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domingo, 16 de julio de 2023

LAS CARMELITAS DESCALZAS EN CIUDAD REAL

 



Leímos el volumen voluminoso, de414 páginas, de José Javier Barranquero,"Conventos", que publicara la Biblioteca de Autores Manchegos, Diputación de Ciudad Real, 2003.Fue en el tórrido verano de 2006 en el pueblo de Barrax. Es curioso que a uno le guste cruzar las lecturas de Albacete y Ciudad Real. Es como si esto nos ayudara a entender la cultura de la otra provincia en el otro ambiente. Me leí este estudio tan bien escrito y encontré el silencio y el recogimiento de los conventos de nuestra provincia.

Este día de San José, que precede al Jueves Santo, estos temas se han vuelto a poner de nuevo de actualidad. Un extenso reportaje de Lanza, fechado en Ciudad Real, 19 de marzo de 2008, nos recuerda el estado del Convento de las Carmelitas. Un gran titular nos lo indica: "Los trabajos para eliminar las humedades del Convento de las Carmelitas, a punto de concluir".

Y al reportaje documental le acompaña un gran reportaje gráfico que nos hace evocar la vida conventual. De esta forma aparece una preciosa fotografía del gran claustro, que nos muestra sus grandes pilares y sus grandes arcos, sus barandas y sus artesonados de madera; el alero de su prominente tejado, con sutejadillos y sus puertas de buhardillas; y su recia y magnífica espadaña, con sus campanas que han marcado las horas recoletas del

convento. Y en el centro una gran Cruz, como velando la vocación y el fervor de la congregación.

 



Por debajo de esta foto tan bien lograda aparece el siguiente pie de foto: "El bello claustro del siglo XVII ha sido uno de los principales objetos del proyecto y en él se han instalado rejillas de ventilación".

Volvemos a consultar el libro de José Javier Barranquero Contento y nos detenemos en la especialista del arte de nuestra provincia y región, Elena Sainz Magaña, la cual nos dice de este estudio: "El presente libro obedece a la conjunción de dos felices circunstancias: la loable iniciativa de la Diputación Provincial al convocar unas becas de investigación en el año 1999, que conllevaba la publicación de los proyectos, y el concurso de un joven investigador verdaderamente dotado de una gran curiosidad que ha colmado con un trabajo serio y concienzudo".

Y a continuación nos dice Elena que ha supuesto el acercamiento a un momento histórico en el que la vida conventual tenía una gran importancia en la comunidad. Como indica el autor: "la fundación de un convento se concibe como una inversión de gran influencia espiritual". El clero tenía una gran influencia en la vida cotidiana: construcción de conventos e iglesias y el encargo a pintores e imagineros de pinturas y esculturas, así como a orfebres, doradores, estucadores, plateros, para que levantaran los bellos retablos, así como a bordadores, copistas herreros y artesanos, para que dotaran a conventos e iglesias de libros, casullas y vestimentas y objetos religiosos.




Elena Sainz nos aclara el desarrollo de este estudio y su resultado: "En Conventos de la provincia de Ciudad Real. Devoción y clero regular" se analizan muchos aspectos, todos ellos necesarios para comprender la religiosidad en una región peculiar, dada su coyuntura histórica tan vinculada a las órdenes militares, y en un periodo determinado, la Edad Moderna". Agrega. "Es en este momento cuando se abandona el Medievo y, con ello, la visión trascendental de la Divinidad, para adentrarse en el Renacimiento y viajar hacia el Barroco atravesando la Contrarreforma y todo lo que ello lleva consigo.

Son estas fotografías del reportaje gráfico del diario Lanza las que nos sitúan en esa encrucijada de la Edad Moderna con la espiritualidad y la cristiandad. Todas estas imágenes nos remiten al Barroco de Ciudad Real.

Una foto de las obras y tres columnas de texto nos informan de la antigua hospedería de la congregación. Y nosotros recordamos al poeta de Castilla: "Blanca hospedería, / celda de viajero / con la sombra mía". Sería de ver la sobriedad y la austeridad en que vivirían las hermanas, pero era suficiente por entregarse a la vida dedicada a la oración y al fervor de Dios.

 



José Javier Barranquero estudia el fenómeno religioso en la provincia de Ciudad Real, llegando a una serie de conclusiones como ésta: "Las relaciones que se establecen entre el fenómeno religioso y el territorio nos sirven para realizar una serie de reflexiones. Está claro que aquellas poblaciones que desempeñaron un papel político-administrativo importante albergaron un mayor número de fundaciones, pero también es verdad que pueden apreciarse claras diferencias entre ellas. Los números son bastante contundentes al respecto: Almagro (como cabeza del Campo de Calatrava) contaba con nueve comunidades religiosas y Ciudad Real (emblema del poder regio) con otras nueve. Por el contrario, Villanueva de los Infantes (como cabeza del Campo de Montiel) sólo tenía cinco conventos y Alcázar de San Juan (cabeza del Gran Priorato de San Juan en la Mancha) cuatro”.

Agrega nuestro joven historiador que determinadas congregaciones, como los dominicos, sólo se asentaban en las localidades que eran centros de poder. Otras, como los capuchinos, los agonizantes o los agustinos calzados, lo hacen en pueblos de menor importancia. A medio camino se asientan los trinitarios descalzos, carmelitas descalzos y franciscanos, sin desdeñar los grandes centros urbanos, como Alcázar, Almagro, Ciudad Real e Infantes.




El II capítulo del libro de Barranquero está dedicado a "Las fundaciones y sus promotores. Nos habla de la alta nobleza, de la pequeña nobleza local y de las órdenes militares. De los carmelitas descalzos en Ciudad Real (tanto en su rama masculina como fe menina) nos dice que "está vinculada a la figura de un caballero de la Orden de Montesa que era regidor de la ciudad: don Antonio de Galiana Bermúdez". Y agrega nuestro historiador: "El convento de los carmelitas descalzos se fundó con las rentas del mayorazgo instituido por don Antonio de Galiana en 1594. Los derechos del mayorazgo recayeron sobre doña Marina de Galiana, sobrina del fundador que debía de cumplir una sola condición para disfrutar de la renta: casarse con don Francisco de Galiana Bermúdez (Don Francisco era hijo de un primo hermano del fundador llamado Luis Bermúdez). La sobrina de don Antonio no tuvo hijos durante su matrimonio y, como era de esperar, esta falta de descendencia propició la aparición del convento.

La fundación contemplaba, en un principio, un convento de religiosas de la orden de Montesa, pero Antonio de Galiana cambió de opinión y redactó un codicilo anulando su decisión y favoreciendo a las hijas de Santa Teresa.




Los carmelitas descalzos en Ciudad Real (rama masculina y femenina) nos lleva a nosotros a recordar los dos santos tan venerados que propiciaron la reforma del Carmelo. Así los cantaba el sabio don Miguel de Unamuno:

 “Juan de la Cruz, madrecito, / alma de sonrisa seria, / que sigues tu senderito / por tinieblas de miseria, / de la mano suave y fuerte / de tu padraza Teresa, / la que corteja a la muerte,/ ¡la vida como de pesa! Marchas por la noche oscura, / te va guiando la brisa, / te quitas de toda hechura, / te basta con la sonrisa. De Dios el silencio santo, / colmo de noches sin luna / vas llenando con tu canto, / para Dios canto de cuna. Madrecito de esperanza, / nuestra desesperación / gracias a tu canto alcanza / adormecer la razón",




Comprobamos en otra fotografía los amplios corredores del Convento de las Carmelitas Descalzas de Ciudad Real. Por debajo un titular nos indica: "Cuatro siglos de historia". En tres columnas se sintetiza la historia del Convento: "Fechado en el siglo XVll, la iglesia se construyó en 1619 y posteriormente el convento, de influencia renacentista y barroca. Las monjas del Carmelo fueron llamadas a ocupar el convento el 11 de febrero de 1596 y las primeras vinieron de Toledo". Hemos estado muchas veces frente a la amplia fachada del convento, que está situado en el centro de Ciudad Real, dando su fachada a la Plaza del Carmen.

Nos dice el reportaje de Lanza: "La iglesia, de construcción posterior al convento, 1619, fue inaugurada el 18 de julio de 1664, gracias al ilustre caballero don Juan Bautista Benavente". Y nos indica los elementos y las técnicas de la construcción: "Está construida con muros fundamentalmente de mampostería de piedra concertada, ladrillo y sillería de piedra caliza labrada en las esquinas, tomado todo ello con mortero de cal y arena. La estructura de la cubierta es de cerchas de madera de par e hileras, correas y tablazón de madera que soporta la cubrición de teja curva recibida con barro".

 



Nos informa Lanza también; ."Las veinte hermanas carmelitas que viven en el convento fundado a finales del siglo XVI en Ciudad Real, son un ejemplo de espiritualidad latente". Una espiritualidad que arranca de dos fuentes de interés que nos alumbran sobre los orígenes del convento: la escritura que otorgó Cristóbal Bermúdez el 23 de abril de 1608 y la concordia que se firmó el 2 de mayo de 1611. José Javier Barranquero nos informa: "Gracias a este documento (el de 1608) sabemos que las religiosas recibían todos los años 150 fanegas de trigo, 50 fanegas de cebada, 30 arrobas de aceite y 100 arrobas de vino por mandato de don Antonio de Galiana”.

Por aquellos años el convento inició su historia como una comunidad de fervor y de cristiandad. La vida transcurría plácidamente con el tránsito mágico del tiempo entre las lecturas sagradas, las oraciones, las plegarias, las sobrias comidas en el refectorio y la luz tenue en la celda, mientras la plegaria se elevaba al cielo puro y azul de Ciudad Real, que llegaba hasta la recia ventana de la celda como una paloma divina evocando a la Santa Teresa de Jesús.

Pero la comunidad no estaba cerrada a la sociedad. Así nos lo indica José Javier Barranquero: "La comunidad, además, tendría que hacer frente a otras cargas como sustentar a un estudiante o costear los gastos del matrimonio a una doncella casadera.

El estudiante recibiría 20.000 maravedíes anuales y la doncella se tendría que conformar con 8.000. Además el convento tenía que hacer frente al salario de un capellán con 20.000 maravedíes y 12 fanegas de trigo. Todo este mundo de espiritualidad, economía y laboriosidad tenía su centro aquí en el Convento de las Carmelitas Descalzas de Ciudad Real.

 

Lucio López Ramírez. Diario “Lanza” lunes 31 de marzo de 2008

 



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