El altar
mayor de la Catedral el día de la Octava de la Virgen del Prado, lugar donde
reposan los restos de D. Narciso y D. Julio
Al comenzar la Función de la Octava de
la Virgen del Prado, el Canónigo M. I. Sr. D. Jesús Abad Ramos, recordaba a
todos los presentes en la celebración que se cumplían setenta y siete años del
asesinato del que fuera séptimo Obispo-Prior, Excmo. Rvdmo. Sr. D. Narciso
Estenaga y Echevarría y su capellán Rvdo. Sr. D. Julio Melgar Salgado, a manos
de los republicanos el 22 de agosto de 1936.
Durante esta pequeña mención a los actuales
beatos D. Narciso y D. Julio, cuyos restos reposan debajo del altar mayor de la
Catedral, D. Jesús recordó que D. Narciso fue uno de los Obispos más destacados
del episcopado de los años treinta del pasado siglo XX. También recordó que D.
Narciso tuvo un amor especial a la Virgen del Prado. Tomó posesión de la diócesis
el 9 de agosto de 1923, día de la bajada de la Virgen del Prado, hizo su entrada
solemne en Ciudad Real el 12 de agosto de 1923, en plenas fiestas de la Virgen
y fue asesinado el 22 de agosto de 1936, Octava de la Virgen del Prado.
Monumento
conmemorativo en el Piélago, lugar donde fueron asesinados
En el piélago donde fueron asesinados D.
Narciso y D. Julio, la acción católica bendijo el 20 de mayo de 1945, una cruz
de granito que lleva la siguiente inscripción: “La Acción Católica a la
perpetua memoria del glorioso mártir Excmo. Sr. Frey Narciso de Estenaga,
obispo prior de las Órdenes Militares, que en este lugar vertió su sangre para
la redención de La Mancha el 22 de agosto de 1936. R.I.P”. Bendijo el monumento
el vicario general, D. Pedro Fernández de Sevilla, en representación del Sr.
Obispo que se encontraba enfermo, y fue el mismo vicario el que, a
continuación, celebró la Santa Misa ante numerosos afiliados de Acción
Católica, que acudieron desde diversos pueblos, así como un grupo de
seminaristas. No faltó la presencia de autoridades, y se destacó la muy
especial de la hermana de D. Narciso, sor Eloísa, superiora de la casa de las
Siervas de Jesús, de Murcia, venida expresamente para el acto.
El P. Julián Fernández, dominico de la
residencia de Almagro, recordó cómo el prelado había gestado en esta
residencia, en sus días de retiro, la organización de la Acción Católica en la diócesis.
Recordaba hasta la última lección que impartió el 24 de julio de 1936 sobre la
vida interior de la Acción Católica, y cómo las últimas palabras que había oído
a D. Narciso eran: “Preveo acontecimientos difíciles para España y quiero estar
en mi puesto”.
Al construirse la Presa del Vicario,
para no dejar el monumento semisumergido, fue trasladado colocándolo un poco
más arriba del lugar del martirio de D. Narciso y D. Julio.
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