La puerta
del Perdón de la Parroquia de San Pedro a principios del siglo XX
En la Parroquia de San Pedro de nuestra
ciudad, existió una Hermandad llamada de “Paz y Caridad “, que a lo largo de
los siglos se encargó de dar sepultura a los personas que eran condenadas a
muerte y ajusticiadas en la cercana cárcel de la Santa Hermandad.
Cuando al preso que se iba ajusticiar, le era leída la pena de muerte,
este entraba en lo que se denominaba “capilla”, que eran las horas anteriores a
la ejecución, siendo aislado en una celda, donde era acompañado hasta su
ejecución, por los hermanos y sacerdotes de Paz y Caridad. En el momento que se
le leía la pena capital, los hermanos de Paz y Caridad, abrían la puerta del Perdón
de la Parroquia de San Pedro. El diario “El Pueblo Manchego”, en su número del
viernes 12 de febrero de 1915, nos narra así este momento previo a la ejecución
del preso, D. Francisco Simarro:
“Al
propio tiempo que le fue leída al reo la sentencia se procedía a abrir la
puerta del Perdón de la Iglesia parroquial de San Pedro, en cuyo umbral se ha
levantado el altar del Cristo de los ajusticiados.
Dicho
altar está revestido de paños negros, y al pie, sobre un almohadón del mismo
color háse colocado la bandeja en la cual va depositando la piedad cristiana su
caritativo óbolo para sufragios para el alma de Francisco Simarro.
Las
puertas del Perdón eternamente cerradas, dando frente a la cárcel, con sus
historias, con sus leyendas, nos hablan de tristes sucesos, de días de luto, de
sombras fúnebres. Cada cerrojo es una evocación, cada tabla un recuerdo, una
historia.
Esta
puerta según tradición solo se abría en los días aciagos de ejecuciones de reos
condenados a muerte. Por ella salían los hermanos de la Paz y Caridad, vestidos
con sus clásicos sayales, llevando el tradicional Crucifijo que hoy ha sido
colocado en el altar instalado en dicha puerta y recorriendo las calles
postulaban la moneda generosa del piadoso cristiano que daba para el sufragio
del alma del reo, y para socorro de su familia.
La
voz del pregonero ya no vocea como antaño. La campanilla de los hermanos de la
Caridad guarda silencio. Solo estos conservan sus caritativas tradiciones,
hermosas y santas de acompañar al reo”.
El
Cristo de los ajusticiados llamado popularmente de “los tarugos”, desaparecido
en 1936
Tal y como se nos relata en la anterior
narración, durante siglos los hermanos de Paz y Caridad, los horas anteriores a
la ejecución de los reos, recorrían las calles de Ciudad Real tocando una
campanilla y pidiendo limosna para el entierro del preso y socorro de la
familia de este. Otros se dedicaban a acompañarlo en su celda, donde le servían
leche y café y le preparaban a bien morir. Por la mañana bien temprano, a las
cinco de la madrugada, era acompañado a la celebración de la Santa Misa y al término
de esta y cuando en la torre de San Pedro sonaban las campanadas de las ocho,
se procedía a la ejecución.
Una vez muerto el preso, y mientras
todos los presentes en la ejecución firmaban el acta de muerte, un crespón
negro se izaba en una ventana de la cárcel. Las campanas de San Pedro doblaban
a muerto en ese instante, y enseguida se celebraban en el templo misas de Réquiem,
al final de las cuales se cerraba la puerta del Perdón de la iglesia, y no era
abierta de nuevo hasta otra ejecución.
Una vez acabada las misas, los fieles visitaban
la imagen del Cristo del Perdón y de las Aguas, pidiendo perdón para el
ajusticiado y depositando a sus pies unas limosnas, para la celebración de las misas que en su
sufragio se oficiaban en la parroquia.
No sabemos cuando desapareció la
Hermandad de Paz y Caridad, lo que si sabemos por el diario anteriormente
citado del “Pueblo Manchego”, en su número del 19 de abril de 1911, que su
junta directiva estaba formada por: Capellán: D. Horacio Cuartero Hermano Mayor:
D. Jesús Díaz y Pozo; Tesorero: D. Vicente Caminero y Caminero; Secretario: D.
Francisco Villalba; y como Vocales: D. D. Vicente Cazalla, D. Alejando Abad y
Caminero, D. José María Tejado y D. Alfonso del Fresno.
En
la fotografía podemos ver al párroco de San Pedro, D. Emiliano Morales, rezando
un responso en la puerta del Perdón de la Parroquia de San Pedro, ante el cadáver
de un preso que había ejecutado momentos antes. Diario “El Pueblo Manchego”, 30
de mayo de 1921
Gracias por tan valiosa información
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