Cola
de ciudadanos en la calle Cuchillería para la compra de tabaco en febrero de
1920. Fotografía publicada en la revista “Vida Manchega” el día 10 del
mencionado mes
Hoy, 22 de septiembre de 2017, se
cumplen noventa y siete años de la resaca producida tras los graves disturbios
vividos en Ciudad Real el día 21 de septiembre de 1920, con protestas y
manifestaciones por el elevado precio del pan y del aceite. Un típico motín de
subsistencia. Hay tardanza en el reparto de vales para adquirir el aceite a
precio de tasa y el malestar se controla en las semanas precedentes, hasta que
estalla la revuelta. Comienzan mujeres y niños. Después entran en acción los
hombres, algunos armados, según el diario católico El Pueblo Manchego, con
“azadones, barras de hierro, palos y mazas”.
Es preciso recordar que la situación
económica mejora en términos generales durante las dos primeras décadas del
siglo XX, con positiva repercusión en el empleo, no tanto en las condiciones de
trabajo. Pero tras el fin de la Gran Guerra hay una coyuntura desfavorable, que
se manifiesta en 1920 con fuerza en la provincia. Una gran plaga de langosta en
el campo y la incidencia del pedrisco durante el mes de mayo agravan la
situación.
En septiembre, una comisión de
agricultores de la provincia de Ciudad Real visita al ministro de Fomento, Luis
Espada Guntín, en el cargo sólo desde el 1 de septiembre de 1920 hasta el 13 de
marzo de 1921, para entregar las conclusiones votadas en asamblea. Se piden
medidas para acabar con la “terrible plaga de la langosta” y la resolución del
expediente instruido para indemnizar a los pueblos afectados por el pedrisco
del mes de mayo que, según informa Mundo Gráfico (22.9.1920), obliga a muchos
labradores a desprenderse de mulas y yuntas para poder sobrevivir.
Con esa situación general en la
provincia se produce en la capital el llamado motín de las mujeres. En el
Ayuntamiento se reparten vales con los que luego es posible comprar medio litro
de aceite. Y el día 21 de septiembre de 1920 las mujeres esperan desde el
amanecer sin que se produzca el reparto. Como el malestar viene de lejos,
comienza la protesta.
El
ministro de Fomento con la Comisión de agricultores de la provincia de Ciudad
Real. Fuente: Mundo Gráfico (22.9.1920)
Las autoridades en lugar de
reconducirla, la avivan con su incompetencia y prepotencia. La prensa de Madrid
publicada el día 22 habla de manifestación con más de dos mil mujeres y de
complicada situación social: “El precio del aceite. Graves sucesos en Ciudad
Real”, indica Heraldo de Madrid; “Por la carestía. Graves desórdenes en Ciudad
Real”, titula El Imparcial; en El País se escribe “Manifestación y tumultos en
Ciudad Real”; “La carestía de la vida. Un motín de subsistencias en Ciudad
Real”, señala El Siglo Futuro; o “Graves disturbios en Ciudad Real. Las mujeres
realizan una protesta vigorosa contra acaparadores y autoridades”, apunta El
Socialista.
El diario El Pueblo Manchego, también
del 22, es más sensacionalista, con el título de “El conflicto del aceite.
Ciudad Real a merced de las turbas” y los subtítulos “Las famosas ‘colas’ que
nosotros censuramos han traído otra ‘cola’ de espanto. El saqueo, la
destrucción y el incendio. Todo al revés: el gobernador no se ha ido todavía y el
Ayuntamiento dimite en pleno. El comercio sigue cerrado. La Guardia civil
patrulla por las calles”.
Juan
Medrano, Alcalde de Ciudad Real cuando se produjo el Motín de las Mujeres
Las amotinadas abuchean al alcalde o al
gobernador y apedrean a la Guardia civil. Además, causan, según noticias de
prensa, diversos estropicios, como el incendio de automóviles. La panadería de los Ayala es asaltada y
esparcidos por el suelo los sacos de harina. También la bodega de Ricardo
Arévalo, donde se abren los caños de las tinajas de vino. La salchichería de la
viuda de Mazo sufre graves destrozos. La casa del presidente de la Cámara de
Comercio e Industria, Policarpo Núñez, es apedreada y su establecimiento se
libra gracias a la Guardia Civil. Asimismo es asaltado el comercio de Ponciano
Montero, como otros bares, tiendas y los molinos de aceite del alcalde, Juan
Medrano, en la calle Paloma, y del marqués de Treviño, en la calle Postas. Se
cuenta en ABC que grupos de chicos acompañan a mujeres provistas de estacas y
obreros les dan escolta.
Parece que el chivo expiatorio es el
gobernador civil, José Muñoz Oñativia, vizconde de San Javier, nombrado por
real decreto el 5 de julio de 1920 y con dimisión admitida el 14 de octubre del
mismo año. En El Pueblo Manchego se recogen así las palabras del gobernador:
“si no les daban bonos en el Ayuntamiento se lo procurasen libremente”, en
referencia al aceite.
Esquela
publicada en el diario “El Pueblo Manchego” (23.9.1920)
La descripción de ABC (22.9.1920) sitúa
al motín de las mujeres en la antesala de la revolución −está muy cerca en el
tiempo y en las conciencias de la burguesía la Revolución rusa−. Por razones
familiares el redactor jefe del diario, Blanco-Belmonte, se encuentra en Ciudad
Real y comienza así su crónica: “Los huéspedes del hotel Miracielos hemos
tenido hoy, para amenizar el almuerzo, el espectáculo de un ensayo general de
revolución con todo: carreras, pánico, vocería, campaneo avisador de incendios,
asalto de tiendas, saqueo y edificios puestos a fuego”.
El mismo día 22 se reúnen los miembros
de la Cámara de Comercio en sesión extraordinaria. El presidente cita graves
perjuicios por saqueos y propone que conste en acta los daños sufridos por “las
clases mercantiles e industriales”. Añade que los sucesos son provocados por la
imprevisión de las autoridades, principalmente del alcalde, al retardar el
reparto de los vales del aceite. Y propone elevar una enérgica protesta al
presidente del Consejo de Ministros y al ministro de la Gobernación, solicitar
la destitución de gobernador y alcalde, indemnizar a los comerciantes afectados
y mantener los comercios cerrados hasta que se garantice el orden público.
En sesión ordinaria de 25 de septiembre
el presidente de la Cámara informa de la dimisión del gobernador y del alcalde.
Tranquilidad y orden se aseguran gracias a la enérgica intervención de la
Guardia Civil, que controla la ciudad tras llegar numerosos guardias de otras
localidades. Para dar sensación de completa normalidad se procede a la apertura
del comercio y se felicita al gobernador interino, señor Carrión, presidente de
la Audiencia provincial, por hacerse cargo del mando de la provincia.
Isidro
Sánchez
Fuente:
La Acción, Madrid (22.9.1920)
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