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domingo, 9 de mayo de 2021

LAS ARTES DECORATIVAS E INDUSTRIALES EN EL PALACIO PROVINCIAL (I)

 

Rejería de la portada principal del Palacio



Uno de los motivos que define muy bien el estilo ornamentista del edificio es la palmeta, palmeta que vemos repetirse en el exterior en toda la crestería, en forma de “acroteras apalmetadas”, como se llamaron en la época, y en el interior en los capiteles, por citar un ejemplo. Este mismo motivo de la palmeta, bastante estilizado, lo encontramos en las verjas de las ventanas de los patios, lo que nos hace suponer que pertenecen al momento de la construcción del edificio.

La rejería, que tradicionalmente había tenido una enorme tradición en nuestro país desde los tiempos más remotos, experimenta, en el siglo XIX un auge producido por la importancia que se le da al fomento de las industrias del hierro. Desde principios de siglo se inicia un proceso en el que triunfa la idea de talleres artísticos, pero con organización y proceso de empresas industria-comerciales y con el deseo de ofrecer productos prácticos y adecuados a las necesidades del momento.

El arte de la rejería a finales del siglo XIX sigue en todo a las tendencias artísticas de la época y se presenta con un fuerte eclecticismo. Las rejas que encontramos en la Diputación con pues tan eclécticas como el resto de los ornamentos.

El hierro se compraba en talleres de fundición y en los pliegos de condiciones se nos indica claramente que ya venía moldeado pues en el artículo 20 se lee: “Hierros: el fundido será del llamado gris, sin defectos, de grano fino y homogéneo, presentando arista viva y caras planas en la parte recta y conservando perfectamente los dibujos en los adornos”.


Una de las lámparas originales, sobre los mármoles de la escalera principal



Ya hemos hablado de los antepechos de los patios, pero quizá la pieza de rejería más notable sea la que corona la gran puerta principal de entrada de la calle Toledo. Se trata de una reja en montera, semicircular y desarrollada como un abanico abierto de varillas con decoración vegetal muy estilizada, y enmarcadas por un trasdós de círculos con crucetas inscritas. Probablemente fue encargada ad hoc, ya que en la parte inferior muestra las letras DP, pero sin ninguna duda está inspirada en un repertorio como podría ser el de Luis Rigalt y Fariols, impreso en 1857 y titulado “Álbum enciclopédico-pintoresco de los industriales: Colecciones de dibujos geométricos y en perspectiva de objetos de decoración y ornato, en los diferentes ramos de albañilería, jardinería, carpintería, cerrajería, fundición, ornamentación, mural, ebanistería, platería, joyería, tapicería, bordados, cerámica, marqueterá, etc., con una serie de adornos de todas las épocas del arte, aplicables a las varias secciones anteriores, para la correspondiente aclaración y estudio de las mismas”.

Utilidad y belleza eran las máximas de esta obra de Rigalt, que sintetizaba las premisas por las que debían discurrir las relaciones del arte con los productos de la industria.

Fuera esta u otro cualquiera el repertorio del que, probablemente, el propio Rebollar extrajo el modelo de la reja, conviene apuntar que la misma es muy parecida a la del Casino, obra del mismo arquitecto y que en posteriores obras de él, como el Banco de España de 1903, la rejería tiene una importancia capital. En el banco no solo tiene un carácter decorativo, sino también una fuerte carga de seguridad.

 

Aplique del Palacio Provincial



Al referirnos a las lámparas, objeto siempre importante y con un lenguaje emblemático dentro de cualquier edificio, podemos hacer un estudio casi cronológico de los distintos ejemplos que se conservan en el palacio.

Hay dos tipos muy diferentes de lámparas ya que están concebidas para dos tipos diversos de energía. Durante las obras se instaló el gas en el Palacio, lo que lógicamente lleva consigo la utilización de lámparas de gas, lámparas que en fecha posterior serán reconvertidas para poder ser utilizadas con electricidad. Pero afortunadamente contamos con varios ejemplos muy bellos de las primitivas lámparas de gas.

En el vestíbulo de entrada hay dos apliques de los que podemos afirmar que son originales, pues, además de ser de gas, están perfectamente integradas en la arquitectura y se construyó para ellas una moldura de su misma forma. Son, como todas, lámparas de latón dorado, de dos brazos que terminan en sendos globos de cristal. Pensamos que las que se colocan en los patios, una vez que estos fueron cerrados en 1929, se hicieron a imitación de las anteriores, pues tienen forma parecida, aunque no están rodeadas de una moldura hecha a medida.

También pensamos que son de la misma época los dos apliques quizá más bellos de todo el edificio, dos apliques de brazos móviles, decorados con pequeñas balaustradas y elementos vegetales con contario que están colocados a ambos lados de la escalera principal en la planta baja.

 

Ornamentación de los patios, atribuida a Telmo Sánchez, después de 1929



Pero quizá las lámparas estrella- de las conservadas de la primera época- sean las dos grandes lámparas de pie que flanquean la escalinata. Se trata de lámparas de columna, de cinco globos. Están hechas con materiales de fundición ensamblados uno en el otro y presentan un cierto aire de balaustrada en el pie, no muy recargado y una decoración más compleja, pero también discreta en los brazos. Contamos con un documento gráfico de primer orden para comprobar que de estas dos lámparas sólo han cambiado los globos, ya que aparecen en la fotografía de la escalera publicada en el número extraordinario de La Tribuna, de 15 de agosto de 1907.

También de gas debieron ser las lámparas originales del Salón de Sesiones, hoy desgraciadamente perdidas, pero que también podemos ver en otra de las fotografías de La Tribuna. Se trataba de lámparas muy sencillas, de ocho globos en la parte baja y cuatro en la superior, globos de cristal que, según parece, estaban culminados por una pequeña corona, igual que los de las lámparas de pie de la escalera. Como decíamos antes, por las fotografías conservadas se puede decir que eran lámparas de un diseño sencillo pero muy elegante y, parece ser, que según la tradición –no hemos encontrado referencias escritas- fueron diseñadas por Ángel Andrade, que también diseñó algunas del Casino. Actualmente el Salón de Sesiones cuenta con unas lámparas de Valencia, modernas y verdaderamente poco indicadas para el lugar.

En 1903, veinticuatro años después de su descubrimiento, se instaló la luz eléctrica en el edificio y, lógicamente, cambió la tipología de las lámparas, que, al ser iluminadas con otro sistema, pueden tener la parte acristalada pendiente y no suspendida. En la misma fotografía de La Tribuna de 1907 ya vemos dos ejemplos de ellos.


Lámparas y aplique del Palacio Provincial



En 1931 Telmo Sánchez presentó un proyecto para hacer una marquesina en la puerta principal y alumbrar la misma con cuatro farolas. El proyecto iba acompañado de un dibujo en el que se reproduce una de las farolas. Se trata de una lámpara suspendida por una cadena que se abre en cuatro ganchos que sujetan una circunferencia decorada, de ella surgen cuatro guirnaldas de rosas que abrazan la gota de cristal. Curiosamente encontramos este mismo tipo de lámparas de gota con cristal traslúcido esgrafiado suspendidas en las arcadas de los patios. Como se ha indicado en el capítulo de ornamentación, los patios fueron cerrados en 1929 y en ellos aparece, en los pisos superiores, una serie de cartelas aplicadas a la arquitectura con una decoración de guirnaldas de rosas exactamente igual a la de las lámparas. Ello nos hace pensar en la identidad de pensamiento de quien diseñó la decoración aplicada y encargó las lámparas. Es muy posible que el propio Telmo Sánchez quisiera poner, en el exterior, las mismas lámparas que se habían colocado unos pocos años antes, decorando e iluminando los patios.

Elena Sainz Magaña en “El Palacio Provincial y su Época”. Biblioteca de Autores Manchegos de la Diputación Provincial de Ciudad Real 2018

 

Otra de las lámparas del Palacio Provincial


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