Hace muchos años, y siglos ya, que se
viene discutiendo sobre la antigüedad, como parroquias, de San Pedro y de la
Virgen del Prado, hoy catedral. No nos incumbe esta cuestión que dilucidarán
los que se dediquen a la historia de esta ciudad, si es que ya no se dá por
resuelta al haberse designado una de tales parroquias para catedral y acaso la
que menos condiciones tenga para ello, y desde luego la de menos importancia
artística y arqueológica.
La iglesia de San Pedro es un templo
ojival digno de conservarse por su traza; la del Prado es un templo de arte
ojival muy decadente y con escaso mérito artístico, á pesar de la arrogancia de
sus anchuras. Mejores que la iglesia de San Pedro hay algunas iglesias, mejores
que la catedral las hay innumerables.
A pesar de que no hemos de entrar en las
razones que inducen para creer que un templo sea más antiguo que el otro, no
podemos prescindir de los datos artísticos. Hemos leído en varias obras que
tratan de Ciudad Real que en la torre de Santa maría hay una campana regalada a
la Virgen por D. Fernando III en sus vistas con su madre Dª Berenguela, que se
celebraron aquí el año 1242 y que en esta campana existe un letrero en que se expresa
la donación y el año. Es cierto que hay el letrero sin el año, y también es
cierto que los escritores que han hablado de él lo han copiado incompleto,
probando con ello su mala fe; por qué de copiarlo entero se hubiera visto claro
lo infundado de esta razón, aducida como prueba para la antigüedad de Nuestra
Señora del Prado como principal iglesia de Ciudad Real.
La inscripción citada dice junto a la
cepa de la campana, ó sea en la parte superior, lo siguiente:
“Assumpta est Maria in coelum gaudent angeli; laudantes benedicunt
Dominum.”
Y en la parte inferior cerca del borde en
dos líneas lo que sigue:
“Dióme a la milagrosa imagen de Nuestra Señora
Santa María del Prado la devoción de la Magestad del señor D. Fernando. Fui refundida
en 1745 y en 1847, siendo cura el Dr. D. Cipriano Sánchez Agundez y mayordomo
el P. D. Félix Serrano y Belmonte.”
Fachada
y portada de los Reyes antes de la última restauración
Cuando vino á nuestras manos el famoso
letrero nos indujo á sospechar de su autenticidad la palabra Magestad aplicada
al rey D. Fernando, por que es sabido que este título no lo usaron los reyes de
España hasta que se coronó emperador de Alemania el primer Carlos: pero después
de vista la campana y leído el letrero que la orla, no dudamos en calificar de
apócrifa la prueba de antigüedad que se ha querido sacar de la existencia de
tal instrumento.
Tal vez habría otra campana antigua,
sabe Dios de cuándo, pero después de dos refundiciones y con un pleito, es muy difícil
asegurar que el metal de ésta proceda del conquistador de Córdoba y Sevilla.
La campana actual debe ser obra de D.
Fidel Ruiz, que fundió las demás que están en la torre, una de las cuales tiene
la firma y la fecha de 1852, esto es, cinco años después de la última
refundición de la otra.
Deshecha esta prueba, daremos otra
completamente contraria. Lo más antiguo que hay en Ciudad Real de arquitectura
religiosa es la puerta principal de Santa María del Prado, colocada detrás del
coro y en frente del retablo mayor. Esta portada, último resto de la primitiva
iglesia, es de las postrimerías del siglo XIII ó cuando más de principios del
siglo XIV. Tiene un arco apuntado, otros dos resaltados y con ligeras
reminiscencias del arte bizantino, á quien se adelantaba ya en el progreso
artístico, pero de quien desciende por línea recta é inmediata. Esta portada es
muy probable que haya cambiado de sitio, porque en ella se ve claramente, como
vamos á probar en seguida, que ha sido desguazada y vuelta á montar y tal vez
no lo fuera en el mismo lugar en que antes estuvo.
La
puerta de los reyes es la más antigua en cuanto a arquitectura religiosa de la
ciudad de finales del siglo XIII o principios del XIV. La fotografía es de
principios de siglo
Como hemos dicho, forman la portada tres
arcos que se apoyan sobre pilastras lisas. El practicable es completamente
liso, y los otros dos tienen adornos de flores cuatrifolias y medias figuras.
Examinando éstas se ve que todas ellas tienen brazos y que éstos unos se
dirigen hacia la parte de afuera como pretendiendo levantar la maza que sobre
ellos pesa, y otros van hacia adentro simulando un movimiento de apoyo y fuerza
para levantar el peso de arriba con todo el cuerpo. No hay ni una sola figura
que no esté en actitud de forcejear por levantar algo que la sujeta y la obliga
á permanecer en aquel sitio.
Dado este pormenor importantísimo, no
hay más remedio que confesar que todas las dovelas en donde hay figuras fueron
de un arco que tenía encima un peso, esto es, que no eran del arco más alto ó
sea el tercero, puesto que hay tres, sino que todas estaban en el segundo y que
el de afuera se formaba sólo con las dovelas ornamentadas con flores y hojas; y
como hoy se ven en el arco de en medio, ó sea el segundo, ornamentadas con
figuras, las dovelas 2, 3, 4, 5, 7, 9, 13, 14, 15 y 17 contando de derecha a
izquierda, y en el tercero las 1, 3, 15, 16 y 17, y que tanto las dovelas de
las flores como las de las cabezas han sido rotas y cortadas para ajustarlas en
una formación distinta de la que antes tuvieron, hay que convenir en que la
portada, al hacerse la nueva iglesia, fue desmontada y que el arquitecto que la
reconstruyó no se fijó en la falta de lógica de la nueva colocación, ó que los
albañiles las colocaron adlibitum sin que hubiera una dirección inteligente
para la obra.
Queda, pues, sentado que la portada fue desguazada
y vuelta á armar cuando se hizo la obra de la actual iglesia que vamos a
describir á continuación.
Empezando la descripción del templo por
el imafronte, tendremos que consignar que en él existen, además de la portada
de que antes hablamos, una claraboya de rosetones lobulados, análoga á la de
Alarcos, y como quiera que ésta es posterior á la portada, no obstante que su
edad es del siglo XIV, y en el muro no hay huellas de dos construcciones
distintas, habremos de suponer que el desguazamiento del arco y la construcción
de la claraboya pertenecen á un mismo período; ó lo que es lo mismo, que en el
lugar del templo actual hubo tres. Uno primitivo, al que corresponde la puerta
del perdón en su primer estado; un segundo templo al que pertenecieron la
puerta desmontada y vuelta á montar y el rosetón; y un tercero, el actual, en
el que se respetó el imafronte del segundo sin hacer otra cosa que voltear un
gran arco, que hoy se vé, sobre el rosetón y elevar los muros hasta la actual
altura.
En
los arcos de la puerta de los reyes hay figuras con brazos que pertenecieron a
una construcción anterior
El imafronte no tiene nada más de
particular que cuatro robustos botareles, hechos en el siglo XVII, para
fortificar la fábrica que ya estaba ruinosa, cuya obra, de estribos y
contrafuertes, según asegura el Sr. Hervás en su obra citada, se contrató por
la iglesia con el maestro cantero Ignacio Vélez Calderón en julio de 1651. En
uno de los estribos hay una inscripción en la que perfectamente puede leerse
aún:
S. M. la
Mayor año
1653.
Dando la vuelta al templo, por la parte
del Prado, encontramos una portada de estilo ojival decadente. La forma un arco
adintelado encerrado en otro redondo y éste a su vez en un conopio que termina
en un tope de grandes hojas de cardo. El tímpano relleno tiene en el centro una
imagen en piedra de la Virgen y á los lados sendas macetas de flores con
azucenas, que son las armas de la parroquia. En el tímpano del conopio se ven
las armas de San Francisco, lo cual induce á creer que se hizo a espensas de la
orden ó por lo menos con su intervención y ayuda.
Esta portada está encajonada, podríamos
decir, entre un botarel que rodea el primitivo, siendo el actual de la misma
construcción y fecha que los del imafronte, y la sacristía vieja, obra del
siglo XVI, que luce por su parte exterior en una esquina un reloj de sol, hoy inútil;
un friso de bichas y caprichosas figuras del renacimiento hacia la mitad de la
altura del edificio, en el que en dos cartelas se lee
“Año de Cristo de 1551.”
Y otro friso junto al alero formado por
cabezotas de serafines y discos convexos. En el segundo cuerpo se abre una
preciosa ventana de estilo compuesto y que es un modelo de renacimiento cuando
iba perdiendo su carácter español para convertirse en el arte neolatino cuyo
modelo más acabado es el monasterio del Escorial.
Claraboya
de rosetones lobulados, análoga á la de Alarcos
La fecha de esta construcción, 1551, es hoy ilegible, pero nosotros la vimos, aún muy clara, cuando en 1874 visitamos por primera vez esta capital, y además la trae el padre Jara en la página 237 de su obra titulada “Historia de Nuestra Señora del Prado”, publicada en Ciudad Real en 1880.
A esta construcción se adelanta la de la
sacristía nueva que no tiene nada de notable y que fue construida en 1632,
según se lee en el centro del dintel de una de las ventanas.
El lado opuesto al que acabamos de
describir presenta otra portada, como la descrita, del siglo XVI á sus
principios, que tiene un arco ojival conteniendo otro adintelado y flanqueados
ambos por graciosos pináculos. Toda la ornamentación está encerrada en un
robustísimo arco saliente construido para fortaleza del templo y que debe ser
de la misma época de la torre. Esta no ofrece nada de notable y se concluyó de
construir en 1825 por el maestro de obras D. Joaquín Romero.
El ábside por su parte exterior está
rodeado de construcciones modernas, tales como el camarín de la Virgen.
La iglesia toda aparece cubierta sobre
las bóvedas por armadura y tejado y en la parte más alta del ábside se dá
noticia de la construcción en una inscripción que dice:
“Se acabó esta obra año de
1764 siendo cura D. Juan Antonio Fernández
y mayordomo D. Diego García
de Leon.”
En uno de los muros laterales, allá
cerca del alero del tejado, se lee también “Año de 1764.”
D.
Rafael Ramírez de Arellano, “Ciudad-Real Artística. Estudio de los Restos
Artísticos que quedan en la Capital de la Mancha”. Ciudad Real 1893.
Aquí se encontraba la inscripción “S. M. la Mayor
año 1653” y que fue picada en la última restauración
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