Decoración
navideña en la Plaza Mayor en 1971
“Entonces se fomentaban las costumbres y
había menos discotecas”, cuenta el canónigo de la Catedral, Pedro Pardo, al
recordar la solemne Misa del Gallo de antaño. El párroco muestra su pesar
porque ha desaparecido el encanto de aquellos entrañables actos religiosos de
connotaciones altamente populares. “Ya no viene tanta gente. Hace treinta años
salían los barrios enteros a la calle para celebrar la Nochebuena y cantar al
nacimiento de Jesús en la Iglesia”, añadió con nostalgia.
En los barrios periféricos de la
capital, como el del Pilar, comunidad de la que ha sido su párroco durante casi
treinta años, se vivía con más espíritu la noche de la Misa del Gallo que en el
centro de Ciudad Real. Pardo apela a su memoria y defiende, sin menospreciar a
los que en esa época eran más pudientes, que las barriadas daban más énfasis a
la Navidad. La celebración de la Misa del Gallo era sólo un ejemplo. El cura,
que desprendía felicidad y satisfacción cuando evocaba aquellos momentos,
relató como la iglesia del Pilar “se llenaba a rebosar”. “La mezcla de pequeños,
jóvenes y mayores era maravillosa”. Dice. Sin embargo, la juventud adquiría, si
cabe, el papel de motor. Así o deseaba y promovía el párroco.
Concurso
de coros navideños convocado en el año 1963 por las delegaciones de Sección
Femenina y Juventudes y realizado en el Teatro del Hogar Escuela Santo Tomás de
Villanueva
Unas horas antes de que diera comienzo
la Misa del Gallo los adolescentes cantaban por las calles de la barriada y
llamaban a las puertas pidiendo el aguinaldo y “felicitando la Navidad”. La
solidaridad se erigía como principal protagonista. Poco a poco, a medida que se
aproximaba la media noche, los vecinos comenzaban a amontonarse en las
inmediaciones de la iglesia. El recogimiento se hacía patente. Todos iban
provistos de panderetas y tambores. Pedro Pardo recuerda que esperaban
pacientemente a que sonaran los acordes de villancicos populares para acompañar
al coro. “Fuimos de las primeras parroquias donde se cantó la Misa del Gallo a
tres y cuatro voces, aunque no teníamos otra alternativa que interpretar
canciones navideñas más conocidas para que los asistentes participaran”, dijo.
Belén
instalado en la terraza del viejo ayuntamiento capitalino en 1971
Una vez que concluía la función
religiosa y se daba a besar al niño, quizás el único acto que se mantiene en la
actualidad, los fieles se congregaban a las puertas de la iglesia. Era cuando
los más jóvenes cantaban y bailaban. El cura recuerda que hasta sonaban jotas,
seguidillas y demás piezas populares. Los más mayores se retiraban
paulatinamente a sus casas mientras los más jóvenes ocupaban los salones
parroquiales. “El ambiente era extraordinario y a veces nos hacía alguna visita
la Guardia Civil, pero todo quedaba en eso”. Para ellos la noche no había hecho
nada más que empezar, circunstancia por la que, parece ser, que fueron
criticados por algunos sectores de la sociedad ciudarrealeña de los albores de
los años sesenta.
Coros
cantando al belén instalado en la terraza del ayuntamiento en la Plaza Mayor en
1969
A
las 3 de la mañana en el belén de la plaza
Los chicos y chicas iniciaban una serie
de rondas por la ciudad que culminaría con la llegada a la plaza del
Generalísimo (actual Plaza Mayor) donde cantaban al Nacimiento que instalaba el
Ayuntamiento.
La fiesta seguía hasta el amanecer,
momento en que se consumían con avidez los siempre socorridos churros rociados
de chocolate. La noche mágica había terminado. “Muchos de ellos se iban
directamente a jugar al fútbol, otros a trabajar y, los menos, a dormir”,
cuenta Pedro Pardo.
Pero esa Misa del Gallo ha pasado al
recuerdo. En opinión del párroco el atractivo que ofrecen los programas de
televisión le ha ganado la partida a la tradición. “La gente prefiere quedarse
en su casa viendo la tele y disfrutando la Nochebuena en familia”, precisa.
Además, los más jóvenes se marchan a los lugares de moda y viven la noche de
local en local sin percibir, en muchos casos, que es el día en que se celebra
una misa con motivo de la víspera de Navidad. “Se ha perdido ese ambiente
totalmente familiar y alegre vivido en común entre los pertenecientes a una
comunidad”, se lamenta.
Belén
viviente de la Parroquia de Santiago en la Navidad de 1970
“Hasta
la nieve acompañaba”
Pedro Pardo rememoró las noches frías de
Nochebuena, cuando aquellos dedos rojos por el frío, casi con sabañones,
tocaban sin cesar panderetas y zambombas. Las calles adquirían un encanto
especial. “Hasta la nieve nos acompañaba”, dice con nostalgia. “Ahora el pueblo
que va a la Misa del Gallo desaparece después de la función religiosa. Antes
podíamos ser acusados de gamberros (así eran calificados por algún que otro
sector de la capital) pero celebrábamos con regocijo la noche de la paz y amor
por excelencia”, agregó.
Sin embargo, de aquel ambiente “sencillo”
de hace 25 años no queda nada. Pedro Pardo piensa que es una lástima que en la
actualidad se celebre la Misa del Gallo por tradición. En estas fechas los
cánticos frente al belén del Ayuntamiento y el sonido de las panderetas
acompañadas de zambombas se confunden con el recuerdo de todos aquellos que
tuvieron la oportunidad de disfrutar de una Nochebuena distinta, sin duda más
atractiva.
Mar
G. Torrijos, diario “Lanza”, Extra de Navidad, 24 de diciembre de 1992
La
calle Alarcos con las luces de Navidad en 1971
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