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lunes, 4 de septiembre de 2017

LA ORDEN HOSPITALARIA JUANDEDIANA Y EL HOSPITAL DEL ESPÍRITU SANTO DE CIUDAD REAL


 
Único documento grafico del desaparecido Hospital-Convento de San Juan de Dios. La fotografía es de la segunda década del siglo XX y fue publicada en la revista “Vida Manchega”

El desarrollo jurídico de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en sus cuatro siglos de existencia, es materia sumamente indicada por suscitar interés, por estudiar y conocerla en uno de sus aspectos más transcendentales a través de su historial de difusión fundacional y propagación de la misma en su primera etapa evolucional.

Nunca San Juan de Dios hubo de creerse fundador de una Orden Religiosa, padre de numerosos hijos, quienes a través de los siglos y en todos los continentes habrían de proseguir la vida de apostolado de caridad que el santo practicó en su primitivo hospitalillo de Granada.

A la muerte del Santo (9 de marzo de 1550) los cinco hermanos compañeros suyos continuaron su obra humanitaria en beneficio del pobre y del enfermo. La memoria y buen ejemplo del Fundador se mantenía viva en sus discípulos, y pronto se vio acrecentada la pequeña comunidad de juandedianos con muchos pretendientes animados del más ferviente deseo de emular las virtudes caritativas de su progenitor en aquellos tiempos iniciales de nuestra Orden.

Pronto, la fama de los Hermanos de S. Juan de Dios, que traspasando los límites de Granada comenzaron a ser solicitados sus servicios en ciudades de la península fundando en todas partes hospitales y albergues nocturnos donde acoger al pobre, al enfermo y al peregrino.

Dada la transcendencia y arraigo definitivo que en nuestra patria tomó la Orden, el Papa Sixto V no dudó en conceder a la Congregación la honrosa categoría de verdadera Orden Religiosa, donde hasta estas fechas (año 1584) sólo contaba con algunos hospitales autónomos sin Superior General, bajo la exclusiva dependencia de los respectivos Obispos en cuya jurisdicción se hallaban enclavados estos Conventos-hospitales.

En la Cronología de nuestra Orden en uno de sus primeros volúmenes escritos por el Padre Juan de Pineda O.H. en el año 1706 se encuentran todos los datos fielmente detallados y no menos curiosos, referentes a la fundación del Hospital del Espíritu Santo de nuestra ciudad, los mismos que en síntesis transcribo aquí sacando a la luz una de las páginas gloriosas del pasado histórico tal vez conocido de todos, pero como buen manchego y muy amante que soy de nuestras tradiciones y también de mi Orden, me anima el buen deseo de rememorar estos datos que nos recuerdan con cierta nostalgia sucesos tan íntimos del glorioso pasado de nuestra patria chica.


Por los años de 1629 a 1631 el Licenciado Don Diego López Tufiño y Don Antonio de Torres Triviño, ambos naturales de Ciudad Real que pasando a tierra firme se avecindaron en la villa imperial de Potosí, Diego López con el cargo de Receptor del Santo Tribunal de la Inquisición y Antonio de Torres con el alto cargo de Comisario. Poseedores estos de grandes fortunas. A la muerte de Diego López quedó como único heredero Antonio de Torres, bajo la condición de que este fundase en Ciudad Real un hospital para pobres y enfermos.

Este llegó a España por el año 1640 con la resolución de fundar el hospital, con la cantidad de 90 mil pesos y gran cantidad de hacienda.

Tomado al pie de la letra este relato tan curioso como interesante nos narra el cronista lo que sigue: Hallándose la Monarquita con algunas urgencias y necesidades se echó Su Majestad sobre la mayor parte de la hacienda y le dio después satisfacción en Juros. Ajustadas sus cuentas con el Rey, trató luego de hacer la fundación del Hospital. Comunicólo con la ciudad, y vino en ello porque hacía muchos años que lo deseaba el tal Antonio de Torres.

Sacóse licencia del Ordinario y aprobólo el General de la Religión para que se comenzase la fábrica y escogieron un sitio para ella frente de las Casas que habían sido Real Cancillería, en la huerta de Pangino, que tocaba a la Parroquia de Santa María del Prado.

No hicieron reparo de que este sitio es el más húmedo de la ciudad por las vertientes que se estancan y no tienen curso ni salida.

Conociendo la destemplaza de este sitio, se trató de pasarle a las casas principales de Don Gerónimo Muñoz Triviño de Loiza.

A todos estos lances y oposiciones que se ofrecieron asistió con su favor y dinero el fundador, que murió el año 1649 dejando el remanente de su hacienda al hospital.

Fabricáronse dos salas de enfermería para invierno y para verano, en que se pusieron 60 camas con mucho aseo, en que curábanse cada año más de 300 enfermos pobres, con la asistencia y cuidado de ocho Religiosos con un sacerdote que administraba los Santos Sacramentos.

 
Así eran las salas de los hospitales en los siglos XVII, XVII, XIX y parte del XX. Así tuvo que ser la sala del desaparecido  Hospital de San Juan de Dios de Ciudad Real

La Iglesia no es muy grande, pero abastecida de mucha plata y ricos ornamentos y riquísimas colgaduras de invierno y de verano.

El prior de este Convento-hospital es persona principal en la ciudad. Es de las Obras Pías que dejó el fundador, con gran número de Capellanías fundadas en dicho Hospital: Dotes a doncellas pobres, Escuelas de leer y escribir, Preceptoría de gramática y otras diversas Obras Pías y Memorias, las más célebres y grandes de España.

El año de gracia de 1670, se empezaron las obras de la nueva Iglesia (existente hoy día) que duró la obra de la fábrica más de veinte años en acabarse.

Esta muy adornada de efigies de mucho valor y devoción y altares muy decentes, dedicada al Espíritu Santo.

Los religiosos y enfermos se mantenían de limosnas más que de rentas, si bien es muy poco todo, aunque la caridad de los vecinos es muy grande en esta ciudad.

Añade además el cronista, con preponderancia lo muy celebrada que fue en aquellos tiempos, ya que comercialmente era de las principales del Reino, siendo asistida del Santo Tribunal de la Inquisición y también de la Real Chancillería que posteriormente se pasó esta a Granada.

La autorizan dos tribunales de la Santa Hermandad, vieja y nueva que se hace en Peralvillo, célebre y nombrado en uno y otros orbes. Logra competir en grandeza con las mejores ciudades de Europa y hará eterna la memoria de su fábrica tan sólida de sus murallas, porque tiene ciento y tantas torres, y es capaz de que la habiten 20.000 vecinos. Hoy tiene siete mil.

 
En este plano de Ciudad Real de principios del siglo XX, podemos ver el lugar que ocupaba la Iglesia de San Juan de Dios y sus dependencias adjuntas ya desamortizadas y convertidas en escuela normal

Cuenta con tres parroquias y cuatro conventos de frailes y tres de monjas. Tres hospitales y un colegio.

Es tierra muy fértil de granos, vinos, aceites y ganados y la baña un rio con mucha y abundante pesca.

Nuestra Congregación entró en la ciudad encargándose de la administración del Hospital, asistiendo a los enfermos en sus necesidades, en cuyo servicio habría de dar tanta gloria a Dios y beneficio al pobre, en definitiva, miembros doloridos de Cristo, cuyo santuario de la caridad, sus vestigios nos hablan hoy de un pasado glorioso, que concluyó con el infausto Decreto de Exclaustración Religiosa de los años 1834 y siguientes, que dieron al traste con toda esta obra tan benéfica para los pueblos y de tanta utilidad para la patria, cuyas sectarias leyes contra las Órdenes religiosas, fueron asfixiando, poco a poco la vida de los conventos, limitando sus actividades y prohibiendo el recibir novicios, cerrando a la vez la mayoría de nuestros conventos hospitales, por no alcanzar el número de doce marcados por la ley.

Algunos de los religiosos exclaustrados de nuestro hospital del Espíritu Santo, se acogieron a la mísera pensión de los tres reales que les ofreció el Gobierno, en tanto que la vejez iba extinguiendo poco a poco las comunidades, quedando reducidos a siete los conventos salvados del naufragio, sin esperanzas de verse renovados de religiosos jóvenes.

Al contemplar hoy los seculares muros de la clásica iglesia con su graciosa y pintoresca espadaña, nos trae a la memoria un vivo recuerdo e imperecedero de nuestro pasado hospitalario en nuestra “Villa Real” tan ennoblecida con sucesos y hechos de tanta transcendencia en su historia que le mereció el nombre de Muy noble y leal Ciudad Real.

Fr. Juan J. D. Malagón O.H. Diario Lanza, lunes 21 de marzo de 1960, páginas 4 y 5

 
Grupo de viviendas levantado sobre el solar del Hospital-Convento de San Juan de Dios en la calle Ruiz Morote en los años cuarenta del pasado siglo, y demolido en el presente año 2017

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