2.
Las limosnas de 1501
El carácter generalizador de las líneas
anteriores no tiene otro intento que servir de introducción clarificadora para
abordar con las mejores perspectivas el análisis del documento de dicho año que
se publica (9) y sobre el que
conviene resaltar algunas cuestiones.
En primer lugar, hacer notar que se
trata de una pieza de carácter no fiscal, lo que ya le confiere ciertas
peculiaridades. En segundo, su parcialidad, puesto que se trata de la acción
benéfica de una sola institución no dedicada específicamente a tales
menesteres. No obstante, su análisis creo que puede merecer la pena y resultar
en cierta medida, con gran relatividad
evidentemente, indicativo del tema de la pobreza en la ciudad (10).
La Hermandad de Ciudad Real, que
posteriormente recibiría el apelativo de Viejo, no se creó para la asistencia a
enfermos y pobres. Pero sí se puede constatar que a partir de un determinado
momento, coincidente con los años finales del siglo XV y el anteriormente
expuesto empobrecimiento de la ciudad, comenzó a incluir en sus preocupaciones
y atenciones este punto.
Es obvio que pobres harían existido con
anterioridad en el núcleo y que para su atención se habían instalado en él
tanto instituciones cuyo objetivo era su cuidado –un ejemplo podía ser la Orden
de San Antón-, como establecimientos dedicados a curar sus males: los
hospitales (11). Pues bien, la
propia Hermandad entra también en este circuito de la beneficencia, creando sus
propio hospital (12) y repartiendo
limosna de forma institucionalizada.
Por lo que respecta a este último,
algunos datos –representativos también de la panorámica general ofrecida sobre
la ciudad- se tienen de las cantidades repartidas por esta entidad. Con motivo
de la fiesta de Santa María de la O, que la Hermandad celebra solemnemente
repartió las siguientes cantidades contenidas en sus cuentas de mayordomía:
1491-92 …………. 8.687
mrs.
1494-95 …………. 10.174 mrs.
1495-96 …………. 11.500 mrs.
1497-98 …………. 18.068 mrs.
1498-99 …………. 18.305 mrs.
1501-02 …………. 16.414 mrs.
1504-05 …………. 15.000 mrs. (13)
Pese a haber seguido la pista a este
concepto en las cuentas posteriores, hasta 1525, no he encontrado pago alguno
del mismo en la forma indicada. Sin embargo, sí se aprecia en los años
posteriores el trasvase de esta acción benéfica canalizada a través del
hospital fundado por dicha institución.
Como se puede apreciar, las cantidades
destinadas a tal concepto por la Hermandad fueron incrementándose hasta
1498-99, comenzando posteriormente a descender quizá por el motivo ya apuntado
de canalización a través de su centro hospitalario. No obstante, sorprende el
incremento experimentado en 1497-98, cuya posible razón sea el aumento de la
pobreza de la ciudad.
Resulta lógico pensar que la Hermandad
hubiera canalizado ya con anterioridad a la última fecha indicada las limosnas
a través de su hospital, pero la inundación sufrida en 1504, que arruinó casas
y haciendas, motivó la continuidad de la costumbre al menos por ese año. Sin embargo,
adoptaría una nueva forma de concesión
generalizada a la ciudad, llegando a un acuerdo el cabildo por el que se
mandaron “que los mrs. que se avian de dar en las dichas limosnas se diesen
para la gran necesidad del echar del agua de la dicha ciudad en que se diesen a
la justicia e regidores della para que se gastasen en el echar de la dicha agua”
(14).
Pero pasemos más concretamente el
documento que nos ocupa. La primera cuestión a resaltar es su división de las
concesiones a dos grandes grupos: instituciones religiosas y personas pobres en
sentido general.
En el primero de ellos – con un montante
de 10.920 mrs., lo que representa un 66,53% del total -, se aprecia la
concesión de diversas cantidades a las tres parroquias de la ciudad, así como a
otros tres monasterios, un beaterio y tres ermitas. La predilección de la
institución por la parroquia de San Pedro es manifiesta, no en vano se
encontraban vinculados a ella, por lo que le conceden otras cantidades a su
iglesia por diferentes conceptos hasta totalizar 3.402 mrs., equivalentes a un
31,15% del grupo (15). El mismo sentimiento se aprecia con el
convento de San Francisco, en donde antiguamente se reunían, que recibe una
cantidad igual a la concedida a la iglesia de San Pedro y que equivale a un
22,90% del grupo (16).
Pero aunque porcentualmente sea menor,
sin duda tiene un mayor interés el análisis del otro grupo: las personas pobres
existentes en la ciudad. En total se mencionan unas 103 personas en la
concesión de limosnas, si bien se desconoce el nombre de varias de ellas (17). Pero esta cuantificación no se puede
proponer como total de la ciudad, ni
incluso como parte precisa y determinada. Da la impresión de que se trata de
una relación de pobres –probablemente no completa- existentes en las
collaciones de San Pedro y Santa María, quedando excluidos los de la parroquia
de Santiago, que estarían más directamente al cargo de alguna otra institución –como
la Orden de San Antón-, pero que también percibirían cierta cantidad de la
Hermandad, aunque no atribuida con precisión (18).
Dentro de esta relación conocida, se
pueden efectuar los calificados por J. Valdeon como “emparejamientos de la
pobreza” (19). Cierto que
algunos de ellos no se aprecian, al menos con nitidez, en este caso, pero
también lo es el hecho de que aparecen tipologías que dicho autor no ha
incluido : ¿dónde situar a las monjas o beatas que aparecen en este documento?
Sin duda algunos tienden a solucionar esta cuestión adscribiéndolas al grupo de
lo que se podría denominar pobreza voluntaria. Pero creo que sería un error.
Para los integrantes del mismo ya se encontraban asignadas determinadas
partidas (20). Sin embargo,
el documento nos proporciona en este sentido datos sobre ciertas personas muy
concretas (21) lo que hace
pensar que el resto de la comunidad religiosa a las que pertenecían no
presentaba estos problemas de subsistencia, al menos en la misma medida que
ellas.
Dejando a un lado este grupo de personas
vinculadas a instituciones religiosas –que percibirían un total de 646 mrs.,
equivalentes a un 11,89% del grupo, resultando también el porcentaje de personas muy similar-,
analicemos siquiera brevemente los otros emparejamientos de la pobreza que
aparecen en esta pieza.
La mayor parte de las personas
relacionadas se manifiestan sin mención expresa de su condición de pobres ni de
sus posibles causas por las que llegaron a dicha situación (22). Del total de 103 personas, 39 aparecen
reflejadas en este sentido, lo que representa un 37,86%. En algunos casos
aparecen como viejos (23) y en otros parece que se trata de viudas (24), pero con ellos no se cubre plenamente
la relación. Esto dificulta enormemente su inserción en uno u otro grupo de los
que a continuación se especifican.
Otra buena parte de la relación aparece
calificada de pobre. Concretamente son 37 individuos (25), lo que representa casi un 35%. En este
grupo ya se pueden distinguir en algunos casos determinados emparejamientos,
como su condición de pobres-enfermos-lisiados (26), de
pobres-viudas (27) o de pobres-mendigos-pordioseros
(28), resultando algún caso mixto de
pobre-viuda-enferma (29).
No creo que se pueda tildar de
pobre-vagabundo el caso de la persona que llegó a dicha situación de pobreza
cuando se encontraba en la ciudad pleiteando en la chancillería y que provenía
de Málaga (30). Su pertenencia
a este determinado grupo dependería del ejercicio que de la misma hiciese con
posterioridad.
Los casos de pobres-enfermos-lisiados
son varios más de los reseñados con anterioridad, si bien no queda especificada
con claridad su condición de pobres. Los que aparecen enfermos o en un hospital
son 15, que representa algo más del 14,5%. La mayoría de ellos eran enfermos de
bubas (31), aunque uno de
ellos añadía a este mal el “quartanario” (32); dos como “dolientes”,
sin especificar enfermedad (33); tres
hospitalizados sin conocer la causa (34); y una coja (35). El caso de “La loca de la Puerta de la
Mata” (36) da la impresión
de no ser considerado como una enfermedad por sus coetáneos.
Además, también, de los casos señalados
de pobres viudas, aparecen otros cuya situación de viudedad queda expresada con
claridad, aunque no l de su pobreza manifiesta (37), si bien en
alguno de los casos mencionados tal circunstancia de su estado civil va aneja a
la enfermedad.
Como se puede apreciar, las situaciones
en que se manifiesta efectivamente la pobreza se complican extraordinariamente,
pues su adscripción a la misma puede deberse a las más variadas circunstancias
y, por tanto, su pertenencia a uno u otro grupo de los indicados resulta difícil
de hacer desde un punto de vista práctico.
Sin embargo, creo que existen aún
ciertos datos interesantes para el tema de la pobreza de los que todavía no se
ha hecho mención aquí. El primero de ellos es el de la pertenencia de los
pobres reseñados en el documento a uno u otro sexo, habida cuenta que se toman
como tales todos los que el mismo menciona. Del total de 103, veintitrés son
varones y ochenta mujeres, lo que representa un 22,33 y un 77,67% respectivamente. De aquellos, catorce
tienen declarada su pobreza, pese a ejercer algún oficio, como sacristán o
carnicero (38), seis son
enfermos o que padecen algún defecto físico (39); y tres no
tienen declarada su pobreza, aunque perciben ciertas cantidades, entre ellos un
clérigo y un portero (40).
Entre las mujeres la casuística es más amplía y complicada. De ellas, diez son monjas o beatas (41); veintitrés tienen declarada su condición de pobres, estando incluidas entre ellas algunas viudas, lisiadas y huérfanas (42); nueve aparecen como enfermas, entre las que hay también algunas viudas (43); dos, aunque posiblemente no serían las únicas, son calificadas expresamente de viejas (44); otras dos aparecen como viudas únicamente (45); y treinta y cuatro no tienen declarada su pobreza, resultando interesante destacar el hecho de que entre ellas se encuentran algunas criadas y doncellas (46).
Otro de los datos a tener en cuenta es
la edad de los individuos que aparecen en la relación, aunque sobre la misma no
se posean datos especialmente precisos. Del total de 103, la mayor parte de
ellos –unos noventa y dos- deberían ser personas adultas, apareciendo solamente
once casos en los que cabe decir eran niños o adolescentes, varios de los
cueles eran huérfanos de ambos progenitores (47).
Para finalizar este análisis, quizá
sería interesante –por lo indicativo- tratar de dilucidar la extracción social
de los miembros que integran la relación adjunta. La cuestión es ardua, pues
los casos de homonimia con los que pudiéramos encontrarnos pueden conducir a
graves errores. Aunque aquí el tema se va dejar de lado, sin embargo hay que
señalar que es factible y el mismo documento presenta datos muy sugerentes,
como por ejemplo el caso del comendador de Herrera, que percibe cierta cantidad
por encontrarse enfermo (48); el de la monja
hija del licenciado de Santa Cruz (49); o el mismo de
Juan Jiménez, que era carnicero, aunque declarado pobre (50). Puede resultar para alguno este hecho
una perogrullada, pues la llegada a esta situación de pobreza siempre se haría
desde posiciones económicas más elevadas. Ello es obvio, pero no es menos
cierto que la constatación de estos hechos es indicativa de la evolución
económica seguida por una población, pese a la pregunta que siempre flota en el
ambiente y planteada por algún autor de si es posible hablar de nivel de
pobreza en el mundo medieval cuando éste ha sido calificado de sociedad de
penuria (51). El hecho,
cuando menos, sirve para confirmar la definición de la pobreza como una
situación a la que se llega por las más variadas circunstancias.
Luis
Rafael Villegas Díaz
(9) La pieza que se publica, tal como queda indicado en la misma, se halla en el AHN, Diversos, Hermandades, Ciudad Real, caja 56, núm. 7 (antiguo leg. 32).
(10)
No se va a contestar aquí, sino parcialmente, a los epígrafes que al respecto
planteaba la encuesta del prof. J.L. Martin, La sociedad media e inferior de
los reinos hispánicos, en A.E.M., 7, 1970-71, 555-576, concretamente 556-558.
Al hablar de las categorías sociales en el mundo de las ciudades propone un
apartado sobre “Población flotante y desarraigada. Importancia numérica,
variaciones. Las instituciones de caridad”.
(11)
Respecto a la Orden de San Antón, tuvo casa-encomienda en la ciudad, fundando
también un hospital, que no era único, puesto que existen menciones de varios
otros, como el de la Pedrera. Su localización es fácil, puesto que dio nombre a
la plaza donde estaba situado.
(12)
Tocante al hospital de la Hermandad, señalar que en estos finales de siglo
dicha institución se hallaba gestionando su apertura. Cfr. p.e. 1487, diciembre
12, Zaragoza, AGS. RG. Sello, 1487 diciembre, fol. 156, y 1489, marzo 17,
Medina del Campo. AGS. R. G. Sello, 1489 –marzo fol. 113. Recoge el dato y cita
estas piezas Valdeon, J., Problemática para un estudio de los pobres y de la
pobreza en Castilla, 915.
(13)
Sobre la Hermandad Vieja de la Ciudad Real me encuentro trabajando en la
actualidad, y más concretamente en estos momentos sobre las cuentas que se
conservan desde finales del siglo XV.
Las
cantidades aquí reseñadas pueden comprobarse en AHN, Diversos, Hermandades,
Ciudad Real, caja 56, núms. 2, 3, 4, 5, 6, 7 y 10, respectivamente, que se
encuentran sin follación ni paginación alguna.
(14)
AHN, Diversos, Hermandades, Ciudad Real, caja 56, núm. 10.
(15)
V. Apéndice, núms. 2, 11, 12 y 13.
(16)
V. Apéndice, núm. 4.
(17)
La relación de las mismas entre los números 14 a 100, ambos inclusive del
Apéndice.
(18)
En apoyo de esta sospecha, que se mantiene como hipótesis, se encuentra el núm.
101 del Apéndice, en que se conceden 80 mrs. a los pobres de Santiago y san
Antón.
(19)
“La pobreza era… una situación, que ofrecía sus características propias y a la
que llegaba por muy variados caminos. Se podía caer en la pobreza por haber contraído
una enfermedad, por llegar a la ancianidad o, caso muy frecuente entre las
mujeres, por haber enviudado. Había pobres que mendigaban, pobres vagabundos y
pobres peregrinos… De ahí que nos parezca una tarea importante realizar un sucinto
examen de lo que se podría denominar emparejamientos de la pobreza: pobres
viudas; pobres-enfermos-lisiados; pobres-mendigos-pordioseros;
pobres-vagabundos; pobres-peregrinos-romeros. Valdeon, J., problemática para un
estudio de los pobres en castilla, 891.
(20)
V. Apéndice, núms. 4, 5, 6, 10, donde se habla de monasterios y beaterios
genéricamente.
(21)
V. Apéndice, núms. 21, 24, 25, 27, 28, 50, 63, 76, 77, 79 y 86.
(22)
V. Apéndice, núms. 15, 17, 19, 23, 26, 29, 32, 35, 38, 44, 45, 47, 51, 54, 56,
60, 62, 65, 66, 67, 71, 72, 73, 74, 78, 80, 81, 82, 83, 84, 88, 92, 93, 95 y
99.
(23)
V. Apéndice, núms. 17 y 93.
(24)
V. Apéndice, núms. 15, 32, 35, 38, 45, 47, 60, 65, 73 y 92.
(25)
V. Apéndice, núms. 16, 18, 20, 22, 30, 31, 33, 42, 43, 49, 52, 55, 57, 58, 59,
61, 64, 69, 70, 75, 85, 87, 90, 94, 97, 98 y 100.
(26)
V. Apéndice, núms. 18 y 33.
(27)
V. Apéndice, núms. 31 y 33.
(28)
V. Apéndice, núm. 55.
(29)
Tal sería la situación de la viuda de
Juan Gallego, enferma de bubas, y con 3 hijos a su cargo, Cfr. Apéndice, núm.
33.
(30)
V. Apéndice, núm. 90.
(31)
V. Apéndice, núms. 14, 33, 37, 39, 400, 41, 46, 53 y 91.
(32)
V. Apéndice, núm. 39. Las “cuartanas” eran unas fiebres.
(33)
V. Apéndice, núm. 89 y 96.
(34)
V. Apéndice, núms. 48, 68 y 87.
(35)
V. Apéndice, núm. 18
(36)
V. Apéndice, núm. 44.
(37)
V. Aparte los reseñados en la nota 27, cfr. nús, 34, 36 y 96.
(38)
V. Apéndice, núms. 16, 22, 30, 33, 49, 52, 54, 55, 61, 69, 90 y 100.
(39)
V. Apéndice, núms. 14, 39, 82, 87, 89 y 91.
(40)
V. Apéndice, núms. 21, 23 y 82.
(41)
V. Apéndice, núms. 24, 25, 27, 28, 50, 63, 76, 77, 79 y 86.
(42)
V. Apéndice, núms. 18, 20, 31, 33, 42, 43, 57, 58, 59, 64, 70, 75, 85, 94, 97,
98 y 100.
(43)
V. Apéndice, núms. 37, 40, 41, 44, 46, 48, 53, 68 y 96. Añadir a ellos núms. 18
y 33, que aparecen también como pobres.
(44)
V. Apéndice, núms. 17 y 93.
(45)
V. Apéndice, núms. 34 y 36. Son también viudas, pobres o enfermas, nums. 31, 33
y 96.
(46)
V. Apéndice, núms. 15, 19, 23, 26, 29, 32, 35, 37, 38, 45, 47, 51, 56, 60, 62,
65, 66, 67, 71, 72, 73, 74, 78, 80, 81, 83, 84, 88, 92, 95, 97 y 99.
(47)
V. Apéndice, núms. 33, 37, 38, 55 y 100.
(48)
V. Apéndice, núm. 14.
(49)
V. Apéndice, núm. 50.
(50)
V. Apéndice, núm. 49.
(51)
Cfr. Valdeón J. Problemática para un estudio de los pobres y de la pobreza en
Castilla, 889.
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