurso, fray Luis de San Gerónimo (procurador del
convento) compareció ante el regidor y solicitó una copia de todos los autos
que se habían realizado hasta ese momento; es decir, del nombramiento de los
tasadores <<y de la aceptación,
juramento y tasación fecha por los dichos maestros>>. Con la
documentación en la mano, el fraile presentó un escrito ante el Consejo de
Castilla pidiendo permiso para ejecutar la tasación, afirmando que <<en el interin que la obra de dicho convento,
se hiva haciendo su parte podía estar a derecho en qualquier contradicion que
se hiciese>>. Los carmelitas querían iniciar las obras antes de
cerrarse el proceso y daban a entender que harían frente a todos los recursos
que se interpusieran por la parte contraria.
Los patronos reaccionaron rápidamente y
presentaron una petición ante el Consejo. Su representante (Gerónimo de Niso)
redactó un escrito en donde rechazaba la ejecución de la tasación, alegando que
el proyecto no respetaba la voluntad del fundador y, además. Incumplía los
términos de la concordia que se firmó en 1611. El procurador de los patronos
afirmaba que la traza que los carmelitas habrían mostrado a los tasadores
<<no era la planta menor de las
casas de dicha orden, sino mucho mayor,
y de la mayor que dicha orden tenia>>. La petición mencionaba algunos
detalles del proyecto que corroboraban esta versión como la <<grande lonja, y pórtico y mirador arguis, y
estancos (six)>> que poseería el convento; elementos que,
normalmente, no formaban parte de <<las
casas de planta de la dicha orden, y de las que havia en aquella comarca>>.
En la misma línea. Gerónimo denunciaba que los frailes querían disfrutar de una
huerta enorme, tan grande que a su juicio resultaba desmesurada para la
fundación. En su interior, los carmelitas querían plantar más de 200 olivos y
otros muchos árboles frutales, además de reservar un pedazo de tierra
desocupada para sembrar hortalizas. Por si esto fuera poco, la cerca que servía
para acotar este espacio se había tasado en 2.000 ducados, cantidad
verdaderamente importante. En un intento por demostrar la mala fe con la que
habían actuado los frailes, el procurador afirmaba que los carmelitas habían
mostrado a los tasadores una planta que, en teoría, respondía al concepto de
<<menor>> pero, en
realidad, esto era falso porque después de valorar las obras no querían volver
a enseñarla para encubrir el engaño. Por todo esto, solicitó que no se
realizara:
<<la execucion de la dicha tasación y (…) se redujese y de nuevo se
hiciese planta menor de las casas de la dicha orden y se entregase a los
tasadores para que reviesen la dicha tasación que hasi habían hecho, y rebajasen
de ella lo que hubiesen tasado de edificios y exedido de la dicha planta menor>>(18).
La polémica dio un nuevo giro con la
petición que presentó Hernando García en nombre del procurador síndico. El
escrito incidía de nuevo en el perjuicio que ocasionaba la fundación del
convento a la dotación de doncellas, pero en esta ocasión aportaba unos argumentos
que no se habían manejado hasta ese momento. Ahora no se hacía referencia al
coste de las obras sino que rechazaba la concordia que habían firmado los
carmelitas con los patronos de las obras pías fundadas por don Antonio de
Galiana. En concreto, el procurador síndico se oponía a la posibilidad de
costear la manutención de los frailes con las rentas que generase la hacienda
del fundador. A su juicio no había <<causa
ni razón>> para hacer frente a este gasto porque iba en contra de la
<<disposición>> de don
Antonio de Galiana. Este argumento se veía reforzado con el posible perjuicio
que pudiera sufrir la segunda fundación instituida por don Antonio. En este
sentido, afirmaba <<que siendo
ansimismo la dicha dotación de doncellas obra pia, se les seguiría un daño
irreparable y de grave perxuicio, si se diesen los alimentos a la dicha orden>>(19).
José
Javier Barranquero. “Conventos de la Provincia de Ciudad Real. Biblioteca de
Autores Manchegos. Ciudad Real 2003.
(14)
AHN,
Clero, Clero secular-regular, legajo 1.864/2, sf.
(15) AHN, Clero,
Clero secular-regular, legajo 1.864/2, sf. Dentro de esta cifra tenían cabida
los gastos por mano de obra y la compra de materiales de construcción, pero no
incluía la adquisición del terreno donde habría de levantarse el convento.
(16) Ibídem.
(17) AHN, Clero,
Clero secular-regular, legajo 1.864/2, sf.
(18) AHN, Clero,
Clero secular-regular, legajo 1.864/2, sf. Al mismo tiempo, Gerónimo solicitó
que los carmelitas presentasen los estatutos de la orden y la planta
<<por donde se havia hecho la dicha tasación>>.
(19) AHN, Clero,
Clero secular-regular, legajo 1.864/2, sf.
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