La
destruida imagen de la Virgen de la Blanca en 1936 por republicanos del Frente
Popular
IMAGENES,
TERNOS y METALES.-Santa
María de la Blanca. Se halla en tosca silla que casi parece una arqueta, sentada,
y adorna su cabeza la tallada cabellera sobredorada como la del niño, aunque su
rostro de óvalo alargado y nariz delgada, ostenta cierta incorrección en algún
detalle y carece de expresión definida, (hieratismo relativo de su época), no
está exento de gracia, ni deja de manifestar suave y candorosa sencillez. El
niño tiene más expresión, de alegría inocente, en su cara un tanto redonda. La
madre viste túnica y manto algo tosco y de escasos pliegues todo él tan
admirablemente dorado que se conserva en estado casi perfecto, tiene unido al
pecho izquierdo el niño, de no mala ejecución; bendice éste con su mano
derecha, sin que se pueda saber cuál fuera el atributo bendecido, sino por
inducción, ya que si la imagen es del siglo XIII, como diremos, debía ser aquél
una manzana, y en la izquierda se ve, por la posición de esta mano plegada y
con los dedos rectos, que debió sostener el libro de la Ley. Hoy día con la restauración
de la imagen, la madre, a más de habérsele repintado la cara, perdió el brazo
derecho sustituyéndole con una mano grandísima para que pudiera sobresalir a
través del manto postizo de tela con que se había de vestir. La mano izquierda
que sostiene al niño, es muy tosca, pero de buen tamaño; la colocación de los
pies de madre e hijo es defectuosa. Se halla vestida ahora con un manto de
brocado amarillo bordado en plata del siglo XVII. La imagen tiene 80
centímetros de alta, quitados los ropages que fingen estar de pie. La
precedente descripción bien demuestra nuestro aserto, de que la Virgen es del
siglo XIII, y aún puede añadirse que de principios del siglo. La historia
interesante de esta imagen es a grandes rasgos la siguiente: En 1212, después
de la batalla de Las Navas, vuelven los caballeros de Calatrava a la primitiva
ciudad de este nombre, y cercana a la muralla que mira a la arruinada villa
habilitaron su iglesia, dedicándola a Santa María de la Blanca, erigiendo allí,
en modesto nicho que aún permanece, la imagen, la cual quedó después del
traslado de la Orden en su pequeña Iglesia.
Una tradición poco verosímil supone que
unos pastores encontraron la imagen de la que se incautó la clerecia de Ciudad
Real merced a una donación de la Orden. En el siglo XVI el Consejo de Ciudad
Real decía deber- la posesión ele ese Santuario a una antigua concesión del él
Orden, conservando ésta la jurisdicción. Desde antiguo, dice don Inocente
Hervás, de quien tomamos estos datos, hasta los últimos años del siglo XVIII la
ciudad recurría siempre a Nuestra Señora de la Blanca, que traía el
Ayuntamiento a la parroquia de Santiago, pero en el siglo XVIII disminuyó este
culto, aumentó el del Prado y la ermita amenazaba ruina, por lo que, después de
una tentativa a la que se opusieron los vecinos de Carrión, logró Ciudad Real
traer la imagen y construir su capilla en esta Iglesia. Buenas imágenes son
también en cuadros, la escena de la aparición de la Virgen a San Ildefonso, de
gran tamaño, en la Sacristía, y en esculturas, un crucifijo del ex-convento de
Santo Domingo, una Dolorosa en la capilla de la Epístola de sentida expresión y
correcta factura que se ha querido suponer del Montañés, aunque no cabe asegurarlo,
y San Antón muy reformado procedente de el ex-convento de su nombre. También en
la Sacristía hay cuatro curiosos cuadritos antiguos pintados sobre piedra. Se
conserva entre otros, de los siglos XVII y XVIII, un buen terno de tissú de
oro, con menudas flores divinamente bordadas y conservando con gran frescura sus
colores, y del siglo XVII una cruz parroquial de plata de interés.
Terno
del siglo XVIII de autoría anónima, realizado en seda y plata, perteneciente a
la parroquia y que actualmente se encuentra expuesto en el Museo Diocesano
EXTERIOR.-En su exterior
fuera de la torre de poco interés artístico, muestra la Iglesia sus dos puertas
ojivales, también más que sencillas elementales, llevando por todo adorno una
línea de puntas de diamante: la del Mediodía va precedida de un cobertizo
moderno de ladrillo. Hay que reprochar el miserable revoque y chillona pintura
pséudo decorativa.
En la torre estuvo un tiempo el antiguo
reloj de San Pedro, construido según la tradición en Alarcos(7). Ostenta hacia la plaza de Santiago, un
ajimez con ojiva exterior y dos arquitos de medio punto en el interior que está
bien conservado; las otras ventanas han sufrido grandes reformas para su
conservación. Por una escalera estrecha y ruda de caracol se sube al campanario
con dificultad. En el recinto de éste se observan, por debajo de la actual
cubierta a regular distancia, en los ángulos cuatro pechinas que debían
sostener juzgando por su estructura y material una bóveda de ladrillo octogonal
o de media naranja, que debió sustituir a la primitiva cubierta en flecha. El
chapitel actual en muy mal estado, es muy vulgar y feo, de poca altura,
compuesto de un tejadillo que sirve de base a una pequeña pirámide que lo
remata. La torre en su cuerpo es sencilla, robusta y bastante alta. Entre las
campanas figura una del siglo XV, en el hueco que mira a Levante; es muy bella,
no grande, de forma alargada y esbelta, siendo sus líneas graciosas y
elegantes; lleva en dos rótulos circulares oraciones latinas en letras
monacales; su cuádruple asa de suspensión está muy bien trazada también y su
timbre es gratísimo. No ha sufrido refundición ni reforma alguna felizmente.
Según Ramírez de Arellano fue probablemente costeada en 1492 por el Obispo Iñigo
Manrique, Presidente de la Chancillería de Ciudad Real, y fabricada acaso por
el mismo campanero que fundió la «del Alba» de la Catedral de Córdoba. También
hay otras campanas de tradición interesante en los huecos del Mediodía; la
mayor, hoy refundida tenía una inscripción que acreditaba haber sido construida
en tiempo de Felipe 11; la otra del Mediodía procede de 1614 y la del Norte de
1609.
Bernardo
Portuondo: “Catalogo Monumental Artístico-Histórico de la provincia de Ciudad
Real”
(7) Ramírez de
Arellano.
Imagen
coloreada de la torre de la parroquia en los primeros años del siglo XX
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