Vista
del interior de la catedral y del Retablo del Altar Mayor a principios del
siglo XX
Juan de las Higueras Villaseca, natural
de Ciudad Real, hijo de Juan de las Higueras y Lucía Céspedes se traslada, como
otros en aquella época, a Yucatán el 22 de mayo del 1566 como criado de don
Luis Céspedes de Oviedo.
Las cosas le fueron bien en las tierras
recientemente descubiertas llegando a ser secretario del Excmo. señor don Luis
de Velasco, marqués de Salinas y virrey de Nueva España. Hace fortuna y, en la
prosperidad, no se olvida de sus raíces y manda hacer en “La iglesia parroquial
de Santa María del Prado, de Ciudad Real, de los reinos de Castilla, en el
Arzobispado de Toledo, de donde soy natural, un retablo para el Altar Mayor de
dicha iglesia”.
Es el 14 de enero de 1610 cuando en la
ciudad de México otorga escritura pública dando poder al Lic. de Rojas para que
lleve a efecto su intento. En ella hace constar nada menos que 32 condiciones,
detallando minuciosamente el proyecto que previamente había trazado el
arquitecto Andrés de la Concha.
Algunas cosas tienen que quedar muy
claras, entre éstas: No se ha de admitir de ninguna otra persona subvención o
ayuda económica, de lo contrario Juan de Villaseca retiraría su capital. Han de
nombrarse dos diputados por parte del Concejo
(quien lo hace en las personas de Cristóbal Bermúdez y Alonso de Ureña)
para que, juntamente con el Lic. Rojas, controlen la ejecución de la obra, sin
recibir emolumento alguno, por esta gestión pues todo el dinero que se ha de
enviar desde las indias ha de dedicarse exclusivamente para el Retablo.
Asimismo, se han de nombrar dos veedores, uno por parte de los artistas y otro
por parte de la Comisión Ejecutora, para verificar y valorar la obra, recayendo
esta misión en Juan de Espinosa y Tomás Terán. La obra no adquiere la categoría
de eclesiástica hasta que no esté terminada y entregada a la parroquia, lo cual
supone que la autoridad eclesiástica no tiene voz ni voto en la ejecución de la
misma. La liquidación económica correrá a cargo del Lic. Rojas que en
mancomunidad con doña Catalina y don Juan de Villaseca poseen sendas llaves del
arca que contiene el dinero de donde se ha de ir pagando, comprometiéndose el
secretario Villaseca a mandar lo que faltare. En caso de conflictividad entre
las partes y esta llegare a los tribunales, Villaseca renuncia a su condición y
a los derechos que le pudieran asistir asumiendo y respetando en todo en los
fueros y leyes de Castilla.
La obra se contrata el 14 de enero de
1611 con Giraldo de Merlo y Juan de Asten su yerno; el primero como escultor y
el segundo como pintor, los que presentan como fiadores a Andrés de Salinas,
platero, Gabriel de Ávila, bordador, Juan Fernández y Juan Ruiz de Castañeda,
escultores, todos ellos de Toledo.
La
coronación de la Virgen del Retablo mayor de nuestra catedral
El 28 de enero de 1611 se contrata en
Reillo (Cuenca), por el maestro carpintero de Ciudad Real Juan García Romero la
compra de 126 pinos a medio ducado cada pino (el ducado equivalía a cinco
reales y medio), preparándose la madera (talar, aserrar, trozar, evitar la
amolación, tratar la madera para que venga a darle el “gusanillo”, descortizar,
limpiar los palos, trasladar la madera, etc.) en el mismo lugar mediante una
cuadrilla de operarios que asciende a 18 personas entre los que se encuentran
tres franceses al mando del también francés Juan Cota como aserradores.
Las obras comienzan el 5 de enero de
1612 y ocho meses después, el 10 de agosto se contrata la obra de cantería con
Maeso Francisco, del Viso, corriendo a cargo del maestro albañil de Ciudad
Real, Juan Díaz, las obras de las gradas, pedestal y bóvedas.
Juan de Villaseca muere en México, sin
que las obras se hubieran concluido, el 30 de abril de 1612. Este incidente
dificulta la ejecución, especialmente en lo relativo a la liquidación
económica, toda vez que la Villa de Arenas de San Juan se niega a pagar unos
censos con cuya rentabilidad había de salir al frente de los gastos juntamente
con otros contraídos en Ciudad Real. El Lic. Rojas, albacea de Juan de
Villaseca, abre pleito contra la Villa de Arenas que se resuelve a favor de la
parroquia por la Cancillería de Granada. Sin embargo el secretario Villaseca,
fiel a su promesa envió desde las Indias la cantidad necesaria hasta llegar a
los 10.500 ducados de plata buena de Castilla, valor en que se contrató la obra
mediante la Casa de la Contratación de Sevilla siendo fiadores Álvaro de Rojas
y Simón Romero, ambos vecinos de Ciudad Real.
Estas circunstancias motivaron la
tardanza en la liquidación. Tal vez por ello, Juan de Asten no terminó de
realizar la obra de pintura del Retablo por lo que fue necesario contratar a Cristóbal
y Pedro Ruiz Delvira, vecinos de Daimiel, quienes no sólo terminan la obra sino
que se comprometen a mantenerla y restaurarla, si fuera necesario, en lo
sucesivo.
La obra se concluye el 23 de marzo de
1617, cumplido el tiempo determinado, en un principio, por Juan de Villaseca.
Giraldo de Merlo autoriza mediante poder notarial a su cuñado Juan de Asten para
cobrar y finiquitar la obra lo que se realiza el 5 de abril de 1617.
El Retablo ha sufrido algunas
transformaciones a través del tiempo. La última ha sido recientemente con la
instalación del coro catedralicio y la modificación pertinente del Presbiterio;
sin embargo Ciudad Real puede mostrar y gozar de una verdadera joya de este
escultor que a su vez lo es de la Sillería del Convento de San Pedro, mártir,
el Real, de la Orden de Santo Domingo en Toledo así como de su retablo; de
siete figuras del Retablo Mayor del Hospital de Talavera, del Cristo
Crucificado de la Iglesia de Castellar, así como de las figuras reales del
Retablo del Monasterio de Guadalupe, atribuyéndosele también la autoría del
Retablo de la catedral de Sigüenza.
¡El Retablo magnífico en función de una
grandiosa devoción a la Virgen del Prado!
Ubaldo
Labrador. Párroco de Santa María del Prado. Diario “Lanza”, 25 de mayo de 1988.
El
retablo esta coronado por pon un relieve del ángel custodio de Ciudad Real y
virtudes de la fortaleza y templanza
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