Situado junto a
otros dos bares, Los Faroles o Casa de los Bocadillos se distingue por su
clientela especial. Es la misma gente que va a al cafetín, sólo que a otras
horas y, sobre todo, en verano. A ellos se une gente de los pueblos que vienen
a la capital por la mañana a resolver diversos asuntos. Una caña se llama allí
"una farola"; en verano para la terraza, se sirve otra clase de jarra
a la que se ha bautizado con el nombre de "barro". Lleva el asunto un
hombre pequeño, pero inteligente y simpático, el popular Atanagildo o Ata, que
ha sabido adaptarse perfectamente al tipo de clientela que tiene.
El Cafetín de San
Pedro tiene apenas dos años de vida y en ese tiempo se ha convertido en uno de
los lugares más concurridos de la ciudad. En el fondo hay como un café antiguo
donde, en Invierno, se reúne gente joven y menos joven encantadora se juega al
ajedrez, hay buena. música nostálgica (por ejemplo, Glenn Miller, "In the
Mod") y se hacen exposiciones. Ramón Barreda es la cabeza de todo esto.
Dos bares únicos y que bocadillos de calamares uffffff
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