La
fachada a la plaza de la Constitución, con cerca de 54 m de longitud,
tiene una composición horizontal con una simetría definida por su centro de
acceso. El cuerpo central sobresale del plano general de la fachada (50 cm) con
la puerta central de acceso y en la planta superior una pequeña tribuna con
tres vanos separados por dobles columnas en el centro y machones rectangulares
en los lados. A cada lado del cuerpo central cuatro ventanas con proporciones
clásicas de trazados a 60º y remates de frontones triangulares en las de la
planta superior. A ambos lados de esta composición, dos torreones circulares de
3,20 m de radio con tres ventanas en su perímetro y remate de cúpulas sobre una
base que sube sobre la línea de cornisa otros 3,50 m.
Una fachada que tiene, en sus elementos, composiciones de proporciones clásicas en los cuerpos laterales, en el núcleo central y en los huecos de balcones superiores. Pero por encima de este recurso formal hay una voluntad de acentuar el carácter horizontal de la composición con diferentes recursos. En primer lugar, por el uso de los materiales. La planta baja se reviste de piedra caliza blanca con entrecalles horizontales que marcan esta dirección en el edificio. Frente a los 54 m de largo una altura hasta la cornisa de 11,50 m lo que subraya el sentido de la composición. Los acentos de la entrada marcan el carácter representativo del edificio en su punto de acceso sin romper este sentido lineal de su totalidad. Incluso los dos laterales acentúan este carácter, la fachada a la Plazuela de la Merced porque se hace visible desde el frente y la fachada a la calle de la Rosa por el inicio de este cuerpo, ligeramente retranqueado respecto de la fachada principal indica la continuación de la composición. El remate de las cúpulas de los extremos con la planta circular subraya más el giro de las fachadas laterales que el final de la composición. De hecho, en los planos de Rebollar la altura de estas cúpulas era menor de lo que finalmente se ejecutó (1).
La fachada lateral a la Plazuela de la Merced, con sus menores dimensiones tiene, sin embargo, un peso de la composición clasicista de gran fuerza. El espacio de esta fachada es más ajustado y necesita incluso ocupar parte de la iglesia de la Merced en su interior. La fachada va a dejar en su lateral izquierdo la pequeña portada de la iglesia con 9,85 m frente a los 22 que tiene este frente de fachada de la Diputación. Y en ese espacio construye un cuerpo que sobresale de la fachada de 11,50 m de longitud que, en la planta baja, tiene tres huecos y que, en la planta primera, conforma una tribuna de composición clásica con tres vanos que en el centro tiene dobles columnas y en los laterales una separada ligeramente del cierre lateral. Todo ello coronado con un gran frontón triangular, con óculo central superior. El lenguaje de elementos de columnas, balaustradas de piedra y fondo de ladrillo con huecos rematados por arcos semicirculares obedecen al uso de un lenguaje historicista que, este caso, quiere ser la envolvente formal de la institución.
El Salón de Plenos planteaba una fuerte
estructuración formal, fijando una sutil relación interior exterior propiciada
por la fluidez espacial que generaba la tribuna como cuerpo abierto-cerrado. El
mantenimiento de la alineación de la iglesia de la Merced como alineación del
Palacio establecía un diálogo de la tribuna neoclásica con el paramento barroco
de la Iglesia. Las lecturas de tal decisión de Rebollar pueden amparar
diferentes matices que irían desde el predominio de la Institución Civil sobre
la Institución Religiosa hasta la supremacía de los valores políticos sobre los
valores ciudadanos. Las alegorías de Andrade que ornamentaban el techo avalan
lo expuesto, al ensalzar la Política a través de las virtudes de la Sabiduría,
la Prudencia, la Justicia y la Fortaleza (2).
En la calle de la Rosa, la sobriedad se hace presente en una modulación de huecos que repite el ritmo de la fachada principal en planta baja y primera, pero prescinde de cualquier punto singular como ocurre en las otras dos fachadas eliminando algunos elementos del proyecto original. Y las proporciones y equilibrio de las formas quedan como referentes que introducen el equilibrio en la composición total con independencia de los espacios interiores a los que va dando servicio.
Tan solo 20 años antes, en 1868, José Ramón Berenguer y Cirilo Vara y Soria, avalaban la necesaria adecuación entre contenido y continente. Propiciando la identificación entre lenguaje formal y contenido del edificio, exigiendo determinadas elecciones de Órdenes Clásicos, para la resolución de diversos programas edificatorios. Estos supuestos, habrían exigido en buena lógica, que el Palacio se ejecutara en Neoclásico, frente a la contaminación formal que emplea Rebollar. La presencia neoclásica queda reducida a un enclave concreto: las tribunas del frontal y del lateral de la Merced. Enclaves externos que mantienen una junta correspondencia con los espacios internos privilegiados: el Salón de Comisiones y el Salón de Plenos (3).
El edificio en su conjunto está lleno de recursos estilísticos procedentes de los órdenes clásicos: sus proporciones, los equilibrios de las diferentes partes, la importancia de elementos como los accesos o los ámbitos singulares como definidores de su imagen externa nos remiten a un Rebollar que, con un encargo institucional y una voluntad de representación, recurre a recuperar estos lenguajes. En su interior las secciones acentúan este carácter historicista de la construcción con sus dobles alturas de la escalera, patios y espacios singulares del Salón de Comisiones y Salón de Plenos.
La ornamentación de Ángel Andrade y Samuel Luna incrementa esta sensación monumental de los ámbitos singulares del mismo. Pero referentes clásicos que se alteran y modifican con un nuevo lenguaje (4). Porque hay una ruptura del uso del lenguaje clásico con elementos singulares y con una composición general que habla más de un proyecto personal, de una evolución hacia el uso de los recursos estilísticos históricos de forma libre configurando un lenguaje nuevo que abre el camino a nuevas formas de representación (5).
Sin embargo en el proyecto se aprecia
con claridad el declive del clasicismo y el constante rediseño del concepto
marco del decoro que incorpora las nuevas aportaciones de la disciplina en la
búsqueda del estilo único, por una parte, y por otra de edificios singulares en
cada caso (6).
Un edificio que define un espacio urbano con su gran fachada principal que se abre a la plaza de la Constitución con 69 m de distancia hasta el frente opuesto lo que permite una visión completa del edificio en la actualidad. Un frente ocupado en su momento por el edificio de los Juzgados y ahora por el de Correos. La Plazuela de la Merced, con algo más de 500 m2 y su forma irregular, permite una imagen más recogida de la fachada lateral que se asoma a la calle de Toledo. Un edificio que se convierte en un referente urbano dentro de la ciudad, en esa manzana que forma con la iglesia y el antiguo convento de la Merced. En su momento, según el plano de Coello con referentes como la iglesia de la Merced, las oficinas del Gobierno y el teatro de la Amistad.
En 1985 se realizó un proyecto de restauración redactado por el arquitecto Alejandro Moyano, con diferentes actuaciones de remodelación de espacios entre el edificio y la iglesia de la Merced y mantenimiento general del conjunto construido.
Diego Peris Sánchez en “El Palacio Provincial y su Época”. Biblioteca de Autores Manchegos de la Diputación Provincial de Ciudad Real 2018
(1) El arranque de las cúpulas se hacía por debajo de la línea de coronación de la cubierta, mientras que, en la actualidad, hay una base de altura algo mayor que la cubierta, a partir de la cual se conforma la cúpula. Plano coloreado firmado el 12 de marzo de 1882. ADCR, Arquitectura, Obras.
(2) J. Rivero Serrano, “Montecarlo sin saberlo” en Mancha Ciudad Real, núm. 22, 1986, p. 9. La actuación de Fisac con las pinturas de Villaseñor alterarán gravemente el sentido de este espacio central del edificio.
(3) J. Rivero Serrano, 1986, p. 8.
(4) Las columnas de la fachada de la plaza de la Merced tienen 500 cm de altura y una sección de 50 cm lo que da una proporción clásica 1:10. Sin embargo las de la calle Toledo miden 425 cm lo que supone una relación 1:8,5 que rompe los moldes clásicos tradicionales.
(5) J. Rivero Serrano, “Los orígenes del ojo moderno”, en Revista Mancha, núm. 24, 1987, pp. 39-40.
(6) M. L. Giménez Belmar, 1993, p. 100.
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