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lunes, 28 de junio de 2021

INAUGURACIÓN DE LA CASA DE CARIDAD, HOY CUARTEL DE ARTILLERÍA

 



El Cuartel de la Misericordia tiene para nosotros imborrables recuerdos: los que emanan de una juventud, ¡ay!, ya lejana en demasía, cuando el uniforme de artillero nos honraba como soldados de España, dicho sea sin concesión a un fácil patrioterismo. Porque, aunque no lo crean algunos lectores, nosotros hemos conocido a quien dio una gran fiesta en su casa, con merienda y bailoteo, por el hecho feliz (!) de haber sido declarado inútil para el servicio militar. ¡Así, como suena!

El cuartel de la Misericordia, repetimos, de tan grata recordación por eso de los veinte años, no siempre fue cuartel. Su finalidad militar arranca de la invasión francesa y de su ocupación: por las tropas del general Sebastiani a raíz de la derrota del 27 de marzo de 1809, hecho del que ya dijimos algo, y no muy elogioso, en su efeméride correspondiente. Antes había sido "Casa de Caridad". Un "antes" asaz breve, porque la construcción empezó, en la primavera de 1785, y tres años después, el 29 de abril de 1788, se inauguraba con cierta solemnidad, pues asistió el ilustre cardenal Lorenzana arzobispo de Toledo, quien ofició la misa en una de las salas por hallarse la capilla aún  sin concluir, y él mismo, junto con las autoridades asistentes, sirvió la comida a los primeros asilados.

Esto de la Casa de Caridad era para Ciudad Real, más que un viejo proyecto, una verdadera necesidad. El Ayuntamiento ya había pensado en fundar un asilo donde recoger y dar enseñanza a los desheredados de la fortuna. Un generoso vecino de Corral de Calatrava don Luis Tamayo, dejó por entonces en su testamento la mayor parte de sus bienes para, el sostenimiento de los hospitales de la Archidiócesis de Toledo, a juicio y prudencia de su arzobispo. Era un cuantioso legado -no hemos podido averiguar la cantidad-, que acrecentó el propio cardenal Lorenzana de su peculio particular para encargar los planos al arquitecto don Eugenio López Durán, quien proyectó un edificio de hermosa perspectiva, de dos plantas y dotado del todas las dependencias necesarias para su caritativa finalidad: enfermería, capilla, talleres de artesanía y manufacturas, aulas, dormitorios, servicios, amplia escalera, porche y patios: cuatro millones de reales se invirtieron en la obra, según dato que nos proporciona el doctor Herrero Vior en un interesante artículo sobre "Caridad y Beneficencia en el antiguo Ciudad Real", publicado por el Instituto de Estudios Manchegos.

Carlos III, ya en las postrimerías de su reinado, el 20 de junio de 1788, dotó a esta “Casa Cuna Hospicio” -así se titularía en documentos posteriores- con 5.000 ducados anuales, que habrían de pagarse del del fondo de vacantes del Arcedianato de Toledo y de la Sacristía Mayor de Calatrava. Pero, aun con éstas y otras rentas, no siempre satisfechas puntualmente, la vid1a, económica de tan benéfica institución fue por demás precaria.

Hasta su transformación en cuarte1. Pero no desapareció el Hospicio, sino que se creó luego en San Francisco, donde hoy continúa con la nueva, y más generosa denominación de "Hogar Provincial."

Anton de Villarreal. Efemérides Manchegas, diario “Lanza” 29 de abril de 1970



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