La piqueta amenaza al Palacete de la Cruz Roja. Como en la capital no se está construyendo lo suficiente, la industria y el mercado de solares y pisos también quiere levantar su tótem en un edificio emblemático de Ciudad Real merecedor de figurar en el arqueo de bienes culturales. Pero ni está ni se le espera porque en ningún documento público aparece el palacete como edificación interesante ni, y esto es lo peor, como inmueble a proteger en ordenanzas municipales ni planes de urbanismo. Es decir que el inmueble que da carácter a la Ronda y enriquece el paisaje urbano y va asentándose como patrimonio cultural a medida que pasa el tiempo, es una casa más sin más valor que el del mercado que se puede comprar, convertirla en solar y aumentar la oferta de viviendas. Como no hay...
Y, claro que se puede comprar. Cruz
Roja, la actual propietaria del edificio está en su legítimo derecho de
gestionar sus propiedades como mejor venga a sus intereses. Et problema no está
en que se venda el Palacete o se deje de vender, está en que desaparezca para
siempre y con ello se empobrezca un poco más el paquete inmueble de interés de
la capital, pese a la inexplicable opinión de los expertos. Según me informan del
Círculo de Bellas Artes, la única asociación que está defendiendo públicamente
la pervivencia del edificio, la suerte final de la venta aún no se ha producido
pese a que hay una empresa constructora interesada en el mismo.
Sería un despropósito que así fuera aunque
gozara de todas las bendiciones legales de una especulación permitida. Tanto la
Cruz Roja, cuya decisión final corresponde a la dirección nacional, como las
administraciones -ayuntamiento, Diputación y/o Junta-deberían ponerse las pilas
y demostrar voluntad política de salvar el edificio. La Cultura se defiende con
estos gestos no sólo con discursos grandilocuentes en los atriles electorales o
en las grandes paradas congresuales. Debe haber algún modo de evitar que donde hoy
se alza ese peculiar y levantino palacete se alce mañana un nuevo bloque, otro
más, de apartamentos. Y debe haber algún modo de evitarlo sin que nadie acabe
lesionado en sus intereses.
¿Es posible declararlo bien cultural, protegerlo
jurídicamente y defenderlo políticamente con el apoyo de instituciones como la
Universidad y asociaciones civiles y vecinales? Ha habido varias alternativas
en los últimos meses que no han prosperado y todas válidas por cuanto rescataban
al edificio de tan prosaico destino. Ahora que gozamos de una infraestructura
turística fija de la mano de nuestro Paisano Universal y del Gobierno regional,
no estaría de más convertir el Palacete en una hospedería, hotelito o fondo con
sabor para los visitantes que tanto deseamos. Cualquier cosa razonablemente adecuada
menos borrar del plano de la ciudad un edificio que la hace más reconocible. A
quien pueda evitarlo: que haga algo y hará bien.
Manuel
Valero. Diario “lanza”, 17 de mayo de 2006, contraportada.
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