El antiguo reloj de la Parroquia de San
Pedro, fue colocado en la torre de la Parroquia de Santiago en el siglo XIX,
cuando esta tenía chapitel. El que fue cronista de Ciudad Real, don Julián
Alonso, no lo cuenta en un artículo publicado en el diario “Lanza” el jueves 29
de enero de 1953, bajo el titulo: “Rafael Barahona, su teatro y otras muchas
cosas”, en el cual dice lo siguiente:
“No sabemos si hasta 1797 conservó la torre de Santiago su gallardo y original estado: Torreón almenado, al cual debe volverse por la belleza de la torre más antigua de Ciudad Real y por exactitud arquitectónica de su estilo inicial, quizá anterior a la llegada de Alfonso X. Lo que si podemos consignar, se regentaba la Parroquia, en estas fechas, por don Sebastián Almenara y que, ese año “se había sacado alguna piedra de la cantera dentro de muralla, inmediata a la puerta de Calatrava, para hacer la cornisa de la torre”, y que en el verano de 1798 ó 1799, la torre estrenó chapitel con linterna y balconcillo y todo el faldón emplomado mandados hacer, por el párroco al maestro Jerónimo Armilla “La cruz la hizo Josef Muñoz de Morales excelente profesor de armería”.
Precisamente “el 24 de febrero de 1800 concluido el reloj fabricado por un hijo de esta ciudad, don Rafael Barona y puesto en el chapitel de la parroquial del señor San Pedro Apóstol y el que tenía antiguo la ciudad –allí colocado- lo dio a la parroquial del señor San Tiago, el Cebedeo, Apóstol y lo pusieron en el flamante chapitel, donde este “reloj viejo anduvo algunos años”. Lo fabricó el citado Muñoz de Morales como asegura el texto que dice: “En 1793, bajo orden del señor intendente don Vicente Dominguez, para la composición del reloj que hizo el armero Josef Muñoz de Morales, se hizo en la torre del señor San Pedro un cañon de ladrillo para las pesas”.
Curioso sería hallar la marca de Muñoz de Morales en el reloj de Santiago, parado otra vez, desde 1936, y descubrir la de Barona en alguna pieza del reloj de San Pedro, rehecho en fecha reciente.
“Después, bien entrado el XIX porque se llovía el chapitel y se pudrieron algunas maderas, el párroco entonces señor don Juan Muñoz de Canteras lo mando derribar y crearlo de nuevo sin linterna, con empizarrado en el faldón”, que se derrumba y arruina en estas calendas dejando a la vista su maderamen descarnado, guarida de palomas fabricantes de buena palomina.
Así va acabando el chapitel sustituto del mandado hacer por Almenara quien también debió ser el ordenador del famoso desaguisado de cubrir el hermoso artesonado de la nave central del templo que tanto urge descubrir y sacar con tino, con muchísimo tino, pues su deterioro aumenta cada día para vergüenza de nuestro acerbo artístico, bien mermado por cierto y por incuria. ¡Gran obra para inmortalizar a las primeras autoridades eclesiásticas y civil de Ciudad Real”.
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