¡Por fin nevó! No íbamos a ser menos
nosotros que las otras capitales. Ya nevó.
Hermoso por demás, era el aspecto que presentaba nuestra capital en el día de ayer. “Hermoso para visto entre cristales”, porque hay que ver lo que se pasa en cuanto se sale a la calle.
En fin, abrigado hasta los ojos y provisto de un buen paraguas, a la calle nos echamos en busca de noticias. Pero ¡oh fatalidad! Al disponernos a subir una acera “resbalón y batacazo”; caramba; a pesar de lo que nos gusta la nieve, tuvimos que renegar de ella cincuenta mil millones de veces.
Pero podemos estar satisfechos. Nuestro envidiable “servicio de incendios” empezó a primeras horas de la mañana a trabajar para hacer transitable el paso por las aceras.
¡Que más natural! Si alguna vez hemos visto el servicio municipal en activo fue en el día de ayer. ¡Y cuidado que lo hacían de mala gana!
Hasta que llegó el alcalde D. José Cruz y se encargó del servicio, cesando al señor Pacheco que había abandonado el brasero del mercado para dedicarse a quitar nieve.
Pero ratos buenos si se pasan cuando nieva. Con solo ver a los chiquillos tirarse bolas de nieve, se le ponen a uno los cabellos de punta.
Ayer en el paseo del Pilar, se organizó una escaramuza que no es posible figurarse, la nieve que rodo por los aires, aquello parecía una huelga de cigarreras.
Mientras unos se dedicaban a este casi “salvaje” entretenimiento, otros acumulaban nieve, para construir estatuas. ¡Algunas muy bien hechas!, en el Parque de Gasset construyeron una, donde se representaba al ex jefe del partido liberal conde de Romanones. Pero la construyeron con “tan mala pata” que al intentar hacerles las piernas, rodó por tierra desmoronado por completo el valioso monumento…
Tirso. El Pueblo Manchego, lunes 31 de diciembre de 1917
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