Hasta
bien entrado los años ochenta del pasado siglo, aún existían calles en la vieja
morería, que sus edificaciones eran casas de una planta y que actualmente son
calles irreconocibles, como la fotografía que publico de la calle Enmedio
Como le interesaba al profesor
Entrambasaguas conocer los emplazamientos de las antiguas judería y morería de
Ciudad Real, cuando estuvo el pasado mes de mayo en nuestra ciudad le acompañe
una mañana a dar un paseo por dichos lugares. Fuimos primero a la calle del
Lirio, pues la verdad tenía mucho interés en llevarle a que viera ese grato
rincón, que no llega a ser propiamente una plaza, donde comienza la calle del Compás
de Santo Domingo. Allí creo que estuvo el atrio y la pequeña lonja, el compás,
del convento de dicho nombre edificado hacia 1399, precisamente en el lugar que
ocupaba la iglesia de San Juan Bautista antes la Sinagoga Mayor, desaparecida después de la matanza de 1391 y
del incendio de 1396.
Creo que dicho profesor no se decepcionó
y supo apreciar todo el encanto de aquel apacible rincón, donde el verdor de un
pequeño árbol solitario, un plátano, destaca entre el blanco de las casas,
también pequeñas. Cerca cruza la calle actualmente llamada del Comandante López
Guerrero que en tiempo fue la “rúa” principal de la “judería”, que limitaban la
Ronda de Calatrava y las actuales calles, de este nombre, de la Paloma, de la
Lanza y de la Mata. Por cierto que la de la Paloma en tiempos se denominó de
Leganitos, nombre que conserva actualmente una calle de Madrid y que creo que
es una corrupción de la voz árabe algannet que significa huertas.
Al desaparecer la Aljama en 1391 su rúa
principal pasó a llamarse calle Real de Barrionuevo. Luego al establecerse el
tribunal del Santo Oficio en Ciudad Real, se denominó de la Inquisición y más
tarde en el siglo pasado, de la Libertad. En la misma, esquina a la de Lirio
estuvo el edificio del mencionado tribunal, del que sólo queda un arco mudéjar
incrustado en una construcción moderna, según me mostró el señor López Salazar
en uno de nuestros paseos por las viejas calles de Ciudad Real.
Pero dejémonos de disquisiciones históricas
para volver de nuevo al rincón donde un árbol solitario parece meditar, sin
querer saber nada de la historia del lugar donde crece. La verdad, es que nunca
había pasado por allí de noche, pero pensé hacerlo en cuanto pudiera,
sospechando que su atractivo sería mucho mayor.
Así fue en efecto; en el ambiente
silencioso y tranquilo de la noche el pequeño rincón resulta más acogedor. Tal
vez había demasiada luz en la calle del Comandante López Guerrero, pero pasada
la encrucijada, en la del Lirio, los faroles con los cristales esmerilados
daban al ambiente un carácter apacible, casi misterioso. La calle estrecha,
ligeramente ondulada, baja hacia la Plaza de las Monjas, otro rincón agradable.
Unos árboles, olmos asiáticos, colocados sin orden y la vieja fachada de un
convento.
Por una estrecha y tenebrosa callejuela
salí a la calle de Calatrava. En ésta, el rincón donde termina la del Jacinto y
la del Lirio, se llamó en tiempos de la Inquisición “La Cruz Verde” y tal vez
fuera allí donde se celebrasen los autos de fe. En Madrid en lugares bastante
distantes existen actualmente una plaza y una calle que conservan el nombre de
la Cruz Verde, que resulta ahora un poco extraño. Parece ser que terminadas las
ejecuciones dictadas por el Tribunal, se colocaba una cruz de madera de color
verde en el lugar donde se habían realizado. Primero esto ocurría en el actual
emplazamiento de la Plaza, cuando Madrid terminaba en la Puerta de Guadalajara,
en la calle Mayor. Después en el de la actual calle, cuando la villa ya llegaba
hasta la Puerta de Santo Domingo y a extramuros se realizaban los Autos de Fe.
Pero el paseo nocturno no ha terminado y
hay que volver a Ciudad Real para llegar a la Plaza de Santiago, más cuidada y
naturalmente de más interés artístico, con su vieja iglesia. Luego sigamos por
las calles Ángel y de la Estrella, típicamente manchegas con su rudo empedrado
como diría Miró, y por la de Alta Gracia, con el convento de las Monjas
Dominicas cuya recia y artística portada
agradó mucho a una persona tan competente en estas materia como el catedrático
de Historia del Arte señor Azcárate, que en los ratos libres que le dejaba la
ingrata tarea de los exámenes de reválida, gustaba perderse por el piélago de
las calles de la ciudad. En fin, pasamos a la Plaza de Agustín Salido, y por
último por la calle del Jacinto a la de Toledo, saliendo de ese barrio, que
especialmente por la noche, bien merece la pena de ser visitado.
Carlos
López Bustos. Diario “Lanza”, jueves 9 de noviembre de 1967, página 3
No hay comentarios:
Publicar un comentario