Escudo
de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios que tuvo casa en Ciudad Real desde
el siglo XVII hasta el XIX
Diego López Tufiño y el licenciado
Antonio Torres Triviño, los paisanos, que pasaron a “tierra firma” –que así se
decía de las Américas- y se avecinaron en la villa imperial de Potosí donde
Tufiño fue “receptor del Santo Tribunal de la Inquisición y el licenciado
Torres, comisario”.
Acaeció que enfermara de muerte Tufiño y
dejara poder al Licenciado para testar por él, como en efecto, lo hizo una vez
fallecido se hecho sobre toda o la mayor sal heredero de toda la hacienda que
era mucha y saneada”.
Todo ello debió ocurrir entre los
remates del primero y los comienzos del segundo tercio del siglo XVII, pues en
1640 retornaba a España el licenciado Torres Triviño con gran cantidad de hacienda
y para fundar en Ciudad Real un hospital, cuya fábrica lo encareciera el
receptor Tufiño señalándole cincuenta mil pesos y algunas memorias y obras Pías.
Por entonces, tenía la Monarquía ciertas urgencias y necesidades y su Majestad
se echó sobre todo, a la mayor parte de la hacienda y le dio después
satisfacción en Juros. Torres Tufiño y
los hermanos que envió el general de la religión de San Juan de Dios, Fray
Justiniano de Alberola, escogieron para la fundación, un sitio frontero a las
casas que fueron Chancillería Real y que llamaban “la huerta del Pangino que
tocaba a la parroquia de Santa María del Prado” y que, a lo que creo, era la
que todos conocimos como el huerto del Marqués convertido hoy en flamante
Mercado de Abastos.
Cuentan las crónicas, que esta fundación
data de 1644 y que los Religiosos “no hicieron reparo de que era este sitio lo
peor de la ciudad, por la humedad de las vertientes, que se estancan, y no
tienen curso, ni salida, pero conociendo la destemplanza grande de este sitio,
y que era más para que enfermasen más los enfermos, que para que se sanasen”,
trataron de pasarse a otro lugar.
No es difícil, lector, que tú y yo nos
demos cuenta de ese estancarse allí las aguas por no tener curso ni salida en
el siglo XVII, cuando en el XX y no a muchos años, en ese lugar, pasarelas
permanentes de piedra atravesaban la entrada del callejón del Matadero,
convertido en la actual Avenida del Imperio, para salvar las riadas, pues, al
caer dos gotas de lluvia, torrencialmente llegaban como río abundoso desde la
calle de Caballeros y el callejón del Casino haciendo de aquellos parajes y de
la calle de los Reyes, estanque extenso, cenagoso y duradero, que se daba la
mano con el que en el Pilar se formaba, alrededor del olmo viejo y llegaba a
cegar el ojo del puentecillo y anegaba la bóveda que quería, y no podía, verter
a la Cava de la Puerta de Alarcos.
San
Juan de Dios fundo en el siglo XVI una orden que un siglo más tarde se
estableció en Ciudad Real y cuyo convento lo tenían en la calle Ruiz Morote
Trataron, digo, los Hermanos
Hospitalarios de pasarse a otro sitio y ese era las Casas principales de don Gerónimo
Muñoz Triviño de Loaysa sitas, a lo que parece, en la calle Dorada, a la
diestra mano como de San Pedro se sube, donde ha surgido en estos años un grupo
de casas protegidas.
“Tuvieron grandes oposiciones para
pasarse, pero venciéndolas, y venciendo algunas dificultades que luego se
ofrecieron, (y que para conseguirlo hubo) se pasaron. A cuyos lances asistió
con fervor y dinero el Fundador, porque vivió hasta el año de 1646, que le
llevó el Señor…”
Acomodáronse “dos salas de enfermos para
invierno y verano, en que se pusieron treinta camas con mucho aseo, en que se
curaban cada año más de trescientos enfermos pobres, con asistencia, y cuidado
de ocho Religiosos con uno Sacerdote, que administraba los Santos Sacramentos.
“La Iglesia era algo pequeña, pero
abastecida de mucha plata, y ricos ornamentos con dos riquísimas colgaduras de
invierno, y de verano, o ya sirviendo en la Iglesia, o ya en las Enfermerías”.
“hoy –en 1716- tiene el Hospital una
famosa, grande, y nueva iglesia que aunque se comenzó el año 1660 tardó más de cuarenta en
acabarse. Está muy adornada de Efigies de mucha devoción” –la pequeñita y
encantadora Soledad de la Semana Santa antigua y el bellísimo San Antonio de
Padua que llevaban a San Pedro para su verbena y fiestas, entiendo eran dos de
ellas y se guardaban depositadas en el Hospicio, antiguo Convento San
Francisco, al desaparecer la iglesia –“y Altares muy decentes, y dedicada al
Espiritu Santo como Titular y Tutelar”.
En un principio, el Prior conventual era
Patrón de la mayor parte de las Obras Pías que dejara el Fundador, cuyo
principal pasaba de sesenta y seis mil ducados, y consistían esencialmente en “numerosas
Capellanías fundadas en el Hospital: Dotes a doncellas pobres. Escuela de leer
y escribir; Preceptoría de Gramática y otras Memorias y Obras “pero todas
afectas a Juros, por lo cual, con la disminución o total falta de ellos,
cesaron en su mayor parte los alivios del Hospital y la mantención de las Obras
Pías, quedando reducida “esta máquina a una cortedad tan corta, que solo sirve
para memoria de lo que fue”, hasta el punto de que, el citado año 1716, las
treinta camas se volvieron doce en la sala que antes sirvió de Iglesia, y” los
enfermos y los preciosos Religiosos que los asisten se mantienen más de limosna
que de renta, si bien todo es muy poco por la suma pobreza de aquella tierra”.
Lo que bien confirma el hecho, de que, para levantar la nueva Iglesia
arruinada, -no sería mucha su solidez prístina-, en 1786, poco más de ochenta años de
construida, hubieron de organizar los Hermanos una corrida de toros en la plaza
pública.
La
calle Dorada, actual Ruiz Morote en la segunda década del siglo XX, en la
imagen podemos apreciar la Iglesia del desaparecido Convento de San Juan de
Dios
La Provincia de San Juan de Dios de
Castilla estaba formada por veintidós Casas y estos nuestro Hospital y Convento
del Espíritu Santo hacían la diez y seis por su fecha de fundación (1644). La
de Nuestra Señora de los Llanos de Almagro, de la cual no faltará ocasión de
escribir para recordar su Titular desaparecida o interesantísima, también era
de igual Provincia aunque de fundación anterior (1628) y tenía veinticuatro
camas. La Comunidad, tanto de esta como de la de Ciudad Real estaba constituida
en 1716, por seis Religiosos.
La otra Provincia española de Hermanos
Hospitalarios de San Juan de Dios, la de Nuestra Señora de la Paz de Andalucía,
era más antigua. La componían treinta y seis Hospitales siendo el primero
levantado en 1537, el de Granada.
Así nos lo dejó escrito el Reverendísimo
Padre Fray Juan de Pineda, General de los Reynos y Congregación de España, de
la dicha Religión del Glorioso Patriarca San Juan de Dios en su “Chronología
Hospitalaria” salida a luz, en Madrid, el tan citado año 1716. Y por eso puedo
yo transcribirlo, ampliamente, apenas comentado y casi literalmente, como
recuerdo oloroso y añejo de esta nuestra tierra, y lo hago con el gran placer
que produce adentrarse y husmear algo -¡muy poco!- en los manchegos archivos
tan copiosos, aunque desvalijados, -de lo uno y de lo otro mucho tiene el de
Marquesado de Casa Treviño, cuyas puertas me abrió para esto, fraternalmente,
José Luis Barreda Treviño- y silenciosos. Tan silenciosos, por olvidados y
desiertos, que en sus estancias, más ruido produce, con ser liviano, el correr
ratonil que el pisar humano, tan parco, tan parco…
Julián
Alonso Rodríguez. Diario Lanza, sábado 27 de agosto de 1955, página 2.
Grupo
de viviendas que se levantó en los años cuarenta del pasado siglo sobre el
solar que ocupo el hospital del Espíritu Santo, hoy también demolido
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