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domingo, 20 de septiembre de 2020

SANTIAGO

 


El templo más antiguo de Ciudad-Real es el parroquial de Santiago, contemporáneo de la creación de Villarreal por D. Alonso el sabio. En su exterior no presenta nada de notable, puesto que sus dos puertas, que tienen como único adorno hoy un arco resaltado con puntas de diamante, han sido casi destruidas al construirles en época muy reciente los porches que las resguardan de la intemperie. Su torre, también en sus orígenes del final del siglo XIII, ha sufrido grandes transformaciones y de su primitiva ornamentación no conserva más que restos de un arquito trebolado de ladrillo en un estado deplorable y casi total ruina.

En el interior conserva más. Tenía desde su primitiva fundación la iglesia tres naves, de las que la central era más larga que las laterales. Todas tres tenían ábsides, la del centro dodecaédrico y las otras octógonos. Donde terminaban los ábsides laterales estaba el arco toral que daba ingreso al ábside de la nave de en medio.

Todos los ábsides terminaban en bóvedas radiadas y se apoyaban los nervios de los rincones en medias columnas que partían del pavimento y los intermedios en medias columnas que arrancaban del muro y en ménsulas muy curiosas, puesto que presentaban medias figuras humanas saliendo del muro desde la cintura, y que apoyando las manos en los muros hacían esfuerzos para sostener el peso que se apoyaba en ellas. Todo esto se conserva hoy, pero casi borrado por completo a fuerza de capas de cal y pintura que se han ido acumulando sobre las labores de ménsulas y capiteles.

De toda esta construcción antigua no quedan más que los ábsides y la capilla central del presbiterio. Aún son de esta época también los machones que sostienen todos los demás arcos de la iglesia, pero estos, así como los techos, que probablemente serán artesonados, corresponden a una época posterior, No nos atrevemos a determinar ésta porque no estando, ni los techos ni la sillería de los arcos al descubierto, no hay elementos bastantes para apreciar el tiempo de su construcción.

En el siglo XVI, a pesar de ser una época de cultura artística, tapió las ventanas de los ábsides que eran unos ajimeces de forma lancetal y probablemente con celosías de piedra que una restauración inteligente podría descubrir. Rompió los centros de los ábsides para hacer puertas y levantó a los lados del ábside central y detrás de los laterales dos capillas con bóvedas de crucerías que no ofrecen de notable otra cosa que el haber descompuesto la artística armonía de la iglesia. El mismo siglo XVI hizo la capilla donde se da culto hoy a la virgen de la Blanca, que tiene un arco y una media bóveda de rosetones del renacimiento, todo tosco, monótono y pobre.

La virgen de la Blanca es una escultura de finales del siglo XIII o principios del XIV, muy apreciable históricamente, pero de ningún valor artístico. En aquellos tiempos, lo mismo que hoy, había artistas buenos y malos; y si bien debe conservarse todo lo de entonces por su antigüedad, hay unas obras más dignas de aprecio que otras. Pues bien, el escultor que hizo la virgen de la Blanca no fue el mismo que labró la de las Batallas de Sevilla, la de Linares de Córdoba, la de la Peña de Brihuega, ni la misma de Calatrava que aún se conserva en el vecino pueblo de Carrión. La virgen de la Blanca es muy apreciable por la devoción que le tienen los manchegos, por la historia más o menos cierta de su descubrimiento y por su antigüedad, pero no por su valor artístico. En la iglesia de Santiago hay unas esculturas de San Juan Evangelista y Santa Ana en el retablo mayor y cuatro pinturas en mármol en la capilla mayor que son dignas de aprecio.

Rafael Ramírez de Arrellano “Ciudad Real Artística: Estudio de los restos artísticos que quedan en la Capital de la Mancha”. Ciudad Real 1893



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