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miércoles, 13 de enero de 2016

POBREZA Y BENEFICENCIA EN CIUDAD REAL: EL HOSPITAL DE LA HERMANDAD VIEJA. (1491-1525) III


El hospital se construyó utilizando edificaciones destinadas a vivienda. En la fotografía una antigua edificación de arquitectura popular ciudadrealeña de la calle los Infantes


2.3. La organización del inmueble

Una vez vista la serie de pormenores que nos registran el lento proceso de acondicionamiento del inmueble, se habrá podido apreciar que los datos conservados nos informan también sobre toda una serie de elementos arquitectónicos que conducen al planteamiento de cuál podía ser la organización de los mismos en el conjunto del inmueble. Aunque no se puede contar con un plano del edificio, se dispone de toda una serie de datos que, aunque no permitan precisar la distribución exacta del espacio interior, sí al menos pueden permitir una aproximación a algunos de los espacios y suponer otros que de una forma implícita deja traslucir la documentación. De esta forma, se ha tratado de hacer una breve reconstrucción, que en modo alguno es exacta y precisa, pero que puede contribuir a forjarnos una idea de las formas que pudo haber tenido este hospital de la Hermandad Vieja de Ciudad Real.

Como se ha podido deducir a través de todo lo expuesto, no parece que se llevase a cabo una edificación de nueva planta para la instalación de la institución benéfica, sino más bien la reacomodación de unos determinados inmuebles con objeto de posibilitar sus funciones (68). Desde tales presupuestos puede concluirse que estas casas estaban estructuradas, originariamente, para acoger a unidades familiares y, en consecuencia, se asemejarían bastante al tipo de construcciones de este tipo realizadas en la ciudad. Partiendo de estas realidades, cabe pensar en toda una serie de modificaciones y adaptaciones, así como en la reutilización, sin más, de determinados espacios. Todo ello daría lugar a una estructura que no contaría con grandes diferencias respecto a la distribución de las restantes viviendas del espacio urbano.

Hay algo que, aunque no exclusivo, parece ser una característica de la ciudad, cómo que el caserío mantuviese los inmuebles adosados unos a otros -no exentos, como pudiera ocurrir en otros lugares (69)-, con lo que, si por un lado, podía facilitar la consecución una unidad entre varios consecutivos y con ello facilitar la reestructuración, por otro limitaba las posibilidades de intervención arquitectónica. En qué medida ello afectó al inmueble aquí descrito, es algo que no se puede precisar.

Conociendo tales caracteres generales, y con los datos ofrecidos por la documentación, sólo se ha intentado realizar, a modo de hipótesis, una descripción de cómo pudo haber sido el inmueble que sirvió de hospital. Siguiendo una obvia lógica, el acceso al edificio se llevaría a cabo a través de la puerta de la calle, y que sería objeto de cierta atención en su decoro, como se ha indicado. Dicha  abertura daría a un portal, posiblemente de unas ciertas dimensiones, como dejarían intuir ciertos gastos, concretamente el reiterado arreglo de la techumbre. La entrada al espacio de vivienda propiamente dicha sería a través de este portal, conduciendo el mismo hasta la puerta de entrada propiamente dicha (70). Probablemente desde él se pasase directamente a un patio, en torno al cual deberían encontrarse distribuidas varias dependencias (71). Del mismo no se tiene constancia de manera directa por las fuentes, aunque sí se puede deducir al hacer mención de "corredores".

Las fuentes nos hablan también de una serie de dependencias que le eran propias: cocina y palacios. Si bien la cocina parece que habría que situarla en la parte baja del edificio, los denominados palacios no se hallarían necesariamente en el mismo nivel. En cualquier caso, tales estancias tendrían unos caracteres polifuncionales, al no encontrarse tan diferenciados los espacios de la vivienda como ocurre hoy en día. Los palacios servirían de sala de estar, de habitación algo más confortable y adornada, incluso donde también se comiera y se durmiera (72), pudiendo contar también con chimenea, lo que no parece que ocurriese en el hospital, puesto que en 1507 se construye una y se sitúa en la cocina "porque los pobres estuviesen bien abrygados" (73). Este dato nos lleva nuevamente al hecho de la polifuncionalidad de los espacios, sin que se tenga que presuponer que no habían gozado de ese elemento hasta entonces. Lo que indica es que el fogón, en el que se cocinaría, era algo defectuoso, puesto que llenaba todo de humo, y no podría ser utilizado el habitáculo como estancia en la que se pudiesen recoger los pobres, incluso dormir en época de frío. Es decir, que su defecto inutilizaba algunas de las funciones de dicho espacio. En este sentido -dentro de nuestra óptica moderna-, hay dependencias de las que no cabe duda de que debería gozar el inmueble, como son los dormitorios, puesto que se ajustarían a las finalidades propias del hospital. Sin embargo, de ellos no se encuentra mención alguna en la documentación. Tal función quedaría cubierta por los denominados "palacios", o las salas, que se ocuparían con camas.
 
Atabalero y abanderado de la Santa Hermandad

Algunos de los datos no parecen permitir a primera vista la conclusión de que el hospital dispusiera de una segunda planta, habida cuenta que la documentación, como se ha podido comprobar, permite la impresión de que la cocina tenía una cubierta, pues parece hablar del arreglo de la misma (74). No obstante, existe un dato que vendría a contradecir tal impresión: la existencia de unos corredores (75), algo propio de las viviendas con una planta alta. Sin embargo, también cabría la posibilidad de que los mismos puedan hacer referencia a elementos situados en torno al patio en la planta baja.

Cabe también señalar que en la zona cercana al patio se ubicaría la vivienda de los encargados del hospital, hospitalero u hospitalera, no siendo un lugar diferenciado del resto de de la construcción, aunque sí separado del conjunto de las otras funciones, con sus habitaciones y dependencias propias.

Un segundo espacio abierto dentro de la construcción, y articulador de otra serie de dependencias, era el corral, centro en torno al cual girarían las necesidades inherentes a las tareas agrícolas de los moradores. Este espacio solía encontrarse comunicado con el otro, el patio. Y así probablemente ocurría también en el caso del hospital, como lo confirman las obras que se hacen en las tapias del mismo (76). Se situaría en la parte posterior, de manera que se pudiera acceder al mismo directamente desde la calle, como queda atestiguado, en el caso que nos ocupa, al hablarse en la documentación de la puerta que tenía (77), cercana a la cual, muy posiblemente, se encontraba un poyo, algo que era relativamente normal.

Como se acaba de apuntar, si los corrales eran muy útiles en la organización de las viviendas, tanto más en el caso del hospital, en el que llegaría a ser incluso necesario. En él se realizarían diferentes actividades, algunas de ellas llevadas a cabo con cierta frecuencia, como era el lavado de la ropa, la desinfección de la misma, dado que encontramos con frecuencia la noticia de escaldamientos, para cuyo fin se necesitaría un gran fuego, siendo el corral el lugar más propio para tal función (78).

A este espacio confluirían distintas dependencias, como es el caso de la bodega y el jaraiz, piezas ambas sobre las que no cabe duda que se entrarían en íntima dependencia una de otra. El jaraiz era el lagar y la bodega el espacio para almacenamiento del vino de elaboración propia. En el caso presente las casas constaban con las dos piezas (79), aunque lo que no parece probable es su utilización en el sentido al que se acaba de aludir, puesto que el jaraiz se acabó acondicionando como habitáculo para la mujer del portero (80).

De un elemento más se tiene constancia que gozaba el inmueble, al igual que otras muchas casas de la ciudad, y es la existencia de un pozo (81). En cuanto a su localización no es precisa, puesto que podía encontrarse tanto en el patio como en el corral. En cualquier caso, resultaría vital dentro de la dinámica cotidiana del centro, y no sólo para el consumo humano, pues era costumbre también en la ciudad traer el agua de las fuentes públicas, que ésta tenía, para tal fin, sino para cubrir otras necesidades, fundamentalmente de limpieza.

En su aspecto exterior, la imagen con que podría contar el edificio no apartaría radicalmente de la del caserío del núcleo. Se trataría de un edificio más bien reducido en sus dimensiones externas, de no mucha fachada. Ciertas diferencias serían observables en la misma, la cual era generalmente lisa, sin adornos, en la mayor parte de las edificaciones, aunque con los lógicos huecos de ventanas para dar luz a las habitaciones. En el hospital se tiene noticia de uno de esos huecos en la fachada, situado probablemente encima de la puerta (82), formando parte quizá de lo que la documentación denomina "portal alto". Quizás encima del mismo se colocaría la hornacina con la imagen de Nuestra Señora (83), que, además de ennoblecer algo más la fachada, resultaría un signo que sirviera a los pobres de referencia (84), para lo se eligió dicha imagen, cuya devoción se encontraba muy arraigada por esa época en la zona (85).

Tales datos, amén de otros citados, proporcionarían la visión de un edificio no muy ancho, aunque de dos plantas, cuya funcionalidad posiblemente se encontrase bien diferenciada, como ocurría en otros inmuebles similares de otras localidades. La planta baja quizá se destinó a la acogida de pobres, contando con estancias adecuadas a tal fin, y posiblemente con otras dedicadas a otros menesteres. Probablemente en ella se encontraría la cocina, destinada, cuando no era necesaria para las tareas culinarias, a lugar de estancia y posible dormitorio de los necesitados allí acogidos en las épocas frías. La primera planta, en cambio, posiblemente estuvo dedicada, con diferentes estancias, no muchas, a cumplir estrictamente con las funciones sanitarias del centro, siendo el espacio en que se alojarían los enfermos que al mismo se acogiesen.


Adelina ROMERO MARTINEZ
Luis Rafael VILLEGAS DIAZ
Universidad de Granada

El poyo se define como un banco de piedra o de obra, especialmente cuando se encuentra adosado a una pared. En la fotografía un poyo que podemos ver en el caserío de Villadiego cerca de Alarcos


68 Algo que por otra parte se ha encontrado igualmente constatado en lugares del mismo entorno cultural, como los del Campo de Calatrava. Cfr. TORRES JIMENEZ, Religiosidad popular, p. 125.

69 En cuanto a la descripción de las casas medievales de Ciudad Real puede consultarse: VILLEGAS DIAZ, Sobre el urbanismo de Ciudad Real, pp. 84-95.

70 Este hecho parece estar generalizado entre los hospitales del Campo de Calatrava, puesto que se le cita como un elemento de distribución del espacio urbano. La función que se les encuentra es la de estar los pobres durante el día. Cfr. TORRES JIMENEZ, Religiosidad popular, p. 125. De forma semejante sucede en el común de las viviendas. Cfr. VILLEGAS DIAZ, Sobre el urbanismo de Ciudad Real, p. 87.

71 Posiblemente se encontrara empedrado, como parece que era habitual en las viviendas del núcleo. Cfr. VILLEGAS DIAZ, Sobre el urbanismo de Ciudad Real, p. 87.

72 Cfr. VILLEGAS DIAZ, Sobre el urbanismo de Ciudad Real, p. 89.

73 Cuentas 1506-07, núm. 21. Algo en lo que se insiste, casi como una obligación, en los hospitales del Campo de Calatrava, es en que tengan una chimenea, para que los pobres se pudieran sentar en torno a ella en unos bancos. Cfr. TORRES JIMENEZ, Religiosidad popular, p. 126.

74 Véase más arriba el texto de la nota 59.

75 Cfr. más arriba el texto correspondiente a la nota 58.

76 Véase nota 64.

77 Véase nota 63.

78 En este mismo sentido se habla en otros estudios de la necesidad de corrales en determinados hospitales con el objeto de que pudieran dejar sus bestias. Cfr. SOLANO RUIZ. E., "Aspectos de la pobreza y la asistencia a los pobres en Jaén", en Actas Andalucía, p. 363.

79 Véanse más arriba las notas 59 y 61.

80 Véase la nota 61. Aun sin ser lo propio del jaraiz, se sabe que también, tal vez esporádicamente, se usó como dormitorio. Cfr. VILLEGAS DIAZ, Sobre el urbanismo de Ciudad Real, p. 92.

81 Repetidas veces habla la documentación de la compra de cinteros para el pozo, a modo de ejemplo: " e más por un çintero para el pozo del ospital". Cuentas 1501-02, núm. 53. También en estas otras partidas: 1504-05, núms. 15 y 44; 1506-07, núm. 22; 1515-16, núm. 21.

82 "De hurtar de ladrillo y cal lo de la puerta de ençima del espital". Cuentas 1504-05, núm. 29.

83 Véase el texto al que hace alusión la nota 55.

84 Es precisamente éste el caso que se ha podido constatar para el hospital de Santa María la Real de Burgos. MARTINEZ GARCIA, La asistencia a los pobres, p. 39.

85 Cfr. TORRES JIMENEZ, Religiosidad popular, pp. 151-152.

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