Único
documento grafico del desaparecido Hospital-Convento de San Juan de Dios. La fotografía
es de la segunda década del siglo XX y fue publicada en la revista “Vida
Manchega”
El desarrollo jurídico de la Orden Hospitalaria
de San Juan de Dios en sus cuatro siglos de existencia, es materia sumamente
indicada por suscitar interés, por estudiar y conocerla en uno de sus aspectos
más transcendentales a través de su historial de difusión fundacional y propagación
de la misma en su primera etapa evolucional.
Nunca San Juan de Dios hubo de creerse
fundador de una Orden Religiosa, padre de numerosos hijos, quienes a través de
los siglos y en todos los continentes habrían de proseguir la vida de
apostolado de caridad que el santo practicó en su primitivo hospitalillo de
Granada.
A la muerte del Santo (9 de marzo de
1550) los cinco hermanos compañeros suyos continuaron su obra humanitaria en
beneficio del pobre y del enfermo. La memoria y buen ejemplo del Fundador se
mantenía viva en sus discípulos, y pronto se vio acrecentada la pequeña
comunidad de juandedianos con muchos pretendientes animados del más ferviente
deseo de emular las virtudes caritativas de su progenitor en aquellos tiempos
iniciales de nuestra Orden.
Pronto, la fama de los Hermanos de S.
Juan de Dios, que traspasando los límites de Granada comenzaron a ser
solicitados sus servicios en ciudades de la península fundando en todas partes
hospitales y albergues nocturnos donde acoger al pobre, al enfermo y al
peregrino.
Dada la transcendencia y arraigo
definitivo que en nuestra patria tomó la Orden, el Papa Sixto V no dudó en
conceder a la Congregación la honrosa categoría de verdadera Orden Religiosa,
donde hasta estas fechas (año 1584) sólo contaba con algunos hospitales
autónomos sin Superior General, bajo la exclusiva dependencia de los respectivos
Obispos en cuya jurisdicción se hallaban enclavados estos Conventos-hospitales.
En la Cronología de nuestra Orden en uno
de sus primeros volúmenes escritos por el Padre Juan de Pineda O.H. en el año
1706 se encuentran todos los datos fielmente detallados y no menos curiosos,
referentes a la fundación del Hospital del Espíritu Santo de nuestra ciudad,
los mismos que en síntesis transcribo aquí sacando a la luz una de las páginas
gloriosas del pasado histórico tal vez conocido de todos, pero como buen
manchego y muy amante que soy de nuestras tradiciones y también de mi Orden, me
anima el buen deseo de rememorar estos datos que nos recuerdan con cierta
nostalgia sucesos tan íntimos del glorioso pasado de nuestra patria chica.
Por los años de 1629 a 1631 el
Licenciado Don Diego López Tufiño y Don Antonio de Torres Triviño, ambos
naturales de Ciudad Real que pasando a tierra firme se avecindaron en la villa
imperial de Potosí, Diego López con el cargo de Receptor del Santo Tribunal de
la Inquisición y Antonio de Torres con el alto cargo de Comisario. Poseedores
estos de grandes fortunas. A la muerte de Diego López quedó como único heredero
Antonio de Torres, bajo la condición de que este fundase en Ciudad Real un
hospital para pobres y enfermos.
Este llegó a España por el año 1640 con
la resolución de fundar el hospital, con la cantidad de 90 mil pesos y gran
cantidad de hacienda.
Tomado al pie de la letra este relato
tan curioso como interesante nos narra el cronista lo que sigue: Hallándose la Monarquita
con algunas urgencias y necesidades se echó Su Majestad sobre la mayor parte de
la hacienda y le dio después satisfacción en Juros. Ajustadas sus cuentas con
el Rey, trató luego de hacer la fundación del Hospital. Comunicólo con la
ciudad, y vino en ello porque hacía muchos años que lo deseaba el tal Antonio
de Torres.
Sacóse licencia del Ordinario y aprobólo
el General de la Religión para que se comenzase la fábrica y escogieron un
sitio para ella frente de las Casas que habían sido Real Cancillería, en la
huerta de Pangino, que tocaba a la Parroquia de Santa María del Prado.
No hicieron reparo de que este sitio es
el más húmedo de la ciudad por las vertientes que se estancan y no tienen curso
ni salida.
Conociendo la destemplaza de este sitio,
se trató de pasarle a las casas principales de Don Gerónimo Muñoz Triviño de
Loiza.
A todos estos lances y oposiciones que
se ofrecieron asistió con su favor y dinero el fundador, que murió el año 1649
dejando el remanente de su hacienda al hospital.
Fabricáronse dos salas de enfermería
para invierno y para verano, en que se pusieron 60 camas con mucho aseo, en que
curábanse cada año más de 300 enfermos pobres, con la asistencia y cuidado de
ocho Religiosos con un sacerdote que administraba los Santos Sacramentos.
Así
eran las salas de los hospitales en los siglos XVII, XVII, XIX y parte del XX. Así
tuvo que ser la sala del desaparecido Hospital de San Juan de Dios de Ciudad Real
La Iglesia no es muy grande, pero
abastecida de mucha plata y ricos ornamentos y riquísimas colgaduras de
invierno y de verano.
El prior de este Convento-hospital es
persona principal en la ciudad. Es de las Obras Pías que dejó el fundador, con
gran número de Capellanías fundadas en dicho Hospital: Dotes a doncellas
pobres, Escuelas de leer y escribir, Preceptoría de gramática y otras diversas
Obras Pías y Memorias, las más célebres y grandes de España.
El año de gracia de 1670, se empezaron
las obras de la nueva Iglesia (existente hoy día) que duró la obra de la
fábrica más de veinte años en acabarse.
Esta muy adornada de efigies de mucho
valor y devoción y altares muy decentes, dedicada al Espíritu Santo.
Los religiosos y enfermos se mantenían
de limosnas más que de rentas, si bien es muy poco todo, aunque la caridad de
los vecinos es muy grande en esta ciudad.
Añade además el cronista, con
preponderancia lo muy celebrada que fue en aquellos tiempos, ya que
comercialmente era de las principales del Reino, siendo asistida del Santo
Tribunal de la Inquisición y también de la Real Chancillería que posteriormente
se pasó esta a Granada.
La autorizan dos tribunales de la Santa
Hermandad, vieja y nueva que se hace en Peralvillo, célebre y nombrado en uno y
otros orbes. Logra competir en grandeza con las mejores ciudades de Europa y
hará eterna la memoria de su fábrica tan sólida de sus murallas, porque tiene ciento
y tantas torres, y es capaz de que la habiten 20.000 vecinos. Hoy tiene siete
mil.
En
este plano de Ciudad Real de principios del siglo XX, podemos ver el lugar que
ocupaba la Iglesia de San Juan de Dios y sus dependencias adjuntas ya desamortizadas
y convertidas en escuela normal
Cuenta con tres parroquias y cuatro
conventos de frailes y tres de monjas. Tres hospitales y un colegio.
Es tierra muy fértil de granos, vinos,
aceites y ganados y la baña un rio con mucha y abundante pesca.
Nuestra Congregación entró en la ciudad
encargándose de la administración del Hospital, asistiendo a los enfermos en
sus necesidades, en cuyo servicio habría de dar tanta gloria a Dios y beneficio
al pobre, en definitiva, miembros doloridos de Cristo, cuyo santuario de la
caridad, sus vestigios nos hablan hoy de un pasado glorioso, que concluyó con
el infausto Decreto de Exclaustración Religiosa de los años 1834 y siguientes,
que dieron al traste con toda esta obra tan benéfica para los pueblos y de
tanta utilidad para la patria, cuyas sectarias leyes contra las Órdenes
religiosas, fueron asfixiando, poco a poco la vida de los conventos, limitando
sus actividades y prohibiendo el recibir novicios, cerrando a la vez la mayoría
de nuestros conventos hospitales, por no alcanzar el número de doce marcados
por la ley.
Algunos de los religiosos exclaustrados
de nuestro hospital del Espíritu Santo, se acogieron a la mísera pensión de los
tres reales que les ofreció el Gobierno, en tanto que la vejez iba extinguiendo
poco a poco las comunidades, quedando reducidos a siete los conventos salvados
del naufragio, sin esperanzas de verse renovados de religiosos jóvenes.
Al contemplar hoy los seculares muros de
la clásica iglesia con su graciosa y pintoresca espadaña, nos trae a la memoria
un vivo recuerdo e imperecedero de nuestro pasado hospitalario en nuestra “Villa
Real” tan ennoblecida con sucesos y hechos de tanta transcendencia en su
historia que le mereció el nombre de Muy noble y leal Ciudad Real.
Fr.
Juan J. D. Malagón O.H. Diario Lanza, lunes 21 de marzo de 1960, páginas 4 y 5
Grupo
de viviendas levantado sobre el solar del Hospital-Convento de San Juan de Dios
en la calle Ruiz Morote en los años cuarenta del pasado siglo, y demolido en el
presente año 2017
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