Vista
coloreada de Ciudad Real del siglo XIX
No pudieron dar mejor empleo a sus
capitales los hijos opulentos de la Mancha en aquel siglo de decadencia y
retroceso, que el que le dieron destinándolos a la creación de centros de
enseñanza o a la conservación y fomento de los que encontraron establecidos en
épocas anteriores, medio el más eficaz de alentar a un pueblo en las horas de
desmayo, haciendo renacer sus esperanzas y abriendo a su actitud los horizontes
del porvenir. No hay obra benéfica de mayor alcance ni de más provechosos y
positivos resultados. En esto se anticiparon y ganaron por la mano al nuestro,
que tanto se ha distinguido en fundaciones de este linaje debidas a la
iniciativa individual, otros siglos de menos pretensiones de ilustración y que
aparecen en la historia menos enamorados seguramente de la ciencia.
No he podido comprobar –y sabe Dios que
lo siento- no obstante haber examinado
escrupulosamente los documentos que hoy obran en el Archivo de la Iglesia
parroquial de San Pedro de esta ciudad, la existencia de una Academia de
Derecho Canónico fundada, al decir de algunos, en la referida Iglesia por el
Bachiller D. Bartolomé Salvatierra en el siglo XVI, Academia que debía vivir y
funcionar a ser cierta la noticia, en el siglo décimo séptimo y de la cual por
su innegable importancia y el grande honor que hacía a la ilustración del Clero
de aquel tiempo, parece inverosímil que desapareciera por completo la memoria,
máxime constando allí otras fundaciones del referido Bachiller. Sólo he
encontrado entre los acuerdos Capitulares consignados en la colección de
documentos inéditos, que forman el Libro
mudo o Becerro de dicha parroquia, uno del 1728 en que se dice que el Abad
del Cabildo nombró para la dotación de la Cátedra de san Pedro, que en esta
Iglesia fundó el Sr. Bachiller don Bartolomé Salvatierra para pobres doncellas
huérfanas a tal y tal, institución, que a no haber cambiado los fines para que
fue creada, no puede referirse a la Academia de que tratamos.
Al siglo XVII en su primer tercio,
cuando el nivel de cultura intelectual había experimentado en esta población
considerable descenso, corresponde la fundación hecha por el Presbítero D. Juan
Bravo (año de 1621, cuyo testamento ocupa los folios 801 al 825 de mencionado
libro, y en él hay una cláusula muy sustanciosa, por la cual manda a sus
Albaceas que destinen parte de su hacienda a dar carrera literaria completa
desde la Escuela a la Universidad a dos jóvenes, deudos suyos y de su nombre y
apellido. El documento es harto curioso y de interés, y como dicha cláusula es
corta, merece la pena de transcribirse integra. Dice así:
“-Estudiantes
(al margen)- Iten que dichos Patronos elijan dos mochachos, deudos mios y de mi
nombre y apellido y así elegidos los que de mas habilidad parecieren se propure
que aprendan Letras dende su principio y estando en poder de sus padres sean
ayudados con el gasto que se haga en pagarles el Maestro de Escuela, y estudio
e libros para todo en otra cosa alguna y se guarde lo demás que dicha mi
hacienda rentare hasta que los dichos mochachos estén hábiles para poder ir a
Universidad y aprender Letras que su habilidad y entendimiento les dieren, con
que sean Letras para servir a Dios con ellas porque para esto es mi intención
ayudarles: y si en los dichos réditos que obieren caído o pudieren caer y
rentar obiere sustancia para poder ambos a dos ir a estudiar a Universidad,
sean ambos ayudados con todo y sino obiera posibilidad mas de para uno, los
dchos, patronos elijan y envíen el mas hábil, aunque sea menor en edad, y si
ambos estuvieren en paridad, por quitar discordias echen suertes entre ellos e
vaya el que por suerte saliere el cual sea ayudado en la dicha Universidad
hasta ser graduado de Bachiller, y si de ahí adelante quiere proceder su
estudio hasta graduarse de Licenciado y siendo virtuoso y aprovechado y no
distraído, los patronos le provean de todo lo que rentare la dcha hacienda,
como dcho es y acabado con el siendo graduado de Licenciado o viéndose a esta
ciudad o residiendo en ella medio año, luego los patronos tornen a guardar su
primera Orden de elegir mochachos.
Es
también mi voluntad que si los tales estudiantes estando en la Universidad y
estudio vivieren viciosamente, los patronos teniendo cierta relación de ello,
elijan otros que así se llamen de mi apellido.”
Pero la institución docente de interés
más general, de mayor utilidad y provecho para el vecindario de esta capital y
pueblos comarcanos y que mejor demuestra, de un lado el atraso y lo necesitada
que de instrucción se encontraba Ciudad-Real en el siglo XVII, de otro el alto
saber de sus fundadores, pertenece de derecho a D. Diego López Tufiño y D.
Antonio de Torres Treviño, hijos ilustres de esta ciudad, muerto el segundo
aquí y enterrado en la Iglesia de San Pedro (1646) y el primero en la Villa del
Potosí del Perú, Comisario aquél y Receptor este del Santo Oficio de la
Inquisición de la referida villa.
A un litigio ruidosísimo sostenido en
tres instancias y elevado a la decisión Suprema del Papa, entre los Religiosos
de San Juan de Dios y el Clero parroquial de San Pedro, litigio que dura desde
1719 a 1729, se debe seguramente la conservación de los preciosos documentos
que atañen a la fundación de que me ocupo. Cinco años después de la resolución
definitiva a favor del segundo (1734) fueron trasladados los restos mortales de
D. Antonio de Torres Treviño al Convento de San Juan de Dios, y en mitad de uno
de los salones, donde está instalada hoy la Escuela práctica de la Normal de
Maestros puede ver el curioso una lápida sepulcral con la siguiente
inscripción:
“-Aquí yacen los huesos del cadáver de
don Antonio de Torres Treviño, Presbítero, Comisario que fue del Santo Oficio,
vecino de esta ciudad, fundador Patrono de este Convento Hospital. Falleció en
el año de 1646. Fue depositado en la Parroquia del Sr. San Pedro y trasladados
sus huesos a dicho Convento en el de 1734”.
Luis
Delgado Merchán. “La Mancha Ilustrada” Valdepeñas 1 de marzo de 1893, páginas 2
y 3. Centro de Estudios de Castilla-La Mancha.
Desaparecido
cobertizo de la puerta del sol del siglo XIX
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