La actual capilla de la Residencia de
Ancianos de Santa Teresa de Jesús Jornet se terminó de construir en 1968, y es
de cruz latina con los brazos muy cortos, está formada por una gran nave
central sin columna alguna, que permite la visión directa de las celebraciones
litúrgicas, y por los cuerpos laterales del pseudocrucero, dado que entre
medias de éstos y aquella hay un pilar y dos arcos.
El aparejo es de ladrillo recocho, fino, bien perfilado y moldeado, de color pajizo uniforme. Tomados los ladrillos con mortero, están dispuestos en hiladas a soga o a tizón en algunos paramentos, en series de urdimbre y trama en otros, y simplemente superpuestos en las jarribas y parteluces.
Una puerta sencilla, ligeramente desplazada del eje de la iglesia y formada por un arco de medio punto con las hojas batientes hacia fuera, da paso a la capilla. Las paredes maestras, rasgadas por ventanales que iluminan la nave central por los flancos, llegan al testero abierto por otros dos ventanales. Este ha perdido luz, al querer ampliar la enfermería de mujeres en 1992, lanzando el piso hacia él, con perjuicio de las vidrieras y de la luz del presbiterio filtrada por aquellas desde el patio vecino; en los bajos se hicieron dos cuartos auxiliares de la sacristía.
Interrumpiendo los muros, dos puertas
simétricas con arcos de mitra permiten las entradas y salidas de los residentes
desde sus espacios respectivos. Dos arcos inferiores y superiores, más amplios
y de la misma forma, sostienen la carga del muro, dejando paso libre a los
brazos del pseudocrucero y facilitando la visión desde las tribunas. En las
paredes maestras de cierre, tanto aquéllos como éstas, llevan dos grandes
vidrieras apaisadas y simbólicas con doble finalidad arquitectónica, adornar e
iluminar el templo. Son obra del
vidriero de Madrid, señor Alberto López Cartujo. Una puerta del mismo estilo y
menores dimensiones, abierta en el lateral derecho del presbiterio, comunica la
iglesia con la sacristía, de idéntico aparejo que aquélla, amueblada entre el
17 y el 20 de julio de 1995 por los maestros carpinteros, señores Vicente
Montalvá March y José Albert Ortolá, dueños asociados de la Carpintería Orma,
S.L., de Alcira-Valencia-. Para aprovechar el espacio y embellecer el conjunto,
se cegó previamente el ventanal que comunicaba la sacristía con las
dependencias auxiliares, dejando sólo la puerta de acceso a las mismas,
formando todo un conjunto uniforme y del mismo estilo: calajera, armario y
puerta.
Hay otras dos entradas en los brazos del pseudocrucero para servicio directo de los ancianos y las ancianas y en las tribunas para los enfermos y las enfermas. Finalmente existen otra puerta en el coro para entrada de la Comunidad y dos ventanales apaisados en el mismo sitio, sin más ornamentación que las cruces de distintos tamaños.
El presbiterio arranca del pavimento general solado con terrazo marmóreo de fondo negro y, subiendo tres escalones, termina en una meseta de mármol blanco; sobre ella se eleva una grada en donde descansa el altar, del mismo material y estilo neogótico, obra del marmolista de Ciudad Real, Ángel Cabildo Hidalgo, quien en mayo de 1995 labró los dos ambones que colocó a la entrada del presbiterio el 13 de junio del mismo año.
El techo corrido diseña el mismo arco de
frontón, característico de la iglesia, recibiendo una gran cruz marrón, con
iluminación indirecta tanto en el mástil como en los brazos. La sección de la
capilla representa un sepulcro, idea arquitectónica y religiosa que estuvo en
moda durante algunos años, en la década de los sesenta. La iglesia-santuario de
Ntra. Sra. del Camino –León- y la parroquia de los Santos Patronos, en Alcira –Valencia-
son dos ejemplos más de esta concepción arquitectónica del templo.
Al pie de la capilla se eleva el coro, sostenido por una viga maestra sobre la que descansa la barandilla de forja y madera, como la de las tribunas.
La carpintería de la iglesia pertenece a dos casas diferentes. Los bancos y los tres confesionarios son obra del señor José Villacampa, de Madrid, hermano de Sor Esperanza Villacampa, Hermanita. Las puertas estriadas, se hicieron aquí en Ciudad Real, en la Carpintería San José, propiedad de los Hnos. Jesús y Julián González Menor.
Las vidrieras carecen de valor artístico por falta de seguridad en el dibujo y de profundidad y sombreado en los colores de las figurativas, aunque sea bueno el diseño de las simbólicas. Las figurativas están en el ábside: la Anunciación, el Buen Pastor, Santa Teresa de Jesús, Doctora y San Rafael Arcángel; las simbólicas van en los muros laterales: los dones del Espíritu Santo, la multiplicación de los panes y los peces, el escudo de la Congregación en el lado izquierdo, y un símbolo de la Eucaristía, el anagrama de la Virgen María Reina, y el Cordero del Apocalipsis en el lateral derecho. En los brazos del pseudocrucero, el Espíritu Santo a la izquierda y el Corazón de María a la derecha. Tantos unas como otras llevan una serie de cruces repartidas por todo el espacio luminoso.
El RETABLO. Aprovechando la ornamentación del ladrillo y de las vidrieras, se ha logrado un retablo más fantástico que ornamental con las imágenes constitucionales –la Virgen Madre de Dios bajo el título de los Desamparados, San José y Santa Marta- apoyadas sobre ménsulas doradas y dos ángeles sobre sendas columnas, flaqueando el sagrario embutido en un arco angular de distintos mármoles, que simula una gran sede pontificia. Tanto el arco como el sagrario estriban en una mesa del mismo material y estilo que el altar, obra del marmolista señalado.
Después de la canonización de la Santa Madre, en 1974, se colocó su imagen sobre una repisa dorada en el ángulo izquierdo del presbiterio. La imagen actual labrada en 1986, es obra del tallista valenciano José Estopiñá.
P. Tomás Polvorosa López, O.P. “Oro Viejo en el Asilo”, Ciudad Real 1999
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