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jueves, 4 de julio de 2024

JULIÁN ALONSO RODRIGUEZ 1899-1963

 



Como preciado y distinguido homenaje al hombre que sin duda más ha querido a esta capital, he considerado rehabilitar su memoria, hoy completamente perdida y olvidada en comparación con los grandes personajes de nuestra historia local. Y por ello vengo a abanderar sobre Ciudad Real Cofrade la vida y obra de un intelectual, de un docto sin parangón y un pregonero que hizo de nuestra Semana Santa una gran Catedral. Un hombre que llegó a todo el mundo desde el más letrado al menos cultivado. Fue el peculiar y cercano Don Julián Alonso Rodríguez, un personaje singular con curiosas "rarezas" de las que con tanta simpatía nos hablaron los notables como Marcos Redondo o García Pavón. ¿No es verdad, que las biografías de los sabios, de los artistas, de los hombres célebres en general, están plagadas de estos rasgos propicios a la sátira y al humor, que son como las, sombras que resaltan el bello cuadro de sus figuras excelsas y brillantes? De aquí la manida frase, tantas veces oída por todos: no hay hombre grande para su ayuda de cámara. Nace Don  Julián en Ciudad Real el 23 de junio de 1899, hijo del Gobernador Militar Don Mariano Alonso y de Josefa Rodríguez.

Desde muy niño se identifica con la historia y a la temprana edad de trece años empieza a desarrollar sus primeras anotaciones históricas. Hizo sus primeros estudios en la Academia General de Enseñanza de Ciudad Real. En 1917, hace un estadio documental y fotográfico del patrimonio "escondido" que así puede llamarse al interior de las casas de la Judería v tic la Morería. En 1918 es nombrado jefe de Puesto de Desafección con carácter interino por la Alcaldía de Ciudad Real con motivo de la epidemia reinante. En el año 1921 se Licencia en Ciencias, Sección de Naturales, tomando en 1925 posesión de Auxiliar Bacteriólogo en la Estación de Patología Vegetal en La Florida (Madrid). En 1928 es nombrado por oposición libre, Catedrático de Agricultura Terminología en el Instituto Nacional de Segunda Enseñanza de Vigo.




Años más tarde, 1931, toma posesión en el instituto de Cádiz, "Columela", al que es trasladado por concurso, pasando al siguiente curso como Auxiliar de la Cátedra de Biología en la Facultad ele Medicina de Cádiz. Cuando el Profesor Alonso pasaba sus acostumbradas vacaciones de verano en Ciudad Real le sorprende la Guerra Civil, no pudiendo incorporarse de nuevo en Cádiz, siendo obligado a desempeñar la Dirección del Instituto de Segunda Enseñanza de Ciudad Real, durante el trienio.

El 1 de mayo de 1939 regresa a Cádiz, y se hace cargo de su Cátedra, donde desarrolla una labor extraordinaria muy recordada en la milenaria ciudad de plata. Se especializa en fotografía y participa activamente en la recuperación del Patrimonio Histórico Artístico de Ciudad Real, donde encabeza luchas feroces en pro de la conservación como él decía "de mi amada y siempre querida Ciudad Real" que ocasionaron sonados enfrentamientos que revistieron al Profesor Alonso del más enérgico respeto en todos los órdenes, menos en el político, desde donde no se le ofreció garantías para su causa, recibiendo grandes disgustos al quedarse aislado en esta desigual lucha, llegando a pronunciar ante varias autoridades una frase lapidaria cuando éstas le recriminaron personalmente que se encontraba sólo ante la cruzada patrimonial, respondiéndoles de la siguiente forma: "Ciudad Real y yo, mayoría aplastante". Muy pocos años antes 1954 el eminente Catedrático recibió junto a su homólogo Don Emilio Bernabeu Nobalvos el título de Cronista Oficial de Ciudad Real, que ele poco le sirvió para su inigualable lucha. En el año 1956 fue elegido Pregonero de la Semana Santa de Ciudad Real, siendo pronunciado el Pregón cofrade en aquel inolvidable Viernes de Dolores, colocando hastía la fecha el listón más alto en los pregones habidos, coincidiendo curiosamente en el año y circunstancias con el Pregonero Sevillano Rodríguez Buzón. Puede decirse de aquel pregón que hasta la fecha ha sido base, raíz y razón donde muchos han bebido con gratitud, reconociendo el inestimable valor del mismo.

Nadie como él sabía a la perfección la historia ele la Semana Santa ciudadrealeña, nadie como él había sondeado y repasado sus cimientos, él conocía todas las imágenes titulares antiguas y contemporáneas, sus autores, sus libros de actas, sus hermanos mayores, sus costumbres y como no, sus personajes relegados y totalmente olvidados siendo éstos los más emblemáticos.




Julián Alonso, muy devoto de la Reina del Prado, se hacía acompañar de una imagen de la Señora de Ciudad Real, copia exacta de la antigua. Hay que destacar que pocos como Alonso eran sobresalientes entendedores de todo lo catedralicio, siendo los consultores de su ciencia varios de nuestros añorados Obispos Priores de las Órdenes Militares Españolas. Colaborador importantísimo del Diario Lanza donde desarrolló una labor ímproba, con aquella prosa, emotiva y cordial, con un estilo tan original y auténtico que se adivinaba al autor sin llegar a la firma. Después vendrían años de angustia, de luchas, heridas, desvelos en pro de Ciudad Real, encabezados por este ilustre bilaureado cronista y pregonero, general de ejército de nuestra historia, hasta que su corazón se resintió y a causa lamentable de esos disgustos, vino a poner el culmen de tanta destrucción, la noticia del proyecto de eliminación y derribo del maravilloso y señero convento de las Madres Dominicas de Altagracia, después de más de cinco siglos de existencia. Su corazón no pudo resistir tanto dolor desquebrajándose como su sentida Ciudad Real aquel 12 de mayo de 1963, falleciendo en Cádiz y recibiendo sepultura en esa ciudad, hasta que fueron trasladados sus restos mortales diecisiete años después a la vieja Ciudad de Reyes.

Su último artículo publicado en la prensa en razón de lo acontecido se tituló ¿Qué queda ya?

Como colofón decir que está en marcha su biografía, obra escrita y fotográfica que aportará sin duda una base incalculable a nuestra historia. Para culminar este artículo no veo otro mejor argumento que un texto del homenajeado: «Te diré, corno final amigo, que, equivocada, pobre o rica, guapa o fea, trabajadora dolorosa.... Quiero a mi ciudad y ¡nadie la toque! Que, sea quien sea, no be de consentirlo, pues, sobre todo, es buena, y es mía, y muy señorona, y a nadie llama y todos abraza, aunque en bálsamos Judas se le vuelvan luego. Si en el trance de piropearla me panes buscando y rebuscando, no encontraría otro piropo más grande, más bello, más varonil que decirle: iMadre! Y darle un beso en la boca».

Ciudad Real cofrade 2001 por José López de la Franca y Gallego




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