Cuándo se llega por primera vez a Ciudad
Real, Se experimenta una grata sensación de placidez y bienestar. La aproximación
a otras poblaciones, por su populosa urbe o la actividad fabril que en ellas
presumimos, produce en nuestro ánimo sobrecogimiento y temor á lo desconocido.
No así en Ciudad Real, en la que la clásica franqueza é hidalguía manchegas se expanden de entre sus muros, infiltrándose en nuestra alma, como perfume prometedor de bienandanzas.
Por hidalga y por arrojada ganó su título de ciudad la entonces Villa Real, en tiempos de Don Juan II, al que, sitiado en el castillo de Montalbán por las huestes del maestre de Santiago, llevaron los habitantes de aquélla víveres y refuerzos.
Antes ya habían dado muestras los moradores de la villa de su valor é independencia, en las luchas que el Consejo libre de Villa Real sostuvo con las tropas de la Orden de Calatrava.
Hoy, el pueblo de Pozuelo de Don Gil, cuyas casacas estuvieron situadas alrededor de la plaza del Pilar, Se ha convertido en una dudad moderna y bella, sumamente simpática para los forasteros.
Hay en ella calles amplias y magníficas; plazas anchurosas y alegres, y suntuosos edificios, entre los que pueden citarse la Catedral, hermoso templo de una sola y espaciosa nave y dos capillas de reciente construcción, con un valioso retablo de la época del Renacimiento; la iglesia de San Pedro, el palacio de la Diputación, la Casa Ayuntamiento, la de Misericordia, el instituto, el palacio Episcopal, el Seminario Conciliar de las Ordenes militares, el Manicomio provincial, etcétera.
Tampoco merece olvidarse la casa en que estuvo la Santa Inquisición, соnvertida hoy en magnífico palacio por su propietario, don Joaquín Menchero, en el que es de admirar un alegre patio andaluz.
En la comarca se producen, en gran cantidad, vino, aceite, frutas, cereales, etc. Su riqueza y prosperidad son envidiables, y, como es lógico, su comercio y su industria son considerables. Hay fábricas de curtidos de jabón, calzado, electricidad, aguardientes, gaseosas, harinas, gas, molinos de viento, etc.
Durante el breve tiempo que estuvimos en Ciudad Real visitamos algunas de ellas, así como varios comercios importantes, de los que, separadamente nos ocupamos en las páginas de este número.
Periódico “La Mañana”, Madrid 21 de diciembre de 1919
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