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viernes, 7 de mayo de 2021

ACTUACIÓN EN EL SALÓN DE PLENOS DE LA DIPUTACIÓN DE FISAC Y LÓPEZ VILLASEÑOR: 1959-1960

 

El Salón de Plenos en la segunda década del siglo XX



En 1958 la Corporación necesitó actualizar la imagen de su función como institución de un nuevo tiempo político y para proyectar esta nueva imagen recurrió, una vez más, a la ornamentación. La segunda operación ornamental del Palacio se verificó exclusivamente en el Salón de Plenos –espacio más emblemático del edificio- entre 1959 y 1960. Fue encargada nuevamente a dos jóvenes artistas de la tierra, ambos con brillante currículum y cercanos a los círculos oficiales: Miguel Fisac (Daimiel, 1913-Madrid, 2006) y Manuel López Villaseñor (Ciudad Real, 1924-Torrelodones, 1996), arquitecto y pintor, respectivamente. Asistimos con ello, al menos en el caso de Villaseñor, a la repetición de esa recuperación patrimonial de artistas por las instituciones que les ayudaron al principio de sus carreras, una vez que aquellos hubieran conseguido currículum fuera de la provincia.


Alegoría de la virtud de la prudencia, realizada por Ángel Andrade en el techo del Salón de Plenos



Tras desestimar los proyectos solicitados a varias casas de decoración, evidentemente porque no traducían el carácter deseado por la Corporación, la primera noticia documentada sobre el tema es una explicación del Presidente de la Diputación, Daniel Aliseda “de las gestiones que viene realizando con Villaseñor para la pintura y el decorado del Salón de Sesiones, que desea recoja la época actual y sea eminentemente sobrio”. El proyecto de reforma de Fisac es de 2 de enero de 1959. En la memoria descriptiva expresa que “el local está construido a principios de siglo y dentro del gusto de la época, y ornamentado con pinturas de escaso valor… La Diputación pretende reconstruirlo con arreglo a las exigencias técnicas y al gusto estético de nuestro tiempo”, y más adelante: “el proyecto que se presenta comprende los trabajos de albañilería y los previos para ornamentación…, que serán completados con una gran pintura al fresco, cortinas y mobiliario”. Prevé un plazo de ejecución de sesenta días y un presupuesto de 230.818 pesetas.


Alegoría de las virtudes de la Justicia y Fortaleza, realizada por Ángel Andrade en el techo del Salón de Plenos



El proyecto fue aprobado en Pleno de 26 de febrero de 1959. En esta Sesión se acuerda también contratar la decoración mural del Salón con Manuel López-Villaseñor por importe de 300.000 pesetas. La argumentación es: “Vistos los informes emitidos por los Señores Camón Aznar y Lafuente Ferrari, se acuerda facultar ampliamente al Presidente para que pueda contratar la decoración mural del Salón de Plenos con el pintor manchego Manuel López-Villaseñor, por su calidad de tal y por haber decorado a plena satisfacción la Diputación de Zaragoza y el transatlántico Cabo San Roque”. En sesión de 23 de julio de 1959, se acordó por unanimidad aprobar el expediente incoado de excepción de las obras del trámite de subasta y concurso. El acta de recepción de la pintura mural, último de los trabajos de la nueva ornamentación, data de 26 de septiembre de 1960.


Alegoría de la virtud de la Templanza, realizada por Ángel Andrade en el techo del Salón de Plenos



La reforma consistió básicamente en la construcción de una pared de unos 25 cm de grosor, soporte para la pintura mural, que se antepuso a las paredes derecha y central del salón adquiriendo forma cóncava en la intersección de ambas, y en la disposición de un falso techo de escayola enrasado con el mural. La pared a la calle se cubrió con cortinas corridas. Las consecuencias de esta intervención radical sobre el Salón fueron la eliminación funcional del espacio de prensa y público abierto a esta sala por tres palcos y ahora oculto por el mural, la eliminación visual de la ornamentación de las paredes pilastras, cornisas, escocías y la retirada del techo de los lienzos de Andrade.


Vista del Salón de Plenos tras la reforma de Fisac y López Villaseñor



La modificación transformó el espacio abierto que era el Salón de Plenos con su eje fachada-diputados-público, en un espacio basilical cerrado, efecto reforzado por la envolvente e impactante presencia del mural. Un espacio que está concebido con los presupuestos dinámicos que Fisac aporta a la arquitectura de este momento, visibles, por ejemplo, en sus singulares iglesias. El mural de Villaseñor es una pintura de más de 120 m2, ejecutada con una increíble rapidez, ya que en su realización empleó, escasamente, los meses de verano de 1960. Está concebido en ese lenguaje que caracteriza la obra del pintor en los años cincuenta y sesenta, que empleó también en la decoración de la Diputación de Zaragoza, el transatlántico de los Ibarra o la obra La duda de Santo Tomás (primera medalla en la Exposición de Arte Sacro de Zaragoza de 1958). Es un código lingüístico lanzado como propuesta de modernidad que también utilizaron otros muralistas como Francisco Baños, y que muestra claras influencias del arte oficial musoliniano como intento de arte nuevo ante la inoperancia de los lenguajes de las Exposiciones Nacionales, influencias recibidas por el pintor durante su estancia en la Academia Española de Bellas Artes en Roma (1949-1952). Comentando obras del autor pertenecientes a esa época –quizá la más singular de su actividad artística-, Gabriel Ureña define su lenguaje como “esquematismo monumentalista, escenográfico, lineal y místico, que aplicará para pintar desolados paisajes españoles y fisonomías angulosas de campesinos con ascendencia carpetovetónica”.

 

Parte del Mural de López Villaseñor



La obra mural se titula Vida, Trabajo y Cultura en la Provincia. En el panel frontal, destinado a la glorificación de la historia de la provincia como metáfora del presente, elabora temas existentes en la ornamentación anterior del Salón como alguno de los personajes ilustres: San Juan de Ávila asistido por ángeles que le inspiran la escritura de la reforma del clero que “ha de calmar las impaciencia de un mundo en plena subversión teológicas”, Diego de Almagro, que hace participe a La Mancha de la conquista del Nuevo Mundo; Don Quijote y Dulcinea, ejemplo del amor ideal. En el centro de la composición, flaqueado por musulmanes y judíos, está representado el pueblo cristiano a través de los Maestres de las Órdenes Militares que rodean a Santo Tomás de Villanueva, quien cobija, bajo su hábito episcopal que recuerda a alguna arquitectura religiosa del momento, a una maternidad y, en el plano real, al sillón presidencial. Esta representación del pueblo cristiano sería “el espíritu de la reconquista espiritual en la Edad Media” y anuncia claramente la estrecha relación Iglesia Católica-Estado del periodo franquista.

En el muro derecho antepuso a los palcos que se abrían a la original sala de prensa y público, presenta una exaltación del trabajo agrícola, ganadero y minero de la provincia. En el centro de la composición, la recia y ascética familia campesina de varias generaciones, ligada a la tierra, cuyos personajes “no son famélicos, sino magros; están más curtidos por la penitencia y el trabajo que por el gozo de algún festín carnal”.

María Luisa Giménez Belmar en “El Palacio Provincial y su Época”. Biblioteca de Autores Manchegos de la Diputación Provincial de Ciudad Real 2018


Vista actual del Salón de Plenos tras la reforma de 1985


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